Biblia Adventista - Biblia de Estudio
  Un Enemigo del Sábado
 

Un enemigo del Sábado
M.L.Andreasen

Un Enemigo del Sábado

 El mandamiento, “Acuérdate del día Sábado, para santificarlo”, descansa sobre el hecho de la creación. “En seis días el Señor hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en él hay, y descansó en el séptimo día: por lo que el Señor bendijo el día Sábado, y lo santificó”. Éxodo. 20:11.

 Dios trabajó seis días y descansó el séptimo. Este hecho forma la base y el fundamento del mandamiento. Como el Sábado es el memorial de la creación, tiene que necesariamente permanecer tanto cuanto permanece la creación.

La evolución disputa este hecho de la creación por mandato tal como está registrado en Génesis. La teoría no provee ni admite la creación en el sentido en que aparece en la Biblia. Existen aquellos entre los creyentes en la evolución que admiten que Dios puede haber creado la primera chispa de vida, la cual posteriormente creció y se desarrolló en la vida que nos rodea hoy en día, pero que Dios creó el mundo tal cual lo vemos hoy en día en su forma desarrollada, y que Él lo hizo así en seis días, es categóricamente negado. Así como la creación fue dividida en seis épocas, los evolucionistas razonan que estos seis periodos deben haber sido de un tiempo indeterminado, cada uno siendo de aproximadamente cientos de millones de años. 

Está claro que en cualquier esquema así desarrollado, un día de 24 horas como el Sábado no encuentra ningún lugar. Todos admitirán que si los seis días de la creación son alargados en seis largos periodos de tiempo, y si Diosa descansó en el séptimo periodo – el cual aún no ha terminado, y en el nosotros aun estamos viviendo – no puede existir un fundamento para guardar un Sábado semanal como un memorial del descanso de Dios. Si, por otro lado, nosotros creemos el simple relato de Génesis de que “en seis días el Señor hizo el cielo y la tierra”, y que Él descansó en el séptimo día, entonces podemos encontrar una razón para que el hombre, siga Sus pasos y obedezca Su mandamiento de descansar así como Él descansó. Si la teoría de la evolución es verdadera, entonces la base del Sábado tal como es presentada en el cuarto mandamiento no es verdadera y es irrelevante. No puede haber armonía o compromiso en estas dos posiciones opuestas. Si una es verdadera, la otra cae por tierra. Son los hombres que tienen que escoger qué y a quién van a creerle.

La Alta Crítica            

Hace unos cien años o más, pocos eran los que desafiaban seriamente la historicidad de la creación tal como está registrada en la Biblia. Es verdad que algunas voces aquí y allí se han levantado contra un punto de vista literal de la creación, pero en su totalidad no era un desafío serio.
 
Entonces ocurrió un cambio. La alta crítica comenzó a hacerse sentir, mientras que al mismo tiempo un nuevo día amaneció para la ciencia. Sin ninguna necesidad de una confabulación, ambas trabajaron lado a lado para producir una nueva era en la religión. ¿O debiéramos decir mejor una nueva religión? Porque esto es lo que realmente sucedió. La confianza que hasta entonces había reposado en la Biblia fue transferida a la ciencia. Los hombres no creyeron más que la creación hubiese sido hecha en seis días tal como lo registra la Biblia. La ciencia dio una versión diferente, y esta versión fue aceptada por la crítica.

 La alta crítica insistió que la creación bíblica era confusa y que no era históricamente verdadera. Un editor, declararon, trato de poner muchas tradiciones conflictivas juntas para formar una historia relacionada; pero si su intento fuese hacer aparecer el Génesis como siendo la obra de un autor, no habría tenido éxito. Los críticos han desenmascarado el torpe intento. Ningún hombre ha escrito el Génesis, ni dos, ni diez. Si el editor pensó que había engañado a los críticos, estaba engañado. Ellos procedieron a poner al descubierto toda la historia de la autoría compuesta del Génesis, y pusieron al editor a trabajar. La historia que los críticos desarrollaron fue que el Génesis era una colección de fábulas, mitos, leyendas, folclore, tradición, con algunas pequeñas historias añadidas, todo lo cual probablemente poseía alguna base remota en verdad, pero era tan confuso, que era de muy poco valor como fuente confiable de información.

