Biblia Adventista - Biblia de Estudio
  W58
 


  Romanos 08

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Rom 8:1  Ninguna, pues, ahora condenación para los en Cristo Jesús, (que no según carne caminan).
Rom 8:2  Pues la ley del espíritu de la vida en Cristo Jesús te libertó de la ley del pecado y de la muerte.
Rom 8:3  Pues lo imposible de la ley(a) , en lo que flaqueaba por la carne(b)  —Dios, a su Hijo enviando en semejanza de carne de pecado; y por pecado condenó el pecado en la carne;
Rom 8:4  a fin de que la justicia(c)  de la ley se cumpliese en nosotros, los que, no según carne caminamos, sino según espíritu.
Rom 8:5  Pues, los que según carne son, lo de la carne sienten; pero, los que según espíritu, lo del espíritu;
Rom 8:6  pues el sentir de la carne, muerte; pero el sentir del espíritu, vida y paz.
Rom 8:7  Por esto: porque el sentir de la carne, enemistad de Dios; pues a la ley de Dios no se sujeta; pues ni puede(d) .
Rom 8:8  Pero, los que en carne son(e) , a Dios placer no pueden.
Rom 8:9  Mas vosotros no sois en carne, sino en espíritu; si es que espíritu de Dios habita en vosotros. Pero, si alguno espíritu de Cristo no tiene, éste no es de él.
Rom 8:10  Pero, si Cristo en vosotros, el cuerpo ciertamente muerto por pecado, mas el espíritu, vida por justicia.
Rom 8:11  Pero, si el espíritu del que resucitó a Jesús de muertos, habita en vosotros, el que resucitó a Cristo de muertos, vivificará también los mortales cuerpos vuestros, por inhabitar su espíritu en vosotros.
Rom 8:12  Por lo tanto, hermanos, deudores somos, no a la carne, para según carne vivir.
Rom 8:13  Pues, si según carne viviereis, habéis de morir; mas, si con espíritu los hechos del cuerpo matareis, viviréis.
Rom 8:14  Pues, cuantos por espíritu de Dios son llevados, éstos hijos son de Dios.
Rom 8:15  Pues no habéis recibido espíritu de servidumbre de nuevo para temor, sino que habéis recibido espíritu de adopción; en el que clamamos: «¡Abbá, el Padre!»
Rom 8:16  Pues el mismo espíritu testifica a la vez a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.
Rom 8:17  Mas, si hijos, también herederos: herederos ciertamente de Dios, coherederos, empero, de Cristo; si es que compadecemos, para ser también conglorificados.
Rom 8:18  Pues estimo no dignos los padecimientos del presente tiempo para la gloria que se ha de revelar en nosotros.
Rom 8:19  Pues la expectación de la criatura la revelación de los hijos de Dios aguarda.
Rom 8:20  Pues a la vanidad la criatura ha sido sometida, no de grado, sino por el que la ha sometido, con esperanza;
Rom 8:21  pues también, la misma criatura libertada será de la servidumbre de la corrupción para la libertad de la gloria de los hijos de Dios.
Rom 8:22  Pues sabemos que toda criatura consuspira y comparture hasta ahora,
Rom 8:23  y no sólo, sino que también los mismos que las primicias del espíritu tenemos, también nosotros mismos en nosotros suspiramos, adopción aguardando: la redención de nuestro cuerpo.
Rom 8:24  Pues, por la esperanza, nos hemos salvado; pero la esperanza que ve, no es esperanza; pues lo que ve alguien ¿qué(f)  espera?
Rom 8:25  Pero, si lo que no vemos, esperamos, por paciencia, aguardamos.
Rom 8:26  Y así mismo también el espíritu socorre a nuestra flaqueza; pues, lo que oremos, cual se debe, no sabemos; pero el mismo espíritu intercede con gemidos inefables;
Rom 8:27  pues, el que escudriña los corazones, sabe cuál el sentir del espíritu; porque, según Dios, demanda por santos.
Rom 8:28  Y sabemos que a los amantes de Dios, todo coopera en bien, a los que según propósito llamados son.
Rom 8:29  Pues, a los que preconoció, también predestinó conformes(g)  a la imagen de su Hijo, para ser él primogénito entre muchos hermanos;
Rom 8:30  y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
Rom 8:31  ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios por nosotros ¿quién contra nosotros?
Rom 8:32  Pues, aquél que al propio Hijo no perdonó, sino por nosotros todos entrególe ¿cómo no ya, también con él, con todas las cosas nos agraciará?
Rom 8:33  ¿Quién acusará contra elegidos de Dios? Dios el que justifica:
Rom 8:34  ¿quién el que condenará? ¿Cristo, el que murió; mas aún: el que resucitó; el que también está a diestra de Dios; el que también intercede por nosotros?
Rom 8:35  ¿Quién nos apartará del amor del Cristo(h) ? ¿tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro o cuchilla?
Rom 8:36  Según está escrito: Sl. 44,23 que por causa tuya se nos mata el día entero; considérasenos como ovejas de matanza.
Rom 8:37  Mas en todo esto sobrevencemos(i)  por el que nos ama.
Rom 8:38  Pues cierto estoy de que ni muerte, ni vida; ni ángeles(j) , ni principados, ni potencias; ni lo presente ni lo futuro;
Rom 8:39  ni alteza, ni hondura, ni criatura alguna otra podrános apartar del amor de Dios, el en Cristo Jesús, Señor nuestro.

 


 

Rom 8:1  No hay, pues, ya condenación alguna para los que están en Cristo Jesús,
Rom 8:2  porque la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me libró de la ley del pecado y de la muerte.
Rom 8:3  Pues lo que a la Ley era imposible, por ser débil a causa de la carne, Dios, enviando a su propio Hijo en carne semejante a la del pecado, y por el pecado, condenó al pecado en la carne,
Rom 8:4  para que la justicia de la Ley se cumpliese en nosotros, los que no andamos según la carne, sino según el espíritu.
Rom 8:5  Los que son según la carne, tienden a las cosas carnales; los que son según el espíritu, a las cosas espirituales."
Rom 8:6  Porque las tendencias de la carne son muerte, pero las tendencias del espíritu son vida y paz.
Rom 8:7  Por lo cual las tendencias de la carne son enemistad con Dios, que no sujetan ni pueden sujetarse a la ley de Dios.
Rom 8:8  Los que están en la carne no pueden agradar a Dios.
Rom 8:9  Pero vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, si es que de verdad el Espíritu de Dios habita en vosotros. Pero si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, ése no es de Cristo.
Rom 8:10  Mas si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justicia.
Rom 8:11  Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos dará también vida a vuestros cuerpos mortales por virtud de su Espíritu, que habita en vosotros.
Rom 8:12  Así, pues, hermanos, no somos deudores a la carne de vivir según la carne,
Rom 8:13  que si vivís según la carne moriréis; mas si con el espíritu mortificáis las obras de la carne, viviréis."
Rom 8:14  Porque los que son movidos por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.
Rom 8:15  Que no habéis recibido el espíritu de siervos para recaer en el temor, antes habéis recibido el espíritu de adopción, por el que clamamos: ¡Abba, Padre!
Rom 8:16  El Espíritu mismo da testimonio a una con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios,
Rom 8:17  y si hijos, también herederos de Dios, coherederos de Cristo, supuesto que padezcamos con El, para ser con El glorificados.
Rom 8:18  Tengo por cierto que los padecimientos del tiempo presente no son nada en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros;"
Rom 8:19  porque la expectación anhelante de lo creado ansia la manifestación de los hijos de Dios,
Rom 8:20  pues lo creado fue sometido a la vanidad, no de grado, sino por razón de quien lo sometió, con la esperanza
Rom 8:21  de que también lo creado será liberado de la servidumbre de la corrupción para participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios.
Rom 8:22  Pues sabemos que hasta el presente todo lo creado gime y siente dolores de parto.
Rom 8:23  Ni es sólo eso, sino que también nosotros, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos dentro de nosotros mismos, suspirando por la adopción, por la redención de nuestro cuerpo.
Rom 8:24  Porque en esperanza estamos salvos; que la esperanza que se ve, ya no es esperanza. Porque lo que uno ve, ¿cómo esperarlo?"
Rom 8:25  Pero si esperamos lo que no vemos, en paciencia esperamos.
Rom 8:26  Y el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza, pues qué hayamos de pedir, como conviene, no sabemos; mas el mismo Espíritu aboga por nosotros con gemidos inefables,"
Rom 8:27  y el que escudriña los corazones conoce cuál es el deseo del Espíritu, porque intercede por los santos según Dios.
Rom 8:28  Ahora bien: sabemos que Dios hace concurrir todas las cosas para el bien de los que le aman, de los que según sus designios son llamados.
Rom 8:29  Porque a los que de antemano conoció, a ésos los predestinó a ser conformes con la imagen de su Hijo, para que éste sea el primogénito entre muchos hermanos;"
Rom 8:30  y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos los justificó; y a los que justificó, a ésos también los glorificó."
Rom 8:31  ¿Qué diremos, pues, a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros?
Rom 8:32  El que no perdonó a su propio Hijo, antes le entregó para todos nosotros, ¿cómo no nos ha de dar con El todas las cosas?
Rom 8:33  ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Siendo Dios quien justifica, ¿quién condenará?
Rom 8:34  Cristo Jesús, el que murió, aún más, el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, es quien intercede por nosotros.
Rom 8:35  ¿Quién nos arrebatará al amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada?
Rom 8:36  Según está escrito: “Por tu causa somos entregados a la muerte todo el día, somos mirados como ovejas destinadas al matadero.”
Rom 8:37  Mas en todas estas cosas vencemos por aquel que nos amó.
Rom 8:38  Porque persuadido estoy que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni lo presente, ni lo venidero, ni las potestades,
Rom 8:39  ni la altura, ni la profundidad, ni ninguna otra criatura podrá arrancarnos al amor de Dios en Cristo Jesús, nuestro Señor.

