Biblia Adventista - Biblia de Estudio
  Analisis:Lev
 

Nuevo Mensaje

BB
Analisis de:
levitico.gif LEVITICO picture by bibliadeestudioadventista

01

Titulo;  

 El libro de Levítico recibió su nombre porque trata mayormente del sacerdocio, oficio que pertenecía a la tribu de Leví.  Antiguos eruditos hebreos lo llamaron Wayiqra', que es la primera palabra del libro, y los judíos modernos han retenido el nombre.  El Talmud lo llamó "La ley de los sacerdotes", o "La ley del sacrificio".  El subtítulo, "Libro tercero de Moisés", no formaba parte del texto original hebreo, pero fue agregado siglos más tarde

02

Marco Historico  

 El libro de Levítico abarca un período de sólo treinta días.  El relato del Exodo termina con la narración de la construcción del tabernáculo, y la preparación para su dedicación.  Esta obra fue completada "en el día primero del primer mes, en el segundo año" (Exo. 40: 17). Puesto que el libro que sigue a Levítico, el libro de Números, comienza con el primer día del segundo mes del segundo año (Núm. 1: 1), el intervalo es exactamente de un mes.  En ese mes Dios comunicó a Moisés las instrucciones contenidas en Levítico, y en ese mismo mes sucedieron los acontecimientos registrados en el libro.
La construcción del tabernáculo en el desierto se realizó inmediatamente después de la promulgación de la ley en el monte Sinaí.  Los israelitas habían oído allí la voz de  Dios que hablaba desde las oscuras nubes que coronaban la cima de la montaña, y habían sentido gran temor. "Y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando" (Heb. 12:  21).  En Levítico, Israel oiría hablar nuevamente a Dios, no desde la montaña sino desde el santuario, donde se hallaban la ley y el propiciatorio.  Entre los querubines, el lugar de la expiación, era desde donde Dios se haría conocer.  El santuario representaba tanto la misericordia como la ley.  En el lugar santísimo se encontraban la ley y la misericordia, y allí llegaba a ser posible la expiación.  Desde este lugar habla Dios en el libro de Levítico.

03

Tema   

 El libro de Levítico trata principalmente del sacerdocio y los servicios del santuario.  No contiene toda la instrucción que Dios tenía para Israel sobre estos temas, pues se reserva mucho material importante para el libro de Números.  Sin embargo, la mayoría de los principios fundamentales del culto son bosquejados en el libro de Levítico.  Esto hace que sea importante y digno de un estudio especial.
Los sacrificios habían sido conocidos desde el tiempo de la caída en el Edén.  Sin embargo, en los ritos levíticos se hizo una revelación más clara respecto del Salvador, a quien señalaban todos los sacrificios.  El uso continuo y simbólico de la sangre aplicada a los cuernos del altar, asperjada delante del velo o usada según el ritual en el segundo departamento del santuario delante del arca, recalcaba ante el pueblo la estrecha relación entre el pecado y el sacrificio.  Los principios de la transferencia del pecado, de la mediación, la reconciliación y la expiación eran enseñados claramente por la ceremonia diaria en la cual el oferente ponía su mano sobre la cabeza de la víctima mientras confesaba su pecado; por la institución de un sacerdocio regular para ministrar entre Dios y el hombre; por el sacrificio vespertino y matutino; por los holocaustos y ofrendas individuales por el pecado; y por la entrada del sumo sacerdote, una vez al año, a la presencia de Dios en el lugar santísimo.  En todos estos reglamentos y preceptos los hombres veían la obra reconciliadora de Aquel que tomó sobre sí nuestros pecados, que murió por nosotros y por cuyas llagas nosotros somos sanados.  Levítico es un preevangelio, y debiera hallar un lugar importante en el estudio de los que desean seguir al Cordero hasta el fin del camino.
El servicio del santuario era claramente simbólico y por lo tanto temporario, pues no hay relación necesaria entre la sangre de los toros y machos cabríos y el perdón de los pecados.  Los sacrificios eran todos simbólicos y tenían poca virtud en sí mismos.  Pero eran la sombra de los bienes venideros, y servían así un propósito vital.  Correctamente comprendidos, conducían a los hombres hacia Dios.  Enseñaban lecciones acerca de la gravedad del pecado, de la necesidad de la confesión, de la majestad de la ley, de la santidad de Dios, de su gran amor hacia el hombre caído, y de la preparación necesaria para estar en su presencia.
Tal vez la santidad era la mayor lección de todas.  Es el gran tema de cada capítulo del libro.  Los sacerdotes debían ser santos; sus vidas debían estar libres de oprobio; su alimento debía ser limpio; hasta sus vestiduras debían simbolizar la santidad.  Los sacrificios ofrecidos debían ser perfectos; el santuario mismo era santo; los utensilios eran santos; la porción de las ofrendas para los sacerdotes era santa; hasta los terrenos del santuario eran sagrados y no debían ser contaminados.  Todo y todos los que tenían que ver con el tabernáculo debían estar escrupulosamente limpios físicamente, simbolizando así la limpieza espiritual que Dios requería.  Dios ordenó repetidamente: "Seréis santos; porque yo soy santo" (caps. 11: 44, 45; 19: 2; 20: 7,26). Símbolo de esta santidad era "la lámina de la diadema santa de oro puro" que el Señor le ordenó a Moisés que hiciera, y que se fijaba en la mitra que llevaba el sumo sacerdote, y sobre el cual había "grabado de sello: SANTIDAD A JEHOVA" (Exo. 39: 30).
Levítico ocupa un lugar central en los cinco libros de Moisés, flanqueado por Génesis y Exodo por un lado, y por Números y Deuteronomio por el otro.  Así como el santuario era el centro del culto de Israel, también el libro de Levítico contiene el meollo de la instrucción dada respecto de aquel culto.  Es el Evangelio en embrión.  Con él, puede comprenderse mejor el Nuevo Testamento; sin él, algunas partes de los Evangelios y de las epístolas están envueltas en oscuridad y tinieblas.  Cristo como sacerdote y sumo sacerdote; como Cordero de Dios; como nuestra ofrenda por el pecado; como el sacrificio consumado, con su sangre rociada alrededor del altar y sobre él; como el pan que bajó del cielo; como la luz del mundo; como el incienso fragante, éstas y muchas otras alusiones serían muy poco entendidas sin la luz que Levítico arroja sobre ellas. Pablo citó numerosas veces este libro cuando escribió la epístola a los Hebreos y trató las doctrinas de la fe cristiana.  Huelga decir que hoy el Israel espiritual no puede permitirse descuidar este libro.  Si la verdadera doctrina de la expiación, del día de la expiación, de la purificación del santuario, de Cristo como nuestro sumo sacerdote y abogado que ministra en el santuario celestial, del juicio y del pronto regreso de Cristo, de la ley y del sábado en su marco debido; si todas estas doctrinas son claras contribuciones a la religión y la vida, y son mensajes que deben ser dados al mundo, entonces el libro de Levítico debe ocupar su lugar legítimo en la armazón de las verdades que deben predicarse.  "El Evangelio es dado en forma de preceptos en Levítico" (6T 392).
A veces surge la pregunta: por qué Dios instituyó el sistema de sacrificios y requirió derramamiento de sangre.  Dios aborrece el pecado porque conoce sus resultados; y uno de los principales propósitos de los sacrificios era hacer que Israel también lo aborreciera.  El podría haber aconsejado simplemente a su pueblo que no pecase pues el pecado era malo y debía ser rehuido.  Pero ¿no se haría en ellos una impresión mayor y más duradera mediante una demostración visual del resultado del pecado, de manera que en sus mentes apareciesen siempre asociados el pecado y la muerte, como la causa y el efecto?  Esto fue lo que hizo Dios en el jardín del Edén, cuando fue sacrificado un cordero después del pecado de Adán. ¿Y no se recalcaría este efecto si el mismo pecador llevaba a cabo la sentencia de muerte?  Dios podría entonces preguntar: ¿Qué más podría haber sido hecho que yo no he hecho para enseñar al hombre la gravedad del pecado? "¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella?" (Isa. 5: 4).
Pero Israel pervirtió grandemente el plan de Dios.  En vez de ver en la muerte de los animales sacrificados una evidencia de la excesiva pecaminosidad del pecado, y de la necesidad de rehuirlo, comenzaron a considerar los sacrificios como una especie de pago por el privilegio de pecar.  Por esto Dios les envió mensajes por medio de sus profetas anunciándoles que no deseaba ya más de sus sacrificios: "Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos" (Isa. 1: 11).  Por medio de Amós dijo: "Y si me ofrecierais vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados" (Amós 5: 22).  Y Miqueas pregunta: "¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?" Entonces él responde a sus propias preguntas: "Qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios" (Miq. 6: 6-8).
Esta es una buena doctrina paleotestamentaria y también es buena doctrina neotestamentaria.  Sin embargo, pueden aprenderse muchas preciosas lecciones del  ritual según fue originalmente dispuesto.  Un estudio de Levítico recompensará ampliamente el tiempo dedicado a él.

