La version Reina Valera 1990 con comentarios de elena White,referencias biblicas y otros complementos (Por editar)se encuentra en las subpaginas de Hechos de los Apostoles.
Hch 22:1 «Varones hermanos, y padres, oídme la para vosotros, presente defensa».
Hch 22:2 Y, oyendo que en hebrea lengua arengábales, más bien prestaron silencio. Y dijo:
Hch 22:3 «Yo soy varón judío, nacido en Tarso de la Cilicia, y criado en esta ciudad; a los pies de Gamaliel instruido con exactitud en la paterna ley, celador siendo de Dios, así como todos vosotros sois hoy;
Hch 22:4 quien este camino perseguí a muerte, atando y entregando en custodias, y a varones y mujeres;
Hch 22:5 como también el sumo sacerdote testificábame y toda la ancianidad; de los que asimismo epístolas recibiendo para los hermanos en Damasco, partía, habiendo de traer también los que allí hubiese atados a Jerusalén, para ser castigados.
Hch 22:6 Y acontecióme yendo y acercándome a Damasco, alrededor del mediodía, súbitamente del cielo relampaguear luz bastante en torno de mí;
Hch 22:7 y caí al suelo y oí una voz, diciéndome: «Saúl, Saúl, ¿qué me persigues?»
Hch 22:8 Y yo respondí: «¿Quién eres, Señor?» Y dijo a mí: «Yo soy Jesús, el Nazareno, a quien tú persigues».
Hch 22:9 Y los que conmigo estaban, la luz ciertamente vieron; la voz, empero, no oyeron del que me hablaba.
Hch 22:10 Y dije: «¿Qué haré, Señor?» Y el Señor dijo a mí: «Levantándote, ve a Damasco; y allí se te hablará de todo lo que determinado te está hacer».
Hch 22:11 Y, como nada veía por la gloria de aquella luz, manuguiado de los que conmigo estaban, vine a Damasco.
Hch 22:12 Y Ananías, un varón timorato según la ley, testimoniado de todos los habitantes judíos.
Hch 22:13 viniendo a mí y parado a par, díjome: «Saúl hermano, mira acá». Y yo a la misma hora miré allá: a él.
Hch 22:14 Y él dijo: «El Dios de nuestros padres ha predeterminado que conozcas su voluntad, y veas al justo(a) y oigas voz de su boca;
Hch 22:15 porque testigo de él a todos los hombres serás de lo que has visto y oído.
Hch 22:16 Y ahora ¿qué tardas? Levantándote, bautízate y lávate de tus pecados, invocando el nombre de él».
Hch 22:17 Y acontecióme retornando a Jerusalén y orando en el santuario estar en éxtasis,
Hch 22:18 y verle diciéndome: «Apresúrate y sal en breve de Jerusalén, por esto: porque no recibirán tu testimonio acerca de mí».
Hch 22:19 Y yo dije: «Señor, ellos saben que yo estaba encarcelando y flagelando, por las sinagogas, a los creyentes en Ti;
Hch 22:20 y, cuando se derramaba la sangre de Esteban, testigo tuyo, también yo estaba allí parado, y consintiendo y guardando las vestiduras de los que le arrebataban».
Hch 22:21 Y dijo a mí: «Anda, que yo a gentes lejos he de enviarte».
Hch 22:22 Y escucháronle hasta esta palabra; y alzaron su voz diciendo: «¡Quita de la tierra al tal! ¡pues no debe él vivir!»
Hch 22:23 Y, vociferando ellos, y lanzando sus vestiduras, y polvareda arrojando al aire,
Hch 22:24 mandó el tribuno se le introdujese en el campamento, diciendo que con azotes se le interrogase, para conocer por qué causa así voceábanle.
Hch 22:25 Y, como le estiraron con correas, dijo al que allí estaba centurión, Pablo: «¿Si a hombre romano y no condenado lícito os es azotar?»
Hch 22:26 Y, oyendo el centurión, acercándose al tribuno, anuncióselo, diciendo: «¿Qué vas a hacer? Que este hombre romano es».
Hch 22:27 Y, acercándose al tribuno, díjole: «¿Dime si romano eres?» Y él dijo: «Sí».
Hch 22:28 Y respondió el tribuno: «Yo, por mucha suma la ciudadanía esta he adquirido». Y Pablo dijo: «Yo, empero, hasta he nacido(b) ».
Hch 22:29 Luego, pues, retiráronse de él los que le iban a interrogar. Y el tribuno temió, conociendo que romano es y que le ha atado.
Hch 22:30 Y al siguiente día, queriendo conocer lo cierto: el por qué es acusado por los judíos, soltóle y mandó juntarse los sumos sacerdotes y todo el sanedrín, y descendiendo a Pablo, puso ante ellos.
Hch 22:1 Hermanos y padres, escuchad mi presente defensa ante vosotros.
Hch 22:2 Oyendo que les hablaba en lengua hebrea, guardaron mayor silencio. Y prosiguió:
Hch 22:3 Yo soy judío, nacido en Tarso de Gilicia, educado en esta ciudad e instruido a los pies de Gamaliel, según el rigor de la Ley patria, celador de Dios, como todos vosotros lo sois hoy.
Hch 22:4 Perseguí de muerte esta doctrina, encadenando y encarcelando a hombres y mujeres,
Hch 22:5 como podrá testificar el sumo sacerdote y el colegio de los ancianos, de quienes recibí cartas para los hermanos de Damasco, adonde fui para traer encadenados a Jerusalén a los que allí había, a fin de castigarlos.
Hch 22:6 Pero acaeció que, yendo mi camino, cerca ya de Damasco, hacia el mediodía, de repente me envolvió una gran luz del cielo.
Hch 22:7 Caí al suelo y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Hch 22:8 Yo respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues.
Hch 22:9 Los que estaban conmigo vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba.
Hch 22:10 Yo dije: ¿Qué he de hacer, Señor? El Señor me dijo: Levántate y entra en Damasco, y allí se te dirá lo que has de hacer.
Hch 22:11 Como yo no veía a causa de la claridad de aquella luz, conducido por los que me acompañaban entré en Damasco.
Hch 22:12 Un cierto Ananías, varón piadoso según la Ley, acreditado por todos los judíos que allí habitaban,
Hch 22:13 vino a mí, y acercándoseme me dijo: Saulo, hermano, recobra tu vista. Y en el mismo instante pude verlo.
Hch 22:14 Prosiguió: El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conocieras su voluntad y vieras al Justo y oyeras la voz de su boca;"
Hch 22:15 porque tú le serás testigo ante todos los hombres de lo que has visto y oído.
Hch 22:16 Ahora ¿qué te detienes? Levántate, bautízate y lava tus pecados, invocando su nombre.
Hch 22:17 Guando volví a Jerusalén, orando en el templo tuve un éxtasis,
Hch 22:18 y vi al Señor que me decía: Date prisa y sal pronto de Jerusalén, porque no recibirán tu testimonio acerca de mí.
Hch 22:19 Yo contesté: Señor, ellos saben que yo era el que encarcelaba y azotaba en las sinagogas a los que creían en ti,
Hch 22:20 y cuando fue derramada la sangre de tu testigo Esteban, yo estaba presente, y me gozaba y guardaba los vestidos de los que le mataban.
Hch 22:21 Pero El me dijo: Vete, porque yo quiero enviarte a naciones lejanas.
