En los manuscritos griegos más antiguos el título de esta epístola es sencillamente IÇánnou A, literalmente: "De Juan, I"; es decir, la primera (epístola) de Juan. No se sabe si ésta fue la primera epístola pastoral que Juan escribió, pero sí es la primera de las que han sido conservadas por la iglesia cristiana.
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Autor
Juan no se identifica en ninguna de las epístolas del NT que se le atribuyen; sin embargo hay una similitud tan grande entre la primera epístola y el Evangelio de Juan, que la mayoría de los eruditos aceptan que el autor de ambos es el mismo. Si aceptamos que el cuarto Evangelio fue escrito por el discípulo amado (Juan 21:20-24), identificado como el apóstol Juan, uno de los hijos de Zebedeo (ver t. V, pp. 869-870), tenemos razones válidas para afirmar que también es el autor de la primera epístola que lleva el nombre de Juan. Una relación similar une la primera epístola con la segunda, y la segunda con la tercera.
Los paralelismos del lenguaje y la sintaxis del texto griego con frecuencia son más impresionantes que en nuestro idioma; pero la lista que se ha presentado da un buen ejemplo de dichas similitudes.
Además de los paralelismos hay muchas otras similitudes que fácilmente se perciben entre la epístola y el Evangelio. Ambos comienzan en forma súbita, sin ninguna introducción propia de la forma epistolar. La epístola empieza con "Lo que era desde el principio... [el] Verbo de vida"; el Evangelio, con "En el principio era el Verbo". Hay un gran parecido en estilo, vocabulario, sintaxis, uso de preposiciones, construcción gramatical y diversas antítesis como tinieblas y luz, muerte y vida, odio y amor, que son típicamente características de Juan. La diferencia en propósito y dimensión de los dos libros admite una gran divergencia, pero el tema de ambos es tan similar, que la epístola podría servir como un resumen de los temas sobresalientes del Evangelio.
No se deben pasar por alto las diferencias que existen entre los dos escritos, pero pueden explicarse teniendo en cuenta diversos factores: diferentes propósitos, fechas de redacción, el envejecimiento del autor y las diferencias naturales que existen en las obras conocidas que han sido fruto de la misma pluma. La epístola parece haber sido escrita espontáneamente como una carta pastoral, mientras que el Evangelio se ve claramente que es el producto de una larga y profunda meditación acerca de la encarnación del Verbo de Dios. En otras palabras: se ve que el propósito de la epístola es limitado, entre tanto que el del Evangelio es amplio, abarcante; pero un hilo común corre a través de ambos libros, lo que puede advertir hasta un lector inexperto.
A pesar de todo, la opinión de los eruditos aún se halla dividida en cuanto a la paternidad literaria de 1 Juan. Algo de la insistencia en no aceptar al apóstol Juan como autor de la epístola quizá se deba a un subconsciente hábito de dudar. El cristiano sensato puede decir con justicia que tiene una base adecuada para afirmar que el autor de esta epístola es Juan el discípulo amado.
En cuanto a este tema puede verse el trabajo de A. P. Salmon, "Some Aspects of the Grammatical Style of 1 John", journal of Biblical Literature, LXXIV, parte 11, junio, 1955.
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Marco Historico
En la epístola no hay ninguna referencia específica al autor, a las personas a las cuales fue dirigida la carta, al lugar desde el cual fue escrita, o al tiempo cuando se escribió, por lo tanto, las conclusiones relativas a su marco histórico tienen que deducirse de la evidencia interna. Esa evidencia debe unirse estrechamente con las conclusiones aceptadas acerca del autor y la fecha del cuarto Evangelio. Este Comentario acepta que Juan es el autor del Evangelio y también de esta epístola, y por tal razón la pregunta más importante es la siguiente: ¿Cuál de los dos se escribió primero, el Evangelio o la epístola? No es posible dar una respuesta definitiva, y la opinión de los eruditos se ha inclinado en una u otra dirección; pero es 643 difícil negar que la epístola presupone el conocimiento que ya tenían los cristianos del Evangelio de Juan, y que se apoya en él. Si se le da su debido valor a este argumento, entonces parece que la epístola fue escrita después que el Evangelio y hasta podría pensarse que fue un apéndice de él. Además, es fácil reconocer que antes de registrar por escrito sus recuerdos y profundas meditaciones, el apóstol tuvo que haber pensado mucho en cuanto al contenido de su Evangelio y haberlo enseñado a su grey. Por eso es posible que la epístola sea anterior al Evangelio. Por éstas y otras consideraciones más técnicas no es posible que por la evidencia interna se llegue a. una conclusión firme en cuanto a las fechas de la escritura de ambos libros.
