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Analisis de:
malaquias.gif MALAQUIAS image by bibliadeestudioadventista

01

Titulo  

 Malaquías, Mal'aki en hebreo, significa "mi mensajero". Sin embargo, la palabra podría ser una contracción de Mal'akiyah que significaría "mensajero de Yahweh". Por no hallarse en ninguna otra parte del AT, algunos han creído que Malaquías no era el nombre del profeta, sino meramente una designación de él como "mensajero" de DIOS.

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Paternidad Literaria 

 El profeta no hace ninguna referencia biográfica ni nos da la fecha de su ministerio. Sin embargo, queda poca duda de que él fuese el último de los profetas del AT. Por el contenido de su libro es evidente que Malaquías profetizó cuando el cautiverio casi había pasado al olvido y después de que el templo había sido restaurado y su culto instituido por algún tiempo. Los abusos condenados por Malaquías son muy parecidos a los que se produjeron durante la ausencia de Nehemías de Jerusalén, mientras estaba en la corte persa (Neh. 13:6). Muy posiblemente el libro fue escrito alrededor de 425 a. C. De todos modos, se cree que el libro debiera llevar la fecha del tiempo de Nehemías o poco después.

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Marco Historico  

 Muchos años después del retorno original del cautiverio babilónico, Nehemías -"copero" del rey Artajerjes (ver com. Neh. 1:11)-, oyó que no eran buenas las condiciones en Jerusalén y pidió permiso para visitar a sus compatriotas que se encontraban allí. El rey accedió fácilmente al pedido, y otorgó a Nehemías una licencia por un período que no conocemos (Neh. 5-6). Nehemías fue nombrado gobernador y, empezando en 444 a. C., llevó a cabo una gran obra de reforma entre los repatriados durante un período de 12 años (ver com. Neh. 5: 14). Después que regresó a Babilonia, pasaron algunos años antes de que volviera a Judea. A su regreso, encontró una marcada decadencia espiritual que procuró corregir. Fue durante este lapso, tal vez entre los dos períodos en que Nehemías actuó como gobernador, cuando el Señor suscitó al profeta Malaquías para que el pueblo de nuevo sirviera sinceramente a Dios. Hay un resumen más completo del marco histórico de Malaquías en el t. 111, pp. 75-81.

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Tema 1  

 En contraste con el emocionante bosquejo profético de Zacarías respecto a las posibilidades ilimitadas que se brindaban a los Judíos a su regreso del exilio (ver pp. 31-34, 1107), la profecía de Malaquías, un siglo más tarde, presenta una escena lúgubre de decadencia espiritual progresiva. Los exiliados habían regresado de la tierra de su cautiverio a la tierra de promisión, pero en su corazón permanecían en el lejano país de la desobediencia y el olvido de Dios (ver pp. 33-34). "Este incumplimiento del propósito divino era muy evidente en días de Malaquías" (PR 520). En realidad, las cosas habían llegado a un punto tal que aun los sacerdotes menospreciaban el culto y el servicio a Dios y estaban hastiados de la religión (cap. 1: 6, 13); Dios por su parte estaba cansado de su infidelidad y de ninguna manera podía aceptar su culto y su servicio (cap. 1: 10, 13; 2: 13, 17). Aunque en la práctica el pacto se había anulado por negligencia, Dios seguía tolerando misericordiosamente a su pueblo extraviado.
Dios comisionó al profeta Malaquías para que diera un severo mensaje de amonestación que recordara a los Judíos lo que habían sido antes como nación, y los instara a volver a Dios y reconocer los requisitos del pacto (PR 520-521). Ocho veces, bondadosa y pacientemente, el Señor se dirige al pueblo y a sus dirigentes religiosos, llamándoles la atención a un aspecto tras otro de su apostasía, y ocho veces, impacientemente, ellos rehusan reconocer imperfección alguna (cap. 1: 2, 6-7; 2: 13-14, 17; 3: 7-8, 13-14). El paciente esfuerzo de Dios para conseguir que los israelitas reconocieran sus errores del pasado, Junto con la negación cada vez más vehemente de parte del pueblo de haber cometido equivocación alguna, constituye el tema del libro, el cual se desarrolla como sigue:
a.
Con suavidad Dios empieza recordándole a Israel su amor eterno, pero ellos protestan duramente alegando que falta una prueba de que él los ama. Dios contesta recordándoles que fue en virtud de su amor por lo que ellos habían llegado a ser una nación (cap. 1: 2-4).
b.
Observando que Israel debía dar a Dios la honra que un hijo da a un padre, Dios los acusa despreciarlo en vez de corresponder a su amor. Niegan la acusación obstinadamente (vers. 6).
c.
Dios demuestra que lo desprecian, señalando su conducta para con los sagrados ritos del templo como una ilustración. Han contaminado o hecho vulgares las cosas más sagradas. Pero su reacción indica completa ceguera para distinguir entre lo sagrado y lo común (vers. 7). Tienen una "apariencia de piedad" pero nada saben de su "eficacia" (2 Tim. 3: 5).

