La cuestión de quién es el autor del libro del Exodo está estrechamente relacionada con la de todos los libros del Pentateuco, y del Génesis en particular, del cual es la continuación. El libro del Exodo es muy importante en el problema de identificar al autor del Pentateuco, dado que algunas de sus declaraciones designan a Moisés como el autor de partes específicas de él. Por ejemplo, Moisés debía registrar la batalla contra los amalecitas "en un libro" (cap. 17: 14). Esto, junto con Núm. 33: 2, demuestra que Moisés llevaba un diario. Es evidente por Exo. 24: 4 que él anotó los ritos contenidos en la parte comprendida entre Exo. 20: 21 a 23: 33, o sea en "el libro del pacto" (cap. 24: 7). De acuerdo con cap. 34: 27, él es el autor de la revelación registrada en vers. 11-26. De modo que la evidencia preservada en el mismo libro del Exodo señala específicamente a Moisés como el autor de las informaciones históricas y de otra índole que se encuentran en él. Con la excepción de Moisés, no se menciona a ningún individuo en el Pentateuco como que hubiera escrito alguna parte de él.
El uso de muchas palabras egipcias y la descripción exacta de la vida y las costumbres egipcias que aparecen en la primera parte del libro sugieren con mucho énfasis que el autor había sido educado en Egipto y estaba íntimamente relacionado con el país y su cultura. Ningún otro hebreo conocido después del tiempo de José estuvo capacitado para escribir el relato del éxodo. Sólo Moisés parece haber sido "enseñado ... en toda la sabiduría de los egipcios" (Hech. 7: 22). Sin embargo, la prueba más firme de que Moisés es el autor se encuentra en el Nuevo Testamento. En Mar. 12: 26, Cristo cita de Exo. 3: 6 y se refiere a su fuente como "el libro de Moisés" (ver CS 487). Estas tres consideraciones -el testimonio directo del libro mismo, la evidencia indirecta de que el autor fue educado en Egipto y el testimonio de Cristo- garantizan en su conjunto la exactitud de la tradición judía de que Moisés escribió el libro del Exodo.
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Titulo
Como ocurre con cada uno de los otros cuatro libros del Pentateuco, el libro del Exodo es llamado por los judíos de acuerdo con la primera frase del texto hebreo, We'eleh shemoth: "Y estos son los nombres". El nombre Exodo está compuesto de dos palabras griegas que significan "camino de salida" o "salida" (de los israelitas de Egipto), y fue tomado de la Vulgata por los que hicieron la traducción de ella a los idiomas modernos. A su vez Jerónimo lo tomó de la LXX. Por supuesto, este término se refiere al tema central del libro. Las palabras "El segundo libro de Moisés" no aparecen en el texto hebreo, sino que fueron añadidas posteriormente
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Marco Historico
El Génesis, primer libro de Moisés, presenta un breve bosquejo de la historia de los escogidos de Dios desde la creación del mundo hasta el fin de la era patriarcal, un período de muchos siglos. En cambio, en sus dos primeros capítulos, el Exodo, la continuación del Génesis, abarca sólo unos 80 años, y en el resto del libro sólo un año aproximadamente.
Aunque la ausencia de evidencias arqueológicas impide que dogmaticemos sobre diversos puntos de la historia de los israelitas en Egipto, parece haber evidencia suficiente para justificar la conclusión de que José y Jacob entraron en Egipto durante el tiempo de los hicsos. Esos gobernantes semíticos fueron amistosos con sus hermanos de raza, los hebreos, y bajo ellos José se elevó al honor y a la fama. Sin embargo, como invasores y gobernantes extranjeros, los hicsos eran aborrecidos por los egipcios autóctonos aunque los gobernaron con mano suave y trabajaron para el bien de sus súbditos.
Cuando los hicsos habían gobernado sobre Egipto durante unos 150 años (c. 1730-1580 AC), Sekenenre se sublevó. Era un príncipe egipcio de una jurisdicción del Alto Egipto y vasallo de los hicsos. La narración de esa rebelión aparece en un relato legendario de fecha posterior y no revela si tuvo buen éxito o fracasó la tentativa de restaurar la independencia de Egipto. Su momia muestra terribles heridas en la cabeza, quizá recibidas en el campo de batalla mientras luchaba contra los hicsos.