 


 

Rom 8:1  Por lo tanto, los que vivimos unidos a Jesucristo no seremos castigados.
Rom 8:2  Ahora, por estar unidos a él, el Espíritu Santo nos controla y nos da vida, y nos ha librado del pecado y de la muerte.
Rom 8:3  Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no era capaz de hacer, ni podría haber hecho, porque nadie puede controlar sus deseos de hacer lo malo. Dios envió a su propio Hijo, y lo envió tan débil como nosotros, los pecadores. Lo envió para que muriera por nuestros pecados. Así, por medio de él, Dios destruyó al pecado.
Rom 8:4  Lo hizo para que ya no vivamos de acuerdo con nuestros malos deseos, sino conforme a todos los justos mandamientos de la ley, con la ayuda del Espíritu Santo.
Rom 8:5  Los que viven sin controlar sus malos deseos, sólo piensan en hacer lo malo. Pero los que viven obedeciendo al Espíritu Santo, sólo piensan en hacer lo que desea el Espíritu.
Rom 8:6  Si vivimos pensando en todo lo malo que nuestros cuerpos desean, entonces quedaremos separados de Dios. Pero si pensamos sólo en lo que desea el Espíritu Santo, entonces tendremos vida eterna y paz.
Rom 8:7  Los que no controlan sus malos deseos sólo piensan en hacer lo malo. Son enemigos de Dios, porque no quieren ni pueden obedecer la ley de Dios.
Rom 8:8  Por eso, los que viven obedeciendo sus malos deseos no pueden agradarlo.
Rom 8:9  Pero, si el Espíritu de Dios vive en ustedes, ya no tienen que seguir sus malos deseos, sino obedecer al Espíritu de Dios. El que no tiene al Espíritu de Cristo, no es de Cristo.
Rom 8:10  Por culpa del pecado, sus cuerpos tienen que morir. Pero si Cristo vive en ustedes, también el espíritu de ustedes vivirá, porque Dios los habrá declarado inocentes.
Rom 8:11  Dios resucitó a Jesús, y él también hará que los cuerpos muertos de ustedes vuelvan a vivir, si el Espíritu de Dios vive en ustedes. Esto Dios lo hará por medio de su Espíritu, que vive en ustedes.
Rom 8:12  Por eso, hermanos, ya no estamos obligados a vivir de acuerdo con nuestros propios deseos.
Rom 8:13  Si ustedes viven de acuerdo a esos deseos, morirán para siempre; pero si por medio del Espíritu Santo ponen fin a esos malos deseos, tendrán vida eterna.
Rom 8:14  Todos los que viven en obediencia al Espíritu de Dios, son hijos de Dios.
Rom 8:15  Porque el Espíritu que Dios les ha dado no los esclaviza ni les hace tener miedo. Por el contrario, el Espíritu nos convierte en hijos de Dios y nos permite decirle a Dios: "¡Papá!"
Rom 8:16  El Espíritu de Dios se une a nuestro espíritu y nos asegura que somos hijos de Dios.
Rom 8:17  Y como somos sus hijos, tenemos derecho a todo lo bueno que él ha preparado para nosotros. Todo eso lo compartiremos con Cristo. Y si de alguna manera sufrimos como él sufrió, seguramente también compartiremos con él la honra que recibirá.


Un futuro maravilloso
Rom 8:18  Estoy seguro de que los sufrimientos por los que ahora pasamos no son nada, si los comparamos con la gloriosa vida que Dios nos dará junto a él.
Rom 8:19  El mundo entero espera impaciente que Dios muestre a todos que nosotros somos sus hijos.
Rom 8:20  Pues todo el mundo está confundido, y no por su culpa, sino porque Dios así lo decidió. Pero al mundo le queda todavía la esperanza
Rom 8:21  de ser liberado de su destrucción. Tiene la esperanza de compartir la maravillosa libertad de los hijos de Dios.
Rom 8:22  Nosotros sabemos que este mundo se queja y sufre de dolor, como cuando una mujer embarazada está a punto de dar a luz.
Rom 8:23  Y no sólo sufre el mundo, sino que también sufrimos nosotros, los que tenemos al Espíritu Santo como anticipo de todo lo que Dios nos dará después. Mientras esperamos que Dios nos adopte definitivamente como sus hijos, y nos libere del todo, sufrimos en silencio.
Rom 8:24  Dios nos salvó porque tenemos la confianza de que así sucederá. Pero esperar lo que ya se está viendo no es esperanza, pues ¿quién sigue esperando algo que ya tiene?
Rom 8:25  Sin embargo, si esperamos recibir algo que todavía no vemos, tenemos que esperarlo con paciencia.
Rom 8:26  Del mismo modo, y puesto que nuestra confianza en Dios es débil, el Espíritu Santo nos ayuda. Porque no sabemos cómo debemos orar a Dios, pero el Espíritu mismo ruega por nosotros, y lo hace de modo tan especial que no hay palabras para expresarlo.
Rom 8:27  Y Dios, que conoce todos nuestros pensamientos, sabe lo que el Espíritu Santo quiere decir. Porque el Espíritu ruega a Dios por su pueblo especial, y sus ruegos van de acuerdo con lo que Dios quiere.
Rom 8:28  Sabemos que Dios va preparando todo para el bien de los que le aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo con su plan.
Rom 8:29  Desde el principio, Dios ya sabía a quiénes iba a elegir, y ya había decidido que fueran semejantes a su Hijo, para que este sea el Hijo mayor.
Rom 8:30  A los que él ya había elegido, los llamó; y a los que llamó también los aceptó; y a los que aceptó les dio un lugar de honor.


Cuánto nos ama Dios
Rom 8:31  Sólo nos queda decir que si Dios está de nuestra parte, nadie podrá ponerse en contra nuestra.
Rom 8:32  Dios no nos negó ni siquiera a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros, así que también nos dará junto con él todas las cosas.
Rom 8:33  ¿Quién puede acusar de algo malo a los que Dios ha elegido? ¡Si Dios mismo los ha declarado inocentes!
Rom 8:34  ¿Puede alguien castigarlos? ¡De ninguna manera, pues Jesucristo murió por ellos! Es más, Jesucristo resucitó, y ahora está a la derecha de Dios, rogando por nosotros.
Rom 8:35  ¿Quién podrá separarnos del amor de Jesucristo? Nada ni nadie. Ni los problemas, ni los sufrimientos, ni las dificultades. Tampoco podrán hacerlo el hambre ni el frío, ni los peligros ni la muerte.
Rom 8:36  Como dice la Biblia:
"Por ti nos enfrentamos
a la muerte todo el día.
Somos como las ovejas
que se llevan al matadero".
Rom 8:37  En medio de todos nuestros problemas, estamos seguros de que Jesucristo, quien nos amó, nos dará la victoria total.
Rom 8:38  Yo estoy seguro de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la vida, ni la muerte, ni los ángeles, ni los espíritus, ni lo presente, ni lo futuro,
Rom 8:39  ni los poderes del cielo, ni los del infierno, ni nada de lo creado por Dios. ¡Nada, absolutamente nada, podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado por medio de nuestro Señor Jesucristo!

