Biblia Adventista - Biblia de Estudio
  V11
 
Seminario Biblico Adventista
"Vientos de Doctrina"
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Autores:
Dr. Colin Standish y Dr. Russell Standish

 

Capítulo 11: El Espíritu Santo Como Representante Terrenal de Cristo

 Muy temprano en la Iglesia Cristiana hubo confusión en relación a la identidad, misión y ministerio del Espíritu Santo. A través de Su encarnación, Jesús se identificó a Sí mismo con la raza humana. Al prepararse para dejar el mundo, Cristo enfatizó el ministerio del Espíritu Santo, el cual es Omnipresente y puede ministrar a Su favor para toda la raza humana. Mientras que el Espíritu Santo es mencionado frecuentemente en el Antiguo Tes-tamento, sin embargo, es evidente que el pueblo judío no tenía un claro entendimiento del ministerio del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es mencionado muy temprano en los acontecimientos del Génesis.

 “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abis-mo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. Gen. 1:2.

 No es sorprendente que el pueblo de Dios haya tenido una gran fascinación, y no siempre un claro entendimiento, del Espíritu Santo y de Su ministerio, ya que el Espíritu Santo nunca es representado como teniendo una forma humana que posea alguna forma. Está más allá de la imaginación del hombre el entender un Ser de esa naturaleza. Generalmente hablando, después del milenio el concepto del Espíritu Santo se ha dividido en dos ramas: (1) Aquellos que creen en la persona del Espíritu Santo en oposición a aquellos que creen que el Espíritu Santo es un agente del poder enviado por Dios para proveer fuerza y guía para Su pueblo; (2) También existe una aguda división en relación a que si el Espíritu Santo es enviado de Dios el padre o si es enviado por Cristo. pero las Escrituras no nos dejan en tinieblas en este asunto. En el bautismo de Jesús el Espíritu Santo fue llamado el Espíritu de Dios.

 “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fue-ron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre Él”. Mat. 3:16.

 Jesús llamó al Espíritu Santo, el Espíritu de vuestro Padre.

 “Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros”. Mat. 10:20.

 Pero las palabras de Jesús registradas en el evangelio de Juan aclaran este asunto. Es en la partida de Jesús que el Padre envía el Espíritu Santo.

 “Y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros paras siempre”. Juan 14:16.

 Jesús aun indica de que Él va a enviar el Consolador del Padre.

 “Pero cuando venga el Consolador, a quien Yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, Él dará testimonio acerca de Mí”. Juan 15:26.

 No tiene que haber ninguna confusión, ya que las Escrituras testifican a respecto del Espíritu Santo viniendo al hombre desde el Padre, pero una vez que Cristo partió de esta tierra.
 En relación al concepto de los pioneros sobre la personalidad del Espíritu Santo, la siguiente declaración de Uriah Smith y Willie White revela su falta de entendimiento en rela-ción a lo que constituye una persona. Uriah Smith declaró en 1890 en relación al Espíritu Santo:

 “La Biblia usa expresiones que no pueden ser armonizadas con la idea de que sea una persona igual al Padre y al Hijo. Ella más bien muestra que es una influencia divina de ambos... Normalmente se habla de tal manera que se lo muestra como si no fuese una persona... A menudo se dice que ha sido “derramado” y “derramado en todas direcciones”. Uriah Smith, en Review and Herald, 28 de Octubre de 1890.

 En una carta escrita en respuesta a una pregunta en relación a lo que Ellen White creía acerca de la personalidad del Espíritu Santo, el hermano W. C. White, hijo de la profetisa, escribió en una carta a H. W. Carr:
30 de Abril de 1935

Querido hermano Carr:

 Tengo en mis manos su carta del 24 de Enero. Por algunos meses He estado tan ocu-pado en mi trabajo relacionado con los manuscritos que estábamos preparando para la impresión, que mi correspondencia tuvo que esperar.

 En su carta usted me pregunta en relación a lo que yo entiendo a respecto de la posición de mi madre acerca de la personalidad del Espíritu Santo.

 Yo no puedo hacer esto, porque entendí claramente sus enseñanzas en relación a esta materia. Siempre hubo en mi mente alguna perplejidad en relación al significado de sus declaraciones, las cuales, para mi forma superficial de pensar, parecen ser un poco confusas. A menudo he lamentado el no haber poseído aquella agudeza mental que pudiera haber resuelto esto y otras perplejidades, y entonces acordarme de lo que la hermana White escribió en Hechos de los Apóstoles, en las páginas 51 y 52, “en relación a tales misterios, los cuales son demasiado profundos para el entendimiento humano, el silencio es oro”. Yo he decidido no entrar en discusiones y me he esforzado para dirigir mi mente a materias fáciles de ser comprendidas.