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Tema 2

 d.
Dios explica en detalles la inutilidad de su vacía rutina de ceremonias religiosas (cap. 1: 18 a 2: 12), concluyendo con el anuncio de que él ya no tomará en cuenta sus ofensas ni las aceptará (cap. 2: 13). Descaradamente y pretendiendo que sus sentimientos han sido heridos, el pueblo demanda saber por qué Dios pasa por alto de esa manera su culto y servicio (vers. 14). Con paciencia él les explica que las formas de la religión no tienen valor cuando sus principios no se aplican a los problemas prácticos de la vida diaria (vers. 14-16).
e.
Dios también está cansado de su hipócrita pretensión de piedad. El pueblo se defiende insinuando que la acusación divina no tiene fundamento y es injusta. Dios contesta señalando que la incapacidad de ellos para distinguir entre lo sagrado y lo común en los actos del culto está acompañada por un fracaso similar para discernir entre lo bueno y lo malo en la vida diaria. Aminoran el mal con la disculpa de que realmente no tiene importancia, con lo que sugieren que Dios no debiera ofenderse mientras mantengan las formas de la religión (vers. 17). Pero Dios los amonesta diciéndoles que la impenitencia obstinada inevitablemente tendrá el resultado de apresurar el día del castigo final (cap. 3: 1-6).
f.
Dios ahora acusa a Israel de completa apostasía. No obstante, acompaña la solemne acusación con una bondadosa invitación para que se vuelvan a él. Sin embargo, ellos fingen completa sorpresa e indignación ante el pensamiento de que de alguna manera se hubieran desviado del camino de la obediencia estricta a los requerimientos divinos (vers. 7). 1145
g.
Dios contesta el desafío con pruebas específicas y tangibles de su descarrío. Los acusa de robo, pero se niegan a reconocer la acusación. Sin embargo, su silencio constituye el reconocimiento tácito de esa verdad (vers. 8-12).
h.
Finalmente, Dios acusa a los Judíos por sus descaradas respuestas ante el continuo esfuerzo divino para hacerles ver su condición espiritual, pero ellos se niegan a admitir que hayan dicho alguna cosa falsa o impropia (vers. 13). Dios contradice esa negativa señalando la esencia del problema: su espíritu mercenario y egoísta. No han estado sirviendo a Dios de corazón sincero, sino con la esperanza de obtener provecho y ventaja personal (pp. 34-35). Con una actitud completa e incurablemente desafiante están listos a poner a Dios a prueba. Declaran su disposición de enjuiciarlo, por así decirlo, con la confianza temeraria de que probarán que sus acusaciones contra ellos no tienen base (vers. 14-15).

En los cap. 3: 16-18 y 4: 2 Dios reconoce que hay unos pocos fieles en Israel que le permanecen leales, y les asegura su amor inalterable. Al mismo tiempo (cap. 4:1, 3) advierte a los impíos de la suerte que correrán en el día del castigo final. El mensaje de Malaquías termina con la seguridad de que antes del gran día de Jehová aparecerá su mensajero que le ayudará en la obra de preparar a su "tesoro" para su corona y que lo preservará durante el día del castigo (caps. 4: 4-6, 2; 3: 17).
El mensa e de Malaquías es particularmente apropiado para la iglesia de hoy, y es comparable al mensaje para Laodicea de Apoc. 3: 14-22. Como los laodicenses, los Judíos de los días de Malaquías eran completamente insensibles a si¡ verdadera condición espiritual, y no sentían necesidad "de ninguna cosa" (Apoc. 3: 17). Eran pobres en lo que atañe al tesoro celestial, ciegos en cuanto a sus errores, y desnudos, o desprovistos del carácter perfecto de Jesucristo (vers. 17). Como el hombre de la parábola que no tenía vestido de bodas (ver com. Mat. 22: 11-13), estaban delante del Rey del universo, despreciando el vestido de la Justicia divina, y contentásemos con sus propios harapos morales.