La verdadera lucha por la independencia comenzó con Kamosis, el hijo y sucesor de Sekenenre. El consiguió expulsar a los hicsos tanto del Alto como del Medio Egipto, y limitó el poder de ellos a la región oriental del delta del Nilo. Sin embargo, Kamosis no vivió para ver la expulsión final de los hicsos. Esta fue realizada por Amosis, su hermano menor, quien derrotó a los odiados enemigos y obligó a que se rindiera su ciudad capital, Avaris. Con la caída de Avaris, los hicsos perdieron su último baluarte en Egipto. Entonces se retiraron a Saruhen -en el sur de Palestina-, ciudad que, a su vez, fue conquistada por Amosis después de una campaña de tres años. La pérdida de Saruhen, y la consiguiente retirada de los hicsos hacia el norte, señaló el fin de su poder y su desaparición de la historia.
Habiendo derrotado a los hicsos, los gobernantes de Tebas se convirtieron en los indiscutibles monarcas de Egipto. Como reyes de la decimoctava dinastía, no sólo libraron a Egipto sino que también subyugaron a Nubia y a Palestina y formaron un imperio fuerte y rico. Resultó natural que esos nuevos reyes que no conocían "a José" (Exo. 1: vieran con desconfianza a esos extranjeros, los israelitas, que ocupaban la tierra de Gosén, en la parte oriental del delta. No podía esperarse que les tuvieran confianza los egipcios autóctonos, pues habían sido establecidos allí por los hicsos, estaban emparentados racialmente con ellos y habían sido favorecidos por ellos.
La cronología de los reyes de la decimoctava dinastía no ha sido fijada definidamente. Las fechas siguientes, aunque basadas sobre las mejores pruebas disponibles, tan sólo son aproximadamente correctas. Amosis fue seguido por Amenhotep I (1546-1525 AC), que emprendió campañas militares en el sur y en el oeste. Su hijo, Tutmosis I (1525-1508 AC), que llevó a cabo una campaña militar en Siria hasta el Eufrates, fue el primer rey en registrar el hecho de que empleó esclavos asiáticos en la construcción de sus templos. Es posible que se refiera a los hebreos. Fue seguido por su débil hijo, Tutmosis II (1508-1504 AC), después de cuya muerte, Hatshepsut, una hija de Tutmosis I, gobernó pacíficamente a Egipto durante 22 años (1504- 1482 AC). Es probable que ella fuera la que adoptó a Moisés como hijo, puesto que los primeros 40 años de la vida de él abarcaron los reinados de Tutmosis I, Tutmosis II y Hatshepsut. De acuerdo con la cronología bíblica adoptada para este comentario, Moisés huyó de Egipto unos pocos años antes de que reinara Tutmosis III como único rey.
En los comienzos del reinado de Hatshepsut, una revolución de los sacerdotes la había obligado a aceptar la corregencia de su sobrino, Tutmosis III. Más tarde, la súbita desaparición de ella puede haberse debido a un acto de violencia o a causas naturales. Como parece verosímil que Hatshepsut fue la princesa que adoptó a Moisés, esta revuelta puede haberse producido como consecuencia del rechazo de Moisés de formar parte de la casta sacerdotal (ver PP 250). Tan pronto como Tutmosis III quedó como único gobernante (1482-1450 AC), marchó hacia Palestina en una campaña militar y derrotó a una coalición de príncipes sirios y palestinos en Meguido. Su imperio asiático se mantuvo unido gracias a una demostración de fuerza por medio de campañas anuales. Al igual que su abuelo, declara que empleó esclavos asiáticos en su programa de edificación de templos.
Probablemente él fue el faraón de quien huyó Moisés. Después de Tutmosis III, ocupó el trono su hijo Amenhotep II (1450-1425 AC). El comenzó a gobernar sus posesiones extranjeras con un despliegue de terror sistemático que concuerda notablemente bien con el papel del faraón del éxodo. Por alguna razón, que no se menciona en los registros extrabíblicos, no fue el príncipe heredero sino otro hijo de Amenhotep II, Tutmosis IV (1425-1412 AC), quien lo sucedió en el trono. La desaparición del príncipe heredero puede haberse debido a la muerte de todos los primogénitos durante la décima plaga de Egipto.
