El libro toma su nombre del profeta cuyo mensaje presenta. Miqueas (Heb. Mikah) es una forma abreviada de Mikayah, que significa: "¿Quién se asemeja a Yahweh?" Tanto en hebreo, como en castellano, el libro ocupa el sexto lugar en el orden de los profetas menores. En la LXX está en el tercer lugar, después de Amós y Oseas, quizá por su tamaño.
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Paternidad Literaria
Se dice que Miqueas es "de Moreset" porque quizá provenía de la aldea de Moreset-gat, que se cree que estaba en la parte sur de Judá, hacia Filistea. No debe ser confundido con Micaías, hijo de Imla, que profetizó en los días de Acab (1 Rey. 22: 8-28). Nada se sabe del profeta excepto lo que revela el propio libro. El hecho de que no se mencione el nombre de su padre podría sugerir que era hombre de origen humilde. Sin duda era de Judea, lo que se puede deducir porque sólo menciona los reyes de Judá (cap. 1: 1). Aunque menor, fue contemporáneo de Isaías y Óseas, quienes empezaron su ministerio durante el reinado de Uzías, el predecesor de Jotam (Isa. 1: 1; Ose. 1: 1). Según la tradición, murió pacíficamente en el lugar donde nació, durante la primera parte del reinado de Ezequías, antes de la caída de Samaria.
El lenguaje de Miqueas es poético, rítmico y mesurado. Su estilo podría indicar un origen campesino, pues es vigoroso, sencillo y franco. El profeta se distingue por su empleo frecuente de figuras de lenguaje y de juegos de palabras. Es osado, severo e intransigente al tratar con el pecado; y sin embargo, es tierno de corazón, triste de espíritu, amable y compasivo.
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Marco Historico
Igual que Isaías, Miqueas llevó a cabo su ministerio profético en el período crítico de la última mitad del siglo Vlll a. C., cuando Asiria era el poder mundial dominante. En su propio país, cuando empezó su ministerio profético, Jotam rey de Judá "hizo lo recto ante los ojos de Jehová", aunque "el pueblo sacrificaba aún, y quemaba perfumes en los lugares altos" (2 Rey. 15: 34-35). Acaz, hijo de Jotam y su sucesor, se entregó del todo a la idolatría hasta pasar a "sus hijos por fuego, conforme a las abominaciones de las naciones" (2 Crón. 28: 3). No vaciló en cambiar de lugar el altar de bronce de los holocaustos y quitó las fuentes e hizo colocar dentro del recinto sagrado del templo un altar idolátrico cuyo original había visto en Damasco (2 Rey. 16: 10-12, 14-17). Estas y otras iniquidades cometidas contra el culto verdadero del Señor quizá hicieron de Acaz el rey más idólatra que jamás reinó en Judá. Durante el tiempo de esta decadencia espiritual entre los habitantes de Jerusalén y Judá, Miqueas cumplió con su misión profética. El contenido de su libro presenta las condiciones morales y religiosas que imperaban entre el pueblo durante los reinados mencionados.
Esta idolatría se agravó por la transigencia de muchos que observaban exteriormente las formas tradicionales del culto del Señor a la vez que proseguían con el culto y las prácticas de idolatría. Los sacerdotes de Jehová habían apostatado. Consintieron en que el paganismo mantuviera su popularidad entre el pueblo, y en vez de defender a los pobres contra la ambición de los ricos, ellos mismos estaban dominados por un espíritu codicioso. Había muchos profetas falsos que, mediante adulaciones, buscaban el favor del pueblo asegurándole que le esperaban mejores condiciones al paso que se burlaban de los amenazantes castigos que los profetas verdaderos de Jehová predecían, como resultado de las transgresiones cada vez mayores de la nación. Además, esos falsos profetas hicieron que el pueblo se sumiera en un sueño espiritual mortífero calmando sus temores con la doctrina engañosa de que, siendo los descendientes de Abrahán, el pueblo especial de Dios, con seguridad el Señor jamás los abandonaría.
Los nobles y los encumbrados se habían entregado a una vida de disipación. En su ardiente deseo de disfrutar de comodidades, llegaron a ser inescrupulosos y crueles en su trato con los campesinos. Su avaricia expoliaba a los pobres mediante excesivas exigencias y los privaba de sus derechos legales.