 


 

Rom 8:1  Por consiguiente nada hay ahora digno de condenación en aquellos que están reengendrados en Cristo Jesús , y que no siguen la carne.
Rom 8:2  Porque la ley del espíritu de vida, que está en Cristo Jesús , me ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.
Rom 8:3  Pues lo que era imposible que la ley hiciese, estando como estaba debilitada por la carne, lo hizo Dios cuando habiendo enviado a su Hijo revestido de una carne semejante a la del pecado, y héchole víctima por el pecado, mató así al pecado en la carne,
Rom 8:4  a fin de que la justificación de la ley tuviese su cumplimiento en nosotros, que no vivimos conforme a la carne, sino conforme al espíritu.
Rom 8:5  Porque los que viven según la carne, se saborean con las cosas que son de la carne; mientras los que viven según el espíritu, gustan de las que son del espíritu.
Rom 8:6  La sabiduría o prudencia de la carne es una muerte, pero la sabiduría de las cosas del espíritu, es vida y paz:
Rom 8:7  por cuanto la sabiduría de la carne es enemiga de Dios; como que no está sometida a la ley de Dios, ni es posible que lo esté, siendo contraria a ella.
Rom 8:8  Por donde los que viven según la carne, no pueden agradar a Dios.
Rom 8:9  Pero vosotros no vivís según la carne, sino según el espíritu, pues el espíritu de Dios habita en vosotros. Que si alguno no tiene el Espíritu de Cristo , éste no es de Jesucristo.
Rom 8:10  Mas si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo esté muerto, o sujeto a muerte, por razón del pecado de Adán, el espíritu vive en virtud de la justificación.
Rom 8:11  Y si el espíritu de aquel Dios, que resucitó a Jesús de la muerte, habita en vosotros, el mismo que ha resucitado a Jesucristo de la muerte dará vida también a vuestros cuerpos mortales, en virtud de su espíritu que habita en vosotros.
Rom 8:12  Así que, hermanos míos, somos deudores no a la carne, para vivir según la carne, sino al espíritu de Dios,
Rom 8:13  porque si viviereis según la carne, moriréis; mas si con el espíritu hacéis morir las obras o pasiones de la carne, viviréis,
Rom 8:14  siendo cierto que los que se rigen por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios.
Rom 8:15  Porque no habéis recibido ahora el espíritu de servidumbre para obrar todavía solamente por temor como esclavos, sino que habéis recibido el espíritu de adopción de hijos en virtud del cual clamamos con toda confianza: Abba, esto es, ¡oh Padre mío!
Rom 8:16  Y con razón, porque el mismo espíritu de Dios está dando testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.
Rom 8:17  Y siendo hijos, somos también herederos, herederos de Dios, y coherederos con Cristo , con tal, no obstante, que padezcamos con él a fin de que seamos con él glorificados.
Rom 8:18  A la verdad yo estoy firmemente persuadido de que los sufrimientos o penas de la vida presente no son de comparar con aquella gloria venidera, que se ha de manifestar en nosotros.
Rom 8:19  Así las criaturas todas están aguardando con gran ansia la manifestación de los hijos de Dios.
Rom 8:20  Porque se ven sujetas a la vanidad, o mudanza, no de grado, sino por causa de aquel que les puso tal sujeción, con la esperanza
Rom 8:21  de que serán también ellas mismas libertadas de esa servidumbre a la corrupción, para participar de la libertad y gloria de los hijos de Dios.
Rom 8:22  Porque sabemos que hasta ahora todas las criaturas están suspirando por dicho día, y como en dolores de parto.
Rom 8:23  Y no solamente ellas, sino también nosotros mismos, que tenemos ya las primicias del Espíritu Santo, nosotros, con todo eso, suspiramos de lo íntimo del corazón, aguardando el efecto de la adopción de los hijos de Dios, esto es, la redención de nuestro cuerpo.
Rom 8:24  Porque hasta ahora no somos salvos, sino en esperanza. Y no se dice que alguno tenga esperanza de aquello que ya ve y posee; pues lo que uno ya ve o tiene, ¿cómo lo podrá esperar?
Rom 8:25  Si esperamos, pues, lo que no vemos todavía, claro está que lo aguardamos por medio de la paciencia.
Rom 8:26  Y además el espíritu divino ayuda a nuestra flaqueza; pues no sabiendo siquiera qué hemos de pedir en nuestras oraciones, ni cómo conviene hacerlo, el mismo espíritu hace, o produce en nuestro interior, nuestras peticiones a Dios con gemidos que son inexplicables.
Rom 8:27  Pero aquel que penetra a fondo los corazones conoce bien qué es lo que desea el Espíritu, el cual no pide nada por los santos, que no sea según Dios.
Rom 8:28  Sabemos también nosotros que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios, de aquellos, digo, que él ha llamado según su decreto para ser santos.
Rom 8:29  Pues a los que él tiene especialmente previstos, también los predestinó para que se hiciesen conforme a la imagen de su Hijo Jesucristo, de manera que sea el mismo Hijo el primogénito entre muchos hermanos.
Rom 8:30  Y a éstos que ha predestinado, también los ha llamado; y a quienes ha llamado, también los ha justificado, y a los que ha justificado también los ha glorificado.
Rom 8:31  Después de esto, ¿qué diremos ahora? Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?
Rom 8:32  El que ni a su propio Hijo perdonó, sino que le entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo después de habérnosle dado a él, dejará de darnos cualquier otra cosa?
Rom 8:33  Y ¿quién puede acusar a los escogidos de Dios? Dios mismo es el que los justifica.
Rom 8:34  ¿Quién osará condenarlos? Después que Jesucristo no solamente murió por nosotros, sino que también resucitó, y está sentado a la diestra de Dios, en donde asimismo intercede por nosotros.
Rom 8:35  ¿Quién, pues, podrá separarnos del amor de Cristo ? ¿Será la tribulación?, ¿o la angustia?, ¿o el hambre?, ¿o la desnudez?, ¿o el riesgo?, ¿o la persecución?, ¿o el cuchillo?
Rom 8:36  (Según está escrito, por ti, ¡oh, Señor!, somos entregados cada día en manos de la muerte, somos tratados como ovejas destinadas al matadero).
Rom 8:37  Pero en medio de todas estas cosas triunfamos por virtud de aquel que nos amó.
Rom 8:38  Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las virtudes, ni lo presente, ni lo venidero, ni la fuerza, o violencia,
Rom 8:39  ni todo lo que hay de más alto, ni de más profundo, ni otra ninguna criatura podrá jamás separarnos del amor de Dios, que se funda en Jesucristo nuestro Señor.

 


 

