Biblia Adventista - Biblia de Estudio
  V19
 
Seminario Biblico Adventista
"Vientos de Doctrina"
blackmanteacherreadinghac61.gif predicador1 image by bibliadeestudioadventista
Autores:
Dr. Colin Standish y Dr. Russell Standish

 

Capítulo 19: La Crucifixión en el Día Jueves

 Para muchos Adventistas del Séptimo Día el concepto de una crucifixión en el día jueves y con la resurrección de Cristo en el día Sábado es bien atrayente, porque destruye la base de la santidad del Sábado – que Cristo se levantó de la tumba en un domingo. Esto pasa por alto la poderosa lección a ser extraída del descanso de Cristo durante el Sábado en la tumba de José, durante todas las horas sagradas del Sábado.

 Dios no quebró Sus propios mandamientos por la santidad del Sábado instruyendo a Sus ángeles para que sacasen la piedra que sellaba la tumba durante esas horas sagradas, ni para que incapacitasen a los soldados que guardaban la tumba durante ese tiempo sagrado. Si Él lo hubiese hecho así, eso le habría provisto a los seres humanos una excusa para seguir su propia conveniencia. Seguramente algunos dirían que es lícito hacer el bien durante el Sábado, y que la resurrección de Cristo es calificada como “buena”. Pero Dios dejó un ejemplo al negarse a conceder este acto durante las horas del Sábado.

 Las bases mostradas en defensa de la teoría de la crucifixión en el día jueves están apoyadas en un único texto:

 “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. Mat. 12:40.

 Como este pasaje de las Escrituras no dice nada en relación a la muerte de Cristo o a su resurrección, su uso es impropio.
 
Se argumenta que la crucifixión del día viernes solamente mantiene a Cristo en la tumba durante dos noches, lo cual invalidaría las palabras de Cristo. Pero nuevamente destacaremos que este pasaje de las Escrituras no menciona la muerte de Cristo o su resurrección. Simplemente declara que Él estuvo en el corazón de la tierra.
 
Los Adventistas del Séptimo Día que apoyan la crucifixión del jueves implícitamente niegan la verdad inspirada del Espíritu de Profecía, ya que la sierva del Señor ha declarado claramente que,

 “El sexto día de la semana habían visto morir a su Maestro”. DTG:736.

 “La Pascua iba seguida de los siete días de panes ázimos. El segundo día de la fiesta, se presentaba una gavilla de cebada delante del Señor como primicias de la mies del año. Todas las ceremonias de la fiesta eran figuras de la obra de Cristo. La liberación de Israel del yugo egipcio era una lección objetiva de la redención, que la Pascua estaba destinada a rememorar. El cordero inmolado, el pan sin levadura, la gavilla de las primicias, representaban al Salvador”. DTG:57. 

 Algunos incluso llegan a decir que el Deseado de Todas las Gentes es un libro corrompido por los hombres (un error lleva al otro para poder sostener un engaño de Satanás).
 Pero las Escrituras demuestran claramente que Cristo no podría haber muerto un jue-ves. Cleofas y su amigo, cuando iban caminando hacia Emaús el día domingo después de la crucifixión, trataron de explicarle al irreconocible Jesús lo que había ocurrido en el día de Su muerte. Aquí está el relato de Lucas:

 “El primer día de la semana... y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús... Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido”. Luc. 24:1,13,21. Énfasis suplido.
  
Ninguna ingenuidad en los cálculos podrá hacer con que el domingo venga a ser el tercer día contando desde el jueves. El domingo es el tercer día después del viernes. Aun más importante, el tipo de la ceremonia no habría sido seguido si Cristo hubiese muerto el jueves y hubiese resucitado el Sábado. Construyamos un calendario para las tres fiestas:

 “Y a los quince días de este mes es la fiesta solemne de los panes sin levadura a Je-hová; siete días comerás panes sin levadura. El primer día tendréis santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis... Habla a los hijos de Israel y diles: cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, y seguéis su mies, traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los primeros frutos de vuestra siega. Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos; el día siguiente del día de reposo la mecerá”. Lev. 23:6-7,10-11.

 La Pascua tenía que cumplirse el día catorce del primer mes; el día siguiente era el primer día de la Fiesta de los panes Ázimos, y por lo tanto era un Sábado ceremonial; y el día siguiente era el día de la Fiesta de las Primicias. Ya que estas fiestas caían en la misma fecha cada año, no tenían necesariamente que caer exactamente en un Sábado semanal (vuestro cumpleaños no siempre cae un día lunes); pero en el año de la crucifixión la fiesta de los Panes Ázimos coincidió con el Sábado semanal, haciendo con que este fuese un Gran Sábado. Fue a causa de esto que las víctimas tuvieron que ser sacadas de sus cruces antes que llegase el Sábado. Y la coincidencia nos permite calcular el año preciso de la crucifixión: el 31 d.C.