 Esta conclusión de los críticos bíblicos llegó a las manos de los científicos y los ayudó poderosamente en su caso. El relato bíblico no podía ser dependiente; esta fue la conclusión de los críticos, y los científicos concordaron. Ambos estaban en un terreno común. Los científicos dudaron del relato bíblico de la creación; los críticos admitieron que era folclore y mito y que no debía ser tomado literalmente. Así el caso fue ganado por los evolucionistas. Los críticos se unieron con los científicos, y el caso fue resuelto. Ambas partes dijeron que su trabajo era bueno, tan bueno, que “no existe ninguna hipótesis rival excepto la idea ajada y completamente refutada idea de la creación especial, que ahora es sostenida apenas por ignorantes, por dogmáticos y por los perjudicados”. Evolución, Genética y Eugénica:59

Lo Que Dios Piensa

 

Dios es paciente con las caídas y con la ignorancia de los hombres. Él conoce lo que somos y se acuerda que somos apenas polvo. Dios perdona y perdona, aun hasta setenta veces siete. Esta es nuestra salvación y esperanza. Dios es un Dios maravilloso.

 Pero hay algunas cosas que prueban Su paciencia, humanamente hablando. No es nuestra ignorancia. Eso Dios puede sobrellevar y aun excusar. Es nuestra pretendida sabiduría, nuestro “saber tantas cosas que no son realmente así”, que Lo irritan. Nuestra hipocresía y testarudez, nuestra falta de inclinación y nuestra falta de voluntad para ser enseñados – esto colma la paciencia de Dios.

 No es a menudo que Dios usa el sarcasmo para expresar Sus sentimientos. Existen apenas algunos lugares en la Biblia  donde éste es usado, y parece ser reservado para ocasiones especiales y grupos. Consideremos un caso.

 Job pasó a través de experiencias que lo probaron hasta lo máximo. En medio de sus pruebas él dijo ciertas cosas de las cuales posteriormente echó pie atrás, y de las cuales él mismo se confesó ignorante. “Por lo tanto, yo hablaba lo que no entendía; cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía”. “Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en el polvo y en la ceniza”. Job 42:3, 6.
 
Dios le había hecho una pregunta simple a Job, y eran estas preguntas las que le causaron la confesión citada anteriormente. Al hacerle estas preguntas Dios tenía un gran alcance en mente, porque los principios enunciados permanecieron firmes ante condiciones semejantes.

 Job había profesado ser sabio por sobre lo que estaba escrito. Perciba la importancia de las preguntas pronunciadas por Dios. “¿Quién es ese que oscurece  el consejo con palabras sin conocimiento? Ahora ciñe como varón tus lomos; Yo te preguntaré y tú me contestarás. ¿Dónde estabas tú cuando Yo ponía los fundamentos de la tierra? Dímelo, si es que tienes entendimiento”. “¿Lo sabías, ya que entonces ya habías nacido?”. Job 38:2-4, 21.

 Vea en forma especial el verso cuatro: “¿Dónde estabas tú cuando
Yo ponía los fundamentos de la tierra? Dímelo, si es que tienes entendimiento”. ¡Cuán pequeño debe haberse sentido Job al recibir esa pregunta! Él ciertamente había dicho cosas sabias acerca de lo que ocurrió cuando Dios hizo los cielos y la tierra; y ahora Dios le preguntó dónde estaba él en ese instante, ya que decía saber tanto acerca de ello.

 Nosotros creemos que esto fue registrado para el beneficio de otros seres humanos, fuera de Job. Hubiese sido bueno si un moderno incrédulo de Génesis se pusiera a sí mismo en el lugar de Job cuando Dios haga la desconcertante pregunta: “¿Dónde estabas tú cuando Yo ponía los fundamentos de la tierra? Esto lo hará mucho menos seguro de su pretendido conocimiento.

 La respuesta que dio Job, “Por lo tanto, yo hablaba lo que no entendía; cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía”, fue una respuesta honesta. Los hombres presumen conocer y analizan sabiamente acerca de lo que ocurrió hace mucho tiempo atrás, y describen eventos en los cuales ellos no estuvieron presentes, mientras rechazan el testimonio de aquellos que no solamente estuvieron allá, sino que además hicieron las mismas cosas sobre las cuales estos hombres sabios arrojan dudas. Debe ser interesante para Dios escuchar tales declaraciones de sabiduría, cuando Él sabe – y ellos creen saber – que su pretendida sabiduría es apenas tontería. 