Rom 8:1  Ahora,  pues,  ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,  los que no andan conforme a la carne,  sino conforme al Espíritu.
Rom 8:2  Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
Rom 8:3  Porque lo que era imposible para la ley,  por cuanto era débil por la carne,  Dios,  enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado,  condenó al pecado en la carne;
Rom 8:4  para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros,  que no andamos conforme a la carne,  sino conforme al Espíritu.
Rom 8:5  Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne;  pero los que son del Espíritu,  en las cosas del Espíritu.
Rom 8:6  Porque el ocuparse de la carne es muerte,  pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.
Rom 8:7  Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios;  porque no se sujetan a la ley de Dios,  ni tampoco pueden;
Rom 8:8  y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
Rom 8:9  Mas vosotros no vivís según la carne,  sino según el Espíritu,  si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros.  Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo,  no es de él.
Rom 8:10  Pero si Cristo está en vosotros,  el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado,  mas el espíritu vive a causa de la justicia.
Rom 8:11  Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros,  el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
Rom 8:12  Así que,  hermanos,  deudores somos,  no a la carne,  para que vivamos conforme a la carne;
Rom 8:13  porque si vivís conforme a la carne,  moriréis;  mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne,  viviréis.
Rom 8:14  Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,  éstos son hijos de Dios.
Rom 8:15  Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor,  sino que habéis recibido el espíritu de adopción,  por el cual clamamos:  ¡Abba,  Padre!
Rom 8:16  El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu,  de que somos hijos de Dios.
Rom 8:17  Y si hijos,  también herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo,  si es que padecemos juntamente con él,  para que juntamente con él seamos glorificados.
Rom 8:18  Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.
Rom 8:19  Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.
Rom 8:20  Porque la creación fue sujetada a vanidad,  no por su propia voluntad,  sino por causa del que la sujetó en esperanza;
Rom 8:21  porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción,  a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Rom 8:22  Porque sabemos que toda la creación gime a una,  y a una está con dolores de parto hasta ahora;
Rom 8:23  y no sólo ella,  sino que también nosotros mismos,  que tenemos las primicias del Espíritu,  nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos,  esperando la adopción,  la redención de nuestro cuerpo.
Rom 8:24  Porque en esperanza fuimos salvos;  pero la esperanza que se ve,  no es esperanza;  porque lo que alguno ve,  ¿a qué esperarlo?
Rom 8:25  Pero si esperamos lo que no vemos,  con paciencia lo aguardamos.
Rom 8:26  Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad;  pues qué hemos de pedir como conviene,  no lo sabemos,  pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.
Rom 8:27  Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu,  porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
Rom 8:28  Y sabemos que a los que aman a Dios,  todas las cosas les ayudan a bien,  esto es,  a los que conforme a su propósito son llamados.
Rom 8:29  Porque a los que antes conoció,  también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo,  para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
Rom 8:30  Y a los que predestinó,  a éstos también llamó;  y a los que llamó,  a éstos también justificó;  y a los que justificó,  a éstos también glorificó.
Rom 8:31  ¿Qué,  pues,  diremos a esto?  Si Dios es por nosotros,  ¿quién contra nosotros?
Rom 8:32  El que no escatimó ni a su propio Hijo,  sino que lo entregó por todos nosotros,  ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
Rom 8:33  ¿Quién acusará a los escogidos de Dios?  Dios es el que justifica.
Rom 8:34  ¿Quién es el que condenará?  Cristo es el que murió;  más aun,  el que también resucitó,  el que además está a la diestra de Dios,  el que también intercede por nosotros.
Rom 8:35  ¿Quién nos separará del amor de Cristo?  ¿Tribulación,  o angustia,  o persecución,  o hambre,  o desnudez,  o peligro,  o espada?
Rom 8:36  Como está escrito:
 Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
 Somos contados como ovejas de matadero.
Rom 8:37  Antes,  en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Rom 8:38  Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte,  ni la vida,  ni ángeles,  ni principados,  ni potestades,  ni lo presente,  ni lo por venir,
Rom 8:39  ni lo alto,  ni lo profundo,  ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios,  que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

 


 

Rom 8:1  Así que ahora, ninguna condenación hay para los que están en el Ungido, Jesús, que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Rom 8:2  Porque la ley del Espíritu de vida en el Ungido, Jesús, me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
Rom 8:3  Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y por el pecado, condenó al pecado en la carne;
Rom 8:4  para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Rom 8:5  Porque los que son conforme a la carne, las cosas que son de la carne saben; mas los que conforme al Espíritu, las cosas que son del Espíritu.
Rom 8:6  Porque la prudencia de la carne es muerte; mas la prudencia del Espíritu, vida y paz;
Rom 8:7  por cuanto la prudencia de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede.
Rom 8:8  Así que, los que son carnales no pueden agradar a Dios.
Rom 8:9  Mas vosotros no sois en la carne, sino en el Espíritu, por cuanto el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu del Cristo, el tal no es de él.
Rom 8:10  Pero si el Cristo está en vosotros, el cuerpo a la verdad es muerto a causa del pecado; mas el espíritu vive a causa de la justicia.
Rom 8:11  Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó a Jesús el Cristo de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
Rom 8:12  Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne;
Rom 8:13  porque si viviereis conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu mortificáis las obras del cuerpo, viviréis.
Rom 8:14  Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios.
Rom 8:15  Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar (otra vez) en temor; mas habéis recibido el Espíritu de adopción (de hijos), por el cual clamamos, ¡Abba, Padre!
Rom 8:16  Porque el mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.
Rom 8:17  Y si hijos, también herederos; ciertamente de Dios, y coherederos con el Cristo; si empero padecemos juntamente con él , para que juntamente con él seamos glorificados.
Rom 8:18  Porque tengo por cierto que lo que en este tiempo se padece, no es de comparar con la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada.
Rom 8:19  Porque la esperanza solícita de las criaturas espera la manifestación de los hijos de Dios.
Rom 8:20  Porque las criaturas sujetas fueron a vanidad, no de su voluntad, sino por causa del que las sujetó,
Rom 8:21  con esperanza que también las mismas criaturas serán libradas de la servidumbre de corrupción en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Rom 8:22  Porque ya sabemos que todas las criaturas gimen (a una), y (a una) están de parto hasta ahora.
Rom 8:23  Y no sólo ellas, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos esperando la adopción, es a saber , la redención de nuestro cuerpo.
Rom 8:24  Porque en esperanza somos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, no lo espera.
Rom 8:25  Pues si lo que no vemos lo esperamos, por paciencia lo esperamos.
Rom 8:26  Y asimismo también el Espíritu nos ayuda en nuestra flaqueza; porque orar como conviene, no lo sabemos; sino que el mismo Espíritu demanda por nosotros con gemidos indecibles.
Rom 8:27  Mas el que escudriña los corazones, sabe qué es el deseo del Espíritu, que conforme a Dios, demanda por los santos.
Rom 8:28  Y ya sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, a los que conforme al Propósito son llamados (a ser santos).
Rom 8:29  Porque a los que antes conoció, también les señaló desde antes el camino para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el Primogénito entre muchos hermanos;
Rom 8:30  Y a los que les señaló desde antes el camino , a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificará.
Rom 8:31  ¿Pues qué diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién será contra nosotros?
Rom 8:32  El que aun a su propio Hijo no escatimó, antes lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
Rom 8:33  ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que los justifica.
Rom 8:34  ¿Quién es el que los condenará? El Ungido, Jesús, es el que murió; más aun, el que también resucitó, quien además está a la diestra de Dios, el que también demanda por nosotros.
Rom 8:35  ¿Quién nos apartará de la caridad del Cristo? ¿tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o cuchillo?
Rom 8:36  (Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos estimados como ovejas de matadero.)
Rom 8:37  Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por aquel que nos amó.
Rom 8:38  Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
Rom 8:39  ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar de la caridad de Dios, que es en el Ungido, Jesús, Señor nuestro.

 


 