Como felizmente a veces sucede, que un mal gobernante es seguido por un hijo que llega a ser un buen gobernante, Ezequías, sucesor de Acaz, era tan consagrado a Dios como lo había sido su padre a los ídolos. "En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá" (2 Rey. 18: 5). Resueltamente se puso a la tarea de contrarrestar la apostasía de su padre, a reformar las condiciones morales y espirituales de Judá, a abolir la idolatría, y a hacer que su pueblo volviera al verdadero culto del Señor. En esto fue apoyado por Miqueas. Empezó a dar fruto la lucha enconada que el varón de Moreset-gat experimentó durante la mayor parte de su vida para plantar la semilla de la verdad en el suelo casi estéril del corazón de su pueblo. El reinado de Ezequías se caracterizó por una obra de reforma.
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Tema
Predominan dos temas principales: (1) la condenación de los pecados del pueblo y el castigo resultante en el cautiverio, y (2) la liberación de Israel y la gloria y el gozo del reino mesiánico. Por todo el libro de Miqueas alternan las advertencias y las promesas, el castigo y la misericordia.
Las profecías de Miqueas y de Isaías tienen mucho en común. Siendo que los dos profetas eran contemporáneos, y por lo tanto tenían que tratar con las mismas condiciones y asuntos, podemos entender con facilidad por qué sus palabras y mensajes son frecuentemente tan semejantes.
Aunque en las primeras palabras de su libro Miqueas nos dice "lo que vio sobre Samaria y Jerusalén", su profecía trata más de Judá que de Israel. A pesar de que las diez tribus se habían separado de Judá y de Jerusalén, que era el centro del culto de Jehová, aquéllas seguían siendo el pueblo de Dios y el Señor procuraba que nuevamente le fueran leales.La influencia de Miqueas sin duda tuvo algo que ver con las profundas reformas realizadas por el rey Ezequías, cuyo padre Acaz llegó al punto de levantar un altar pagano en el atrio del templo; al igual que en Israel, la idolatría en Judá no tenía freno. La injusticia social, contra la que específicamente habló Miqueas, fue su resultado natural. Aún los sacerdotes toleraban y apoyaban la idolatría con el fin de retener su popularidad entre la gente. Los nobles y las clases sociales más altas se entregaban a una vida de lujo, y eran crueles y sin escrúpulos en su trato con las clases más pobres, a quienes oprimían con exacciones excesivas y privaban de sus derechos morales y legales. Pero, como ocurre con la mayoría de los profetas del AT, el mensaje de Miqueas tenía un lado oscuro y otro brillante. Por un lado condenaba los pecados del pueblo y advertía de los resultados de persistir obstinadamente en un camino errado; por el otro, hablaba de la gloria y del gozo del reino mesiánico que se establecería en los "postreros tiempos" (4:1).
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Autor
El libro lleva el nombre del profeta Miqueas,* que se identifica como "de Moreset".*
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Ambientacion
Que Miqueas sólo mencione a Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá (Mi. 1:1), implica que su ministerio estuvo confinado mayormente al reino del sur, aunque su mensaje también se aplicaba al pueblo de Samaria (v 1). Una comparación de Mi. 1:1 con Is. 1:1, 6:1 y Os. 1:1 revela que inició su ministerio profético poco después del de Isaías y Oseas, y que fue contemporáneo de ambos por unos cuantos años. Por tanto, Miqueas desempeñó su labor entre c 739 y el 686 a.C., tal vez durante la 1a parte de ese período. Mientras Oseas llevó su mensaje casi exclusivamente al reino del norte (cf Os. 4:15;11:12) e Isaías al reino del sur, especialmente a Jerusalén (ls. 1:1), Miqueas se dirigió a ambos reinos. Mientras Isaías refleja la cultura de la ciudad capital, Miqueas es más un hombre del común de la gente, y simpatiza con ellos en sus sufrimientos a manos de señores y jueces opresivos. Por eso ha sido llamado el profeta de la justicia social, porque ataca los males a los cuales están expuestos los pobres por los aristócratas sin misericordia.