04

Contenido   

 Los primeros 7 capítulos de Levítico detallan los reglamentos básicos con respecto a los diferentes sacrificios.  Los cps 8 y 9 tienen que ver con la consagración del tabernáculo y del sacerdocio.  El breve interludio histórico del cp 10 cuenta cómo 2 de los hijos de Aarón desobedecieron la instrucción acerca de hacer diferencia entre lo sagrado y lo común, por lo que sufrieron la muerte.  Todos los tipos de impureza personal se detallan en los cps 11-15, con los ritos establecidos para la purificación.  El cp 16 trata de la purificación del santuario, y el cp 17 de ciertas reglas relacionadas con ella.  Leyes morales y civiles ocupan los cps 18-20, y los cps 21-27 se dedican a diversas otras leyes con respecto a los sacerdotes, al sábado, a las fiestas especiales, al santuario y a la adoración, junto con ciertas leyes que protegían a las personas y la propiedad (véase CBA 1: 705-723)

05

Division  

 Los registros egipcios no mencionan ni la estadía de los israelitas en Egipto ni su salida.  Esta total falta de evidencia fue usada algunas veces como un argumento en contra de la historicidad del éxodo.
Sin embargo, la liberación de la esclavitud se menciona tantas veces en los registros poéticos e históricos de los judíos, que los eruditos aceptan que el éxodo se debe considerar un acontecimiento histórico.
No obstante, sus opiniones difieren con respecto al tiempo del éxodo, como también si toda la nación se vio involucrada en este gran evento o sólo fueron algunas de las tribus de Israel.  Muchos eruditos modernos lo ubican en el s XIII a.C., al creer que la mención de las ciudad de Ramesés (Ex. 1:11; 12:37; Nm. 33:3, 5) y la "tierra de Ramesés" (Gn. 47:11) indican que el éxodo no pudo haber ocurrido antes del reinado de Ramsés II (c 1304-c 1238 a.C.); otros opinan que fue en el período de los hicsos (c 1730-c 1590 a.C.). Hay quienes sugieren 2 migraciones: 1) La dirigida por Josué en el s XV a.C. -tal vez relacionada con la invasión de Canaán por los habiru, mencionada en las Cartas de Amarna*-, y 2) la dirigida por Moisés en el s XIII a.C.; también existen los que lo ubican en el s XV a.C. Cada una de estas teorías con respecto al tiempo del éxodo encuentra ciertas dificultades arqueológicas.  Pero el éxodo en el s XV a.C. concuerda más plenamente con los datos bíblicos que cualquier otra teoría, porque armoniza con el esquema de cronología basado en el 4º año de Salomón como el año 480º desde el éxodo

06

Autor   

 No puede haber duda de que Moisés, el autor del Génesis, es también el autor de Levítico (véase la introducción al Génesis).  Las teorías que descartan a Moisés como autor de los libros que llevan su nombre, son demasiado contradictorias como para ser consideradas aquí.  Desde los tiempos más antiguos, tanto judíos como cristianos han creído que el Levítico fue escrito por Moisés, y sólo en tiempos modernos se han levantado dudas respecto de su autor.
El libro de Levítico es una parte integral de lo que Jesús llamó "la ley de Moisés" (Luc. 24: 44).  En el relato del sanamiento del leproso, lo asocia de una forma muy clara con el gran legislador (ver Mat.  8: 4; Luc. 5: 14; Lev. 14: 3, 4, 10).  Son significativas sus palabras a los judíos incrédulos: "Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él.  Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?" (Juan 5: 46, 47).  Aquí se nos informa que Moisés "escribió", y que lo que escribió se llama "sus escritos".  El plural "escritos" implica que escribió más de un libro.  Si este pasaje no se refiere a los libros comúnmente llamados "libros de Moisés", no sabemos dónde podríamos encontrarlos.