Rom 8:1  There is therefore now no condemnation to them which are in Christ Jesus, who walk not after the flesh, but after the Spirit.
Rom 8:2  For the law of the Spirit of life in Christ Jesus hath made me free from the law of sin and death.
Rom 8:3  For what the law could not do, in that it was weak through the flesh, God sending his own Son in the likeness of sinful flesh, and for sin, condemned sin in the flesh:
Rom 8:4  That the righteousness of the law might be fulfilled in us, who walk not after the flesh, but after the Spirit.
Rom 8:5  For they that are after the flesh do mind the things of the flesh; but they that are after the Spirit the things of the Spirit.
Rom 8:6  For to be carnally minded is death; but to be spiritually minded is life and peace.
Rom 8:7  Because the carnal mind is enmity against God: for it is not subject to the law of God, neither indeed can be.
Rom 8:8  So then they that are in the flesh cannot please God.
Rom 8:9  But ye are not in the flesh, but in the Spirit, if so be that the Spirit of God dwell in you. Now if any man have not the Spirit of Christ, he is none of his.
Rom 8:10  And if Christ be in you, the body is dead because of sin; but the Spirit is life because of righteousness.
Rom 8:11  But if the Spirit of him that raised up Jesus from the dead dwell in you, he that raised up Christ from the dead shall also quicken your mortal bodies by his Spirit that dwelleth in you.
Rom 8:12  Therefore, brethren, we are debtors, not to the flesh, to live after the flesh.
Rom 8:13  For if ye live after the flesh, ye shall die: but if ye through the Spirit do mortify the deeds of the body, ye shall live.
Rom 8:14  For as many as are led by the Spirit of God, they are the sons of God.
Rom 8:15  For ye have not received the spirit of bondage again to fear; but ye have received the Spirit of adoption, whereby we cry, Abba, Father.
Rom 8:16  The Spirit itself beareth witness with our spirit, that we are the children of God:
Rom 8:17  And if children, then heirs; heirs of God, and joint-heirs with Christ; if so be that we suffer with him, that we may be also glorified together.
Rom 8:18  For I reckon that the sufferings of this present time are not worthy to be compared with the glory which shall be revealed in us.
Rom 8:19  For the earnest expectation of the creature waiteth for the manifestation of the sons of God.
Rom 8:20  For the creature was made subject to vanity, not willingly, but by reason of him who hath subjected the same in hope,
Rom 8:21  Because the creature itself also shall be delivered from the bondage of corruption into the glorious liberty of the children of God.
Rom 8:22  For we know that the whole creation groaneth and travaileth in pain together until now.
Rom 8:23  And not only they, but ourselves also, which have the firstfruits of the Spirit, even we ourselves groan within ourselves, waiting for the adoption, to wit, the redemption of our body.
Rom 8:24  For we are saved by hope: but hope that is seen is not hope: for what a man seeth, why doth he yet hope for?
Rom 8:25  But if we hope for that we see not, then do we with patience wait for it.
Rom 8:26  Likewise the Spirit also helpeth our infirmities: for we know not what we should pray for as we ought: but the Spirit itself maketh intercession for us with groanings which cannot be uttered.
Rom 8:27  And he that searcheth the hearts knoweth what is the mind of the Spirit, because he maketh intercession for the saints according to the will of God.
Rom 8:28  And we know that all things work together for good to them that love God, to them who are the called according to his purpose.
Rom 8:29  For whom he did foreknow, he also did predestinate to be conformed to the image of his Son, that he might be the firstborn among many brethren.
Rom 8:30  Moreover whom he did predestinate, them he also called: and whom he called, them he also justified: and whom he justified, them he also glorified.
Rom 8:31  What shall we then say to these things? If God be for us, who can be against us?
Rom 8:32  He that spared not his own Son, but delivered him up for us all, how shall he not with him also freely give us all things?
Rom 8:33  Who shall lay any thing to the charge of God's elect? It is God that justifieth.
Rom 8:34  Who is he that condemneth? It is Christ that died, yea rather, that is risen again, who is even at the right hand of God, who also maketh intercession for us.
Rom 8:35  Who shall separate us from the love of Christ? shall tribulation, or distress, or persecution, or famine, or nakedness, or peril, or sword?
Rom 8:36  As it is written, For thy sake we are killed all the day long; we are accounted as sheep for the slaughter.
Rom 8:37  Nay, in all these things we are more than conquerors through him that loved us.
Rom 8:38  For I am persuaded, that neither death, nor life, nor angels, nor principalities, nor powers, nor things present, nor things to come,
Rom 8:39  Nor height, nor depth, nor any other creature, shall be able to separate us from the love of God, which is in Christ Jesus our Lord.

 


 

Rom 8:1  Por consiguiente, ninguna condenación pesa ya sobre los que están en Cristo Jesús.
Rom 8:2  Porque la ley del espíritu que da la vida en Cristo Jesús te liberó de la ley del pecado y de la muerte.
Rom 8:3  Pues lo que era imposible a la ley, reducida a la impotencia por la carne, Dios, habiendo enviado a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado, y en orden al pecado, condenó el pecado en la carne,
Rom 8:4  a fin de que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros que seguimos una conducta, no según la carne, sino según el espíritu.
Rom 8:5  Efectivamente, los que viven según la carne, desean lo carnal; mas los que viven según el espíritu, lo espiritual.
Rom 8:6  Pues las tendencias de la carne son muerte; mas las del espíritu, vida y paz,
Rom 8:7  ya que las tendencias de la carne llevan al odio a Dios: no se someten a la ley de Dios, ni siquiera pueden;
Rom 8:8  así, los que están en la carne, no pueden agradar a Dios.
Rom 8:9  Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece;
Rom 8:10  mas si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo haya muerto ya a causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la justicia.
Rom 8:11  Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros.
Rom 8:12  Así que, hermanos míos, no somos deudores de la carne para vivir según la carne,
Rom 8:13  pues, si vivís según la carne, moriréis. Pero si con el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis.
Rom 8:14  En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
Rom 8:15  Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!
Rom 8:16  El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios.
Rom 8:17  Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados.
Rom 8:18  Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros.
Rom 8:19  Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios.
Rom 8:20  La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza
Rom 8:21  de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Rom 8:22  Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto.
Rom 8:23  Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo.
Rom 8:24  Porque nuestra salvación es en esperanza; y una esperanza que se ve, no es esperanza, pues ¿cómo es posible esperar una cosa que se ve?
Rom 8:25  Pero esperar lo que no vemos, es aguardar con paciencia.
Rom 8:26  Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables,
Rom 8:27  y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios.
Rom 8:28  Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio.
Rom 8:29  Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos;
Rom 8:30  y a los que predestinó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó.
Rom 8:31  Ante esto ¿qué diremos? Si Dios está por nosotros ¿quién contra nosotros?
Rom 8:32  El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas?
Rom 8:33  ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? = Dios es quien justifica. =
Rom 8:34  = ¿Quién condenará? = ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, y que intercede por nosotros?
Rom 8:35  ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?,
Rom 8:36  como dice la Escritura: = Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero. =
Rom 8:37  Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó.
Rom 8:38  Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades
Rom 8:39  ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro.

 


 

Rom 8:1  Así pues, ahora y a no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, [1]
Rom 8:2  porque la ley del Espíritu que da vida en Cristo Jesús, te liberó de la ley del pecado y de la muerte.
Rom 8:3  Porque Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no pudo hacer, pues no era capaz de hacerlo debido a la debilidad humana: Dios envió a su propio Hijo en condición débil como la del hombre pecador y como sacrificio por el pecado, [2] para de esta manera condenar al pecado en esa misma condición débil.
Rom 8:4  Lo hizo para que nosotros podamos cumplir con las justas exigencias de la ley, pues y a no vivimos según las inclinaciones de la naturaleza débil sino según el Espíritu.
Rom 8:5  Los que viven según las inclinaciones de la naturaleza débil, solo se preocupan por seguirlas; pero los que viven conforme al Espíritu, se preocupan por las cosas del Espíritu.
Rom 8:6  y preocuparse por seguir las inclinaciones de la naturaleza débil lleva a la muerte; pero preocuparse por las cosas del Espíritu lleva a la vida y a la paz.
Rom 8:7  Los que se preocupan por seguir las inclinaciones de la naturaleza débil son enemigos de Dios, porque ni quieren ni pueden someterse a su ley.
Rom 8:8  Por eso, los que viven según las inclinaciones de la naturaleza débil no pueden agradar a Dios.
Rom 8:9  Pero ustedes y a no viven según esas inclinaciones, sino según el Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios vive en ustedes. el que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.
Rom 8:10  Pero si Cristo vive en ustedes, el espíritu vive porque Dios los ha hecho justos, aun cuando el cuerpo esté destinado a la muerte por causa del pecado.
Rom 8:11  y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús vive en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo dará nueva vida a sus cuerpos mortales por medio del Espíritu de Dios que vive en ustedes.
Rom 8:12  Así pues, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir según las inclinaciones de la naturaleza débil.
Rom 8:13  Porque si viven ustedes conforme a tales inclinaciones, morirán; pero si por medio del Espíritu hacen ustedes morir esas inclinaciones, vivirán.
Rom 8:14  Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios.
Rom 8:15  Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud que los lleve otra vez a tener miedo, sino el Espíritu que los hace hijos de Dios. Por este Espíritu nos dirigimos a Dios, diciendo: "¡Abbá! ¡Padre!"[3]
Rom 8:16  y este mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que y a somos hijos de Dios.
Rom 8:17  y puesto que somos sus hijos, también tendremos parte en la herencia que Dios nos ha prometido, la cual compartiremos con Cristo, puesto que sufrimos con él para estar también con él en su gloria.
Rom 8:18  Considero que los sufrimientos del tiempo presente no son nada si los comparamos con la gloria que habremos de ver después.
Rom 8:19  La creación espera con gran impaciencia el momento en que se manifieste claramente que somos hijos de Dios.
Rom 8:20  Porque la creación perdió su verdadera finalidad, [4] no por su propia voluntad, sino porque Dios así lo había dispuesto; pero le quedaba siempre la esperanza
Rom 8:21  de ser liberada de la esclavitud y la destrucción, para alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Rom 8:22  Sabemos que hasta ahora la creación entera se queja y sufre como una mujer con dolores de parto.
Rom 8:23  y no solo ella sufre, sino también nosotros, que y a tenemos el Espíritu como anticipo[5] de lo que vamos a recibir. Sufrimos profundamente, esperando el momento de ser adoptados como hijos de Dios, con lo cual serán liberados[6] nuestros cuerpos.
Rom 8:24  Con esa esperanza hemos sido salvados. Solo que esperar lo que ya se está viendo no es esperanza, pues, ¿quién espera lo que y a está viendo?
Rom 8:25  Pero si lo que esperamos es algo que todavía no vemos, tenemos que esperarlo sufriendo con firmeza.
Rom 8:26  De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros, con gemidos que no pueden expresarse con palabras.
Rom 8:27  y Dios, que examina los corazones, sabe qué es lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega, conforme a la voluntad de Dios, por los del pueblo santo.
Rom 8:28  Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito.
Rom 8:29  A los que de antemano Dios había conocido, los destinó desde un principio a ser como su Hijo, para que su Hijo fuera el primero entre muchos hermanos.
Rom 8:30  y a los que Dios destinó desde un principio, también los llamó; y a los que llamó, los hizo justos; y a los que hizo justos, les dio parte en su gloria.
Rom 8:31  ¿Qué más podremos decir? ¡Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros!
Rom 8:32  Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas?
Rom 8:33  ¿Quién podrá acusar a los que Dios ha escogido? Dios es quien los hace justos.
Rom 8:34  ¿Quién podrá condenarlos? Cristo Jesús es quien murió; todavía más, quien resucitó y está a la derecha de Dios, rogando por nosotros.
Rom 8:35  ¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o la persecución, o el hambre, ola falta de ropa, o el peligro, o la muerte violenta?
Rom 8:36  Como dice la Escritura:
"Por causa tuya estamos siempre
expuestos a la muerte;
nos tratan como a ovejas
llevadas al matadero."[7]
Rom 8:37  Pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Rom 8:38  Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro,
Rom 8:39  ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!