Hch 22:22 Hasta aquí le prestaron atención; pero luego, levantando su voz, dijeron: Quita a ése de la tierra, que no merece vivir."
Hch 22:23 Y gritando tiraban sus mantos y lanzaban polvo al aire.
Hch 22:24 En vista de esto, ordenó el tribuno que lo introdujeran en el cuartel, que lo azotasen y le diesen tormento, a fin de conocer por qué causa gritaban así contra él.
Hch 22:25 Así que le sujetaron para azotarle, dijo Pablo al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito azotar a un romano sin haberle juzgado?
Hch 22:26 Al oír esto el centurión, se fue al tribuno y se lo comunicó, diciendo: ¿Qué ibas a hacer? Porque este hombre es romano.
Hch 22:27 El tribuno se le acercó y dijo: ¿Eres tú romano? El contestó: Sí.
Hch 22:28 Añadió el tribuno: Yo adquirí esta ciudadanía por una gran suma. Pablo replicó: Pues yo la tengo por nacimiento.
Hch 22:29 Al instante se apartaron de él los que iban a darle tormento, y el mismo tribuno temió al saber que, siendo romano, le había hecho atar.
Hch 22:30 Al día siguiente, deseando saber con seguridad de qué era acusado por los judíos, le soltó y ordenó que se reuniesen los príncipes de los sacerdotes y todo el sanedrín, y llevando a Pablo se lo presentó.
Hch 22:1 «Escúchenme, amigos israelitas y líderes del país; ¡déjen que me defienda!»
Hch 22:2 Cuando la gente oyó que Pablo les hablaba en arameo, guardaron más silencio. Pablo entonces les dijo:
Hch 22:3 «Yo soy judío. Nací en la ciudad de Tarso, en la provincia de Cilicia, pero crecí aquí en Jerusalén. Cuando estudié, mi maestro fue Gamaliel, y me enseñó a obedecer la ley de nuestros antepasados. Siempre he tratado de obedecer a Dios con la misma lealtad que ustedes.
Hch 22:4 Antes buscaba por todas partes a los seguidores del Señor Jesús, para matarlos. A muchos de ellos, hombres y mujeres, los atrapé y los metí en la cárcel.
Hch 22:5 El jefe de los sacerdotes y todos los líderes del país saben bien que esto es cierto. Ellos mismos me dieron cartas para mis amigos judíos de la ciudad de Damasco, para que ellos me ayudaran a atrapar más seguidores de Jesús. Yo fui a Damasco para traerlos a Jerusalén y castigarlos.
Hch 22:6 »Todavía estábamos en el camino, ya muy cerca de Damasco, cuando de repente, como a las doce del día, vino del cielo una fuerte luz y todo a mi alrededor se iluminó.
Hch 22:7 Caí al suelo, y escuché una voz que me decía: “¡Saulo! ¡Saulo! ¿Por qué me persigues?”
Hch 22:8 »Yo pregunté: “¿Quién eres, Señor?” »La voz me dijo: “Yo soy Jesús de Nazaret. Es a mí a quien estás persiguiendo.”
Hch 22:9 »Los amigos que me acompañaban vieron la luz, pero no oyeron la voz.
Hch 22:10 Entonces pregunté: “Señor Jesús, ¿qué debo hacer?” »El Señor me dijo: “Levántate y entra en la ciudad de Damasco. Allí se te dirá lo que debes hacer.”
Hch 22:11 »Mis amigos me llevaron de la mano a Damasco, porque la luz me había dejado ciego.
Hch 22:12 Allí en Damasco había un hombre llamado Ananías, que amaba a Dios y obedecía la ley de Moisés. La gente de esa ciudad hablaba muy bien de él.
Hch 22:13 Ananías fue a verme y me dijo: “Saulo, amigo, ya has recobrado la vista.” »En ese mismo instante recobré la vista, y pude ver a Ananías.
Hch 22:14 Entonces él me dijo: “El Dios de nuestros antepasados te ha elegido para que conozcas sus planes. Él quiere que veas a Jesús, quien es justo, y que oigas su voz.
Hch 22:15 Porque tú le anunciarás a todo el mundo lo que has visto y lo que has oído.
Hch 22:16 Así que, no esperes más; levántate, bautízate y pídele al Señor que perdone tus pecados.”
Hch 22:17 »Cuando regresé a Jerusalén, fui al templo a orar, y allí tuve una visión.
Hch 22:18 Vi al Señor, que me decía: “Vete enseguida de Jerusalén, porque la gente de aquí no creerá lo que digas de mí.”
Hch 22:19 »Yo contesté: “Señor, esta gente sabe que yo iba a todas las sinagogas para atrapar a los que creían en ti. Los llevaba a la cárcel, y los maltrataba mucho.
Hch 22:20 Cuando mataron a Esteban, yo estaba allí, y estuve de acuerdo en que lo mataran, porque hablaba acerca de ti. ¡Hasta cuidé la ropa de los que lo mataron!”
Hch 22:21 »Pero el Señor Jesús me dijo: “Vete ya, pues voy a enviarte a países muy lejanos.”»
Hch 22:22 La gente ya no quiso escuchar más y comenzó a gritar: «¡Ese hombre no merece vivir! ¡Que muera! ¡No queremos volver a verlo en este mundo!»
Hch 22:23 La gente siguió gritando y sacudiéndose el polvo de la ropa en señal de rechazo, y lanzaba tierra al aire.
Hch 22:24 El jefe de los soldados ordenó que metieran a Pablo en el cuartel, y que lo golpearan. Quería saber por qué la gente gritaba en contra suya.
Hch 22:25 Pero cuando los soldados lo ataron para pegarle, Pablo le preguntó al capitán de los soldados: —¿Tienen ustedes permiso para golpear a un ciudadano romano, sin saber siquiera si es culpable o inocente?
Hch 22:26 El capitán fue y le contó esto al jefe de los soldados. Le dijo: —¿Qué va a hacer usted? ¡Este hombre es ciudadano romano!
Hch 22:27 El jefe fue a ver a Pablo, y le preguntó: —¿De veras eres ciudadano romano? —Así es —contestó Pablo.
Hch 22:28 El jefe le dijo: —Yo compré el derecho de ser ciudadano romano, y me costó mucho dinero. —¡Pero yo no lo compré! —le contestó Pablo—. Yo nací en una ciudad romana. Por eso soy ciudadano romano.
Hch 22:29 Los que iban a golpear a Pablo para que hablara, se apartaron de él. El jefe de los soldados también tuvo mucho miedo, pues había ordenado sujetar con cadenas a un ciudadano romano.
Hch 22:30 Al día siguiente, el jefe de los soldados romanos mandó a reunir a los sacerdotes principales y a los judíos de la Junta Suprema, pues quería saber exactamente de qué acusaban a Pablo. Luego ordenó que le quitaran las cadenas, que lo sacaran de la cárcel y que lo pusieran delante de todos ellos.
Hch 22:1 ¡Hermanos y padres míos!, oíd la razón que voy a daros ahora de mí.
Hch 22:2 Al ver que les hablaba en lengua hebrea redoblaron el silencio.
Hch 22:3 Dijo, pues: Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad, en la escuela de Gamaliel, e instruido por él conforme a la verdad de la ley de nuestros padres, y muy celoso de la misma ley, así como ahora lo sois todos vosotros.