Pero lo que sí es claro es que la epístola fue escrita por un anciano al que le parecía apropiado dirigirse a sus conversos como a "hijitos",(cap. 2:1, 12, 18, 28; 3:7, 18; 4:4; 5:21). No se dice a quiénes se dirigió la carta, pero es obvio que fue enviada a un grupo conocido de cristianos con los cuales tenía trato personal el reverenciado autor. Todavía no se ha presentado ninguna razón concluyente para rechazar la tradición, ampliamente aceptada, de que Juan la escribió en su ancianidad para los creyentes de Efeso, o de Asia Menor, donde él había ejercido su ministerio. La fecha cuando se escribió podría ubicarse entre el año 90 y el 95 d. C. (ver t. V, p. 870; t. VI, pp. 37-38).
Hay evidencias de que la epístola existía a comienzos del siglo II. Policarpo, que tiene fama de haber conocido personalmente a varios de los apóstoles, emplea palabras que. se parecen marcho a 1 Juan 4:3 (Epístola de, Policarpo a los filipenses VII , c. 115 d. C.); y Eusebio afirma: "Entre los escritos de Juan, además del Evangelio, es admitida sin controversia alguna su primera epístola, tanto por los más recientes cuanto por todos los antiguos" (Historia eclesiástica III. 24 [Buenos Aires: Editorial Nova], p. 131). Ireneo (c. 200 d. C.) identifica varios versículos que cita como procedentes de la primera y la segunda epístolas de Juan (Ireneo, Contra herejías III. 16. 5, ; y el Fragmento Muratoriano (c. 170 d. C.; ver t. V, p. 128) no sólo incluye en su canon la primera epístola y la segunda, sino que las atribuye al apóstol Juan. Por lo tanto, es evidente que la primera epístola fue reconocida como legítima desde muy antiguo y su lugar en el canon está firmemente afianzado.
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Tema
El propósito principal de la epístola es pastoral. Juan escribe con amor a sus hijos espirituales para que puedan estar mejor preparados para vivir la vida cristiano. El amor es la nota dominante de la carta. El marco es una exhortación sencilla aunque profundamente espiritual. Dios es amor (cap. 4: S); el amor viene de Dios (vers. 7); Dios nos amó y envió a su Hijo; por lo tanto, debiéramos amarnos mutuamente (vers. 10- 11). Pero esos elevados temas se proyectan dentro de un marco de oposición, lo que da a la epístola un propósito tanto polémico como pastoral.
Es claro que algunas herejías habían perturbado a la iglesia, y que algunos falsos maestros dentro de ella habían tratado de pervertir la fe (cap. 2:18-19). Aunque habían dejado la iglesia, su influencia perduraba y continuamente amenazaba con perjudicarla. Juan escribe para contrarrestar ese peligro, para afianzar a los miembros en las doctrinas cristianas esenciales y para hacer que la verdad sea tan atrayente que los seguidores de Cristo no sean seducidos por el error.