07

Articulo   

 

LEVITICO: EL CAMINO DE LA SANIDAD

por Ray C. Stedman 

¿Ha hecho usted alguna vez un recorrido por la Biblia para encontrarse atascado en el libro de Levítico? Lee usted todo el Génesis sin problema, aprendiendo acerca de Abraham, Isaac y Jacob y todo lo que les sucedió. A continuación sigue con la lectura de Exodo, donde se encuentran incidentes tan dramáticos como puedan ser la confrontación de Moisés con el Faraón en la corte de Egipto, la separación del Mar Rojo y la entrega de la Ley. Y entonces comienza a leer Levítico. Una vez que ha leído laboriosamente las ofrendas llega al sacerdocio, a las ceremonias, a todas las restricciones sobre el régimen y las especificaciones sobre la vestimenta del sumo sacerdote y las diferentes y extrañas funciones y fiestas. Para entonces, su interés se ha esfumado, se ha quedado usted sin fuerzas y pone fin a su lectura de la Biblia. ¿No estoy en lo cierto?

Soy consciente de que este libro resulta un poco difícil y da la impresión de ser muy árido. Hasta lo podíamos titular "la barrera árida, pero si puede usted atravesarla, se encontrará con que la Biblia es un libro fascinante y que vale la pena leerla hasta el fin.

El Levítico me recuerda una visita a una fábrica sin un guía. Cuando llegué por primera vez a esta región, fui a San Francisco, donde un amigo mío tenía una fábrica de gran tamaño de productos de acero. Entré en la fábrica con el fin de ver lo que estaban fabricando. Mi amigo estaba ocupado en esos momentos y no podía acompañarme, de modo que fui solo. Mi primera impresión al entrar en aquel enorme edificio fue la de un ruido enorme. ¡Era algo increíble! Había enormes máquinas que hacían un ruido insoportable, enormes martillos pilones que golpeaban con fuerza y había otras máquinas que estaban triturando el metal y echándolo como piezas. Ni siquiera podía oírme a mi mismo pensar. Mi segunda impresión fue una de confusión masiva y me pareció que nadie sabía lo que estaba haciendo. Había hombres que corrían de un lado a otro, sin prestarse atención unos a otros, algunos se tropezaban con sus compañeros, mientras las máquinas seguían funcionando sin aparente armonía ni relación alguna.

Entonces mi amigo se unió a mi y comenzó a llevarme por toda la fábrica. En primer lugar, me enseñó un sector y me explicó lo que estaban fabricando en él, luego me mostró una máquina y me dijo para qué servía. Continuamos así hasta que llegamos al departamento de envíos. Cuando vi un producto acabado, entendí lo que era aquella fábrica y tuvo sentido y dejé de sentirme confuso.

Es posible que sea eso lo que usted sienta al leer el libro de Levítico. Al leerlo se encuentra usted con muchas ceremonias y sacrificios extraños, muchas restricciones fuera de lo habitual, problemas de régimen alimencio y otras diferentes dificultades que parecen totalmente carentes de significado, pero entonces descubre usted que poseen una relación muy compleja, intrincadamente articuladas que conducen hacia un fin muy determinado. Este fin ha quedado muy claro en este libro, y si quiere usted entender el Levítico, hay un versículo que se encuentra aproximadamente a mitad del libro que le será de ayuda:

"Me seréis santos, porque yo, Jehová, soy santo y os he separado de los pueblos para que seáis míos." (Lev. 20:26)

Ese es el propósito del libro de Levítico. Dios le está diciendo a su pueblo Israel: "Os he separado del resto de las naciones de alrededor a fin de que seáis míos. Cuando nosotros los cristianos leemos esto, debemos de entender que nosotros somos el pueblo de Dios hoy. Lo que le dijo Dios a Israel también nos lo está diciendo a nosotros, porque en la nueva relación que tenemos con Jesucristo no hay ni judío ni gentil, no hay más que un solo hombre, un cuerpo en Cristo. Las promesas que aparecen en forma de imagen en el Antiguo Testamento también nos pertenecen a nosotros, que vivimos a este lado de la cruz.

Tal vez se sintió usted eliminado de inmediato por la palabra "santo en este pasaje. No sé lo que cree usted que significa el término, pero es posible que haya creído usted entender algo que está relacionado con su pasado y que hace que le resulte desagradable. La mayoría de nosotros relacionamos la palabra "santo con algo sumamente severo y estamos convencidos de que las personas "santas tienen un aspecto como si se las hubiera estado remojando en vinagre o en un líquido para embalsamar. Esa era la idea que yo tenía de la palabra y a mi la santidad no me resultaba ni mucho menos atractiva, sino que me repelía, pero me encontré con un versículo en las Escrituras que hablaba acerca de "la hermosura de la santidad (Salmos 29:2) y me pregunté a mi mismo: "¿qué hay de hermoso en la santidad? Cuando por fin lo averigüé, tuve que admitir que la santidad es verdaderamente algo hermoso.

Pero la mayoría de nosotros reaccionamos inicialmente ante esta palabra como lo hizo la niñita que vio a una mula que la observaba por encima de una valla. No había visto nunca una mula y le dijo: "no sé lo que eres, pero debes de ser un cristiano porque te pareces a mi abuelo. Otras personas relacionan la palabra con algo extraño, apartado, como si las personas santas fueran seres extraños y excéntricos, que viviesen en algún lugar del desierto, alejados del resto de nosotros. Son "diferentes, pero la Biblia no sugiere ninguna de estas ideas con respecto a la santidad. Si quiere usted entender el significado de la palabra, es preciso volver a su raíz original. La palabra se deriva de la misma raíz de la que procede una atractiva palabra en inglés. La palabra es "wholeness (integridad, todo, completo), de modo que santidad quiere decir integridad, estar completos. Y si leemos integridad en lugar de santidad por todas partes en la Biblia, se acercaría usted mucho más a lo que quisieron realmente decir los escritores de este libro. Todos sabemos lo que es la integridad o el total. Es unir todas las partes que tenían que estar presentes y que funcionen tal y como debían hacerlo.

De eso es de lo que está hablando Dios, al decirle a su pueblo: "seréis íntegros porque yo soy integro. Dios es completo, es perfecto. No hay mancha alguna en él porque vive en armonía consigo mismo. El es una persona preciosa y es absolutamente lo que debe de ser una persona. Está lleno de gozo, de amor y de paz. Vive en integridad y nos mira a nosotros, nos halla quebrantados y nos dice: "también vosotros seréis íntegros.