Hch 22:4 Yo perseguí de muerte a los de esta nueva doctrina, aprisionando y metiendo en la cárcel a hombres y a mujeres,
Hch 22:5 como me son testigos el sumo sacerdote y todos los ancianos, de los cuales tomé así mismo cartas para los hermanos de Damasco, e iba allá para traer presos a Jerusalén a los de esta secta que allí hubiese, a fin de que fuesen castigados.
Hch 22:6 Mas sucedió que, yendo de camino, y estando ya cerca de Damasco a hora de mediodía, de repente una luz copiosa del cielo me cercó con sus rayos.
Hch 22:7 Y cayendo en tierra, oí una voz que me decía: ¡Saulo, Saulo!, ¿por qué me persigues?
Hch 22:8 Yo respondí: ¿Quién eres tú, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues.
Hch 22:9 Los que me acompañaban, aunque vieron la luz, no entendieron bien la voz del que hablaba conmigo.
Hch 22:10 Yo dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me respondió: Levántate, y ve a Damasco, donde se te dirá todo lo que debes hacer.
Hch 22:11 Y como el resplandor de aquella luz me hizo quedar ciego, los compañeros me condujeron por la mano hasta Damasco.
Hch 22:12 Aquí un cierto Ananías, varón justo según la ley, que tiene a su favor el testimonio de todos los judíos, sus conciudadanos,
Hch 22:13 viniendo a mí, y poniéndoseme delante me dijo: hermano mío, recibe la vista. Y al punto le vi ya claramente.
Hch 22:14 Dijo él entonces: El Dios de nuestros padres te ha predestinado para que conocieses su voluntad, y viese al justo y oyeses la voz de su boca;
Hch 22:15 porque has de ser testigo suyo delante de todos los hombres, de las cosas que has visto y oído.
Hch 22:16 Ahora, pues, ¿qué te detienes? Levántate, bautízate, y lava tus pecados, invocando su Nombre.
Hch 22:17 Sucedió después que, volviendo yo a Jerusalén , y estando orando en el templo, fui arrebatado en éxtasis,
Hch 22:18 y le vi que me decía: Date prisa, y sal luego de Jerusalén ; porque éstos no recibirán el testimonio que les dieres de mí.
Hch 22:19 Señor, respondí yo, ellos saben que yo era el que andaba por las sinagogas, metiendo en la cárcel y maltratando a los que creían en ti;
Hch 22:20 y mientras se derramaba la sangre de tu testigo, o mártir, Esteban, yo me hallaba presente, consintiendo en su muerte y guardando la ropa de los que le mataban.
Hch 22:21 Pero el Señor me dijo: Anda, que yo te quiero enviar lejos de aquí hacia los gentiles.
Hch 22:22 Hasta esta palabra la estuvieron escuchando; mas aquí levantaron el grito diciendo: ¡Quita del mundo a un tal hombre, que no es justo que viva!
Hch 22:23 Prosiguiendo ellos en sus alaridos, y echando de sí enfurecidos sus vestidos, y arrojando puñados de polvo al aire,
Hch 22:24 ordenó el tribuno que le metiesen en la fortaleza, y que azotándole le atormentasen, para descubrir por qué causa gritaban tanto contra él.
Hch 22:25 Ya que le hubieron atado con las correas, dijo Pablo al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito a vosotros azotar a un ciudadano romano, y eso sin formarle causa?
Hch 22:26 El centurión, oído esto, fue al tribuno, y le dijo: mira lo que haces; pues este hombre es ciudadano romano.
Hch 22:27 Llegándose entonces el tribuno a él, le preguntó: Dime, ¿eres tú romano? Respondió él: Sí que lo soy.
Hch 22:28 A lo que replicó el tribuno: A mí me costó una gran suma de dinero este privilegio. Y Pablo dijo: Pues yo lo soy de nacimiento .
Hch 22:29 Al punto se apartaron de él los que iban a darle el tormento. Y el mismo tribuno entró en temor después que supo que era ciudadano romano, y que le había hecho atar.
Hch 22:30 Al día siguiente queriendo cerciorarse del motivo por qué le acusaban los judíos, le quitó las prisiones, y mandó juntar a los sacerdotes, con todo el sanedrín, o consistorio, y sacando a Pablo le presentó en medio de ellos.
Hch 22:1 Varones hermanos y padres, oíd ahora mi defensa ante vosotros.
Hch 22:2 Y al oír que les hablaba en lengua hebrea, guardaron más silencio. Y él les dijo:
Hch 22:3 Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel,(A) estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros.
Hch 22:4 Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres;
Hch 22:5 como el sumo sacerdote también me es testigo, y todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados.(B)
Pablo relata su conversión
(Hch. 9.1-19; 26.12-18)
Hch 22:6 Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo;
Hch 22:7 y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Hch 22:8 Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues.
Hch 22:9 Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo.
Hch 22:10 Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y vé a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas.
Hch 22:11 Y como yo no veía a causa de la gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a Damasco.
Hch 22:12 Entonces uno llamado Ananías, varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban,
Hch 22:13 vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré.
Hch 22:14 Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.
Hch 22:15 Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído.
Hch 22:16 Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.
Pablo es enviado a los gentiles
Hch 22:17 Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino un éxtasis.
Hch 22:18 Y le vi que me decía: Date prisa, y sal prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí.
Hch 22:19 Yo dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba y azotaba en todas las sinagogas a los que creían en ti;
Hch 22:20 y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo mismo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban.(C)
Hch 22:21 Pero me dijo: Vé, porque yo te enviaré lejos a los gentiles.
Pablo en manos del tribuno
Hch 22:22 Y le oyeron hasta esta palabra; entonces alzaron la voz, diciendo: Quita de la tierra a tal hombre, porque no conviene que viva.
Hch 22:23 Y como ellos gritaban y arrojaban sus ropas y lanzaban polvo al aire,
Hch 22:24 mandó el tribuno que le metiesen en la fortaleza, y ordenó que fuese examinado con azotes, para saber por qué causa clamaban así contra él.
Hch 22:25 Pero cuando le ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haber sido condenado?
Hch 22:26 Cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al tribuno, diciendo: ¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es ciudadano romano.
Hch 22:27 Vino el tribuno y le dijo: Dime, ¿eres tú ciudadano romano? El dijo: Sí.
Hch 22:28 Respondió el tribuno: Yo con una gran suma adquirí esta ciudadanía. Entonces Pablo dijo: Pero yo lo soy de nacimiento.
Hch 22:29 Así que, luego se apartaron de él los que le iban a dar tormento; y aun el tribuno, al saber que era ciudadano romano, también tuvo temor por haberle atado.
Pablo ante el concilio
Hch 22:30 Al día siguiente, queriendo saber de cierto la causa por la cual le acusaban los judíos, le soltó de las cadenas, y mandó venir a los principales sacerdotes y a todo el concilio, y sacando a Pablo, le presentó ante ellos.
Hch 22:1 Varones hermanos y padres, oíd la razón que ahora os doy.
Hch 22:2 (Y como oyeron que les hablaba en lengua hebrea, guardaron más silencio.) Y dijo:
Hch 22:3 Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, mas criado en esta ciudad a los pies de Gamaliel, enseñado conforme a la verdad de la ley de la patria, celoso de la Ley, como todos vosotros sois hoy.
Hch 22:4 Que he perseguido este camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles hombres y mujeres;
Hch 22:5 como también el príncipe de los sacerdotes me es testigo, y todos los ancianos; de los cuales también tomando letras a los hermanos, iba a Damasco para traer presos a Jerusalén aun a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados.