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Estilo Literario
Combina la severidad con la ternura, el rigor con la simpatía, la osadía con el amor, la sencillez con la elegancia. Las transiciones abruptas sugieren que el libro representa una colección de mensajes dados en diversos momentos y lugares, y fueron reunidos sin la intención de combinarlos como un todo unificado. El discurso directo, particularmente las preguntas que dirige a la gente (1:5; 2:7; 4:9; 6:3, 6, 7, 10, 11), probablemente reflejan vívidamente los mensajes tal como fueron dados originalmente en forma oral. Con frecuencia emplea recursos literarios como la metáfora (1:6; 3:2, 3, 6; 4:6-8, 13; 6:10, 11, 14, 15) y la paronomasia, o juegos de palabras, evidentes en el hebreo, como en el uso de los nombres de lugares: Afra (1:10), Marot (v 12), Laquis (v 13), Moresetgat y Aczib (v 14) y Maresa (v 15). En 7:18 Miqueas aparentemente juega con su propio nombre. Su familiaridad con la historia está reflejada en 1:13-15; 5; 6:4, 6, 16; 7:20.
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Contenido
Miqueas ataca el estado corrupto de la sociedad (Mi. 1:1-3:12). La "llaga" de Judá parece "dolorosa" ("incurable", BJ), una aparente referencia a la invasión de Senaquerib descripta en detalle en Is. 36 y 37. La dirigencia de Judá está tan sumida en la iniquidad y la opresión de sus conciudadanos que se quedan despiertos de noche inventando nuevos medios de exacción (2:1, 2). En consecuencia, Dios promete pensar "un mal" del que no podrán escapar (v 3). Miqueas hace una apelación específica a los dirigentes y príncipes del pueblo, quienes tienen la responsabilidad de proveer justicia para todos, pero que figuradamente estaban comiendo la carne del pueblo común, mientras los desollaban vivos (3:1-3). Los falsos profetas, los jueces deshonestos y los sacerdotes mercenarios habían llegado a ser la maldición de Israel (vs 5-11), y a menos que la nación se arrepintiera, Jerusalén sería devastada (v 12). En los cps 4:1-5:15 Miqueas da vuelta la página de la profecía para mostrar el glorioso futuro cuando el "monte de la casa" de Jehová, que sería desolado como consecuencia de los pecados del pueblo (3:12), llegaría ser "establecido por cabecera de montes" con gloria y honor (4:1). Israel entonces cumpliría su papel mesiánico al convertir a las naciones a la adoración del verdadero Dios (v 2) y, con ello, traer paz a la tierra (vs 3, 4, 7; cf 5:7, . El dominio que Dios había planificado para su pueblo sería de ellos (4:8), cuando el Mesías viniera para gobernar a Israel (5:1-5). En el cp 6 Miqueas vuelve al "pleito de Jehová" con su pueblo (v 2), y proclama en lenguaje sencillo y claro lo que Dios requiere de ellos: hacer justicia, ser bondadosos unos con otros y ser humildes ante Dios (v . La cautividad y el arrepentimiento se predicen en 7:1-13, y la profecía se cierra con una oración en favor de la reforma y la restauración (vs 14 -20; véase CBA 4:1035-1037)
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Bosquejo
I. Culpabilidad nacional y corrupción, 1: 1 a 3: 12.
A. Introducción, 1: 1-4.
B. Castigo sobre Israel y Judá, 1: 5-16.
C. Amenazas sobre príncipes y falsos profetas, 2: 1 a 3: 11.
D. La destrucción de Sión y del templo, 3: 12.
II. La era mesiánica y sus bendiciones, 4: 1 a 5: 15.
A. Gloria del monte de la casa de Jehová, 4: 1-5.
B. Restauración y reavivamiento de Israel, 4: 6-10.
C. Victoria de Sión sobre sus enemigos, 4: 11-13.
D. Nacimiento y poder del Mesías, 5: 1-4.
E. Victoria sobre los adversarios, 5: 5-9.
F. La abolición de la idolatría, 5: 10-15.
III. Castigo del pecado y esperanza en el arrepentimiento, 6: 1 a 7: 20.
A. Controversia con Dios por causa de la ingratitud, 6: 1-5.
B. Obediencia antes que sacrificios, 6: 6-8.
C. Reprensión divina y castigo anunciado, 6: 9-16.
D. Arrepentimiento de Israel y confesión de fe, 7: 1-13.
E. Oración en procura de restauración, y seguridad ofrecida por Dios, 7: 14-17.
F. Se alaban la misericordia y fidelidad de Dios, 7: 18-20.
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