Esa palabra integridad tiene el poder de despertar el deseo en nosotros, que anhelamos ser un pueblo íntegro. ¿No lo desea usted? ¿No quiere usted ser aquello para lo cual Dios le creó a usted, con todos los ingredientes de su personalidad expresados de modo equilibrado? De eso se trata el libro de Levítico. De hecho, la Biblia entera. Somos tan conscientes de que somos personas débiles, de que no somos completas. Sabemos lo mucho que nos perjudicamos a nosotros mismos y a otros y nos damos cuenta de nuestra inhabilidad para afrontar la vida. Algunas veces nos ocultamos tras una máscara y pretendemos que somos perfectamente capaces de afrontar lo que sea, pero la verdad es que, la mitad del tiempo, sentimos el miedo en nuestro interior. Esa es la señal de que no hay plenitud en nosotros. Conocemos además el poder diabólico que tenemos para irritar, para enfurecer y para encolerizar a otros e incluso a nosotros mismos. Pero esta gran afirmación de Levítico 20:26 declara que Dios sabe perfectamente que somos débiles y que nos sentimos heridos y su amor llega hasta nosotros y nos dice: "Seréis íntegros porque yo lo soy. Ese es mi propósito le dice a su pueblo.

El hombre se ha perdido en el camino porque había sido creado a imagen de Dios y cuando salió primeramente de la mano de Dios era un ser completo. Adán funcionaba tal y como Dios quiso que funcionase el hombre porque estaba funcionando conforme a la imagen y la semejanza de Dios, pero ahora hemos perdido esa semejanza. Aún tenemos la imagen, pero la semejanza ha desaparecido. T.S. Eliot dice:

Todos nuestros conocimientos sirven solo para acercarnos a nuestra ignorancia, y nuestra ignorancia nos acerca aún más a la muerte. Pero al acercarnos a la muerte nos acercamos más a Dios.

Y a continuación pregunta: ¿Dónde está esa vida que hemos perdido al vivir?

¿No es esa la pregunta que se hacen hoy millones de personas? ¿Dónde ha ido a parar la vida que hemos perdido al intentar vivir? ¿Por qué no encuentro la salida? ¿Por qué estoy tan tenso, tan dolorido, tan angustiado? Pero Dios se ha propuesto sanar el corazón apesadumbrado y hacer que el hombre vuelva a ser completo y él sabe cómo hacerlo, de modo que dice: "os he separado de los pueblos. (Lev. 20:24) Es un proceso de separación. El motivo por el que nos sentimos angustiados es porque pertenecemos a una raza angustiada y nuestras actitudes son equivocadas. Nuestra visión de la vida está torcida y distorsionada, nos creemos lo que no son más que ilusiones, pensando que son hechos, y actuamos conforme a ellas. Estamos persiguiendo a fantasmas, fantasías y engaños, por lo que es preciso que Dios nos separe. Tiene que liberarnos de la conformidad a la manera de pensar, a las actitudes y a las reacciones de los que nos rodean. Tiene que liberarnos de todo eso, tiene que enderezar nuestra manera de pensar, enderezar nuestras mentes y nuestros corazones, y corregir nuestras relaciones retorcidas y enredadas.

Este es un proceso que requiere una paciencia y un amor infinito, porque es voluntario y Dios no nos ha obligado nunca a nada. Solamente les puede suceder a aquellos que confían en Dios lo suficiente como para reaccionar ante su amor. Cuando yo no era más que un adolescente, intenté en una ocasión atraer a una cierva de entre la espesura a un pequeño claro para que cogiese una manzana de mi mano y se la comiese. Era un animal salvaje y muy asustado. Vio la manzana y era evidente que quería venir a cogerla. Avanzaba unos cuantos pasos hacia mi, pero entonces se asustaba y se retiraba hacia los bosques. Luego volvía a salir, se quedaba inmóvil y miraba durante un tiempo a su alrededor, y empezaba a pacer como mostrándose indiferente. Yo permanecía inmóvil, con la manzana en mi mano. La cervatilla se acercaba un poco, entonces se partía una ramita y volvía a desaparecer entre los matorrales.

Al animal le hubiera resultado perfectamente posible durante todo ese tiempo, de haberlo sabido, sencillamente acercarse, coger la manzana y comérsela. Yo no le hubiera hecho el menor daño, no hubiera intentado capturarla ni hacerle ninguna otra cosa, pero ella no sabía eso. Finalmente, se acercó hasta la mitad del camino y se quedó con el cuello estirado, intentando armarse de valor para coger la manzana. Justo cuando creí que iba a hacerlo, pasó un coche muy cerca y desapareció y me tuve que comer la manzana yo mismo. Eso me parece una imagen muy apropiada de lo que Dios tiene que afrontar para acercarse al hombre. Requiere una paciencia y un amor infinito impartir la comprensión necesaria a hombres y mujeres como nosotros, temerosos y doloridos.

Por eso fue por lo que Dios nos dio su libro y por lo que ha comenzado con nosotros desde lo más básico. Comienza mostrándonos imágenes y sombras, con ayudas visuales, a fin de mostrarnos lo que hará un día. Todas las ceremonias y las ofrendas del Antiguo Testamento son sombras e imágenes de Jesucristo y, por lo tanto, Cristo está aquí en el Levítico. Dios nos muestra, por medio de su pueblo Israel, su manera de sanar un corazón humano herido y así es cómo Dios hace que seamos completos.

Es posible que alguien diga: "Pues yo me creía que Jesucristo era la manera que tenía Dios de hacer que fuésemos íntegros y eso es cierto, lo es. Pero él no solo está a nuestra disposición. Había hombres y mujeres ante la cruz que estaban doloridos, angustiados y fragmentados, lo mismo que lo estamos nosotros. Ellos necesitaban a Cristo y él estaba a su disposición. Por ello, al entender aquellos hombres y mujeres lo que representan estas imágenes y aplicarse su significado, pudieron disfrutar del mismo gozo y la misma paz que tenemos nosotros.

Si ustedes no lo creen, lean los Salmos y verán lo mucho que entendió David acerca de la presencia y la gracia de Dios en su vida. El fue un hombre sanado por Dios y entendió que Dios era su fortaleza y su vida misma y que él podía suplir cada una de las necesidades de su corazón y enderezar todas las relaciones enredadas de su vida familiar y personal. Todo esto está reflejado en los salmos que escribió.

Por lo tanto, Cristo está por todo el Levítico. Todos los sacrificios, los rituales y las ceremonias descritas mediante imágenes describen a Jesucristo y a su obra y cómo estuvo a disposición de los hombres y mujeres de entonces. Y al leer nosotros este libro desde nuestra posición ventajosa, a este lado de la cruz, aprenderemos mucho acerca de cómo Jesucristo suple actualmente nuestras necesidades. Por lo tanto, este no es solo un libro histórico y no está escrito solamente para transmitir "noticias. Es un manual tremendamente práctico sobre cómo vivir como cristianos.