Hch 22:6 Mas aconteció que yendo yo, y llegando cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo;
Hch 22:7 y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Hch 22:8 Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo Soy Jesus de Nazaret, a quien tú persigues.
Hch 22:9 Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; mas no oyeron la voz del que hablaba conmigo.
Hch 22:10 Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí te será dicho todo lo que te está señalado hacer.
Hch 22:11 Y como yo no veía a causa de la claridad de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, vine a Damasco.
Hch 22:12 Entonces un Ananías, varón pío conforme a la ley, que tenía tal testimonio de todos los judíos que allí moraban,
Hch 22:13 viniendo a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella hora le miré.
Hch 22:14 Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conocieses su voluntad, y vieses a aquel Justo, y oyeses la voz de su boca.
Hch 22:15 Porque has de ser testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído.
Hch 22:16 Ahora pues, ¿por qué te detienes? Levántate, y bautízate, y lava tus pecados, invocando su Nombre.
Hch 22:17 Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el Templo, fui arrebatado fuera de mí.
Hch 22:18 Y le vi que me decía: Date prisa, y sal prestamente fuera de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí.
Hch 22:19 Y yo dije: Señor, ellos saben que yo encerraba en cárcel, y hería por las sinagogas a los que creían en ti;
Hch 22:20 y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo también estaba presente, y consentía a su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban.
Hch 22:21 Y me dijo: Ve, porque yo te tengo que enviar lejos a los gentiles.
Hch 22:22 Y le oyeron hasta esta palabra; entonces alzaron la voz, diciendo: Quita de la tierra a un tal hombre, porque no conviene que viva.
Hch 22:23 Y dando ellos voces, y arrojando sus ropas y echando polvo al aire,
Hch 22:24 Mandó el tribuno que le llevasen a la fortaleza, y ordenó que fuese examinado con azotes, para saber por qué causa clamaban así contra él.
Hch 22:25 Y como le ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito azotar a un hombre romano sin ser condenado?
Hch 22:26 Cuando el centurión oyó esto , fue y dio aviso al tribuno, diciendo: ¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es romano.
Hch 22:27 Y viniendo el tribuno, le dijo: Dime, ¿eres tú Romano? Y él dijo: Sí.
Hch 22:28 Y respondió el tribuno: Yo con grande suma alcancé esta ciudadanía. Entonces Pablo dijo: Pero yo lo soy de nacimiento.
Hch 22:29 Así que, luego se apartaron de él los que le habían de atormentar; y aun el tribuno también tuvo temor, entendido que era romano, por haberle atado.
Hch 22:30 Y al día siguiente, queriendo saber de cierto la causa por qué era acusado de los judíos, le soltó de las prisiones, y mandó venir a los príncipes de los sacerdotes, y a todo su concilio; y sacando a Pablo, le presentó delante de ellos.
Hch 22:1 Men, brethren, and fathers, hear ye my defence which I make now unto you.
Hch 22:2 (And when they heard that he spake in the Hebrew tongue to them, they kept the more silence: and he saith,)
Hch 22:3 I am verily a man which am a Jew, born in Tarsus, a city in Cilicia, yet brought up in this city at the feet of Gamaliel, and taught according to the perfect manner of the law of the fathers, and was zealous toward God, as ye all are this day.
Hch 22:4 And I persecuted this way unto the death, binding and delivering into prisons both men and women.
Hch 22:5 As also the high priest doth bear me witness, and all the estate of the elders: from whom also I received letters unto the brethren, and went to Damascus, to bring them which were there bound unto Jerusalem, for to be punished.
Hch 22:6 And it came to pass, that, as I made my journey, and was come nigh unto Damascus about noon, suddenly there shone from heaven a great light round about me.
Hch 22:7 And I fell unto the ground, and heard a voice saying unto me, Saul, Saul, why persecutest thou me?
Hch 22:8 And I answered, Who art thou, Lord? And he said unto me, I am Jesus of Nazareth, whom thou persecutest.
Hch 22:9 And they that were with me saw indeed the light, and were afraid; but they heard not the voice of him that spake to me.
Hch 22:10 And I said, What shall I do, Lord? And the Lord said unto me, Arise, and go into Damascus; and there it shall be told thee of all things which are appointed for thee to do.
Hch 22:11 And when I could not see for the glory of that light, being led by the hand of them that were with me, I came into Damascus.
Hch 22:12 And one Ananias, a devout man according to the law, having a good report of all the Jews which dwelt there,
Hch 22:13 Came unto me, and stood, and said unto me, Brother Saul, receive thy sight. And the same hour I looked up upon him.
Hch 22:14 And he said, The God of our fathers hath chosen thee, that thou shouldest know his will, and see that Just One, and shouldest hear the voice of his mouth.
Hch 22:15 For thou shalt be his witness unto all men of what thou hast seen and heard.
Hch 22:16 And now why tarriest thou? arise, and be baptized, and wash away thy sins, calling on the name of the Lord.
Hch 22:17 And it came to pass, that, when I was come again to Jerusalem, even while I prayed in the temple, I was in a trance;
Hch 22:18 And saw him saying unto me, Make haste, and get thee quickly out of Jerusalem: for they will not receive thy testimony concerning me.
Hch 22:19 And I said, Lord, they know that I imprisoned and beat in every synagogue them that believed on thee:
Hch 22:20 And when the blood of thy martyr Stephen was shed, I also was standing by, and consenting unto his death, and kept the raiment of them that slew him.
Hch 22:21 And he said unto me, Depart: for I will send thee far hence unto the Gentiles.
Hch 22:22 And they gave him audience unto this word, and then lifted up their voices, and said, Away with such a fellow from the earth: for it is not fit that he should live.
Hch 22:23 And as they cried out, and cast off their clothes, and threw dust into the air,
Hch 22:24 The chief captain commanded him to be brought into the castle, and bade that he should be examined by scourging; that he might know wherefore they cried so against him.
Hch 22:25 And as they bound him with thongs, Paul said unto the centurion that stood by, Is it lawful for you to scourge a man that is a Roman, and uncondemned?
Hch 22:26 When the centurion heard that, he went and told the chief captain, saying, Take heed what thou doest: for this man is a Roman.
Hch 22:27 Then the chief captain came, and said unto him, Tell me, art thou a Roman? He said, Yea.
Hch 22:28 And the chief captain answered, With a great sum obtained I this freedom. And Paul said, But I was free born.
Hch 22:29 Then straightway they departed from him which should have examined him: and the chief captain also was afraid, after he knew that he was a Roman, and because he had bound him.
Hch 22:30 On the morrow, because he would have known the certainty wherefore he was accused of the Jews, he loosed him from his bands, and commanded the chief priests and all their council to appear, and brought Paul down, and set him before them.
Hch 22:1 «Hermanos y padres, escuchad la defensa que ahora hago ante vosotros.»
Hch 22:2 Al oír que les hablaba en lengua hebrea guardaron más profundo silencio. Y dijo:
Hch 22:3 «Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la Ley de nuestros padres; estaba lleno de celo por Dios, como lo estáis todos vosotros el día de hoy.
Hch 22:4 Yo perseguí a muerte a este Camino, encadenando y arrojando a la cárcel a hombres y mujeres,
Hch 22:5 como puede atestiguármelo el Sumo Sacerdote y todo el Consejo de ancianos. De ellos recibí también cartas para los hermanos de Damasco y me puse en camino con intención de traer también encadenados a Jerusalén a todos los que allí había, para que fueran castigados.