Tal es el marco histórico de los dramáticos acontecimientos tan vívidamente descritos en el libro del Exodo. No existe ningún registro contemporáneo del éxodo que no sea bíblico, pues los egipcios nunca registraban los acontecimientos que les eran desfavorables.
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Tema
Como ocurre con cada uno de los otros cuatro libros del Pentateuco, el libro del Exodo es llamado por los judíos de acuerdo con la primera frase del texto hebreo, We'eleh shemoth: "Y estos son los nombres". El nombre Exodo está compuesto de dos palabras griegas que significan "camino de salida" o "salida" (de los israelitas de Egipto), y fue tomado de la Vulgata por los que hicieron la traducción de ella a los idiomas modernos. A su vez Jerónimo lo tomó de la LXX. Por supuesto, este término se refiere al tema central del libro. Las palabras "El segundo libro de Moisés" no aparecen en el texto hebreo, sino que fueron añadidas posteriormente
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Ruta
La ruta exacta que tomaron los israelitas hasta que llegaron al Mar Rojo es difícil de determinar, porque sólo se pueden identificar con certeza razonable 2 de los 6 lugares mencionados por nombre. El punto de salida fue Ramesés* (Ex. 12:37), en la porción noreste del delta (el Mapa V, B/C 3/4 da 2 alternativas). Desde allí fueron a Sucot,* quizás el 1er, lugar de encuentro, ya que estaba en la tierra de Gosén, el hogar de los israelitas durante los 200 años anteriores. Sucot ha sido aceptablemente identificado con Tell el-Mashkûtah, el Theku de los textos egipcios. Está en la parte oriental del Wâd§ Tumilât, la "tierra de Gosén".
La ruta más corta y natural a Canaán habría sido el camino del desierto costero vía Rafia a Gaza, llamado en Ex. 13:17 "el camino de la tierra de los filisteos". No se les permitió usar esa ruta por que la gente no estaba lista espiritualmente para abrirse paso a mano armada a través de una región fuertemente fortificada.
En cambio, fueron conducidos en dirección sudeste, por "el camino del desierto del Mar Rojo" (v 18). Etam,* "a la entrada del desierto" (v 20), fue el 1er lugar donde acamparon después de salir de Sucot. En Etam cambiaron 428 de dirección, y su siguiente detención fue frente a Pi-hahirot* (14:2), que tampoco ha sido identificado, como asimismo los 2 siguiente lugares mencionados: Migdol* (probablemente una de las fortalezas de sistema defensivo oriental) y Baal-zefón* (vs 2, 9).
Los israelitas alcanzaron el mar cerca de Pi-hahirot. La identificación de este mar ha sido debatido con frecuencia. El término hebreo significa literalmente "mar de juncos" (yam Sûf, Ex. 13:18). Como en el Mar Rojo no hay juncos, algunos han sugerido que se trata de uno de los lagos orientales: el Timsa o uno de los Lagos Amargos. Sin embargo, en 1 R. 9:26 yam-Sûf se identifica con el brazo oriental del Mar Rojo, el Golfo de Aqaba, y parecería lógico aplicar yam-sûf al Mar Rojo en los de más textos. Sin embargo, sea cual fuere la identificación aceptada, se desconoce el punto exacto del cruce. Un lugar probable está en la parte norte del Golfo de Suez, al sur de la ciudad de Suez, pero al norte de los montes del desierto egipcio que llegan hasta la costa un poco al sur de la ciudad, lo que haría posible el cruce. Si el cruce ocurrió aquí, entonces se puede comprender fácilmente el temor de los israelitas por la cercanía de los ejércitos del faraón, pues el camino al sur estaba bloqueado por las montañas y el mar formaba una barrera impasable hacia el este; el milagro de la división de las aguas los salvó de una situación que parecía desesperada. El lugar del cruce no está señalado en el Mapa V, que muestra las rutas de acuerdo con varias otras teorías. La ruta basada en que el "mar" sea el Mar Rojo es la línea roja. Sin embargo, sugiere que el cruce ocurrió al norte en vez de al sur de la ciudad de Suez. Cuando los israelitas dejaron el Mar Rojo, comenzaron el largo viaje por el desierto que terminó 40 años más tarde. Véase Peregrinación por el desierto.