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Ambientacion  

 Malaquías no hace alusiones a su vida personal ni fecha su ministerio como la mayoría de los otros profetas; tampoco hay referencias a él en otra parte del AT. Su mención del gobernador como el más alto funcionario del país (1:8) apunta al período persa como la época de su actividad, pues sólo en ese tiempo estuvo Judea dirigida por un administrador designado por el rey de Persia.  De los datos cronológicos dados por Hageo (Hag. 1:1) y Zacarías (Zac. 1:1), que precedieron inmediatamente a Malaquías, es evidente que escribieron después del cautiverio babilónico, y es razonable suponer que Malaquías presentó su mensaje aun después que ellos.
En vista de que condena abusos similares a los que surgieron durante el tiempo de ausencia de Nehemías* -después de su 1er período como gobernador-, es posible que Malaquías presentara su mensaje profético en esa época y el libro se pueda fechar en el momento anterior al regreso de Nehemías para su 2º período (c 425 a.C.), más o menos un siglo después del regreso de los judíos de Babilonia con Zorobabel.

07

Anexo  

 En agudo contraste con el inspirador resumen de Zacarías acerca de las gloriosas posibilidades que tenían los judíos que regresaron del exilio, las palabras de Malaquías reflejan una lúgubre escena de declinación espiritual progresiva.  Dirige su mensaje a los sacerdotes en particular, a los líderes espirituales de Israel (Mal. 1:6).  Su severa denuncia de la indiferencia negligente de los sacerdotes en la realización de sus sagrados deberes, refleja el triste estado moral y espiritual del pueblo de Dios.  Las cosas habían caído tan bajo que hasta los sacerdotes despreciaban la adoración a Dios y su servicio; es decir, estaban cansados de la religión (vs 6, 13).  Dios, por su parte, también estaba hastiado de la infidelidad y encontraba totalmente inaceptables los servicios del templo (1:10, 13; 2:13, 17).  Aunque en la práctica el pacto entre Dios e Israel había fracasado, miscricordiosamente Dios les envió mensajes adicionales para que regresaran a él y le fueran fiel hasta que viniera el "ángel del pacto" (Mal. 3:1) -el Mesías- y llegara "el día de Jehová, grande y terrible" (4:5).  Malaquías recordó a los judíos su relación especial con Dios y los invitó a volverse a él y a asumir una vez más sus deberes del pacto.
En síntesis, mediante 8 discursos el Señor bondadosa y pacientemente llama la atención a un aspecto tras otro de su apostasía, y 8 veces  el pueblo en forma petulante niega tener faltas (Mal. 1:2, 6, 7; 2:13, 14, 17; 3:7, 8, 13 y 14).  La paciencia de Dios, que trata de conseguir que el pueblo reconozca sus errores y los remedie, y la negación de éste, progresivamente vehemente de sus errores, constituye el tema del libro.