Hch 22:6 «Pero yendo de camino, estando ya cerca de Damasco, hacia el mediodía, me envolvió de repente una gran luz venida del cielo;
Hch 22:7 caí al suelo y oí una voz que me decía: “Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?”
Hch 22:8 Yo respondí: “¿Quién eres, Señor?” Y él a mí: “Yo soy Jesús Nazoreo, a quien tú persigues.”
Hch 22:9 Los que estaban vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba.
Hch 22:10 Yo dije: “¿Qué he de hacer, Señor?” Y el Señor me respondió: “Levántate y vete a Damasco; allí se te dirá todo lo que está establecido que hagas.”
Hch 22:11 Como yo no veía, a causa del resplandor de aquella luz, conducido de la mano por mis compañeros llegué a Damasco.
Hch 22:12 «Un tal Ananías, hombre piadoso según la Ley, bien acreditado por todos los judíos que habitaban allí,
Hch 22:13 vino a verme, y presentándose ante mí me dijo: “Saúl, hermano, recobra la vista.” Y en aquel momento le pude ver.
Hch 22:14 El me dijo: “El Dios de nuestros padres te ha destinado para que conozcas su voluntad, veas al Justo y escuches la voz de sus labios,
Hch 22:15 pues le has de ser testigo ante todos los hombres de lo que has visto y oído.
Hch 22:16 Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo y lava tus pecados invocando su nombre.”
Hch 22:17 «Habiendo vuelto a Jerusalén y estando en oración en el Templo, caí en éxtasis;
Hch 22:18 y le vi a él que me decía: “Date prisa y marcha inmediatamente de Jerusalén, pues no recibirán tu testimonio acerca de mí.”
Hch 22:19 Yo respondí: “Señor, ellos saben que yo andaba por las sinagogas encarcelando y azotando a los que creían en ti;
Hch 22:20 y cuando se derramó la sangre de tu testigo Esteban, yo también me hallaba presente, y estaba de acuerdo con los que le mataban y guardaba sus vestidos.”
Hch 22:21 Y me dijo: “Marcha, porque yo te enviaré lejos, a los gentiles”.»
Hch 22:22 Le estuvieron escuchando hasta estas palabras y entonces alzaron sus voces diciendo: «¡Quita a ése de la tierra!; ¡no es justo que viva!»
Hch 22:23 Vociferaban, agitaban sus vestidos y arrojaban polvo al aire.
Hch 22:24 El tribuno mandó llevarlo dentro del cuartel y dijo que lo sometieran a los azotes para averiguar por qué motivo gritaban así contra él.
Hch 22:25 Cuando le tenían estirado con las correas, dijo Pablo al centurión que estaba allí: «¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haberle juzgado?»
Hch 22:26 Al oír esto el centurión fue donde el tribuno y le dijo: «¿Qué vas a hacer? Este hombre es ciudadano romano.»
Hch 22:27 Acudió el tribuno y le preguntó: «Dime, ¿eres ciudadano romano?» - «Sí», respondió.
Hch 22:28 - «Yo, dijo el tribuno, conseguí esta ciudadanía por una fuerte suma.» - «Pues yo, contestó Pablo, la tengo por nacimiento.»
Hch 22:29 Al momento se retiraron los que iban a darle tormento. El tribuno temió al darse cuenta que le había encadenado siendo ciudadano romano.
Hch 22:30 Al día siguiente, queriendo averiguar con certeza de qué le acusaban los judíos, le sacó de la cárcel y mandó que se reunieran los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín; hizo bajar a Pablo y le puso ante ellos.
Hch 22:1 "Hermanos y padres, escuchen lo que les digo en mi defensa."
Hch 22:2 Al oír que les hablaba en hebreo, guardaron aún más silencio. Pablo continuó:
Hch 22:3 "Yo soy judío. Nací en Tarso de Cilicia, pero me crié aquí en Jerusalén y estudié bajo la dirección de Gamaliel, muy de acuerdo con la ley de nuestros antepasados. Siempre he procurado servir a Dios con todo mi corazón, tal como todos ustedes lo hacen hoy día.
Hch 22:4 Antes perseguí a muerte a quienes seguían este Nuevo Camino, [1] y los arresté y metí en la cárcel, y a fueran hombres o mujeres.
Hch 22:5 El jefe de los sacerdotes y todos los ancianos son testigos de esto. Ellos me dieron cartas para nuestros hermanos judíos en Damasco, y fui allá en busca de creyentes, para traerlos aquí a Jerusalén y castigarlos.
Hch 22:6 "Pero mientras iba yo de camino, y estando y a cerca de Damasco, a eso del mediodía, una fuerte luz del cielo brilló de repente a mi alrededor,
Hch 22:7 y caí al suelo. Y oí una voz, que me decía: 'Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?'
Hch 22:8 Pregunté: '¿Quién eres, Señor?' y la voz me contestó: 'yo soy Jesús de Nazaret, el mismo a quien tú estás persiguiendo. '
Hch 22:9 Los que iban conmigo vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba.
Hch 22:10 yo pregunté: '¿Qué debo hacer, Señor?' y el Señor me dijo: 'Levántate y sigue tu viaje a Damasco. Allí se te dirá todo lo que debes hacer. '
Hch 22:11 Como el brillo de la luz me dejó ciego, mis compañeros me llevaron de la mano a Damasco.
Hch 22:12 "Allí había un hombre llamado Ananías, que era muy piadoso y obediente a la ley de Moisés; todos los judíos que vivían en Damasco hablaban muy bien de él.
Hch 22:13 Ananías vino a verme, y al llegar me dijo: 'Hermano Saulo, recibe de nuevo la vista. ' En aquel mismo momento recobré la vista, y pude verlo.
Hch 22:14 Luego añadió: 'El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y para que veas al que es justo y oigas su voz de sus propios labios.
Hch 22:15 Pues tú vas a ser testigo suyo ante todo el mundo, y vas a contar lo que has visto y oído.
Hch 22:16 y ahora, no esperes más. Levántate, bautízate y lávate de tus pecados, invocando el nombre del Señor. '[2]
Hch 22:17 "Cuando regresé a Jerusalén, fui al templo a orar, y tuve una visión.
Hch 22:18 Vi al Señor, que me dijo: 'Date prisa, sal rápidamente de Jerusalén, porque no van a hacer caso de lo que dices de mí. '
Hch 22:19 yo le dije: 'Señor, ellos saben que yo iba por todas las sinagogas y llevaba a la cárcel a los que creían en ti, y que los golpeaba,
Hch 22:20 y que cuando mataron a tu siervo Esteban, que daba testimonio de ti, yo mismo estaba allí, aprobando que lo mataran, e incluso cuidé la ropa de quienes lo mataron. '[3]
Hch 22:21 Pero el Señor me dijo: 'Ponte en camino, que voy a enviarte a naciones lejanas. ' "
Hch 22:22 Hasta este punto lo escucharon; pero entonces comenzaron a gritar: "¡Ese hombre no debe vivir! ¡Bórralo de este mundo!"
Hch 22:23 y como seguían gritando y sacudiendo sus ropas y tirando polvo al aire,
Hch 22:24 el comandante ordenó que metieran a Pablo en el cuartel, y mandó que lo azotaran, para que confesara por qué la gente gritaba en contra suya.
Hch 22:25 Pero cuando y a lo tenían atado para azotarlo, Pablo le preguntó al capitán que estaba presente:
–¿Tienen ustedes autoridad para azotar a un ciudadano romano, y además sin haberlo juzgado?