 


 

Rom 8:1  Por lo tanto, no tienen condenación los que están en unión con Cristo Jesús.
Rom 8:2  Porque la ley de ese espíritu que da vida en unión con Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.
Rom 8:3  Pues, dado que había incapacidad de parte de la Ley, en tanto que era débil a causa de la carne, Dios, al enviar a su propio Hijo en la semejanza de carne pecaminosa y tocante al pecado, condenó al pecado en la carne,
Rom 8:4  para que el justo requisito de la Ley se cumpliera en nosotros los que andamos, no en conformidad con la carne, sino en conformidad con el espíritu.
Rom 8:5  Porque los que están en conformidad con la carne fijan la mente en las cosas de la carne; pero los que están en conformidad con el espíritu, en las cosas del espíritu.
Rom 8:6  Porque el tener la mente puesta en la carne significa muerte, pero el tener la mente puesta en el espíritu significa vida y paz;
Rom 8:7  porque el tener la mente puesta en la carne significa enemistad con Dios, porque esta no está sujeta a la ley de Dios, ni, de hecho, lo puede estar.
Rom 8:8  Por eso los que están en armonía con la carne no pueden agradar a Dios.
Rom 8:9  Sin embargo, ustedes no están en armonía con la carne, sino con el espíritu, si es que el espíritu de Dios verdaderamente mora en ustedes. Pero si alguien no tiene el espíritu de Cristo, este no le pertenece.
Rom 8:10  Pero si Cristo está en unión con ustedes, el cuerpo verdaderamente está muerto a causa del pecado, pero el espíritu es vida a causa de la justicia.
Rom 8:11  Por eso, si el espíritu del que levantó a Jesús de entre los muertos mora en ustedes, el que levantó a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también sus cuerpos mortales mediante Su espíritu que reside en ustedes.
Rom 8:12  Así pues, hermanos, no nos vemos obligados a la carne, para vivir de acuerdo con la carne;
Rom 8:13  porque si ustedes viven de acuerdo con la carne, de seguro morirán; pero si por el espíritu hacen morir las prácticas del cuerpo, vivirán.
Rom 8:14  Porque todos los que son conducidos por el espíritu de Dios, estos son los hijos de Dios.
Rom 8:15  Porque ustedes no recibieron un espíritu de esclavitud que ocasione temor de nuevo, sino que recibieron un espíritu de adopción como hijos, espíritu por el cual clamamos: “¡Abba, Padre!”.
Rom 8:16  El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.
Rom 8:17  Pues, si somos hijos, también somos herederos: herederos por cierto de Dios, pero coherederos con Cristo, con tal que suframos juntamente para que también seamos glorificados juntamente.
Rom 8:18  Por consiguiente, estimo que los sufrimientos de la época presente no son de ninguna importancia en comparación con la gloria que va a ser revelada en nosotros.
Rom 8:19  Porque la expectación anhelante de la creación aguarda la revelación de los hijos de Dios.
Rom 8:20  Porque la creación fue sujetada a futilidad, no de su propia voluntad, sino por aquel que la sujetó, sobre la base de la esperanza
Rom 8:21  de que la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Rom 8:22  Porque sabemos que toda la creación sigue gimiendo juntamente y estando en dolor juntamente hasta ahora.
Rom 8:23  No solo eso, sino que también nosotros mismos los que tenemos las primicias, a saber, el espíritu, sí, nosotros mismos gemimos en nuestro interior, mientras aguardamos con intenso anhelo la adopción como hijos, el ser puestos en libertad de nuestros cuerpos por rescate.
Rom 8:24  Porque fuimos salvados en [esta] esperanza; pero la esperanza que se ve no es esperanza, porque, cuando el hombre ve una cosa, ¿la espera?
Rom 8:25  Pero si esperamos lo que no vemos, seguimos aguardándolo con aguante.
Rom 8:26  De igual manera el espíritu también acude con ayuda para nuestra debilidad; porque el [problema de] lo que debemos pedir en oración como necesitamos hacerlo no lo sabemos, pero el espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos no expresados.
Rom 8:27  Sin embargo, el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del espíritu, porque este aboga en conformidad con Dios por los santos.
Rom 8:28  Ahora bien, sabemos que Dios hace que todas sus obras cooperen juntas para el bien de los que aman a Dios, los que son llamados según su propósito;
Rom 8:29  porque a los que dio su primer reconocimiento también los predeterminó para que fueran hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos.
Rom 8:30  Además, a los que él predeterminó, también llamó; y a los que llamó, también declaró ser justos. Finalmente, a los que declaró justos, él también glorificó.
Rom 8:31  Entonces, ¿qué diremos a estas cosas? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
Rom 8:32  El que ni aun a su propio Hijo perdonó, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿por qué no nos dará bondadosamente también con él todas las demás cosas?
Rom 8:33  ¿Quién presentará acusación contra los escogidos de Dios? Dios es Aquel que [los] declara justos.
Rom 8:34  ¿Quién es el que condenará? Cristo Jesús es aquel que murió, sí, más bien aquel que fue levantado de entre los muertos, que está a la diestra de Dios, que también aboga por nosotros.
Rom 8:35  ¿Quién nos separará del amor del Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, o la persecución, o el hambre, o la desnudez, o el peligro, o la espada?
Rom 8:36  Así como está escrito: “Por tu causa se nos hace morir todo el día, se nos ha tenido por ovejas para degollación”.
Rom 8:37  Al contrario, en todas estas cosas estamos saliendo completamente victoriosos mediante el que nos amó.
Rom 8:38  Porque estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni gobiernos, ni cosas aquí ahora, ni cosas por venir, ni poderes,
Rom 8:39  ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor.