 Así vemos que en tres días consecutivos los Judíos celebraron la pascua, el Sábado de las Fiesta de los Panes Ázimos y la Fiesta de las Primicias. Hubieron solamente dos noches envueltas en estas tres fiestas. La Pascua era un tipo de la muerte de Cristo, el Sábado era un tipo de Su descanso en la tumba de José y la Fiesta de las Primicias era un tipo de la resurrección.

 “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicia de los que durmieron es hecho”. 1 Cor. 15:20.

 Así en el antitipo, los tipos fueron seguidos con precisión, la crucifixión el viernes, el Sábado el descanso y el domingo la resurrección. Una crucifixión en jueves no habría cumplido con los tipos.

 La clara evidencia de las Escrituras y el testimonio del Espíritu de Profecía proveen una absoluta evidencia del hecho de que Cristo murió un viernes. No necesitamos alterar las Escrituras para confirmar la verdad del Sábado. Todos haríamos muy bien en estudiar la completamente la inspiración antes de aceptar precipitadamente una “nueva luz” presentada por oradores de mucha labia. Ignorar este principio es asegurar de que estamos abiertos a aceptar cualquier viento de doctrina.
 
Cada texto relacionado con el periodo que Cristo pasó en la tumba menciona tres días, pero no tres noches. Tenemos el testimonio del propio Cristo: 

 “Desde comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día”. Mat. 16:21.

 “Y le matarán; mas al tercer día resucitará. Y ellos se entristecieron en gran manera”. Mat. 17:23.

 “Y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen; mas al tercer día resucitará”. Mat. 20:19.

 “Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días”. Mar. 8:31.

 “Porque enseñaba a Sus discípulos y les decía: el Hijo del hombre será entregado en manos de hombres y le matarán; pero después de muerto, resucitará al tercer día”. Mar. 9:31.

 “Y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día re-sucitará”. Mar. 10:34.
 “Y diciendo: es necesario que el Hijo del hombre padezca muchas cosas, y sea des-echado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día”. Luc. 9:22.

 “Y después que le hayan azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará”. Luc. 18:33.

 También tenemos el testimonio de los sacerdotes y de los fariseos, que crucificaron a Cristo.

 “Diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: resucitó de entre los muertos. Y será el postrer error peor que el primero”. Mat. 27:63-64.

 Y tenemos aun el testimonio de los santos ángeles.

 “Diciendo: es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día”. Luc. 24:7.

 Aun más, poseemos el testimonio de Cleofas y su amigo.

 “Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido”. Luc. 24:21.

 Y tenemos el testimonio de nuestro Señor resucitado.

 “Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día”. Luc. 24:46.

 Finalmente, poseemos el testimonio del apóstol Pablo.
 “Y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”. 1 Cor. 15:4.

 Las Escrituras demuestran claramente que el término Judío, “el tercer día” incluye porciones de días y solamente dos noches: cuando Pablo fue transportado como prisionero a Roma y el barco a velas se encontró con una tormenta, la Biblia dice lo que sucedió en cada día de la tormenta.

 “Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euro-clidón. Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento, nos abandona-mos a él y nos dejamos llevar. Y habiendo corrido a sotavento de una pequeña isla llama-da Clauda, con dificultad pudimos recoger el esquife. Y una vez subido a bordo, usaron de refuerzos para ceñir la nave; y teniendo temor de dar en la Sirte, arriaron las velas y quedaron a la deriva. Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente día empezaron a alijar, y al tercer día con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave”. Hechos 27:14-19 (énfasis suplido).

 Aquí aprendemos que el día en que la tempestad Euroclidón comenzó, se le conoce como siendo el primer día. El día siguiente (el segundo día) ellos alijaron (o descargaron) el barco y en el tercer día arrojaron los aparejos de la nave. En este periodo fueron incluidas tan solamente dos noches.
 
¿Necesitamos aun de más evidencias? El testimonio del jefe de los sacerdotes y fariseos es significativo. Se observará que ellos igualaron tres días con el término tercer día, indicando así su entendimiento de ese término. Además, como hemos mostrado, ninguno de estos pasajes que se refieren específicamente a la muerte y a la resurrección de Cristo, menciona que Cristo estuviese en la tumba tres noches. ¡Ninguno! ¡Ninguno en trece refe-rencias! Ni Cristo, ni antes ni después de Su resurrección, ni el jefe de los sacerdotes ni los fariseos, ni Cleofas y su amigo, ni los santos ángeles, ni Pablo afirmó que Cristo hubiese estado tres noches en la tumba. Y aun cuando nunca sea declarado por las Escrituras y que sea, al contrario, específicamente contradicho, algunos Adventistas del Séptimo Día nos lo ofrecen como si fuese una verdad presente. 
 