La herejía básica contra la cual lucha Juan ha sido identificada como una especie de protognosticismo, que enseñaba un conocimiento (gnÇsis) falso (ver t. V, pp. 870-871; t. VI, pp. 56-60). Por el énfasis que se le da en la epístola, parece que la oposición provenía de dos principales formas de gnosticismo: el docetismo y la enseñanza de Cerinto. La herejía de ambos se refería a la naturaleza de Cristo. El docetismo negaba la realidad de la encarnación y enseñaba que Cristo tenía un cuerpo humano sólo en apariencia (ver t. V, pp. 889-891; t. VI, p. 59). La segunda herejía se originó en Cerinto, uno de los contemporáneos de Juan, quien se educó en Egipto y luego enseñó en el Asia Menor y propagó enseñanzas judaizantes. Cerinto enseñaba que Jesús había nacido en forma natural de José y María, y Cristo entró en el cuerpo de Jesús en ocasión de su bautismo, pero que se retiró o salió antes de la crucifixión (ver t. VI, pp. 37, 58). Los originadores y paladines de esas herejías son gráficamente descritos por Juan como "anticristos" (cap. 2:18, 22; 4:3) y "falsos profetas" (cap. 4: 1). Para combatir esos errores, Juan destaca la realidad de la naturaleza humana y visible de Cristo durante la encarnación (cap. 1: 1-3), que el Salvador vino en la carne (cap. 4:2) y que los creyentes pueden disfrutar de ese verdadero conocimiento (cap. 5:20) como opuesto a la falsa gnosis.
Estas controversias antiguas tienen un gran significado en nuestro tiempo, pues se sigue cuestionando la divinidad de Cristo. Un estudio de esta epístola encauzará la mente del lector a la verdad de la encarnación y permitirá que capte una elevada visión del Hijo de Dios, quien fue enviado para ser la propiciación por los pecados de todo el mundo.
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Primera Epistola
A pesar de que 1 Jn. no identifica en forma específica a su autor, ni a su audiencia, ni el lugar en que se escribió, ni su destino ni el tiempo en que se escribió -con lo que le faltan las características usuales de una carta griega-, evidencia una epístola. Aparentemente, fue dirigida a creyentes con quienes el autor había estado estrechamente asociado (2:1, 12, 18, 28; 3:7, 18; 4:4; 5:21). Se sabe que el apóstol pasó los años finales de su ministerio en Efeso, como pastor de las iglesias cristianas de la provincia romana de Asia. Presumiblemente, esta epístola fue dirigida a esos creyentes.
Temas. El autor escribe a sus hijos espirituales dando por sentado que están familiarizados con los principios de la salvación, y los amonesta a ponerlos en práctica. Como un pastor, enfatiza el amor -la preocupación solícita por el bienestar y la felicidad de los demás- como la primera virtud cristiana. Tal amor es el atributo básico de Dios (1 Jn. 4:8) y procede de Dios (v 7). Dios envió a su Hijo para revelar este amor (v 10), y los creyentes deberían amarse unos a otros (v 11). Al hacerlo, testifican al mundo que conocen a Dios (v y que están verdaderamente convertidos (vs 16, 20). El amor al mundo y el amor al Padre son mutuamente excluyentes (2:15-17). Juan basa la urgencia de su llamado a poner en práctica el principio del amor en su convicción ferviente de la inminencia del regreso de Cristo (v 18). Ya es "el último tiempo", como lo demuestra la aparición de muchos "anticristos" (v 18), que una vez fueron cristianos (v 19), pero que ahora niegan que Jesús de Nazaret es "el Cristo" (es decir, el Mesías predicho por los profetas antiguos). Niegan que Jesús es el Hijo de Dios (v 22-24) y que la verdadera divinidad y la verdadera humanidad estuvieron unidas en una Persona: Jesucristo (1:1-3; 4:2-5, 14; 5:5, 20; cf Jn. 3:16). Estas enseñanzas heréticas son idénticas a las de los docetistas, que enseñaban que Cristo fue sólo un fantasma, sin un cuerpo real; y a las de los seguidores de Cerinto, un protognóstico judaizante que enseñaba que Jesús