 


 

Rom 8:1  Por lo tanto, los que vivimos unidos a Jesucristo no seremos castigados.
Rom 8:2  Ahora, por estar unidos a él, el Espíritu Santo nos controla y nos da vida, y nos ha librado del pecado y de la muerte.
Rom 8:3  Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no era capaz de hacer, ni podría haber hecho, porque nadie puede controlar sus deseos de hacer lo malo. Dios envió a su propio Hijo, y lo envió tan débil como nosotros, los pecadores. Lo envió para que muriera por nuestros pecados. Así, por medio de él, Dios destruyó al pecado.
Rom 8:4  Lo hizo para que ya no vivamos de acuerdo con nuestros malos deseos, sino conforme a todos los justos mandamientos de la ley, con la ayuda del Espíritu Santo.
Rom 8:5  Los que viven sin controlar sus malos deseos, sólo piensan en hacer lo malo. Pero los que viven obedeciendo al Espíritu Santo sólo piensan en hacer lo que desea el Espíritu.
Rom 8:6  Si vivimos pensando en todo lo malo que nuestros cuerpos desean, entonces quedaremos separados de Dios. Pero si pensamos sólo en lo que desea el Espíritu Santo, entonces tendremos vida eterna y paz.
Rom 8:7  Los que no controlan sus malos deseos sólo piensan en hacer lo malo. Son enemigos de Dios, porque no quieren ni pueden obedecer la ley de Dios.
Rom 8:8  Por eso, los que viven obedeciendo sus malos deseos no pueden agradarlo.
Rom 8:9  Pero, si el Espíritu de Dios vive en ustedes, ya no tienen que seguir sus malos deseos, sino obedecer al Espíritu de Dios. El que no tiene al Espíritu de Cristo, no es de Cristo.
Rom 8:10  Por culpa del pecado, sus cuerpos tienen que morir. Pero si Cristo vive en ustedes, también el espíritu de ustedes vivirá, porque Dios los habrá declarado inocentes.
Rom 8:11  Dios resucitó a Jesús, y él también hará que los cuerpos muertos de ustedes vuelvan a vivir, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Esto Dios lo hará por medio de su Espíritu, que vive en ustedes.
Rom 8:12  Por eso, hermanos, ya no estamos obligados a vivir de acuerdo con nuestros propios deseos.
Rom 8:13  Si ustedes viven de acuerdo a esos deseos, morirán para siempre; pero si por medio del Espíritu Santo ponen fin a esos malos deseos, tendrán vida eterna.
Rom 8:14  Todos los que viven en obediencia al Espíritu de Dios, son hijos de Dios.
Rom 8:15  Porque el Espíritu que Dios les ha dado no los esclaviza ni les hace tener miedo. Por el contrario, el Espíritu nos convierte en hijos de Dios y nos permite llamar a Dios: «¡Papá!»
Rom 8:16  El Espíritu de Dios se une a nuestro espíritu, y nos asegura que somos hijos de Dios.
Rom 8:17  Y como somos sus hijos, tenemos derecho a todo lo bueno que él ha preparado para nosotros. Todo eso lo compartiremos con Cristo. Y si de alguna manera sufrimos como él sufrió, seguramente también compartiremos con él la honra que recibirá.
Rom 8:18  Estoy seguro de que los sufrimientos por los que ahora pasamos no son nada, si los comparamos con la gloriosa vida que Dios nos dará junto a él.
Rom 8:19  El mundo entero espera impaciente que Dios muestre a todos que nosotros somos sus hijos.
Rom 8:20  Pues todo el mundo está confundido, y no por su culpa, sino porque Dios así lo decidió. Pero al mundo le queda todavía la esperanza
Rom 8:21  de ser liberado de su destrucción. Tiene la esperanza de compartir la maravillosa libertad de los hijos de Dios.
Rom 8:22  Nosotros sabemos que este mundo se queja y sufre de dolor, como cuando una mujer embarazada está a punto de dar a luz.
Rom 8:23  Y no sólo sufre el mundo, sino que también sufrimos nosotros, los que tenemos al Espíritu Santo, que es el anticipo de todo lo que Dios nos dará después. Mientras esperamos que Dios nos adopte definitivamente como sus hijos, y nos libere del todo, sufrimos en silencio.
Rom 8:24  Dios nos salvó porque tenemos la confianza de que así sucederá. Pero esperar lo que ya se está viendo no es esperanza, pues ¿quién sigue esperando algo que ya tiene?
Rom 8:25  Sin embargo, si esperamos recibir algo que todavía no vemos, tenemos que esperarlo con paciencia.
Rom 8:26  Del mismo modo, y puesto que nuestra confianza en Dios es débil, el Espíritu Santo nos ayuda. Porque no sabemos cómo debemos orar a Dios, pero el Espíritu mismo ruega por nosotros, y lo hace de modo tan especial que no hay palabras para expresarlo.
Rom 8:27  Y Dios, que conoce todos nuestros pensamientos, sabe lo que el Espíritu Santo quiere decir. Porque el Espíritu ruega a Dios por su pueblo especial, y sus ruegos van de acuerdo con lo que Dios quiere.
Rom 8:28  Sabemos que Dios va preparando todo para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo con su plan.
Rom 8:29  Desde el principio, Dios ya sabía a quiénes iba a elegir, y ya había decidido que fueran semejantes a su Hijo, para que este sea el Hijo mayor.
Rom 8:30  A los que él ya había elegido, los llamó; y a los que llamó también los aceptó; y a los que aceptó les dio un lugar de honor.
Rom 8:31  Sólo nos queda decir que, si Dios está de nuestra parte, nadie podrá estar en contra de nosotros.
Rom 8:32  Dios no nos negó ni siquiera a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros, así que también nos dará junto con él todas las cosas.
Rom 8:33  ¿Quién puede acusar de algo malo a los que Dios ha elegido? ¡Si Dios mismo los ha declarado inocentes!
Rom 8:34  ¿Puede alguien castigarlos? ¡De ninguna manera, pues Jesucristo murió por ellos! Es más, Jesucristo resucitó, y ahora está a la derecha de Dios, rogando por nosotros.
Rom 8:35  ¿Quién podrá separarnos del amor de Jesucristo? Nada ni nadie. Ni los problemas, ni los sufrimientos, ni las dificultades. Tampoco podrán hacerlo el hambre ni el frío, ni los peligros ni la muerte.
Rom 8:36  Como dice la Biblia: «Por causa tuya nos matan; ¡por ti nos tratan siempre como a ovejas para el matadero!»
Rom 8:37  En medio de todos nuestros problemas, estamos seguros de que Jesucristo, quien nos amó, nos dará la victoria total.
Rom 8:38  Yo estoy seguro de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la vida ni la muerte, ni los ángeles ni los espíritus, ni lo presente ni lo futuro,
Rom 8:39  ni los poderes del cielo ni los del infierno, ni nada de lo creado por Dios. ¡Nada, absolutamente nada, podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado por medio de nuestro Señor Jesucristo!

 


 