 A medida que leo la Biblia, encuentro que el resurgido Salvador sopló sobre los discípulos (Juan 20:22) y les dijo, “recibid el Espíritu Santo”. El concepto que se recibe de estas Escrituras, parece estar en armonía con la declaración del DTG, en la página 669, y tam-bién con Gen. 1:2, Luc. 1:4, Hechos 2:4, 8:15 y 10:44. Pueden ser encontrados muchos otros textos que parecen estar en armonía con la declaración del DTG.

 Las declaraciones y los argumentos de algunos de nuestros ministros en sus esfuerzos para probar que el Espíritu Santo era un individuo, tal como lo son Dios el Padre y Cristo, el Hijo eterno, me ha dejado perplejo y algunas veces me han dejado triste.
 Mis perplejidades han sido un poco disminuidas cuando he aprendido del diccionario que uno de los significados de la persona, era Características. Se ha declarado de tal ma-nera, que he concluido que deben existir personas sin forma humana, las cuales son poseídas por el Padre y por el Hijo.

 Existen muchas Escrituras que hablan del Padre y del Hijo y la ausencia en las Escrituras de referencias similares con la obra unida del Padre y del Espíritu Santo o de Cristo y del Espíritu Santo, me han llevado a creer que el espíritu sin individualidad era el representante del Padre y del Hijo a través de todo el universo, y fue a través del Espíritu Santo que ellos habitan en nuestros corazones y nos hacen uno con el Padre y con el Hijo... (el resto de la carta responde a otros asuntos).

 Le saluda atentamente, su hermano W. C. White.
 Austin P. Cooke, Persona Divina o Poder Divino, Ancla, Septiembre de 1997, pág. 7-8.

 El asunto del Espíritu Santo, sin embargo, era muy claro para la hermana White. Mientras vivía cerca del Colegio Avondale, donde la hermana White escribió la mayor parte del Deseado de Todas las Gentes, ella contempló el Espíritu Santo caminando en los terrenos del Colegio.

 “Necesitamos comprender que el Espíritu Santo, que es una persona así como Dios es persona, anda en estos terrenos (Manuscrito 66, 1899. [Extracto de un discurso dado a los alumnos del Colegio de Avondale, Australia.] ). Evangelismo:447.

 Además el Pr. Austin Cooke explica:

 ¿Cuál es entonces el significado de las expresiones “derramar” y “verter”, y “les sopló”, al describir el Espíritu? Las Escrituras emplean ciertos elementos de las palabras naturales para describir la obra del Espíritu Santo, y las siguientes expresiones denotan exactamente eso. Siete términos son usados, y cada uno de ellos es significativo:

1.- Agua           = lavar, refrescar, abundancia
2.- Fuego         = purificación e iluminación
3.- Viento         = invisibilidad, independencia y poder
4.- Aceite          = sanamiento, confort, consolación
5.- Rocío/Lluvia = revitalización y poder renovado
6.- Paloma        = gentileza, mansedumbre, perdón y paz
7.- Voz              = guía, advertencia, enseñanza

 La expresión “derramar”, asemeja al Espíritu Santo con el agua o con la lluvia y denota abundancia. La expresión “verter” (o derramar que aparece en Hechos 2:33) significa “derramar o chorrear” (Griego), figurativamente “dar, otorgar” (Dr. Strong). Es una alusión al agua y denota abundancia.

 “Lenguas de fuego” denota el poder purificador del Espíritu Santo y también cómo Él ilumina la mente humana.
 “Soplar” (Juan 20:22). Las Escrituras usan el viento o el soplo para describir el ministerio del Espíritu. “Sopla en mi el soplo de Dios” dice el himno. Denota el poder invisible e inde-pendiente.
Una transmisión simbólica para ellos del Espíritu. Jamison, Fawcett & Brown.

 El aliento del Todopoderoso le da vida al hombre y comenzó con este antiguo mundo: así el aliento del Salvador todopoderoso le da vida a sus ministros y comienza un nuevo mundo. Matthew Henry.

 "El Espíritu Santo es el aliento de la vida espiritual en el alma.  El impartimiento del Espí-ritu es el impartimiento de la vida de Cristo.  Imbuye al que lo recibe con los atributos de Cristo". DTG:734.

 Examinemos ahora el ministerio de la persona del Espíritu Santo. Primero, es evidente que el Espíritu Santo juega un papel central en la vida de Cristo.

 “Lo oíste, y lo viste todo; ¿y no lo anunciaréis vosotros? Ahora, pues, te he hecho oír cosas nuevas y ocultas que tú no sabías”. Isa. 48:6.

 “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fue-ron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Mat. 3:16-17.

 “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo”. Mat. 4:1.

 También tenemos que saber que el Espíritu Santo es un agente que provee un gran poder a la raza humana. Esto fue demostrado entre los discípulos en el día de Pentecostés.

 “Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

 Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?”. Hechos 2:2-8.

 En una expresión profética, el profeta Joel miró hacia el futuro cuando la lluvia tardía sería recibida por el fiel pueblo de Dios.

 “Vosotros también, hijos de Sión, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio”.
 Santiago declara claramente que la lluvia temprana y tardía será derramada sobre el pueblo de Dios en el tiempo de la segunda venida de Cristo.