era hijo natural de José y María, y que el espíritu de Cristo había entrado en su cuerpo en ocasión del bautismo y se retiró de él antes de su muerte en la cruz. Así, la herejía docetista negaba la verdadera humanidad de Cristo, mientras que la de Cerinto negaba su verdadera divinidad. Por lo general se acepta que Juan escribió 1 Jn. pensando específicamente en la herejía docetista.Contenido. Después de la introducción (1 Jn. 1:1-4) en la que afirma la verdadera divinidad y humanidad de Cristo como la verdad central del evangelio, pasa a la importancia suprema de caminar en la luz, con lo que quiere decir la aplicación práctica de las verdades del evangelio a la vida diaria (1:5-2:6). Cuando el cristiano obedece los mandatos de Cristo puede saber si está "en él". En 2:7-14 presenta como evidencia de la obediencia a Cristo un amor abnegado por los hermanos. Luego advierte contra los falsos maestros (2:15-28). La única seguridad del cristiano es aferrarse del evangelio que ha recibido para tener confianza cuando Cristo aparezca (v 28). Los que aspiran a ser hijos de Dios procurarán ser como Cristo en palabras y hechos, purificando así sus vidas, como Cristo es puro (2:28-3:24). El deber para con Dios, dice Juan, se resume en creer en Jesucristo como Hijo de Dios y en amarse unos a otros como él ordenó (3:23). En 4:1-5:12 explica los principios mediante los cuales los cristianos pueden diferenciar a los maestros que enseñan la verdad de los que enseñan el error. 1ª prueba: si reconocen o niegan que "Jesucristo ha venido en carne". 2ª prueba: si adhieren al evangelio como fue proclamado originalmente por los apóstoles (4:6). 3ª prueba: si aman genuinamente a los miembros de la casa de Dios (vs 7, 8, 13, 20). La vida eterna que Dios ha prometido está en su Hijo, y a menos que los hombres acepten a Jesucristo como tal no tienen acceso a ese don incalculable (5:11, 12). En su conclusión (vs 13-21) Juan reafirma la importancia de aceptar a Jesús como el Hijo de Dios que vino a este mundo a dar vida eterna a los que creen en él (véase CBA 7:641-644).
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Anexo
El autor no se identifica en ninguna de las epístolas, pero la autoría juanina ha sido confirmada desde los tiempos más tempranos, y las epístolas son citadas por muchos de los padres de la iglesia. Policarpo, que se dice estuvo asociado con Juan, parece citar 1 Jn. 4:3 en el cp 7 de su Epístola a los filipenses (escrita c 115 d.C.). De acuerdo con el historiador eclesiástico Eusebio, Papías (t c 163 d.C.) "usó testimonios de la primera epístola de Juan". Escribiendo entre el 182 y el 188 d.C., Ireneo cita varios pasajes de las primeras 2 epístolas. El Fragmento Muratoriano (escrito c 170 d.C.) atribuye tanto 1 Jn. como 2 Jn. al apóstol Juan. Así, desde los tiempos más antiguos, la autenticidad y derecho de estas epístolas a un lugar en el canon está firmemente fijado. La antigua tradición de la autoría juanina es fortalecida adicionalmente por el parecido existente entre 1 Jn. y el Evangelio de Jn. en estilo, vocabulario, orden de las palabras, construcción gramatical y el paralelismo de ideas opuestas. Por ejemplo, ambos comienzan con la designación singular que Juan da a Cristo, el "verbo" que procede del Padre (cf 1 Jn. 1:1-3 con Jn. 1:1-3, 14). Los 2 expresan el deseo de que el "gozo" de los receptores "sea cumplido" (cf 1 Jn. 1:4 con Jn. 16:24). Ambos hablan de un "mandamiento nuevo" (cf 1 Jn. 2:8 con Jn. 13:34) y se refieren a Jesucristo como "la luz verdadera" (cf 1 Jn. 2:8 con Jn. 1:9). Animan a los creyentes a que se amen "unos a otros" (cf 1 Jn. 3:11 con Jn. 15:12). Hablan de que los cristianos pasan "de muerte a vida" (cf 1 Jn. 3:14 con Jn. 5:24). Ambos se refieren al Espíritu Santo como al "Espíritu de verdad" (cf 1 Jn. 4:6 con Jn. 14:17). Hablan de Dios como que envió "a su hijo unigénito" al mundo (cf 1 Jn. 4:9 con Jn. 3:16), y declaran que la "vida" se encuentra en él (cf 1 Jn. 5:11 con Jn. 1:4). Otras similitudes verbales entre las epístolas y el Evangelio se encuentran comparando 1 Jn. 2:1 con Jn. 14:16; 1 Jn. 2:3 con Jn. 14:15; 1 Jn. 2:11 con Jn. 12:35; 1 Jn. 2:17 con Jn. 8:35; 1 Jn. 2:23 con Jn. 15:23; 1 Jn. 2:27 con Jn. 14:26; 1 Jn. 3:22 con Jn. 8:29. Para notar los pares de ideas opuestas compare 1 Jn. 3:14 con Jn. 1:5; 1 Jn. 2:9, 10 con Jn. 12:25; 1 Jn. 2:8 con Jn. 5:24. Las pocas diferencias que existen entre el Evangelio y las cartas pueden ser fácilmente atribuidas a la disparidad de contenido y de grado de organización. Las semejanzas, por lejos, son mayores que las diferencias, un hecho que da un testimonio silencioso, pero impresionante en favor de la identidad del autor del Evangelio con el de las epístolas. Este se identifica como uno de los apóstoles que personalmente vio y oyó a Cristo durante su ministerio terrenal (1 Jn. 1:1; 2; 4:14; cf Jn. 1:14), y afectuosamente se dirige a sus conversos como a "hijitos" (1 Jn. 2:1, 12, 18, 28; 3:7, 18; 4:4; 5:21), lo que implica que tenía una edad avanzada cuando escribió. El Evangelio y las epístolas dan evidencia de haber sido escritas aproximadamente al mismo tiempo. Aunque algunos críticos del s XIX d.C. asignaban ambos documentos a la última parte del s II d.C., ahora casi todos concuerdan en que la evidencia de los manuscritos señalan en forma concluyente al fin del s I d.C. como la época en que escribió las epístolas. Véase Juan, Evangelio de.
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Sin Editar
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Sin Editar
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Anexo
Tres epístolas que pertenecen a las 7 epístolas "generales" o "universales". En vista de que no está dirigida a ninguna iglesia o persona específica, 1 Jn. es llamada "epístola general". Pero, siendo más precisos, 2 y 3 Jn. no son epístolas "generales", sino cartas privadas a miembros individuales de las iglesias en las que había servido como pastor. En los manuscritos griegos más antiguos existentes, los títulos de las 3 epístolas son sencillamente Ioánnou A ("De Juan 1"), Ioánnou B ("De Juan 2") y Ioánnou C ("De Juan 3").
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Bosquejo
I. Introducción, 1:1-4.
A. Declaración de haber tenido trato personal con Cristo, el Verbo de vida, 1: 1-3 p. p.
B. Propósito al escribir la epístola, 1:3 ú. p.-4.
1. Fomentar la comunión con los cristianos, con Dios y Cristo, 1:3 ú. p.
2. Producir plenitud de gozo, 1:4.
II. Los requisitos para tener comunión con Dios y el hombre, 1:5-10.
A. Caminar en la luz, 1:5-7.
B. Confesión de los pecados, 1:8-10.
III. Exhortación a una vida sin pecado, 2:1-28.
A. Cristo el abogado y propiciación por el pecado, 2:1-2.
B. Andar como él anduvo, 2:3-6.
C. El mandamiento nuevo, 2:7-11.
D. Exhortaciones personales a los hijos espirituales, 2:12-28.
1. Razones para escribir, 2:12-14.
2. No amar al mundo, 2:15-17.
3. Cuidarse de los anticristos y sus herejías, 2:18-26.
4. Permanecer en Cristo a fin de prepararse para su venida, 2:27-28.
IV. Los hijos de Dios en contraste con los hijos del diablo, 2:29 a 3:24.
A. La justicia de los hijos de Dios, 2:29 a 3:7.
B. El que practica el pecado es del diablo, 3:8-9.
C. El que no ama a su hermano es del diablo, 3:10-18.
D. Dios asegura la salvación a sus hijos, 3:19-24.
V. Verdad, amor y fe son esenciales para la comunión con Dios, 4:1 a 5:12.
A. El espíritu de verdad y el espíritu de error, 4:1-6.
B. El amor es de Dios, pues Dios es amor, 4:7-21.
C.La fe produce victoria y vida, 5:1-12.
VI. Conclusión, 5:13-21.
A. Repetición del propósito, 5:13.
B. Admonición a una vida libre de pecado, 5:14-17.
C. Exhortación final a conocer a Dios y a su Hijo, 5:18-21. 645
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