Algunos, persistiendo en su error, dicen, sin un mínimo apoyo de las Escrituras, que el término “tercer día” quiere decir exactamente 72 horas. En realidad, la evidencia expone totalmente lo contrario. Si, como se ha dicho erróneamente, Cristo salió de la tumba antes de la puesta del sol del Sábado y que eso estuviese concluyendo el tercer día de las su-puestas 72 horas, ¿cómo podría entonces Cleofas decir el domingo en la mañana de que era aun “el tercer día” desde que Cristo había sido crucificado? ¿Será que Cleofas equi-paró el término “tercer día” con un periodo aproximado de 96 horas? Ciertamente él no hizo eso.
 
Este periodo consistió en tres días y dos noches; la noche entre el primero y el segundo día y la noche entre el segundo y el tercer día. Aquí encontramos claramente el uso por parte de los Judíos del término “el tercer día”. Ciertamente ellos no se estaban refiriendo a un periodo exacto de 72 horas.
 
Un buen estudio anónimo ha destacado muy perceptivamente que Mat. 12:40, el úni-co texto en las Escrituras que menciona tres noches, se refieren a Cristo estando en “el co-razón de la tierra”, un término no usado en ninguna otra parte de las Escrituras para referirse a la sepultura. En realidad, Cristo fue enterrado en una sepulturas, no en el corazón de la tierra. Igualar corazón de la tierra con el término sepultura, es colocar una interpretación humana sobre el significado.
 
El término “corazón” en diversos pasajes de las Escrituras, significa medio, tal como se usa en una localización geográfica.

 “El rastro del águila en el aire; el rastro de la culebra sobre la peña; el rastro de la nave en medio  (margen: “corazón”) del mar; y el rastro del hombre en la doncella”. Prov. 30:19.

 (Obviamente que el barco estaba en el medio de la superficie del agua). Otros textos que también poseen una explicación al margen incluye:

 “Y os acercasteis y os pusisteis al pie del monte; y el monte ardía en fuego hasta en medio (margen: “corazón”) de los cielos con tinieblas, nube y oscuridad”. Deut. 4:11.

 “Y respondió Joab: no malgastaré mi tiempo contigo. Y tomando tres dardos en su mano, los clavó en el corazón de Absalón, quien estaba aun vivo en medio (margen: “co-razón”) de la encina”. 2 Sam. 18:14.

 “En el medio (margen: “corazón”) de los mares están tus confines; los que te edificaron completaron tu belleza”. Eze. 27:4. (la Reina Valera coloca directamente la palabra “corazón”).

 “Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así ha dicho Jehová el Señor: por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste: yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio (margen: “corazón”) de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios”. Eze. 28:2.

 “Me echaste a lo profundo, en medio (margen: “corazón”) de los mares, y me rodeó la corriente; todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí”. Jonás 2:3.

 Cuando Dios trajo salvación sobre Jerusalén, Él declaró:

 “Pero Dios es mi rey desde tiempo antiguo; el que obra salvación en medio de la tie-rra”. Salmo 74:12.

 La declaración hecha en Mat. 12:40 enfatiza el hecho de que Jonás estaba vivo en el vientre del pez, no muerto. El cumplimiento de Cristo de este tipo nunca podría haber ocu-rrido en Su muerte. Este hecho es crucial para nuestro entendimiento de este texto.
 Mientras la Pascua ocurrió el día catorce del primer mes, el cordero pascual fue separado del rebaño en el día diez:

 “Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: en el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia”. Exo. 12:3.

 Cristo cumplió este tipo, no en la tumba, desde luego, sino que en los tres días y tres noches en que Él mismo se separó de los líderes Judíos y de las multitudes. El lunes (el décimo día del primer mes) antes de la crucifixión, Cristo declaró:

 “Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: bendito el que viene en el nombre del Señor”. Mat. 23:39.

 Hablando de la misma ocasión, Juan dijo:

 “Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos”. Juan 12:36.

 Durante los próximos tres días y tres noches Cristo se confinó a Sí mismo para enseñarle en forma privada a Sus discípulos. Tres noches, Lunes, Martes y Miércoles, se retiró Cristo de las multitudes. Tres días, Martes, Miércoles y Jueves estuvo oculto de ellas. Así fue cumplida la profecía de Mat. 12:40. El Jueves en la noche Él reapareció a la gente común en el Getsemaní y fue arrestado.
 
Así Él se escondió vivo en el corazón de la tierra (Jerusalén). Para los Judíos, Jerusalén era el corazón de la tierra, tal como ya lo hemos visto. En estos tres días y tres noches, Él cumplió Su propia profecía, de la cual Jonás era un tipo. De tal manera que no existe absolutamente ningún conflicto entre Mat. 12:40 y el resto de los testimonios de las Escrituras, ya que este texto de ninguna manera se refiere a un Cristo muerto en la tumba, sino que a un Cristo vivo separado del pueblo Judío. Nosotros no somos inexorables en relación a esta explicación sugerida sino que la ofrecemos como una posible solución.
 
Una vez más, recomendamos a nuestro pueblo a no ir más allá del claro testimonio de las Escrituras o del Espíritu de Profecía. 



 
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