Hch 22:26 Al oír esto, el capitán fue y avisó al comandante, diciendo:
–¿Qué va a hacer usted? Este hombre es ciudadano romano.
Hch 22:27 Entonces el comandante se acercó a Pablo, y le preguntó:
–¿Es cierto que tú eres ciudadano romano?
Pablo le contestó:
–Sí.
Hch 22:28 El comandante le dijo:
–A mí me costó mucho dinero hacerme ciudadano romano.
y Pablo respondió:
–Pues yo lo soy por nacimiento.
Hch 22:29 Con esto, los que iban a azotar a Pablo se apartaron de él; y hasta el mismo comandante, al darse cuenta de que era ciudadano romano, tuvo miedo por haberlo encadenado.
Hch 22:30 Al día siguiente, el comandante, queriendo saber con exactitud de qué acusaban los judíos a Pablo, le quitó las cadenas y mandó reunir a los jefes de los sacerdotes y a toda la Junta Suprema. Luego sacó a Pablo y lo puso delante de ellos.
Hch 22:1 “Varones, hermanos y padres, oigan mi defensa dirigida a ustedes ahora”.
Hch 22:2 (Pues, cuando oyeron que les dirigía la palabra en el lenguaje hebreo, guardaron mayor silencio, y él dijo:)
Hch 22:3 “Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad a los pies de Gamaliel, instruido conforme al rigor de la Ley de nuestros antepasados, siendo celoso por Dios así como todos ustedes lo son este día.
Hch 22:4 Y perseguí de muerte este Camino, atando y entregando a las prisiones tanto a varones como a mujeres,
Hch 22:5 como puede dar testimonio de mí el sumo sacerdote así como toda la asamblea de ancianos. De ellos también obtuve cartas para los hermanos de Damasco, y estaba en camino para también traer atados a Jerusalén a los que estaban allí, para que fueran castigados.
Hch 22:6 ”Mas al ir caminando y acercándome ya a Damasco, hacia el mediodía, de repente fulguró desde el cielo una gran luz en derredor de mí,
Hch 22:7 y caí al suelo y oí una voz que me decía: ‘Saulo, Saulo, ¿por qué me estás persiguiendo?’.
Hch 22:8 Contesté: ‘¿Quién eres, Señor?’. Y me dijo: ‘Soy Jesús el Nazareno, a quien estás persiguiendo’.
Hch 22:9 Ahora bien, los hombres que estaban conmigo contemplaron, en realidad, la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba.
Hch 22:10 Entonces dije: ‘¿Qué haré, Señor?’. El Señor me dijo: ‘Levántate, sigue tu camino a Damasco, y allí se te dirá acerca de todo lo que te está señalado hacer’.
Hch 22:11 Pero como yo no veía nada a causa de la gloria de aquella luz, llegué a Damasco, conducido por la mano de los que estaban conmigo.
Hch 22:12 ”Entonces Ananías, cierto varón reverente según la Ley, acerca de quien daban buen informe todos los judíos que allí moraban,
Hch 22:13 vino a mí y, puesto de pie a mi lado, me dijo: ‘¡Saulo, hermano, recobra la vista!’. Y levanté la vista hacia él en aquella misma hora.
Hch 22:14 Él dijo: ‘El Dios de nuestros antepasados te ha escogido para que llegues a conocer su voluntad y veas al Justo y oigas la voz de su boca,
Hch 22:15 porque has de ser testigo a todos los hombres acerca de cosas que has visto y oído.
Hch 22:16 Y ahora, ¿por qué te demoras? Levántate, bautízate y lava tus pecados mediante invocar su nombre’.
Hch 22:17 ”Pero cuando hube vuelto a Jerusalén y estaba orando en el templo, me sobrevino un arrobamiento
Hch 22:18 y lo vi que me decía: ‘Date prisa y sal pronto de Jerusalén, porque no convendrán en tu testimonio acerca de mí’.
Hch 22:19 Y dije: ‘Señor, ellos mismos bien saben que yo solía encarcelar y fustigar de sinagoga en sinagoga a los que creían en ti;
Hch 22:20 y cuando se estaba vertiendo la sangre de tu testigo Esteban, yo mismo también estuve de pie allí, y aprobando, y guardando las prendas de vestir exteriores de los que lo eliminaban’.
Hch 22:21 Y sin embargo me dijo: ‘Ponte en camino, porque yo te enviaré a naciones lejanas’”.
Hch 22:22 Ahora bien, siguieron escuchándolo hasta esta palabra, y levantaron la voz, y dijeron: “¡Quita de la tierra a tal [hombre], porque no ha debido vivir!”.
Hch 22:23 Y como estaban gritando y arrojando sus prendas de vestir exteriores y lanzando polvo al aire,
Hch 22:24 el comandante militar dio órdenes de llevarlo dentro del cuartel de los soldados y dijo que lo interrogaran sometiéndolo a azotes, para saber cabalmente por qué causa vociferaban así contra él.
Hch 22:25 Mas cuando lo hubieron estirado para darle los latigazos, Pablo dijo al oficial del ejército que estaba de pie allí: “¿Les es lícito azotar a un hombre que es romano y no condenado?”.
Hch 22:26 Pues, al oír esto el oficial del ejército, fue al comandante militar e informó de ello, diciendo: “¿Qué piensas hacer? ¡Este hombre es romano!”.
Hch 22:27 De modo que el comandante militar se acercó y le dijo: “Dime: ¿Eres romano?”. Él dijo: “Sí”.
Hch 22:28 El comandante militar respondió: “Yo compré estos derechos como ciudadano por una gran suma [de dinero]”. Pablo dijo: “Pero yo hasta nací [en ellos]”.
Hch 22:29 Por lo tanto, inmediatamente se retiraron de él los hombres que iban a interrogarlo con tormento; y al comandante militar le dio miedo cuando averiguó que era romano y que él lo había atado.
Hch 22:30 Así que, al día siguiente, deseando saber con certeza exactamente por qué lo estaban acusando los judíos, lo desató, y mandó que se congregaran los sacerdotes principales y todo el Sanedrín. E hizo bajar a Pablo y lo puso de pie en medio de ellos.
Hch 22:1 «Escúchenme, amigos israelitas y líderes del país; ¡déjen que me defienda!»
Hch 22:2 Cuando la gente oyó que Pablo les hablaba en arameo, guardaron más silencio. Pablo entonces les dijo:
Hch 22:3 «Yo soy judío. Nací en la ciudad de Tarso, en la provincia de Cilicia, pero crecí aquí en Jerusalén. Cuando estudié, mi maestro fue Gamaliel, y me enseñó a obedecer la ley de nuestros antepasados. Siempre he tratado de obedecer a Dios con la misma lealtad que ustedes.
Hch 22:4 Antes buscaba por todas partes a los seguidores del Señor Jesús, para matarlos. A muchos de ellos, hombres y mujeres, los atrapé y los metí en la cárcel.
Hch 22:5 El jefe de los sacerdotes y todos los líderes del país saben bien que esto es cierto. Ellos mismos me dieron cartas para mis amigos judíos de la ciudad de Damasco, para que ellos me ayudaran a atrapar más seguidores de Jesús. Yo fui a Damasco para traerlos a Jerusalén y castigarlos.
Hch 22:6 »Todavía estábamos en el camino, ya muy cerca de Damasco, cuando de repente, como a las doce del día, vino del cielo una fuerte luz y todo a mi alrededor se iluminó.