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Historicidad
Los registros egipcios no mencionan ni la estadía de los israelitas en Egipto ni su salida. Esta total falta de evidencia fue usada algunas veces como un argumento en contra de la historicidad del éxodo.
Sin embargo, la liberación de la esclavitud se menciona tantas veces en los registros poéticos e históricos de los judíos, que los eruditos aceptan que el éxodo se debe considerar un acontecimiento histórico.
No obstante, sus opiniones difieren con respecto al tiempo del éxodo, como también si toda la nación se vio involucrada en este gran evento o sólo fueron algunas de las tribus de Israel. Muchos eruditos modernos lo ubican en el s XIII a.C., al creer que la mención de las ciudad de Ramesés (Ex. 1:11; 12:37; Nm. 33:3, 5) y la "tierra de Ramesés" (Gn. 47:11) indican que el éxodo no pudo haber ocurrido antes del reinado de Ramsés II (c 1304-c 1238 a.C.); otros opinan que fue en el período de los hicsos (c 1730-c 1590 a.C.). Hay quienes sugieren 2 migraciones: 1) La dirigida por Josué en el s XV a.C. -tal vez relacionada con la invasión de Canaán por los habiru, mencionada en las Cartas de Amarna*-, y 2) la dirigida por Moisés en el s XIII a.C.; también existen los que lo ubican en el s XV a.C. Cada una de estas teorías con respecto al tiempo del éxodo encuentra ciertas dificultades arqueológicas. Pero el éxodo en el s XV a.C. concuerda más plenamente con los datos bíblicos que cualquier otra teoría, porque armoniza con el esquema de cronología basado en el 4º año de Salomón como el año 480º desde el éxodo
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Ambientacion
1 R. 6:1 ubica el comienzo de la edificación del templo de Salomón en Jerusalén en el año 480º después del éxodo, el 4º año de su reinado. Esta fecha está establecida con una certeza razonable (las autoridades difieren en sólo unos pocos años). De acuerdo con el sistema cronológico de los reinados hebreos que sigue más estrechamente los datos bíblicos para el período, el 4º año de Salomón fue el 967/66 a.C. Por consiguiente, se comenzó la construcción del templo en la primavera (hemisferio norte) del 966. Esto nos lleva hasta c 1445 a.C. como la fecha del éxodo, período en que Egipto estaba gobernado por los poderosos reyes de la dinastía 18ª.
José probablemente había servido a uno de los reyes hicsos, semíticos, de la dinastía 15ª. Se puede comprender mejor su alto cargo, siendo extranjero, si los hicsos, que también eran extranjeros, estaban en el poder. La conversión de la tierra, que era propiedad privada hasta entonces, en propiedad de la corona, descripta en Gn. 47:13-26, probablemente hizo que José fuera sumamente impopular, especialmente después que pasó la emergencia, ya que todos los egipcios se encontraron en situación de servidumbre de un rey extranjero. Finalmente, Sekenen-Re, un príncipe local de Tebas, asumió la tarea de luchar contra los hicsos. Sus hijos, primero Kamosis y luego Amosis, siguieron la lucha, hasta que después de una larga guerra, los hicsos fueron expulsados del suelo egipcio. Amosis fundó una nueva dinastía, sumamente nacionalista y muy poderosa, tanto en su país como fuera de él. Sus reyes construyeron un imperio que en su momento llegó desde Nabia del sur, en el África, hasta el río Eufrates, en el Asia. De acuerdo con la cronología egipcia adoptada en este Diccionario, fue uno de los primeros reyes de la nueva dinastía quien, después de expulsar a los hicsos, tomo medidas para reducir a los israelitas semíticos, a la servidumbre, y para frenar el rápido crecimiento de su población ideando medios para matar a los recién nacidos. Sería esta nueva dinastía (la 18ª) la que se nombra como el "rey... quien no conocía a José" (Ex. 1:8; para las dinastías 16ª y 17ª
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Relato Biblico
La salida de Egipto está narrada básicamente en el libro de Éxodo, cps 1-14; los acontecimientos anteriores están relatados en los últimos capítulos de Génesis. La familia de Jacob había emigrado a Egipto durante una severa hambruna mientras José era el administrador de los alimentos en Egipto. Algún tiempo después de la muerte de José, "se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José" (Ex. 1:8). Temiendo que los israelitas -que crecían en número rápidamente- se unieran a posibles enemigos, el faraón los esclavizó en un intento por debilitarlos. Durante ese tiempo nació Moisés, el futuro líder de Israel. Escondido en una barquilla de juncos que pusieron en el Nilo, el niño Moisés fue encontrado por una princesa que lo adoptó y lo llevó a la corte real. A la edad de 40 años huyó de Egipto al desierto de Sinaí, temiendo el castigo por haber matado a un egipcio que maltrataba a un hebreo. Allí fue pastor de ovejas. Cuarenta años más tarde Dios le encargó que volviera a Egipto para liberar a su pueblo de su humillación. Después de alguna vacilación, Moisés aceptó el llamamiento divino y llegó a ser el dirigente más grande que tuvo Israel.