Sarcasmo Bíblico

“¿Lo sabías, ya que entonces ya habías nacido?” ¿O porque el número de tus días es grande? La Septuaginta lo coloca así: “Yo se que entonces tú habías nacido, y el número de tus días era grande”. Una Traducción Americana, editada por la Universidad de Chicago Press, dice: “Tú sabes, porque tú habías nacido entonces, y el número de tus días es grande”. La Biblia Variorum Reference traduce en el margen: “Tú lo sabes (irónicamente), porque tú habías nacido ya”. Moffatt lo traduce así: “¡Ciertamente tú lo sabes! Tú, que habías nacido cuando fue hecho, ¡tú que has vivido tanto!”. La Versión Revisada concuerda con esta última traducción: “¡Sin duda, tú lo sabes, porque tú ya habías nacido entonces, y el número de tus días es grande!”.

 Esto es un liviano sarcasmo, o ironía, como lo llama la Variorum. Sin duda Dios quiso darle a la persona la verdadera perspectiva de sí mismo y de su propia importancia.

 ¡Cuán devastadoras serían esas preguntas si Dios se las dirigiera a los modernos incrédulos en el Génesis! ¿Dónde estabas tú, pequeño, enclenque, insignificante hombre, que presumes poder corregir la versión de Dios de lo que Él hizo y cómo lo hizo? “¿Dónde estabas tú cuando Yo ponía los fundamentos de la tierra?”. Pareciera que el hombre debiera estar capacitado a aprender de esta lección que Dios trata de darle, y que entonces pueda tomar una actitud humilde.

 Debe ser interesante para Dios ver la vida desarrollarse, ver a un pequeñito comenzar a caminar traqueteando, y al momento siguiente, tal como ha sucedido, ver al mismo individuo listo para asumir el papel de profesor, discurseando sabiamente acerca de cosas de las cuales él no sabe absolutamente nada, sin querer escuchar el testimonio de aquellos que estuvieron presentes en la ocasión de la cual él habla. Sería mucho más sabio aceptar el testimonio de testigos oculares que rechazarlo y substituirlo por teorías nebulosas. Llamar ese procedimiento de ciencia, es hacer de la ciencia una ridiculez a los ojos de los hombres pensantes.

 La pregunta de Dios, “¿Dónde estabas tú cuando Yo ponía los fundamentos de la tierra?” debiera silenciar para siempre todo raciocinio profano acerca de la creación que no esté fundado en un conocimiento personal o en el testimonio de aquellos que estuvieron presentes en la ocasión e hicieron parte del mismo

El Evolucionismo Consistente

La Biblia no sabe nada de evolucionismo. Lo que tiene para decir en relación a cómo aparecieron las cosas está resumido en las palabras: “En seis días el Señor hizo el cielo y la tierra, el mar, y todas las cosas que en él hay, y descansó en el séptimo día: por lo que el Señor bendijo el día Sábado, y lo santificó”. Exo. 20:11.
 
El evolucionismo consistente no puede creer de ninguna manera en el Génesis. Y no solamente no puede creer en el Génesis. No puede creer en la Biblia como siendo de alguna manera inspirada por sobre otras grandes piezas de literatura. La Biblia le presenta al hombre un Salvador del pecado. Pero el evolucionismo consistente no tiene ningún uso para un Salvador, porque no puede aceptar una “caída”; no encuentra ningún lugar en su programa. El hombre no “cayó” en el significado del término Génesis. El hombre está mejorando. Él comenzó bien bajo y está constantemente subiendo (escalando). Él está tan lejos de una “caída”, que algunos declaran que si el hombre “cayó” alguna vez, entonces cayó hacia arriba. No, el evolucionismo no puede creer en una “caída”. Ellos creen exactamente en lo contrario. La misma noción de que el hombre cayó, que en muchos casos él está creciendo más y más, es completamente inconsistente con su doctrina. Ellos pueden creer en una caída solo si desisten de su creencia en una evolución. Ambas no armonizan. La evolución no provee una “caída”. Por lo tanto no necesita un Salvador. La evolución aleja a Cristo. En este sentido es definitivamente anticristiana.
 
Si los días de la creación son largos periodos de tiempo, tal como lo enseña la evolución, se hace necesario explicar “la tarde y la mañana” de cada día; o, como lo coloca Gen. 1:16, el día y la noche. No existe ninguna manera en que podamos concebir una noche que dure millones de años, y donde haya sobrevivido alguna vida. Además, esta alternativa de luz y obscuridad tuvo lugar durante cada uno de los seis días; por lo tanto, si tratamos de aceptar tanto la evolución como la Biblia, debemos concebir seis periodos de obscuridad seguidos cada uno por un periodo de luz. En ningún periodo de obscuridad que dure millones de años, puede subsistir la vida vegetal, animal, ni humana. Solo esta consideración dejaría de lado cualquier intento de armonizar los seis días de la creación con el concepto evolucionista de largos periodos de tiempo.
 