Hch 22:7 Caí al suelo, y escuché una voz que me decía: “¡Saulo! ¡Saulo! ¿Por qué me persigues?”
Hch 22:8 »Yo pregunté: “¿Quién eres, Señor?” »La voz me dijo: “Yo soy Jesús de Nazaret. Es a mí a quien estás persiguiendo.”
Hch 22:9 »Los amigos que me acompañaban vieron la luz, pero no oyeron la voz.
Hch 22:10 Entonces pregunté: “Señor Jesús, ¿qué debo hacer?” »El Señor me dijo: “Levántate y entra en la ciudad de Damasco. Allí se te dirá lo que debes hacer.”
Hch 22:11 »Mis amigos me llevaron de la mano a Damasco, porque la luz me había dejado ciego.
Hch 22:12 Allí en Damasco había un hombre llamado Ananías, que amaba a Dios y obedecía la ley de Moisés. La gente de esa ciudad hablaba muy bien de él.
Hch 22:13 Ananías fue a verme y me dijo: “Saulo, amigo, ya has recobrado la vista.” »En ese mismo instante recobré la vista, y pude ver a Ananías.
Hch 22:14 Entonces él me dijo: “El Dios de nuestros antepasados te ha elegido para que conozcas sus planes. Él quiere que veas a Jesús, quien es justo, y que oigas su voz.
Hch 22:15 Porque tú le anunciarás a todo el mundo lo que has visto y lo que has oído.
Hch 22:16 Así que, no esperes más; levántate, bautízate y pídele al Señor que perdone tus pecados.”
Hch 22:17 »Cuando regresé a Jerusalén, fui al templo a orar, y allí tuve una visión.
Hch 22:18 Vi al Señor, que me decía: “Vete enseguida de Jerusalén, porque la gente de aquí no creerá lo que digas de mí.”
Hch 22:19 »Yo contesté: “Señor, esta gente sabe que yo iba a todas las sinagogas para atrapar a los que creían en ti. Los llevaba a la cárcel, y los maltrataba mucho.
Hch 22:20 Cuando mataron a Esteban, yo estaba allí, y estuve de acuerdo en que lo mataran, porque hablaba acerca de ti. ¡Hasta cuidé la ropa de los que lo mataron!”
Hch 22:21 »Pero el Señor Jesús me dijo: “Vete ya, pues voy a enviarte a países muy lejanos.”»
Hch 22:22 La gente ya no quiso escuchar más y comenzó a gritar: «¡Ese hombre no merece vivir! ¡Que muera! ¡No queremos volver a verlo en este mundo!»
Hch 22:23 La gente siguió gritando y sacudiéndose el polvo de la ropa en señal de rechazo, y lanzaba tierra al aire.
Hch 22:24 El jefe de los soldados ordenó que metieran a Pablo en el cuartel, y que lo golpearan. Quería saber por qué la gente gritaba en contra suya.
Hch 22:25 Pero cuando los soldados lo ataron para pegarle, Pablo le preguntó al capitán de los soldados: —¿Tienen ustedes permiso para golpear a un ciudadano romano, sin saber siquiera si es culpable o inocente?
Hch 22:26 El capitán fue y le contó esto al jefe de los soldados. Le dijo: —¿Qué va a hacer usted? ¡Este hombre es ciudadano romano!
Hch 22:27 El jefe fue a ver a Pablo, y le preguntó: —¿De veras eres ciudadano romano? —Así es —contestó Pablo.
Hch 22:28 El jefe le dijo: —Yo compré el derecho de ser ciudadano romano, y me costó mucho dinero. —¡Pero yo no lo compré! —le contestó Pablo—. Yo nací en una ciudad romana. Por eso soy ciudadano romano.
Hch 22:29 Los que iban a golpear a Pablo para que hablara, se apartaron de él. El jefe de los soldados también tuvo mucho miedo, pues había ordenado sujetar con cadenas a un ciudadano romano.
Hch 22:30 Al día siguiente, el jefe de los soldados romanos mandó a reunir a los sacerdotes principales y a los judíos de la Junta Suprema, pues quería saber exactamente de qué acusaban a Pablo. Luego ordenó que le quitaran las cadenas, que lo sacaran de la cárcel y que lo pusieran delante de todos ellos.
Hch 22:1 "¡Hombres, hermanos y padres de Yisra'el! ¡Escúchenme ahora que hago mi defensa ante ustedes!
Hch 22:2 Cuando le oyeron hablar en Hebreo, se calmaron más; así que continuó:
Hch 22:3 "Yo soy Judío nacido en Tarso de Cilicia, pero cuando vivía en esta ciudad e instruido a los pies de Gamliel en todos los detalles de la Toráh de nuestros padres, era celoso de Elohim como todos ustedes son hoy.
Hch 22:4 Perseguí hasta la muerte a los seguidores de este Camino, arrestando hombres y mujeres y los echaba en prisión.
Hch 22:5 El kohen hagadol y todo el Sanhedrin también pueden dar testimonio de esto. En verdad, después de recibir cartas de ellos a sus colegas en Dammesek, estaba de camino para arrestar también a los de esa ciudad, y traerlos a Yerushalayim, para que fueran castigados.
Hch 22:6 "Cuando iba de camino y acercándome a Dammesek, alrededor del mediodía, ¡de repente me rodeó una luz brillante del cielo que vino como un relámpago!
Hch 22:7 Caí a tierra y oí una voz que decía: '¡Shaúl! ¡Shaúl! ¿Por qué permaneces persiguiéndome?'
Hch 22:8 Yo respondí: 'Señor, ¿quién eres tú?' 'Yo soy Yahshúa de Netzaret,' me dijo, '¡y me estás persiguiendo!'
Hch 22:9 Los que estaban conmigo vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me estaba hablando.
Hch 22:10 Y dije: '¿Qué debo hacer Adón?' Y Yahshúa me dijo: '¡Levántate y entra en Dammesek, y allí se te dirá todo lo que ha sido preparado para que hagas!
Hch 22:11 Yo había quedado ciego por el resplandor de la luz; por lo tanto mis acompañantes me llevaron de la mano a Dammesek.
Hch 22:12 "Un hombre llamado Hananyah, un seguidor observante de la Toráh, que era altamente estimado por la comunidad Judía allí,
Hch 22:13 vino a mí, se paró a mi lado, y dijo: '¡Hermano Shaúl, recobra la vista!' Y en ese mismo momento recobré la vista y le vi.
Hch 22:14 El dijo: 'El Elohim de nuestros padres[Ex 3:15] determinó de antemano que conocieras su voluntad, veas al Tzaddik y oigas su voz;
Hch 22:15 porque le serás testigo para todos, de lo que has visto y oído.
Hch 22:16 Así que ahora, ¿qué estás esperando? Levántate y sumérgete, y que tus pecados sean lavados al mismo tiempo que invocas Su Nombre.'[146]
Hch 22:17 "Después de haber regresado a Yerushalayim, sucedió que mientras estaba orando en el Templo, me vino como un trance,
Hch 22:18 y vi a Yahshúa que me decía: '¡Date prisa! ¡Sal de Yerushalayim inmediatamente, porque ellos no aceptarán lo que tienes que decir acerca de Mí!
Hch 22:19 Yo dije: 'Adón, ellos mismos saben que en todas las sinagogas yo solía arrestar, echar en prisión y azotar a los que confiaron en ti;[147]
Hch 22:20 también cuando la sangre de tu testigo Esteban estaba siendo derramada, yo también estaba allí, totalmente de acuerdo; ¡hasta cuidaba las ropas de los que lo estaban asesinando!
