
UNA PREDICCIÓN DEL TIEMPO DEL FIN
Daniel 7:9, 10, dice: “Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se
sentó un Anciano de días... millares de millares le servían, y millones de millones
asistían delante de él; el juez se sentó, y los libros fueron abiertos.” Noten que dice,
“fueron puestos tronos”. Tronos, en plural. Evidentemente el Anciano de días, Dios
mismo, permite que otros seres celestiales presidan con él en juicio. Esa idea es
reforazada por la frase, “el juez se sento”.
Evidentemente las decisiones de Dios no son simplemente un asunto de decreto
divino. Él está dispuesto a proceder en un ambiente de corte, acompañado por otros en
sus tronos, y delante de millares y millares de testigos. El juicio final de Dios no es una
decisión privada sino un asunto público, que muchos presenciarán. Cuando la corte se
sentó, nos dice Daniel, “los libros fueron abiertos”. El Dios Omnipotente no necesita un
recordativo de los hechos, pero ha escogido hacer del juicio final un asunto de dominio
público; toda la evidencia esta registrada en blanco y negro.
En Apocalipsis 20:12, Juan el Revelador confirma la escena: “Y vi a los muertos,
grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue
abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que
estaban escritas en los libros, según sus obras”. Dios no quiere solo satisfacerse a sí
mismo en el juicio; él también quiere satisfacer a todos los testigos del procedimiento.
La evidencia es presentada para confirmar el veredicto.
Los nueve jueces en la Corte Suprema de los Estados Unidos tienen personas
asignadas que hacen las investigaciones en cada caso. Quieren obtener la mayor
información posible antes de tomar sus decisiones. Lo mismo es verdad aquí: parece
haber un exhaustivo trabajo de investigación. La corte se sienta; los libros son abiertos.
Antes de que los salvos y los perdidos sean finalmente juzgados, Dios amablemente
revisa la evidencia en una investigación abierta y exhaustiva.
¿Dónde es que toma lugar este juicio? Obviamente, en Daniel 7:9, 10, el profeta
fue dirigido al cielo, a la sala del trono del universo. Allí Daniel vio a la suprema corte
del universo reunirse en el santuario celestial. Los libros fueron abiertos allí. La última
investigación judicial de Dios toma lugar allí.
¿Y que acerca del cuándo? ¿Cuándo es que comienza? Los versículos
adyacentes de Daniel 7:8 y 11, nos dicen que el poder del cuerno pequeño hablaba
grandes palabras aquí en la tierra mientras que este proceso celestial comienza. Y
recordarás que en Apocalipsis 14:7 nos dice: “Temed a Dios, y dadle gloria, porque la
hora de su juicio ha llegado”. Nota que el texto no dice “vendra”, tiempo futuro, sino “ha
llegado”. El mismo texto claramente declara que antes que Cristo regrese, un mensaje
irá a todo el mundo anunciando la hora del juicio. Así que debemos buscar un tipo de
juicio que ocurre antes de la Segunda Venida de Cristo.
El profeta Daniel nos da el factor tiempo en Daniel 8:14, la profecía más larga de
la Biblia: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será
purificado”. ¿Qué significa esto, “el santuario será purificado”? El sistema sacrificial del
Antiguo Testamento hacía que el pueblo de Dios sacrificara aniamles inocentes que
representaban a Cristo quien llevaría la culpa del pecador arrepentido. Unas pocas
gotas de la sangre del animal era esparcidas en el santuario. Así el pecado era
transferido del pecador al animal y luego al santuario. Todo el año, los pecados
simbólicamente se acumulaban en el santuario, y por eso el servicio anual de limpieza
era requerido. Cada año, los hebreos participaban del día de la expiación. Entonces era
cuando el santuario era purificado. Levítico 16:29, 30: “En el mes séptimo, a los diez
días del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis... porque en este día se
hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de
Jehová”.
El Día de Expiación era el día del juicio solemne para el pueblo de Dios. Los
judíos escudriñaban sus corazones, afligían sus almas y arreglaban las cuentas con
Dios. Esos sacrificios diarios de animales apuntaban a Cristo, pero la limpieza anual
del santuario apuntaba a otra cosa: Se refiere a un proceso muy específico de juicio
que se lleva a cabo antes del fin de la historia de este planeta. ¿Cuándo comenzó este
proceso? Daniel 8:14 dice, despues de 2300 días el santuario sería purificado. Daniel
mismo no comprendía lo que esto significaba. Estaba perplejo. Así que Dios mandó un
ángel para que le explicara. Dios dice en Daniel 8:16, 17: “Gabriel, enseña a este la
visión. Vino luego cerca de donde yo estaba... pero el me dijo: entiende, hijo de
hombre, porque la visión es para el tiempo del fin”.
Obviamente, si la vision se extiende hasta el cierre del tiempo, hasta “el fin”,
entonces los 2300 días se aplican al santuario celestial de Dios, porque el santuario
terrenal y su sistema de sacrificios sería obsoleto después de la muerte de Cristo. Los
estudiosos de la Biblia saben que un día representa un año en profecía bíblica.