Rom 8:1  Así, pues, ya no hay ninguna condenación para los que están en unión con el Mashíaj Yahshúa.
Rom 8:2  ¿Por qué? Porque la Toráh del Ruaj, la cual produce esta vida en unión con el Mashíaj Yahshúa, me ha liberado de la "toráh" del pecado y muerte.
Rom 8:3  Porque lo que la Toráh no podía hacer por sí sola, porque carecía del poder para hacer que la vieja naturaleza cooperara, lo hizo YAHWEH enviando su Hijo como ser humano con una naturaleza pecaminosa como la nuestra. YAHWEH hizo esto, para tratar con el pecado, y haciéndolo ejecutó al castigo del pecado en la naturaleza humana,
Rom 8:4  para que los justos requerimientos de la Toráh pudieran ser completados en nosotros, los que no vivimos nuestras vidas de acuerdo con lo que desea nuestra vieja naturaleza, sino de acuerdo a lo que quiere el Ruaj.
Rom 8:5  Porque los que se identifican con la vieja naturaleza, sólo ponen su mente en las cosas de la vieja naturaleza; pero los que se identifican con el Ruaj, ponen su mente en las cosas del Ruaj.
Rom 8:6  Teniendo nuestra mente controlada por la vieja naturaleza es muerte, pero tener nuestra mente controlada por el Ruaj es vida y Shalom.
Rom 8:7  Porque la mente controlada por la vieja naturaleza es hostil a YAHWEH, porque no se somete a la Toráh de YAHWEH, en verdad, no puede.
Rom 8:8  Por lo tanto los que se identifican con su vieja naturaleza no pueden complacer a YAHWEH.[52]
Rom 8:9  Pero ustedes, ustedes no se identifican con su vieja naturaleza, sino con el Ruaj con tal que el Ruaj HaKodesh de YAHWEH esté viviendo dentro de ustedes, porque cualquiera que no tenga el Ruaj del Mashíaj no le pertenece a El.
Rom 8:10  Sin embargo, si el Mashíaj está en ustedes, entonces por un lado, el cuerpo está muerto a causa del pecado; pero por el otro, el Ruaj está dando vida porque YAHWEH los considera justificados.
Rom 8:11  Y si el Ruaj del que levantó a Yahshúa de los muertos está viviendo en ustedes, entonces el que levantó al Mashíaj Yahshúa de los muertos les dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Ruaj que vive dentro de ustedes.
Rom 8:12  De modo que, hermanos, no debemos nada a nuestra vieja naturaleza que nos requiera vivir de acuerdo con ella.
Rom 8:13  Porque si viven de acuerdo a la vieja naturaleza, ustedes seguramente morirán; pero si por el Ruaj permanecen matando las prácticas del cuerpo, vivirán. [53]
Rom 8:14  Todos los que son guiados por el Ruaj de YAHWEH, son hijos de YAHWEH.
Rom 8:15  Porque no recibieron ruaj de esclavitud para traerlos otra vez a tener temor; por el contrario ustedes recibieron el Ruaj que nos hace hijos, y por el poder del cual gritamos: "¡Abba!"(Esto es: "¡Amado Padre!".)
Rom 8:16  El Ruaj mismo da testimonio a nuestro ruaj que somos hijos de YAHWEH;
Rom 8:17  y si somos hijos, entonces también somos herederos, herederos de YAHWEH y herederos conjuntos con el Mashíaj; con tal que estemos sufriendo con El, de manera que también seamos glorificados con El.[54]
Rom 8:18  Yo no creo que los sufrimientos que estamos atravesando ahora, tan siquiera, merece la pena compararlos con la gloria que nos será revelada en el futuro.
Rom 8:19  La creación espera ansiosamente la revelación de los hijos de YAHWEH,
Rom 8:20  porque fue sometida a la frustración, no de buena gana, sino sólo por la del que la sometió. Pero le fue dada una esperanza confiable,
Rom 8:21  que ella será liberada de la corrupción que la esclaviza y disfrutará la libertad, acompañando la gloria que los hijos de YAHWEH tendrán.
Rom 8:22  Sabemos que hasta ahora toda la creación gime como si con dolores de parto;
Rom 8:23  y no tan sólo ella, sino nosotros mismos, que tenemos las primicias del Ruaj, gemimos interiormente, mientras esperamos ansiosamente que seamos hechos hijos, esto es, que tengamos nuestros cuerpos enteros redimidos y puestos en libertad.
Rom 8:24  Fue en esta esperanza que hemos sido salvados. Pero si vemos lo que esperanzados aguardamos, no es esperanza; después de todo, ¿quién aguarda esperanzado, por lo que ya está viendo?
Rom 8:25  Pues si continuamos esperanzados por algo que no vemos, entonces esperaremos ansiosamente por ello con perseverancia.[55]
Rom 8:26  Similarmente el Ruaj mismo nos ayuda en nuestras debilidades; pues nosotros no sabemos orar de la manera que debemos. Pero el Ruaj mismo implora por nosotros con profundos gemidos indecibles;
Rom 8:27  y el que escudriña los corazones sabe exactamente lo que el Ruaj está pensando, porque sus ruegos por el pueblo de YAHWEH van de acuerdo con la voluntad de YAHWEH.[56]
Rom 8:28  Además, sabemos que YAHWEH dispone todas las cosas para el bien de aquellos que le aman, y son llamados de acuerdo con su propósito;
Rom 8:29  porque los que El conoció de antemano, los predestinó a ser conformados a la imagen de su Hijo,[57] para que El pudiera ser el primogénito entre muchos hermanos;
Rom 8:30  y los que El predestinó, a estos también los llamó; y aquellos que llamó, también los consideró justificados; y los que El consideró justificados, ¡también glorificó!
Rom 8:31  ¿Qué, entonces, diremos en cuanto a esto? ¿Si YAHWEH está por nosotros, quién puede estar en contra de nosotros?
Rom 8:32  El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino lo dio por todos nosotros, sería posible que habiendo dado a su hijo, ¿no nos daría todo lo demás también?
Rom 8:33  Así que: ¿Quién acusará al pueblo escogido por YAHWEH? En verdad, no YAHWEH; ¡El es el que hace que ellos sean considerados justificados!
Rom 8:34  ¿Quién los castiga? ¡En verdad no el Mashíaj Yahshúa, quien murió; más que eso, ha sido resucitado, y está sentado a la mano derecha de YAHWEH y actualmente está implorando por nosotros!
Rom 8:35  ¿Quié n nos separará del amor del Mashíaj? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o pobreza, o peligros, o guerras?
Rom 8:36  Como está escrito en el Tanaj: "Por tu causa somos entregados a muerte todo el día somos considerados como ovejas para el matadero."[Sal 44:22]
Rom 8:37  No, en todas estas cosas, somos súper-vencedores por medio del que nos ha amado.
Rom 8:38  Pues estoy convencido de que, ni la muerte, ni la vida, ni malajim, ni dominios celestiales, ni lo que exis te, o lo que ha de venir;
Rom 8:39  ni poderes de lo alto, ni de lo profundo, ni ninguna cosa creada, nos podrá separar del amor de YAHWEH, que viene a nosotros por medio del Mashíaj Yahshúa, nuestro Adón.

 


 

Rom 8:21  que la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para disfrutar luego la gloria de los hijos de Dios.
Rom 8:22  Todos sabemos que hasta hoy toda la creación se queja de dolor y sufre como una mujer con dolores de parto.
Rom 8:23  "No sólo el mundo, sino también nosotros sufrimos, pero ya tenemos el Espíritu como anticipo de la promesa de Dios. Ahora esperamos que Dios nos dé todos los derechos como hijos suyos cuando nuestros cuerpos sean liberados."
Rom 8:24  "Cuando fuimos salvos recibimos esa esperanza, pero una esperanza que se ve no es realmente una esperanza, ¿para qué esperar lo que ya se ve?"
Rom 8:25  "En cambio, nosotros estamos esperando lo que aún no podemos ver y lo esperamos con paciencia."
Rom 8:26  "De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, cuando no sabemos qué pedirle a Dios, el Espíritu mismo le pide a Dios por nosotros. El Espíritu le habla a Dios a través de gemidos imposibles de expresar con palabras."
Rom 8:27  "Pero Dios nos conoce a fondo y entiende lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega a favor de su pueblo santo de acuerdo a la voluntad de Dios."
Rom 8:28  "Sabemos que Dios obra en toda situación para el bien de los que lo aman, los que han sido llamados por Dios de acuerdo a su propósito."
Rom 8:29  Dios los conocía antes de que el mundo fuera creado. Él decidió que fueran como su Hijo y quería que el Hijo fuera el mayor de muchos hermanos.
Rom 8:30  "Dios decidió que serían como su Hijo, por eso los escogió por adelantado y los aprobó dándoles su gloria."
Rom 8:31  "¿Qué podemos decir sobre todo esto? Si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros."
Rom 8:32  Dios llegó incluso a permitir que su propio Hijo muriera por nosotros. Con toda seguridad nos dará junto con su Hijo todo lo que tiene.
Rom 8:33  ¿Quién podrá acusar al pueblo que Dios ha escogido? Dios es el que nos aprueba.
Rom 8:34  ¿Quién va a condenarnos? Cristo fue quien murió por nosotros y además resucitó. Ahora Cristo está sentado a la derecha de Dios y está rogando por nosotros.
Rom 8:35  "¿Podrá algo separarnos del amor de Cristo? Ni las dificultades, ni los problemas, ni las persecuciones, ni el hambre, ni la desnudez, ni el peligro ni tampoco la muerte."
Rom 8:36  "Así dicen las Escrituras: ""Por ti estamos siempre en peligro de muerte, nos tratan como si fuéramos ovejas que van al matadero""."
Rom 8:37  "Más bien, en todo esto salimos más que victoriosos por medio de Dios quien nos amó."
Rom 8:38  "Pues estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los poderes diabólicos, ni lo que existe, ni lo que vendrá en el futuro, ni poderes espirituales, ni tampoco lo alto o lo profundo, ni ninguna criatura que existe. Nada podrá separarnos del amor de Dios que se encuentra en nuestro Señor Jesucristo."
Rom 8:39  "Pues estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los poderes diabólicos, ni lo que existe, ni lo que vendrá en el futuro, ni poderes espirituales, ni tampoco lo alto o lo profundo, ni ninguna criatura que existe. Nada podrá separarnos del amor de Dios que se encuentra en nuestro Señor Jesucristo."

 


 
 
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