Pero hay algo más: al leer el libro de Levítico y entender lo que está diciendo, le ayudará a usted a entenderse a sí mismo. Como ve, Dios adoptó en Jesucristo la forma de hombre. Jesús vino a este mundo, Dios hecho carne, y habitó entre nosotros como hombre, como el hombre tal y como Dios quería que fuese. Vino a donde nos encontramos nosotros y todo cuanto fue e hizo como hombre es lo que también somos o podemos ser nosotros. De modo que, al leer este libro, entenderá más acerca de sí mismo y cuáles son sus necesidades más importantes y vitales y acerca de cómo debe comportarse.

Somos un misterio para nosotros mismos y ni siquiera entendemos cómo pensamos y nos sentimos desconcertados por nuestra propia experiencia. ¿No se siente usted así? Recuerde cómo lo expresa Pablo en Romanos: "Porque no hago el bien que quiero; sino al contrario, el mal que no quiero, eso practico. (Rom. 7:19) Esa es una imagen de la vida. Es un análisis en profundidad y que examina lo que está sucediendo en su vida y en la mía. Es lo que nos muestra el libro de Levítico, los motivos de por qué sucede, ayudándonos a entendernos a nosotros mismos. Este libro tiene como fin resolver el sufrimiento del hombre, sea cual fuere y según vayamos aprendiendo a aceptar la sanidad de Dios, nos enseñará lo que podemos ser.

Debido a que eso es cierto, el libro se divide en dos partes básicas. La primera parte habla acerca de la necesidad del hombre y nos revela dónde nos encontramos como personas, al tiempo que deja claro cuál es la respuesta de Dios ante la necesidad del hombre. La segunda parte pone de manifiesto lo que Dios espera de nosotros a cambio. Primero encontramos la provisión de Dios y luego la actuación, que es el resultado de dicha provisión.

En los primeros dieciséis capítulos, hay cuatro elementos que presentan la necesidad del hombre y que revelan cómo somos. La primera es una serie de cinco ofrendas. Estoy seguro de que Dios hizo que tuviésemos cinco dedos en cada mano para que pudiésemos acordarnos de las cinco ofrendas. Primero nos encontramos con el holocausto, luego está la ofrenda vegetal, la ofrenda de paz, el sacrificio por el pecado, y finalmente el sacrificio por la culpa. Todos ellos son imágenes de lo que Jesucristo hace a nuestro favor, pero son al mismo tiempo imágenes sobre las necesidades fundamentales de la vida humana y reflejan dos cosas que son esenciales para la existencia humana: el amor y la responsabilidad.

No podemos ser nunca personas completas si no nos aman y tampoco si nosotros no amamos. El amor es un ingrediente absolutamente esencial en la vida y nada perjudica ni distorsiona ni deforma o acaba más con una persona que el hecho de que se le niegue el amor, pero hay algo más que es también esencial. A fin de poder estar completos, de respetarnos a nosotros mismos y de tener la sensación de ser valorados, debemos tener un sentido de la responsabilidad. Debemos de poder realizar lo que vale la pena y, por lo tanto, necesitamos ambas cosas: el amor y la responsabilidad.

El segundo elemento en estos capítulos es el sacerdocio. Este sacerdocio tiene como propósito ayudarnos a enfrentarnos con los problemas emocionales e intelectuales al intentar resolver las relaciones de amor y en las que media la responsabilidad. Nos encontramos constantemente con problemas emocionales e intelectuales, nos sentimos molestos, desmoralizados o estimulados, excitados o deprimidos, porque tenemos toda clase de problemas emocionales. Y nos sentimos intrigados y desconcertados, inseguros y confusos en cuanto a lo que hacer, ante toda clase de problemas intelectuales, de modo que el sacerdocio está ahí para ayudarnos con estos problemas.

En el caso del Antiguo Testamento este sacerdocio lo representaban los hijos de Leví. Pero en nuestro caso, el sacerdocio no solo lo representa Jesucristo, nuestro Señor y Sumo Sacerdote, al que podemos acudir con toda libertad, sino los unos para con los otros. (1ª Pedro 2:5) Por eso es por lo que nos necesitamos unos a otros. Básica y fundamentalmente, no podemos seguir adelante los unos sin los otros, porque tenemos estos problemas y necesitamos que alguien nos ayude a resolverlos.

El tercer elemento es la revelación de una norma que haga posible que podamos distinguir la verdad de lo que es falso, lo que es imitación y lo que es real, lo que nos ayuda y lo que nos perjudica, la diferencia entre la vida y la muerte. ¿No resulta extraño que el hombre, en su condición natural, no sea capaz de hallar la diferencia? Por eso es por lo que hay miles y miles de personas que creen que están prestando ayuda, pero que acaban perjudicando mucho a los demás ¡y no entienden por qué! Cuando empiezan a producirse los resultados se preguntan: "¿qué ha pasado, que ha salido mal? ¿Por qué me he metido en este lío? Es sencillamente debido a que no saben cuál es la diferencia. Por eso, un Dios de amor nos explica cuál es la diferencia y establece unas normas gracias a las cuales podemos distinguir entre aquello que es esencialmente perjudicial y lo que de hecho nos sirve de ayuda.

Finalmente, en esta primera sección tenemos la oportunidad de reaccionar, de manera voluntaria y eso también lo necesitamos. Dios nunca impone su voluntad a ninguno de nosotros, aunque necesitamos ayuda constantemente. Es preciso que nos encontremos en una situación en la que lo reconozcamos y entonces tendremos que reaccionar de algún modo y tendremos que responderle. Esta oportunidad se ofreció el Día de la Expiación. Si, cuando entendamos totalmente nuestra necesidad y la provisión de Dios frente a ella, le decimos que "no a él, él permitirá que lo hagamos. Es posible que nunca más disfrutemos de esa oportunidad, pero Dios nos permite siempre un largo período de preparación durante el cual nos guía a una comprensión absoluta antes de que nuestro rechazo de Dios sea algo definitivo.

La segunda sección del libro, que va de los capítulos 17 al 27, describe lo que podemos hacer sobre la base de la provisión de Dios, la clase de vida que podemos llevar sobre esta base, pero ¡fijémonos en el orden! Dios no nos menciona nunca lo que quiere que hagamos hasta no haber expuesto totalmente la provisión. No habla nunca acerca de nuestro comportamiento hasta que no ha dejado claro el poder mediante el cual podemos actuar.