Ezequiel 4:6 nos dice, “día por año te he dado”. Así que los 2300 días proféticos
representan 2300 años literales.
Gabriel explica más acerca de los 2300 días, ese período de tiempo fue dividido
en dos segmentos. Primero él dice esto, Daniel 9:24: “Setenta semanas estan
determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad”. Setenta semanas se
relacionan a “tu pueblo”, los judíos. Setenta semanas equivalen a 490 días, o, en
profecía, a 490 años. En este período los judíos tendrían su última oportunidad de
cumplir con la obra que Dios les había dado. Si fracasaban, Dios tendría que usar otros
medios para cumplir sus propósitos. Esas setenta semanas o 490 años fueron
“determinados” o cortados de los 2300 días o años. Los restantes 1,810 años llevarían
a un evento llamado “purificación del santuario” o el tiempo de juicio.
La llave maestra para abrir esta profecía completa está en Daniel 9:25: “Sabe,
pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén
hasta el Mesías Príncipe, habrá siente semanas, y sesenta y dos semanas...” Cuando
Daniel recibió esta profecía, su pueblo, los judíos, estaba exiliado, cautivo en Babilonia.
Jerusalén estaba en ruinas. El ángel le dijo a Daniel que esta vez la profecía
comenzaría cuando el decreto oficial fuese dado, permitiendo a los judíos regresar a su
hogar y reedificar a Jerusalén. Tenemos una fecha precisa de ese evento: Artajerjes,
rey de Persia, dio exactamente ese decreto en el otoño del 457 a.C. Así que tenemos
una fecha de inicio: Las setenta semanas, o 490 años, comenzaron en el 457 a.C., y
los 2300 días de los cuales son una parte también comenzaron en 457 a.C.
En estas profecías Daniel predice (1) la fecha del bautismo de Cristo, (2) la fecha de su
muerte, y (3) el tiempo cuando el evangelio sería rechazado por la nación judía y
proclamado por el mundo gentil. La profecía declara que desde el decreto para
restaurar a Jerusalén hasta la venida del Mesías serían 62 + 7 semanas, un total de 69
semanas proféticas, o 483 años literales. Si agregamos 483 años al 457 a.C., nos lleva
al 26 d.C. Pero no hubo un año cero en la historia, así que debemos agregar un año, lo
que nos lleva al 27 d.C. En ese mismo año, Jesús fue bautizado y comenzó su
ministerio, predicando, “el tiempo se ha cumplido”.
El ministerio de Cristo duró precisamente tres años y medio, hasta el 31 d.C.
Entonces, Daniel 9:26, 27 predice, “se quitará la vida al Mesías... a la mitad de la
semana hará quitar el sacrificio y la ofrenda”. En medio de la semana número 70, la
última semana dedicada a la nación judía, los sacrificios llegarían a su fin. Y cuando
Cristo murió, el enorme velo del templo fue razgado en dos por una mano divina.
Mateo 17:51. Tres años y medio más tarde, en el 34 d.C., el primer mártir cristiano,
Esteban, fue apedreado por los judíos, sellando así su rechazo del evangelio. Las
setenta semanas cortadas de la profecía de los 2,300 días están claramente
comprobadas. ¿Pero qué de el tiempo restante de la profecía? Luego de las 70
semanas o 490 años comenzando desde 457 a.C., aún tenemos 1,810 años. Si
agregamos 1,810 años al 34 d.C. —donde dejamos las 70 semanas— llegamos a
1844.
La Biblia predijo que entonces el santuario sería purificado; la hora del juicio
comenzaría en el cielo, en el santuario celestial. Al enfrentarnos con el juicio, nuestro
caso parece desesperado. Pero 1 Juan 2:1 dice: “Estas cosas os escribo para que no
pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo
el justo”. Tendremos un abogado experto en ese día: Jesús, quien nunca ha perdido un
caso. Su gran argumento es el Calvario, la evidencia es la Cruz. ¡Y el ganará cada vez!
• Daniel 8:14 - “Y el dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el
santuario será purificado”.
• Daniel 8:16 - Daniel no comprendía, así que Dios envió un ángel: “Gabriel,
enseña a éste la visión”.
• Daniel 8:17 - Gabriel explicó, “la visión es para el tiempo del fin”.
• Daniel 9:20-27 - Gabriel también explicó que las 70 semanas proféticas o 490
años literales estaban determinadas o cortadas de los 2,300 días para el pueblo
judío; que el Mesías vendría durante este período y sería muerto a la mitad de la
última semana (70), y que el período comenzaría con el decreto de reedificar a
Jerusalén.
• Esdras 6:14 - El decreto real de Artajerjes de reedificar Jerusalén, que estaba en
ruinas, entró en efecto en el 457 a.C.
La primera porción de la profecía de los 2,300 días, o 490 años pertenecientes al
pueblo de Daniel, los judíos, terminó en el 34 d.C. Los restantes 1,810 años
concluyeron en 1844. Ver el gráfico de tiempo a continuación:
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