 “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. mirad cómo el la-brador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía”. Santiago 5:7.

 Además la persona del Espíritu Santo es evidenciada por muchos textos de las Escritu-ras. Jesús entendió claramente la persona del Espíritu Santo cuando comisionó a los discípulos para que llevasen el mensaje cristiano al mundo. Cuando somos bautizados y aceptamos la ordenación al ministerio del evangelio, entonces aceptamos la misión de Cristo para el mundo:

 “Por lo tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Mat. 28:19.

 “Aquellos que son bautizados en el triple nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu San-to”. 6T:91.

 La bendición de Pablo incorpora a los tres miembros de la Divinidad.

 “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén”. 2 Cor. 13:14.

 Aquí Pablo identifica al Espíritu Santo como un miembro específico de la Divinidad. Ahora, si el Espíritu Santo no es un Ser igual al Padre y al Hijo, entonces esta declaración usada en todos los bautismos que hemos hecho o llevado a cabo, no tienen ningún significado. Si el Espíritu Santo es el poder inanimado del Padre, entonces sería una redundancia el mencionarlo dos veces. Esta igualdad con Dios y con Cristo es confirmada nuevamente, cuando Pablo declara que el Espíritu Santo es eterno.

 “¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? Heb. 9:14.

 Muchas de las características de Dios el Padre son características del Espíritu Santo.

1.- El Espíritu Santo juega un papel en la creación.

 “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abis-mo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. Gen. 1:2.

2.- El Espíritu Santo es omnipresente.

 “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aún allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra”. Salmo 139:7-10.

3.- El Espíritu Santo es omnisciente.

 “¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia? Isa. 40:13-14.

4.- El Espíritu Santo juega un papel vital en la redención.
 “... el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo se dieron a sí mismos a la obra del plan de la re-dención”. Consejos Sobre Salud:222.

 Cuando Jesús explicó que Él tenía que dejar a los discípulos y volver al cielo, donde Él pasaría a ser nuestro Sumo Sacerdote celestial, Sus palabras fueron muy claras:

 “Y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre”. Juan 14:16.

 El Espíritu Santo así habita con nosotros. Además, el Espíritu Santo habita en el fiel pue-blo de Dios.

 “El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros”. Juan 14:17.

 Poco después Jesús dio una visión más amplia del Espíritu Santo.

 “Pero Yo os digo la verdad: os conviene que Yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando Él venga, con-vencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en Mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.
 Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará; porque tomará de lo Mío, y os lo hará saber”. Juan 16:7-14.

 Tal como en su diálogo previo con los discípulos, Jesús se refiere al Espíritu Santo como “Él”. Hoy es frecuentemente dicho que debiera usarse el pronombre impersonal “el” en vez de “Él”. Pero la lectura bíblica que daría sin mucho sentido si substituyésemos “el” por “Él”. ¿Puede reprobar un poder impersonal? ¿Puede guiar? ¿Puede hablar? ¿Puede mostrarnos cosas que van a suceder? textualmente queda claro que el pronombre personal tiene que ser usado para obtener el correcto sentido de las palabras de Jesús.
 Ciertamente Ellen White tenía un relacionamiento personal con el Espíritu Santo, y ella escribió de Él como si fuese una persona:

 “Estorbado con la humanidad, Cristo no podía estar en todo lugar personalmente; por ello era muy ventajoso que Él los dejara, fuese a Su Padre, y enviase el Espíritu Santo para que fuese Su sucesor en la tierra. El Espíritu Santo está despojado de la personalidad de la humanidad y es independiente de ella. Él lo representaría a Él mismo (a Cristo) como estando presente en todos los lugares a través del Espíritu Santo, como el Omnipresente”. 14 Manuscritos Liberados:23.

 Está suficientemente claro que el Espíritu Santo juega el papel de estar presente en la vida de cada ser humano que lo recibe a Él (a Cristo).

 “Y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre”. Juan 14:16.

 El Espíritu Santo ilumina y guía al pueblo de Dios a la verdad, de tal manera que seamos fieles testigos del evangelio.

 “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre, Él os en-señará todas las cosas, y os recordará todo lo que Yo os he dicho”. Juan 14:26.

 El Espíritu Santo nos advertirá de peligros espirituales y nos avisará del engaño de aquellos que entregarán su lealtad a Satanás en vez de hacerlo a Dios.

 “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”. 1 Tim. 4:1.

 Nuestro entendimiento del Espíritu Santo como un ser personal es grandemente refor-zado por la advertencia de Jesús de que la blasfemia contra el Espíritu Santo no puede ser perdonada. Una blasfemia son palabras o actos desdeñosas o profanas en relación a Dios, como el de ser Dios, o poseer Su poder, o el de ser Su siervo cuando no lo somos (ver Apoc. 2:9). No existe una evidencia de que una blasfemia pueda ser dicha contra un poder impersonal.

 “Por tanto os digo: todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”. Mat. 12:31-32. 



 
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