Al llegar a Egipto, Moisés pidió al faraón que dejara salir a los israelitas. Su pedido sólo fue objeto de rechazo y de burlas, como ocurrió con pedidos posteriores. Como resultado, 10 plagas sobrevinieron sobre el país, algunas de las cuales fueron verdaderas catástrofes. Sólo después de haber sufrido enormes pérdidas de cosechas y animales domésticos, y de haber perdido a sus hijos primogénitos, el faraón cedió y permitió que los israelitas salieran de Egipto. El éxodo ocurrió el día 15 del mes de Abib,* la mañana después de la cena de Pascua,* ceremonia que por orden divina se inició entonces para que Israel la celebrara cada año como recordativo de su liberación de la esclavitud.
Salieron de Gosén, la región que habitaban, en dirección al sur hasta que llegaron a la costa noroccidental del Mar Rojo. Dios no los guió por la ruta más corta a Canaán, porque no estaban preparados para afrontar la oposición de las naciones que encontrarían en ella. Faraón, que se había recuperado de la conmoción inicial por la pérdida de su heredero, se lamentó de haberlos dejado salir y salió a perseguirlos, con la esperanza de regresarlos a Egipto. Frente al Mar Rojo, Dios dividió las aguas para que su pueblo pasara a la orilla oriental. Los egipcios, que lo siguieron detrás, fueron tragados por las aguas al cerrar éstas el camino que el Señor abrió para su pueblo. El cruce del Mar Rojo señaló el éxito de la salida de Egipto y el comienzo de la peregrinación por el desierto. El término "éxodo" se usa aquí en un sentido restringido, aunque se reconoce el hecho de que a veces incluye todo el período de 40 años de peregrinación