Debo admitir que nosotros con frecuencia esto lo entendemos al revés en la iglesia y se ha hecho mucho daño a las personas al insistir que deben de actuar conforme a una cierta manera, sin ofrecerles el conocimiento acerca del poder que hace posible que lo hagan. Hay ocasiones en las que, con toda sinceridad y porque las Escrituras no se han entendido bien, se enseña a la gente que es preciso que vivan según un cierto nivel antes de ser aceptables a Dios; que deben de producir y vencer, o Dios no las amará. ¡Esa es una terrible equivocación! Es una mentira de Satanás y un legalismo fatídico, a pesar de lo cual todos hemos participado en ello.

Pero para eso está ahí Dios para corregirlo, pero no lo hace, sino que antes nos ayuda y una vez que hemos entendido la base sobre la cual debemos de actuar, entonces deja claro la norma y cómo debemos de comportarnos.

Aquí hallamos una vez más cuatro elementos. Primero, es necesario entender la base de la integridad o de lo que es completo y la sangre es la base. Cualquiera que haya leído el Antiguo Testamento sabe que en él se menciona la sangre por todas partes. Están todos esos extraños sacrificios, miles de los cuales se ofrecen todos los años, toros y carneros, cabras y ovejas, pájaros de toda clase, que se ofrecen todo el tiempo, como un verdadero río de sangre que fluye por todo el Antiguo Testamento. Muchas personas, al encontrarse con este hecho dicen: "el Cristianismo más que una religión parece un matadero.

¿Por qué tanto derramamiento de sangre? Porque por este medio Dios quiere grabar en nuestra mente un hecho fundamental. Nos está diciendo que los temas relacionados con nuestra vida corren muy profundos, que solamente pueden ser resueltos por medio de la muerte, que la base de la integridad en la vida es una vida entregada, que no lo conseguiremos nunca sencillamente sobre la base de una vida natural. Tenemos que arreglárnoslas para descubrir una nueva clase de vida. ¡No podemos tener las dos cosas! La lucha que se produce en la vida cristiana es debida a que intentamos seguir aferrándonos a la antigua vida y negándonos a aceptar la nueva y la sangre nos habla acerca de este hecho.

El segundo elemento es la práctica del amor en todas las relaciones de la vida. La Biblia es intensamente práctica y no le preocupa tanto lo que hacemos en la iglesia como lo que hacemos en el hogar como resultado de haber asistido al templo. De modo que este libro trata acerca de las relaciones en el ámbito de la familia, entre amigos y en la sociedad en general, mostrándonos exactamente la clase de relación de amor que Dios hace posible que tengamos en todas estos aspectos de la vida.

El tercer elemento en esta última sección es acerca de cómo disfrutar la presencia y el poder de Dios, el hombre en relación con Dios, adorándole y ¡entusiasmado por un Dios emocionante! En este libro podemos aprender lo que representa el templo en nuestra relación con Dios y acerca de cómo pensar sobre él. ¡Lo más importante en la vida es conocer al Dios vivo que se encuentra detrás de todas las cosas!

El último elemento es una consciencia de aquellas cosas que están en juego y su importancia, aprendiendo cómo toda nuestra vida está en la balanza al llegar a este punto, sabiendo que se espera una decisión de nosotros y que hay una opción por la que nos podemos decidir. Y Dios nos coloca por fin en esa situación y nos ayuda a darnos cuenta de que en el análisis final nos va a tocar a nosotros escoger. Dios no dice nunca: "voy a hacer que llevéis una vida desgraciada sino que dice más bien, "si preferís sentiros angustiados y no queréis ser sanados, podéis seguir exactamente donde estáis. Pero si queréis vida, esto es lo que os espera. Dios no nos impone nunca su voluntad, pero pone ante nosotros las opciones, lo deja todo muy claro y luego espera a que reaccionemos sobre la base que nos ha dado.

Para terminar, deberíamos volver a nuestro versículo clave: "Me seréis santos, porque yo, Jehová, soy santo y os he separado de los pueblos para que seáis míos. Y ese es, finalmente, la meta que se ha fijado Dios. Quiere que seamos suyos y aquí hay un tiempo del verbo que es muy interesante. En nuestro texto en inglés, se expresa en futuro: "seréis míos. Pero el hebreo lo enfoca de una manera extraña, muy diferente al inglés. Se pueden reunir estos tres tiempos del verbo en una sola palabra y es lo que encontramos en este caso. Dios está diciendo: "Fuisteis míos, sois míos y seguiréis siendo míos. "Míos dice, ¡Míos! e incluye todos los tiempos de la vida, el pasado, el presente y el futuro.

Si sigue usted esta misma idea por toda la Biblia, se encontrará con lo cierta que es. Muchos de ustedes saben, gracias a su propia experiencia, que una vez que se han hecho cristianos, que le pertenecerle a Dios, se dieron cuenta de que, en un sentido, siempre le habían pertenecido. El apóstol Pablo dice: "Pero cuando Dios, quien me apartó desde el vientre de mi madre.... (Gálatas 1:15) a pesar de que Pablo había sido un enemigo acérrimo y una amenaza para el Cristianismo hasta que tuvo la experiencia en el camino a Damasco, pero, echando un vistazo al pasado, supo que le había pertenecido a Dios desde siempre. "Me perteneces dice Dios, "¡aunque eres un enemigo, aunque estés en contra mía, aunque te muestres hostil a mi, aunque luches en contra mía, eres MIO!

Entonces, y en el tiempo presente, Dios nos ve en nuestra angustia, en nuestra condición dolorida, sintiéndonos divididos, con nuestras faltas, siendo imperfectos, y pone su mano sobre nosotros y dice: "Eres mío, ahora mismo, tal y como eres. Me perteneces.

Hace poco un amigo mío me contó una historia sobre un incidente real que creo que es un ejemplo de esto. Me contó lo que pasó en una misión de rescate de niños en una ciudad del centro del oeste hace algunos años. Los niños estaban preparando el programa y un niño pequeño, de unos cinco o seis años, con una deformidad, una joroba, tenía que recitar. Al atravesar el escenario para recitar su poesía, fue evidente que era muy tímido, que estaba asustado y que era muy consciente de su estado físico. De hecho, era la primera vez que había intentado hacer algo así y para él fue un tremendo esfuerzo.