Adán llegó hasta los 930 años de edad. Los primeros dos días de su vida fueron dos de los siete días originales; por lo tanto debieran haber durado varios millones de años, si es que vamos a creer en la teoría de “largos periodos de tiempo”. Consecuentemente Adán debiera tener millones de años cuando muere, y no apenas 930. Los hombres pueden escoger el creer uno u otro relato. No existe ninguna manera de armonizarlos.

 Aquellos que creen que los seis días de la creación fueron largos periodos de tiempo, también creen – y necesariamente tienen que creer – que el séptimo periodo también es largo y que aun no ha terminado, y que nosotros aun estamos viviendo en ese periodo. Esto coloca otro dilema para aquellos que quieren ser “modernos” y creen en la evolución sin desistir de su fe en la Biblia. Adán, de acuerdo con la Biblia, no murió sino mucho después del primer Sábado. Pero si el Sábado aun no ha terminado, ¿qué ha pasado con Adán? Nadie va a creer que él aun esté viviendo. Dejamos este problema para que otros lo resuelvan.

 Dios bendijo el séptimo día “porque en él descansó de toda Su obra”. Gen. 2:3. ¿Cómo pudo haber bendecido el día después de haber descansado en él, si ese día fuese de millones de años y que aun no ha terminado? Dios bendijo el día después de haber descansado en él, solo si esos días eran días comunes. Si no lo fuesen, todo el registro cae por tierra.
 
Consideraciones y objeciones como estas pueden extenderse bastante. Hemos presentado estas con el único propósito de mostrar que no hay ningún medio en que el relato bíblico y la teoría de la evolución puedan ser armonizados. Los hombres tienen que elegir entre uno y el otro. Ambos no pueden ser verdaderos

Nuestra Posición

No debemos suponer que las declaraciones hechas aquí significan que constituyen una total condenación de los adherentes de la teoría de la evolución. Lejos de eso. Nosotros creemos que existen miles y aun millones de cristianos sinceros y honestos, que están siendo contaminados con esta filosofía destructiva. Sin pensar más a fondo las cosas, ellos aceptan algunas creencias, teniendo fe en que sus líderes saben lo que dicen aun cuando ellos mismos no lo sepan (los que les creen), y que ciertamente los líderes no los desviarán del camino correcto. Existen multitudes que no son evolucionistas consistentes, y no entienden las implicaciones de su creencia. Todo esto, sin embargo, no altera en lo más mínimo el hecho de que la evolución tal como está siendo enseñada y creída hoy, constituye uno de los desafíos más serios para el cristianismo y para la Biblia, un desafío que tiene que ser enfrentado, si no queremos que el cristianismo sea condenado. Y esto está íntimamente ligado con el Sábado. Si la evolución es verdadera, entonces no existe el Sábado, y no necesitamos nada de eso.

 Está claro, a través de lo que hemos presentado, que no puede haber un acuerdo entre la creencia en la Biblia y la creencia en la teoría de la evolución. Una destruye a la otra. Ningún hombre puede creer en la Palabra de Dios y también creer en la evolución. Son mutuamente exclusivas. Es imposible no tomar ningún partido en este asunto, como muchos tratan de hacerlo. Tiene que ser una o la otra. No pueden ser ambas.
 
Al decir todo esto, no dejamos a un lado la reflexión relacionada con los descubrimientos de la ciencia como tal. Los hechos son hechos, quienquiera que sea que los haya descubierto y propagado. Los creyentes en la Biblia no niegan los hechos. Ellos creen en los hechos tal como los evolucionistas lo hacen. Lo que ellos objetan es el arreglo – y aun la manipulación – de los hechos para apoyar una teoría anticristiana y anti bíblica. La ciencia tiene el derecho y el deber de encontrar y presentar hechos. Pero cuando entra en el campo de la religión, cuando arregla sus hechos de tal manera que se vuelven destructores de la fe y de la religión, cuando definitivamente desafían la verdad revelada y la colocan en oposición a la Biblia, ridiculizando a aquellos que aun se apoyan en un “Así dice el Señor”, entonces ya no es más ciencia y se vuelve una fuerza y una influencia anticristiana a la cual no se le debiera dar ningún apoyo y de quien nadie debiera ser preguntado. 


 
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