08

Contenido  

 Su mensaje se puede dividir en 2 partes:
A. El diálogo entre Dios y su pueblo, en el que el Señor revela la naturaleza y la extensión de su apostasía (Mal. 1:1-3:15).  En el 1º de estos 8 encuentros, Dios reafirma su eterno amor por su pueblo escogido, pero ellos niegan conocer alguna evidencia de que él los ama (1:2-5).  En el 2º encuentro (v 6), Dios declara que en lugar del honor que un siervo debe a su amo o un hijo a su padre, ellos, en especial los sacerdotes, en realidad lo desprecian.  Con actitud ofendida, contestan: "¿En qué hemos menospreciado tu nombre?" En el 3er encuentro (1:7-2:2) Dios responde la pregunta acusándolos de tratar sus sagrados deberes como si fuera una ocupación común, no esencialmente diferente de otros medios de ganarse la vida.  Los sacerdotes, insensibles, preguntan: "¿En qué te hemos deshonrado?" Dios señala que han despreciado su servicio, como lo demuestran los sacrificios con imperfecciones que le ofrecen.  "¿Aceptaré yo eso de vuestra mano?", pregunta; y luego repasa el propósito de su pacto con ellos (2:5-7) y los acusa de apartarse del camino ellos mismos y de hacer que otros también tropiecen (v . En el 4º encuentro (vs 14-16), el Señor les dice que ésta es la razón por la que él ha dejado que aparezcan despreciables ante las naciones (v 9) y por la que rehúsa aceptar sus ofrendas (v 13).  Los culpables piensan que Dios es injusto al no aceptar sus ofrendas, pero él les señala la relación de pacto, que han violado.  En el 5º (2:17-3:6) Dios protesta que está cansado de su hipócrita profesión de lealtad.  En forma petulante, el pueblo responde preguntando en qué lo fatigaron, a lo cual les señala su difuso sentido del bien y del mal, y anuncia la venida del ángel del pacto, desafiándolos a ver quién de ellos piensa sobrevivir al día de su venida (3:1, 2).  En el 6º encuentro (v 7), el Señor toma nota de su apostasía y suplica a su pueblo que regrese a él, pero como niños malcriados otra vez preguntan: "¿En qué hemos de volvemos?" Esto introduce el 7º encuentro (vs 8-12), en el que Dios contesta la pregunta anterior acusándolos de ladrones.  Una vez más niegan tener culpa, preguntando: "¿En qué te hemos robado?" El Señor les responde: "En vuestros diezmos y ofrendas".  Aun en esta hora tardía le asegura a Israel que si regresan a él, todavía les abrirá las ventanas de los cielos y los bendecirá.  El 8º y último encuentro se abre con la afirmación de Dios: "Vuestras palabras contra mí han sido violentas", a lo que la gente responde: "¿Qué hemos hablado contra ti?" La respuesta es que han llegado a ver sus deberes religiosos como una molesta carga que no les produce "ganancias".  El pueblo demuestra así que su visión espiritual está totalmente fuera de foco.  Poco es de extrañar que con Malaquías cesaran las voces de los profetas: la gente rehusó escuchar, y Dios no les habló más.
B. Un epílogo que expresa el aprecio del Señor por los pocos fieles, y donde advierte que "los soberbios y todos los que hacen maldad" sufrirán una justa retribución por sus pecados (Mal. 3:16-4:6).  Esta sección visualiza el día del juicio, cuando Dios recompensará a cada hombre de acuerdo con sus obras.  En vista de ello, amonesta a la gente: "Acordaos de la ley de Moisés" (4:4).  El mensaje se cierra con una promesa de que Dios enviará otro mensajero -el profeta Elías- "antes que venga el día de Jehová, grande y terrible" (v 5; véase CBA 4:1143-1145).

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Sin Editar  

 

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Bosquejo 

 I. El amor divino no es apreciado ni correspondido, 1: 1-6.

     A. Introducción, 1: 1.
     B. El amor eterno de Dios para Israel, 1: 2-5.
     C. Israel deshonra y menosprecia a Dios, 1: 6.

II. Degeneración de la vida religiosa, 1: 7 a 2: 17.

     A. Fracaso en distinguir entre las cosas sagradas y comunes, 1:7-10.
     B. Fracaso de los Judíos en su misión a los gentiles, 1: 11-12.
     C. Fracaso de los sacerdotes en la conducción espiritual, 1: 13 a 2: 13.
     D. Fracaso en la aplicación de los principios de la religión a la vida diaria, 2: 14-17.

III. Un emplazamiento ante el tribunal, 3: 1-15.

     A. Una amonestación en cuanto al día del Juicio, 3: 1-6.
     B. Una acusación específica por robo a Dios, 3: 7-12.
     C. Una acusación por menospreciar a Dios, 3: 13-15.

IV. Preparación para el día del Juicio, 3: 16 a 4: 6.

     A. Rescate de los que temen al Señor, 3: 16-17.
     B. Aniquilación de los que desprecian al Señor, 3: 18 a 4: 1, 2.
     C. Se asegura la conducción divina para los que temen al Señor, 4: 2, 4-6.

   

Fuente: Diccionario y Comentario Biblico Adventista del Septimo Dia

 


 
 
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