Otros dos críos se habían colocado en la habitación de atrás con el propósito de ridiculizar el programa. Uno de ellos le gritó al niño al cruzar el escenario: "Oye, tío, ¿dónde vas con ese paquete sobre la espalda? El niño se sintió completamente desmoralizado, y se quedó allí parado sollozando. Se levantó un hombre del público y se acercó hasta la plataforma. Se arrodilló junto al pequeño y puso su brazo alrededor de él y le dijo a los espectadores: "Debe de hacer falta que una persona sea muy insensible y cruel para decirle algo así a un niño como éste, que padece algo de lo que no tiene la culpa. A pesar de esta deformidad, estaba intentando por primera vez a atreverse a salir y decir algo en público. Ese comentario le ha hecho mucho daño, pero quiero que sepan ustedes que yo le quiero tal y como es, este niño es mío, me pertenece y estoy orgulloso de él. Y se llevó al niño del escenario. Eso es lo que Dios nos está diciendo. El ve nuestro dolor y sufrimiento, nuestros anhelos y nuestra angustia y nos dice: "¡Eres MIO!

Pero eso no es todo. Gracias a su poder y a su sabiduría, Dios dice, con esa maravillosa esperanza de un padre lleno de amor: "Seréis míos, seréis sanados, hechos íntegros, con todas vuestras imperfecciones y deformidades corregidas, nuestras faltas enderezadas, eliminando vuestras iniquidades y todas vuestras relaciones embrolladas serán desenbrolladas. Seréis santos, porque yo soy santo. De eso se trata este libro, de eso se trata la Biblia, y de eso se trata Jesucristo.

No hace mucho tiempo, tuve una experiencia muy positiva, pudiendo hablar con tres personas que yo hubiera considerado absolutamente como casos desesperados hace solo dos años, cuando eran hostiles y rebeldes y tan destrozadas interiormente que no podían soportarse ni a sí mismos ni a los demás. Nadie podía realmente hablar mucho con ellos y mucho menos llegar a ellos con la verdad. Sus vidas estaban arruinadas, literalmente arruinadas, pero había comenzado su curación y es evidente que no tardarán en estar curados. Dios está corrigiendo los problemas en sus vidas y es lo que está haciendo aquí con nosotros.

No sé de nada más sugestivo de esta actividad que la mesa del Señor. Este suceso nos habla de cómo Dios, en su amor, comenzó el proceso de la curación. Nos ofrece una imagen de cómo empezó a extender su mano a nosotros en la cruz, mediante el sufrimiento de Jesús, y de qué manera rompió el poder de las tinieblas y comenzó a liberarnos. Nuestro Señor Jesús nos ofreció este acontecimiento para enseñarnos el significado de estos antiguos sacrificios: una vida derramada por nosotros, una vida entregada a fin de que pudiésemos tener una nueva base en nuestra vida, para que podamos ser suyos.

Oración

Padre celestial, te pedimos que cada vez que nos acerquemos a la mesa del Señor, que hagas que sea una experiencia rica y significativa para nosotros. Nos gustaría poder ver, con el ojo de nuestra imaginación, al Señor Jesús como el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, que ha atravesado la barrera del pecado, y ahora nos tiende la mano con ternura, perdonándonos, aceptándonos y ofreciéndonos su amor comprensivo, poniendo a nuestro alcance todo cuanto necesitamos para enderezar los entuertos en las relaciones de nuestra vida. Señor, ayúdanos a entenderlo y a apropiarnos de ello para que te demos las gracias por ello. Sabemos que la curación ha comenzado en las vidas de muchas personas y que continua. En el caso de algunos está empezando y puede que haya otros en cuyas vidas aún no haya comenzado. Pedimos que en tu amor, Señor Jesús, puedas tenderles tu mano y sanarles. Lo pedimos en su nombre, amen.

08

Division del Libro   

 

El libro puede dividirse en varias secciones. La primera de ellas (cap. 1–7) está dedicada por entero a reglamentar la presentación de las ofrendas y sacrificios ofrecidos como demostración de gratitud al Señor o como signo de arrepentimiento y expiación de algún pecado cometido.

La segunda sección (cap. 8–10) describe el ritual seguido por Moisés para consagrar sacerdotes a Aarón y sus hijos. Consiste en un conjunto de ceremonias oficiadas por Moisés conforme a las instrucciones recibidas de Jehová (cf. Ex 29.1–37). Estos ritos de consagración, que incluían sacrificios de animales y el uso de vestiduras especiales, fueron el paso inicial para instaurar el sacerdocio aarónico-levítico, institución que fundamenta la unidad corporativa del antiguo Israel. El cap. 10 relata la muerte de dos hijos de Aarón a causa de un pecado de carácter ritual.

Los cap. 11–16 forman la tercera sección del libro, dedicada a definir los términos de la pureza y la impureza ritual. También fija las normas a las que, para recuperar la pureza legal, había de someterse todo aquel —o todo aquello— que hubiera incurrido en algún tipo de impureza. Esta sección se cierra con la descripción de los ritos propios del gran día de la expiación (en hebreo, Yom kippur), que todo el pueblo debe celebrar el día 10 del séptimo mes de cada año.

La cuarta sección (cap. 17–25) se ocupa de la llamada ley de santidad, enunciada de forma sintética en 19.2. Aquí nos hallamos en pleno corazón del Levítico, donde, junto a algunas instrucciones relativas al culto, se señalan las normas que Israel —sacerdotes y pueblo— está obligado a observar para que la vida de cada uno en particular y de la comunidad en general permanezca regida por los principios de la santidad, la justicia y el amor fraternal.

Los dos últimos capítulos incluyen, respectivamente, una serie de bendiciones y maldiciones, que corresponden a sendas actitudes de obediencia o desobediencia a Dios (cap. 26), y una relación de personas, animales y cosas que le están consagradas (cap. 27).

Esquema del contenido:

1. Ofrendas y sacrificios (1.1–7.38)

2. Consagración del sacerdote (8.1–10.20)

3. Leyes sobre la pureza y la impureza legal (11.1–16.34)

4. La "Ley de santidad" (17.1–25.55)

5. Bendiciones y maldiciones (26.1–46)

6. Sobre lo consagrado a Dios (27.1–34)

Fuente:http://linajeescogido.tripod.com/

09

Informacion Complementaria   

 

Autor:    Moisés, generalmente aceptado.

Nombre:    Derivado del nombre de la tribu de Leví.

Palabra Clave:    Acceso y Santidad.

Contenido:    Un compendio de las Leyes Divinas.

Personaje Central:    El sumo sacerdote.

Tema Central:    ¿Como puede un hombre pecador acercarse a un Dios Santo? La palabra santo ocurre más de ochenta veces en el libro.