Hch 22:21 Pero El dijo: '¡En marcha, porque te voy a mandar muy lejos, a los Goyim!'"
Hch 22:22 Ellos habían estado escuchando hasta este punto, pero ahora gritaron a lo más alto que pudieron: "¡Que la tierra se libre de tal hombre! ¡El no merece vivir!"
Hch 22:23 Ellos estaban dando alaridos, agitando sus ropas y lanzando polvo al aire;
Hch 22:24 así pues, el comandante ordenó que le trajeran a los cuarteles y que fuera interrogado y azotado, para averiguar por qué causa gritaban así contra él. [148]
Hch 22:25 Pero mientras le estiraban con correas para azotarle, Shaúl dijo al capitán que estaba allí: "¿Es legal para ti azotar a un hombre que es ciudadano Romano si no ha tenido tan siquiera un juicio?"
Hch 22:26 Cuando el capitán oyó esto, fue y se lo reportó al comandante: "¿Te das cuenta de lo que haces? Este hombre es un ciudadano Romano."
Hch 22:27 El comandante vino y dijo a Shaúl: "Dime, ¿eres tú ciudadano Romano?" "Si," le dijo él.
Hch 22:28 El comandante respondió: "Yo compré la ciudadanía por una gran cantidad de dinero." "Pero yo la obtuve de nacimiento." Dijo Shaúl.
Hch 22:29 Enseguida los hombres que lo iban a someter a interrogatorio se apartaron de él; y el comandante también tuvo miedo, porque se dio cuenta que había puesto en cadenas a este hombre que era ciudadano Romano.
Hch 22:30 Sin embargo, al día siguiente, puesto que él quería saber la acusación específica que los kohanim tenían contra él, lo soltó y ordenó a los principales kohanim y a todo el Sanhedrin a reunirse. Entonces trajo a Shaúl y lo puso delante de ellos.
Hch 22:1 """Hermanos y padres, ¡escúchenme! Me defenderé ante ustedes""."
Hch 22:2 "Cuando los judíos lo escucharon hablando en arameo, guardaron completo silencio. Pablo continuó:"
Hch 22:3 """Soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero fui criado en esta ciudad. Fui estudiante de Gamaliel, quien me enseñó cuidadosamente todo acerca de la ley de nuestros antepasados. He procurado vivir sirviendo fielmente a Dios, lo mismo que todos ustedes los que están aquí."
Hch 22:4 Perseguí a los que seguían el Camino de Jesús. A algunos de ellos los mataron por culpa mía. Arresté a hombres y a mujeres y los metí en la cárcel.
Hch 22:5 """El sumo sacerdote y todo el Consejo de líderes judíos les pueden confirmar que esto es verdad. En una ocasión, estos líderes me dieron unas cartas que estaban dirigidas a nuestros compañeros judíos de la ciudad de Damasco. Iba a ir allí a arrestar a los seguidores de Jesús y a traerlos a Jerusalén para castigarlos."
Hch 22:6 """Pero algo me pasó cuando iba rumbo a Damasco. Más o menos al medio día, de repente vino del cielo una luz muy brillante y me rodeó."
Hch 22:7 "Caí al suelo y oí una voz que me decía: 'Saulo, Saulo ¿por qué me persigues?'"
Hch 22:8 """Le respondí: '¿Quién eres, Señor?' La voz dijo: 'Soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues'."
Hch 22:9 "Los que estaban conmigo no entendieron lo que la voz estaba diciendo, pero vieron la luz."
Hch 22:10 """Entonces yo dije: '¿Qué debo hacer, Señor?' El Señor Jesús me respondió: 'Levántate y ve a Damasco. Allí te dirán todo lo que he planeado que hagas'."
Hch 22:11 "No podía ver por la luz tan brillante, así que los hombres que estaban conmigo me tomaron de la mano y me guiaron hasta Damasco."
Hch 22:12 """En Damasco, vino a mi un hombre llamado Ananías, muy religioso y obediente a la ley de Moisés. Todos los judíos que vivían allí lo respetaban."
Hch 22:13 "Ananías vino y me dijo: 'Hermano Saulo, ¡recobra la vista!' y de inmediato pude verlo."
Hch 22:14 """Ananías me dijo: 'El Dios de nuestros antepasados te escogió hace mucho tiempo para que conozcas su plan, veas al Justo y escuches sus palabras."
Hch 22:15 Tú serás su testigo ante toda la gente. Les dirás a los hombres lo que has visto y oído.
Hch 22:16 "Ahora, no esperes más. Levántate, bautízate y lava tus pecados, diciéndole que confías en que él es tu Salvador'."
Hch 22:17 """Más tarde, regresé a Jerusalén. Estaba orando en el templo y tuve una visión."
Hch 22:18 "Vi al Señor diciéndome: 'Apúrate, sal de Jerusalén de inmediato. Aquí la gente no aceptará la verdad acerca de mí'."
Hch 22:19 """Yo dije: 'Pero Señor, ellos saben que yo fui el que golpeó a los creyentes y los llevó a la cárcel. Fui por todas las sinagogas para encontrar y arrestar a los que creen en ti."
Hch 22:20 "La gente también sabe que yo estaba presente cuando mataron a Esteban, tu testigo, y que estaba de acuerdo con que lo mataran. Hasta cuidé las túnicas de los que lo estaban matando'."
Hch 22:21 """Pero el Señor me dijo: 'Vete ahora, te enviaré muy lejos a donde están los que no son judíos'""."
Hch 22:22 "La gente dejó de escuchar cuando Pablo dijo estas últimas palabras y gritó: ""¡Mátenlo! ¡Acaben con él! ¡Un tipo de esos no debe vivir!"""
Hch 22:23 "Ellos gritaban y se quitaban sus túnicas, arrojando polvo al aire."
Hch 22:24 Entonces el jefe del ejército les dijo a los soldados que llevaran a Pablo al cuartel. Además les ordenó que lo azotaran porque quería hacer que Pablo le dijera por qué la gente le estaba gritando de esa forma.
Hch 22:25 Los soldados estaban atando a Pablo para azotarlo cuando Pablo le dijo a un capitán: -¿Tienen ustedes autoridad para azotar a un ciudadano romano que no ha sido declarado culpable?
Hch 22:26 "Cuando el oficial oyó esto, fue a ver al jefe del ejército y le dijo: -¿Sabe usted lo que está haciendo? Este hombre es un ciudadano romano."
Hch 22:27 El jefe del ejército se acercó a Pablo y le preguntó: -¿Eres ciudadano romano? Pablo respondió: -Sí
Hch 22:28 El oficial dijo: -A mí me costó mucho dinero obtener la ciudadanía romana. Pero Pablo dijo: -Yo soy ciudadano romano de nacimiento.
Hch 22:29 Los hombres que se estaban preparando para interrogar a Pablo se alejaron de él de inmediato. Hasta el jefe del ejército tuvo miedo porque él ya lo había atado y Pablo era ciudadano romano.
Hch 22:30 "Al día siguiente, el jefe del ejército decidió averiguar con exactitud por qué los judíos estaban en contra de Pablo. Entonces les ordenó a los jefes de los sacerdotes y a todo el Consejo que se reunieran. El jefe lo soltó y llevó a Pablo a la reunión ante todos ellos."
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