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Sin Editar
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Bosquejo
I. El éxodo de Egipto, 1: 1 a 19: 2.
A. La permanencia en Egipto, 1: 1-22.
1. Nombres de los hijos de Jacob, 1: 1-6.
2. Crecimiento y opresión de los hijos de Israel en Egipto, 1: 7-22.
B. La preparación de Moisés para el liderazgo, 2: 1 a 4: 31.
1. Nacimiento, preservación y juventud de Moisés, 2: 1-10.
2. Asesinato, huida, y estada en Madián, 2: 11-22. 506
3. Muerte de Faraón, tiempo oportuno para el éxodo, 2: 23-25.
4. El llamamiento de Moisés, 3: 1 a 4: 17.
5. Moisés vuelve a Egipto, 4: 18-31.
C. Las diez plagas y el éxodo, 5: 1 a 13: 16.
1. Moisés y Aarón aparecen por primera vez delante de Faraón, 5: 1-18.
2. Renovación de la promesa de Dios de libertar a Israel, 5: 19 a 6: 12.
3. Genealogías de Rubén, Simeón y Leví, 6: 13-26.
4. Moisés y Aarón comparecen por segunda vez ante Faraón, 6: 27 a 7: 13.
5. La primera plaga: el agua transformada en sangre, 7: 14-25.
6. La segunda plaga: ranas, 8: 1-15.
7. La tercera plaga: piojos, 8: 16-19.
8. La cuarta plaga: moscas, 8: 20-32.
9. La quinta plaga: enfermedad en el ganado, 9: 1-7.
10. La sexta plaga: úlceras, 9: 8-12.
11. La séptima plaga: granizo, 9: 13-35.
12. La octava plaga: langostas, 10: 1-20.
13. La novena plaga: tinieblas, 10: 21-29.
14. El anuncio de la décima plaga y la institución de la pascua, 11: 1 a 12: 28.
15. La décima plaga: todos los primogénitos son muertos, 12: 29, 30.
16. El éxodo, 12: 31-42.
17. Instrucciones referentes a la pascua y a los primogénitos, 12: 43 a 13: 16
D. Desde Egipto hasta el Sinaí, 13: 17 a 19: 2.
1. Cruce del mar Rojo, 13: 17 a 14: 31.
2. El cántico de Moisés, 15: 1-21.
3. Mara y Elim, 15: 22-27.
4. Codornices y maná en el desierto de Sin, 16: 1-36.
5. Masah y Meriba, 17: 1-7.
6. La victoria sobre Amalec, en Refidim, 17: 8-16.
7. La visita de Jetro, 18: 1-27.
8. Llegada al Sinaí, 19: 1, 2.
II. Israel en el Sinaí, 19: 3 a 40: 38.
A. La promulgación del Decálogo, 19: 3 a 20: 21.
1. La manifestación divina, 19: 3-25.
2. El Decálogo, 20: 1-17.
3. Israel se llena de terror, 20: 18-21.
B. El libro del pacto, 20: 22 a 23: 33.
1. Leyes concernientes al altar, 20: 22-26.
2. Derechos de los esclavos hebreos, 21: 1-11.
3. Leyes concernientes a la v0ida y la propiedad, 21: 12 a 22: 17. 507
4. Leyes concernientes a diversos pecados, 22: 18-20.
5. Leyes concernientes a la ayuda al necesitado, 22: 21-27.
6. Leyes misceláneas, 22: 28 a 23: 33.
C. Ratificación del pacto, 24: 1-18.
D. Instrucciones respecto al tabernáculo y sus muebles, 25:1 a 31: 17.
1. La ofrenda para el tabernáculo, 25: 1-9.
2. El arca, 25: 10-22.
3. La mesa del pan de la proposición, 25: 23-30.
4. El candelero, 25: 31-40.
5. Las cortinas y tablas, 26: 1-37.
6. El altar del holocausto, 27: 1-8.
7. El atrio, 27: 9-19.
8. Aceite para las lámparas, 27: 20, 21.
9. Las vestiduras sagradas, 28: 1-43.
10. Reglamentos concernientes a la investidura de los sacerdotes, 29: 1-37.
11. Los sacrificios diarios de la mañana y de la tarde, 29: 38-46.
12. El altar del incienso, 30: 1-10.
13. Leyes concernientes al rescate de personas, 30: 11-16.
14. La fuente, 30: 17-21.
15. El aceite de la unción, 30: 22-33.
16. El incienso santo, 30: 34-38.
17. Llamamiento de Bezaleel y de Aholiab, 31: 1-11.
18. Exhortación a guardar el sábado, 31: 12-17.
E. Se le dan a Moisés las dos tablas de piedra, 31: 18.
F. La apostasía y la renovación del pacto, 32: 1 a 34: 35.
1. El becerro de oro, 32: 1 a 33: 11.
2. La súplica de Moisés y su éxito, 33: 12-23.
3. Las nuevas tablas de piedra, 34: 1-35.
G. La construcción del tabernáculo y de sus muebles, 35: 1 a 40: 38.
1. Nueva exhortación a guardar el sábado, 35: 1-3.
2. Ofrendas para el tabernáculo, 35: 4-29.
3. Son designados Bezaleel y Aholiab, 35: 30 a 36: 7.
4. Las cortinas y las cubiertas, 36: 8-38.
5. El arca, 37: 1-9.
6. La mesa del pan de la proposición, 37: 10-16.
7. El candelero, 37: 17-24.
8. El altar del incienso, 37: 25-28.
9. El aceite de la unción y el incienso, 37: 29.
10. El altar del holocausto, 38: 1-7.
11. La fuente, 38: 8.
12. El atrio, 38: 9-20.
13. Las cuentas de las ofrendas del pueblo, 38: 21-31.
14. Las vestiduras santas, 39: 1-31
15. Moisés inspecciona el trabajo y erige el tabernáculo, 39: 32 a 40: 38.
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