10

Bosquejo  

 I. Leyes relativas a los sacrificios y al culto público, 1: 1 a 10: 20.

 A. Los principales sacrificios, 1: 1 a 7: 38.

  1. Holocaustos, 1: 1-17.
  2. Ofrendas de harina, 2: 1-16.
  3. Ofrendas de paz, 3: 1-17.
  4. Ofrendas por el pecado, 4: 1-35.
  5. Ofrendas por las transgresiones, 5: 1 a 6: 7.
  6. La ley de los holocaustos, 6: 8-13.
  7. La ley de las ofrendas de harina, 6: 14-18.
  8. Las ofrendas de harina del sumo sacerdote, 6: 19-23.
  9. La ley de las ofrendas por el pecado, 6: 24-30.
  10. La ley de las ofrendas por alguna culpa, 7: 1-7.
  11. La porción para el sacerdote de los holocaustos y ofrendas de harina,
7:8-10.
  12. La ley de las ofrendas de paz, 7: 11-21.
  13. Prohibición de comer sangre y grasa, 7: 22-27.
  14. Porción para el sacerdote de la ofrenda de paz, 7: 28-34.
  15. Conclusión de esta sección, 7: 35-38.

 B. La consagración del tabernáculo y de Aarón y sus hijos, y sus primeras ofrendas
8: 1 a 9: 24.

  1. Consagración de Aarón y sus hijos, 8: 1-9.
  2. Ungimiento del tabernáculo, 8: 10, 11.
  3. Ofrenda por el pecado de Aarón y sus hijos, 8: 12-17.
  4. Holocaustos por Aarón y sus hijos, 8: 18-21.
  5. El carnero de las consagraciones, 8: 22-30.
  6. Aarón y sus hijos deben quedar siete días dentro del santuario, 8: 31-36.
  7. Aarón y sus hijos traen su primera ofrenda por ellos mismos, 9: 1-14.
  8. La ofrenda por el pueblo, 9: 15-23.
  9. Aprobación de Dios enviando fuego, 9: 24.

 C. La transgresión de los dos hijos de Aarón; instrucciones respecto al comer
y el beber, 10: 1-20.

  1. La transgresión de los hijos de Aarón y su muerte, 10: 1-7.
  2. Prohibición de vino, sidra y cosas inmundas, 10: 8-11.
  3. La ley para comer las cosas santas, 10: 12-15.
  4. Moisés reprende a Aarón por no haber comido la expiación, 10: 16-20.

II. La ley de santidad, 11: 1 a 15: 33.

 A. Distinción entre animales limpios e inmundos, 11: 1- 47.

 B. Ley de pureza de personas, ropas, casas, 12: 1 a 15: 33
.

  1. Impureza ocasionada por partos, 12: 1-8.
  2. Impureza ocasionada por lepra, 13: 1 a 14: 57.
   a. Lepra de personas, 13: 1-46.
   b. Lepra de vestidos, 13: 47-59. 709
   c. Purificación de un leproso, 14: 1- 32.
   d. Lepra de casas, 14: 33-53.
  3. Impureza personal, 15: 1-33.
   a. Impureza de hombres, 15: 1-18.
   b. Impureza de mujeres, 15: 18-33.

III. Purificación del santuario y leyes suplementarias, 16: 1 a 17: 16.
 
A. El día de la expiación, 16: 1-34.

  1. Entrada de Aarón en el santuario, 16: 1-4.
  2. Aarón ofrece ofrendas por el pecado y holocaustos por el pueblo y echa
suertes sobre el macho cabrío, 16: 5-10.
  3. Ofrece ofrenda por su pecado y por su casa y lleva la sangre e incienso al
 lugar santísimo, 16: 11-14.
  4. Mata el macho cabrío del Señor y hace expiación por el lugar santo y
 santísimo, 16: 15-17.
  5. Hace expiación por el altar del holocausto con la sangre mezclada del
  becerro y macho cabrío, 16: 18, 19.
  6. Pone ambas manos sobre la víctima propiciatoria transfiriéndole todas las
 transgresiones de Israel, y la envía al desierto, 16: 20-22.
  7. Se cambia de vestiduras, se lava y ofrece sacrificio por él y por el pueblo, y
  quema el becerro fuera del campamento, 16: 23-28.
  8. La observancia del décimo día del séptimo mes por estatuto perpetuo,
  como día de expiación, 16: 29-31.
  9. Ese día, un sábado de sábados, cuando se hacía expiación por el
 santuario, el altar, los sacerdotes y el pueblo, 16: 32-34.

 B. Reglamentos respecto al lugar de sacrificio, 17: 1-9.

 C. Se prohibe comer sangre, 17: 10-14.

 D. Leyes adicionales respecto a la pureza, 17: 15, 16
.

IV. Leyes morales y civiles, 18: 1 a 20: 27.

 A. Transgresiones en asuntos morales, 18: 1-30.

  1. Israel no debía imitar a los cananeos sino debía guardar los estatutos de
 Dios, 18: 1-5.
  2. Matrimonios ilícitos, 18: 6-18.
  3. Concupiscencias ilícitas, 18: 19-30.

 B. Diversos preceptos morales, intercalados con ordenanzas ceremoniales y
  propias de los sacrificios, 19: 1 a 20: 27.

V. Preceptos suplementarios respecto a los sacerdotes, sus cualidades, derechos y
 deberes, 21: 1 a 22: 33.

VI. Sábados y fiestas: pascua, Pentecostés, día de la expiación, fiesta de los tabernáculos
  (o de las cabañas), 23: 1-44.

VII. Leyes adicionales respecto al servicio del santuario, 24: 1-9.

VIII. El pecado de blasfemia, 24: 10-16, 23.

IX. Leyes respecto de la violencia contra personas y propiedades, 24: 17-22. 710

X. El año del jubileo, 25: 1-55.

XI. Bendición por guardar el sábado y los otros mandamientos de Dios, maldición sobre
 los desobedientes, 26: 1-46.

XII. Leyes suplementarias, 27: 1-34.


 A. La formulación de votos, 27: 1-25.

  1. Sobre personas consagradas por un voto, 27: 1-8.
  2. No alterar lo dedicado, agregar un quinto, 27: 9-13.
  3. Consagración de una casa o un campo, 27: 14-25.

 B. Objetos dedicados, 27: 26-34.

  1. El primogénito de los animales y objetos dedicados, 27: 26-29.
  2. El diezmo, santo para el Señor, 27: 30-34.


   

Fuente: Diccionario y Comentario Biblico Adventista del Septimo Dia

 


 
 
  Conocen nuestro sitio 632793 visitantes (2185816 clics a subpáginas) ¡Que nuestro Dios ensanche tu Territorio!  
 
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis