Biblia Adventista - Biblia de Estudio
  Genesis A37
 

Capitulo 37

Gén 37:1  Jacob se estableció en la tierra de Canaán, donde su padre había residido como extranjero.
Gén 37:2  Ésta es la historia de Jacob y su familia.Cuando José tenía diecisiete años, apacentaba el rebaño junto a sus hermanos, los hijos de Bilhá y de Zilpá, que eran concubinas de su padre. El joven José solía informar a su padre de la mala fama que t
Gén 37:3  Israel amaba a José más que a sus otros hijos, porque lo había tenido en su vejez. Por eso mandó que le confeccionaran una túnica especial de mangas largas.
Gén 37:4  Viendo sus hermanos que su padre amaba más a José que a ellos, comenzaron a odiarlo y ni siquiera lo saludaban.
Gén 37:5  Cierto día José tuvo un sueño y, cuando se lo contó a sus hermanos, éstos le tuvieron más odio todavía,
Gén 37:6  pues les dijo:—Prestadme atención, que os voy a contar lo que he soñado.
Gén 37:7  Resulta que estábamos todos nosotros en el campo atando gavillas. De pronto, mi gavilla se levantó y quedó erguida, mientras que las vuestras se juntaron alrededor de la mía y le hicieron reverencias.
Gén 37:8  Sus hermanos replicaron:—¿De veras crees que vas a reinar sobre nosotros, y que nos vas a someter?Y lo odiaron aún más por los sueños que él les contaba.
Gén 37:9  Después José tuvo otro sueño, y se lo contó a sus hermanos. Les dijo:—Tuve otro sueño, en el que veía que el sol, la luna y once estrellas me hacían reverencias.
Gén 37:10  Cuando se lo contó a su padre y a sus hermanos, su padre lo reprendió:—¿Qué quieres decirnos con este sueño que has tenido? —le preguntó—. ¿Acaso tu madre, tus hermanos y yo vendremos a hacerte reverencias?
Gén 37:11  Sus hermanos le tenían envidia, pero su padre meditaba en todo esto.
Gén 37:12  En cierta ocasión, los hermanos de José se fueron a Siquén para apacentar las ovejas de su padre.
Gén 37:13  Israel le dijo a José:—Tus hermanos están en Siquén apacentando las ovejas. Quiero que vayas a verlos.—Está bien —contestó José.
Gén 37:14  Israel continuó:—Vete a ver cómo están tus hermanos y el rebaño, y tráeme noticias frescas.Y lo envió desde el valle de Hebrón. Cuando José llegó a Siquén,
Gén 37:15  un hombre lo encontró perdido en el campo y le preguntó:—¿Qué andas buscando?
Gén 37:16  —Ando buscando a mis hermanos —contestó José—. ¿Podrías tú indicarme dónde están apacentando el rebaño?
Gén 37:17  Ya se han marchado de aquí —le informó el hombre—. Les oí decir que se dirigían a Dotán.José siguió buscando a sus hermanos, y los encontró cerca de Dotán.
Gén 37:18  Como ellos lo vieron desde lejos, antes de que se acercara tramaron un plan para matarlo.
Gén 37:19  Se dijeron unos a otros:—Ahí viene ese soñador.
Gén 37:20  Ahora sí que le llegó la hora. Vamos a matarlo y echarlo en una de estas cisternas, y diremos que lo devoró un animal salvaje. ¡Y a ver en qué terminan sus sueños!
Gén 37:21  Cuando Rubén escuchó esto, intentó librarlo de las garras de sus hermanos, así que les propuso:—No lo matemos.
Gén 37:22  No derraméis sangre. Arrojadlo en esta cisterna en el desierto, pero no le pongáis la mano encima.Rubén dijo esto porque su intención era rescatar a José y devolverlo a su padre.
Gén 37:23  Cuando José llegó adonde estaban sus hermanos, le arrancaron la túnica especial de mangas largas,
Gén 37:24  lo agarraron y lo echaron en una cisterna que estaba vacía y seca.
Gén 37:25  Luego se sentaron a comer. En eso, al levantar la vista, divisaron una caravana de ismaelitas que venía de Galaad. Sus camellos estaban cargados de perfumes, bálsamo y mirra, que llevaban a Egipto.
Gén 37:26  Entonces Judá les propuso a sus hermanos:—¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y ocultar su muerte?
Gén 37:27  En vez de eliminarlo, vendámoslo a los ismaelitas; al fin de cuentas, es nuestro propio hermano.Sus hermanos estuvieron de acuerdo con él,
Gén 37:28  así que cuando los mercaderes madianitas se acercaron, sacaron a José de la cisterna y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de plata. Fue así como se llevaron a José a Egipto.
Gén 37:29  Cuando Rubén volvió a la cisterna y José ya no estaba allí, se rasgó las vestiduras en señal de duelo.
Gén 37:30  Regresó entonces adonde estaban sus hermanos, y les dijo:—¡Ya no está ese muchacho! Y ahora, ¿qué hago?
Gén 37:31  En seguida los hermanos tomaron la túnica especial de José, degollaron un cabrito, y con la sangre empaparon la túnica.
Gén 37:32  Luego la mandaron a su padre con el siguiente mensaje: «Encontramos esto. Fíjate bien si es o no la túnica de tu hijo.»
Gén 37:33  En cuanto Jacob la reconoció, exclamó: «¡Sí, es la túnica de mi hijo! ¡Seguro que un animal salvaje lo devoró y lo hizo pedazos!»
Gén 37:34  Y Jacob se rasgó las vestiduras y se vistió de luto, y por mucho tiempo hizo duelo por su hijo.
Gén 37:35  Todos sus hijos y sus hijas intentaban calmarlo, pero él no se dejaba consolar, sino que decía: «No. Guardaré luto hasta que descienda al sepulcro para reunirme con mi hijo.» Así Jacob siguió llorando la muerte de José.
Gén 37:36  En Egipto, los madianitas lo vendieron a un tal Potifar, funcionario del faraón y capitán de la guardia.

Gén 37:1  Y Jacob habitaba en la tierra donde peregrinó su padre: en tierra de Canaán.
Gén 37:2  Y éstas son las generaciones(a)  de Jacob. José de diecisiete(b)  años, estaba pastoreando con sus hermanos, las ovejas, y, como niño(c)  con los hijos de Balá y con los hijos de Zelfá, las mujeres de su padre; y trajo José infamia mala(d)  acerca de ellos a su padre.
Gén 37:3  Y amaba Israel a José sobre todos sus hijos, porque hijo de vejez le era; e hízole una túnica multicolor.
Gén 37:4  Pero, viendo sus hermanos que le amaba su padre sobre todos sus hijos, aborreciéronle, ni podíanle hablar nada pacífico.
Gén 37:5  Y, habiendo soñado José un sueño, contóle a sus hermanos, y aborreciéronle, por esto, aún más.
Gén 37:6  Porque les dijo: «Escuchad este sueño que soñé:
Gén 37:7  He aquí atábamos gavilla en el campo, y he aquí la gavilla mía alzóse y enderezóse; y he aquí, poniéndose alrededor vuestras gavillas adoraban la gavilla mía».
Gén 37:8  Y dijéronle sus hermanos: «¿Acaso reinando reinarás sobre nosotros, o, señoreando nos señorearás?» Y aborrecíanle aún más por sus sueños y sus palabras.
Gén 37:9  Y vio otro sueño, y narrólo a su padre y a sus hermanos y dijo: «He aquí soñé otro sueño; y he aquí el sol y la luna y once estrellas adorábanme».
Gén 37:10  Y narrólo a su padre y a sus hermanos, y su padre le increpó, y díjole: «¿Qué este sueño que soñaste? Por ventura, viniendo vendremos yo y tu madre y tus hermanos y te adoraremos sobre la tierra?» Y envidiábanle sus hermanos;
Gén 37:11  pero su padre guardóse la palabra.
Gén 37:12  Y partieron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem.
Gén 37:13  Y dijo Israel a José: «¿No pastorean tus hermanos Siquem? Ven: te enviaré a ellos» Y díjole: «Heme aquí».
Gén 37:14  Y díjole Israel: «Yendo, ve si están bien tus hermanos y las ovejas; y anúnciamelo». Y envióle del valle de Hebrón; y vino a Siquem.
Gén 37:15  Y hallóle un hombre: y he aquí perdido andaba en el campo. Y preguntóle el hombre, diciendo: «¿Qué buscas?»
Gén 37:16  Y dijo: «A mis hermanos busco: indícame dónde pastorearán».
Gén 37:17  Y díjole el hombre: «Se han ido de aquí, pues oíles decir: «Vamos a Dotaín». Y fue José tras de sus hermanos, y hallóles en Dotaín.
Gén 37:18  Y viéronle de lejos, antes de acercarse a ellos, y concertáronse para matarle.
Gén 37:19  Y decían el uno al otro: «He aquí el soñador ahí viene;
Gén 37:20  ahora venid: matémosle y arrojémosle en una cisterna; y diremos: «Fiera mala devoróle» y veremos qué es de sus sueños».
Gén 37:21  Y Rubén oyólo, y salvóle de sus manos, y dijo: «No le hiramos hasta el alma».
Gén 37:22  Y Rubén díjoles: «No derraméis sangre; sino arrojadle en una de las cisternas del desierto; pero mano no pongáis en él», para librarle de las manos de ellos y devolverle a su padre.
Gén 37:23  Y aconteció que, cuando vino José a sus hermanos, desvistieron a José la túnica la multicolor, la en torno de él,
Gén 37:24  y cogiéronle y lanzáronle en la cisterna; pero aquella cisterna agua no tenía.
Gén 37:25  Y sentáronse a comer pan; y alzaron sus ojos y vieron: y he ahí viajeros ismaelitas venían de Galaad, y sus camellos, llenos de timiamas, y resina y bálsamo; y marchaban llevándolo a Egipto.
Gén 37:26  Y dijo Judá a sus hermanos: «¿Qué aprovecha, si matáremos a nuestro hermano y ocultáremos su sangre?»
Gén 37:27  Venid: le venderemos a estos ismaelitas; y nuestras manos no sean sobre él, pues hermano nuestro y carne nuestra es». Y oyéronle sus hermanos.
Gén 37:28  E iban pasando los hombres, los madianitas(e)  los mercaderes; y extrajeron a José, y vendieron a José a ismaelitas en veinte argénteos(f)  y llevaron a José a Egipto.
Gén 37:29  Y volvió Rubén a la cisterna, y no vio a José en la cisterna;
Gén 37:30  y rasgó sus vestiduras y volvió a sus hermanos, y dijo: «El niño(g)  no está, ¿y yo a dónde iré ya?
Gén 37:31  Y tomaron la túnica de José y degollaron un cabrito y tiñeron la túnica en la sangre.
Gén 37:32  Y enviaron la túnica, la multicolor, y lleváronla a su padre y dijeron: «Esta hemos hallado; mira si es la túnica de tu hijo o no».
Gén 37:33  Y conocióla y dijo: «Fiera mala devoróle; fiera desgarró a José».
Gén 37:34  Y rasgó Jacob sus vestiduras, y puso saco en torno de sus lomos y lloró a su hijo días muchos.
Gén 37:35  Y juntáronse todos sus hijos e hijas, y vinieron a consolarle; pero él no quería consolarse, diciendo: «Descenderé al hijo mío, llorando, a los infiernos». Y lloróle su padre.
Gén 37:36  Y los madianitas vendieron a José, al Egipto, a Putifar, eunuco(h)  de Faraón, al jefe de su guardia.


Gén 37:1 

José es vendido por sus hermanos
  Habitó Jacob en la tierra donde había morado su padre, en la tierra de Canaán.
Gén 37:2  Esta es la historia de la familia de Jacob: José, siendo de edad de diecisiete años, apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala fama de ellos.
Gén 37:3  Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores.
Gén 37:4  Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente.
Gén 37:5  Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía.
Gén 37:6  Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado:
Gén 37:7  He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío.
Gén 37:8  Le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás sobre nosotros? Y le aborrecieron aun más a causa de sus sueños y sus palabras.
Gén 37:9  Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí.
Gén 37:10  Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?
Gén 37:11  Y sus hermanos le tenían envidia,(A) mas su padre meditaba en esto.
Gén 37:12  Después fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem.
Gén 37:13  Y dijo Israel a José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquem: ven, y te enviaré a ellos. Y él respondió: Heme aquí.
Gén 37:14  E Israel le dijo: Vé ahora, mira cómo están tus hermanos y cómo están las ovejas, y tráeme la respuesta. Y lo envió del valle de Hebrón, y llegó a Siquem.
Gén 37:15  Y lo halló un hombre, andando él errante por el campo, y le preguntó aquel hombre, diciendo: ¿Qué buscas?
Gén 37:16  José respondió: Busco a mis hermanos; te ruego que me muestres dónde están apacentando.
Gén 37:17  Aquel hombre respondió: Ya se han ido de aquí; y yo les oí decir: Vamos a Dotán. Entonces José fue tras de sus hermanos, y los halló en Dotán.
Gén 37:18  Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos, conspiraron contra él para matarle.
Gén 37:19  Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador.
Gén 37:20  Ahora pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños.
Gén 37:21  Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos, y dijo: No lo matemos.
Gén 37:22  Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre.
Gén 37:23  Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí;
Gén 37:24  y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua.
Gén 37:25  Y se sentaron a comer pan; y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a Egipto.
Gén 37:26  Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte?
Gén 37:27  Venid, y vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne. Y sus hermanos convinieron con él.
Gén 37:28  Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto.(B)
Gén 37:29  Después Rubén volvió a la cisterna, y no halló a José dentro, y rasgó sus vestidos.
Gén 37:30  Y volvió a sus hermanos, y dijo: El joven no parece; y yo, ¿adónde iré yo?
Gén 37:31  Entonces tomaron ellos la túnica de José, y degollaron un cabrito de las cabras, y tiñeron la túnica con la sangre;
Gén 37:32  y enviaron la túnica de colores y la trajeron a su padre, y dijeron: Esto hemos hallado; reconoce ahora si es la túnica de tu hijo, o no.
Gén 37:33  Y él la reconoció, y dijo: La túnica de mi hijo es; alguna mala bestia lo devoró; José ha sido despedazado.
Gén 37:34  Entonces Jacob rasgó sus vestidos, y puso cilicio sobre sus lomos, y guardó luto por su hijo muchos días.
Gén 37:35  Y se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él no quiso recibir consuelo, y dijo: Descenderé enlutado a mi hijo hasta el Seol.[a] Y lo lloró su padre.
Gén 37:36  Y los madianitas lo vendieron en Egipto a Potifar, oficial de Faraón, capitán de la guardia.


 Gén 37:1 
4. José [a]
Jacob se quedó a vivir en Canaán,[b] donde su padre había vivido por algún tiempo.
Gén 37:2  Esta es la historia de la familia de Jacob.[c]

José y sus hermanos
Cuando José era un muchacho de diecisiete años, cuidaba las ovejas junto con sus hermanos, los hijos de Bilhá y de Zilpá, concubinas de su padre. Y José llevaba a su padre noticias de la mala conducta de sus hermanos.
Gén 37:3  Israel quería a José más que a sus otros hijos, porque había nacido siendo él ya anciano. Por eso le hizo una túnica muy elegante.[d]
Gén 37:4  Pero al darse cuenta sus hermanos de que su padre le quería más que a todos ellos, llegaron a odiarle y ni siquiera le saludaban.[e]
Gén 37:5  Una vez José tuvo un sueño, y se lo contó a sus hermanos; y ellos le odiaron más todavía,
Gén 37:6  porque les dijo:
–Escuchad, voy a contaros el sueño que he tenido.
Gén 37:7  Soñé que todos nosotros estábamos en el campo, atando manojos de trigo; de pronto, mi manojo se levantó y quedó derecho, y vuestros manojos se pusieron alrededor del mío hiciéndole reverencias.
Gén 37:8  Entonces sus hermanos contestaron:
–¿Quieres decir que tú vas a ser nuestro rey, y que nos vas a dominar?
Y le odiaron todavía más por sus sueños y por la forma en que los contaba.
Gén 37:9  Después José tuvo otro sueño, que también contó a sus hermanos. Les dijo:
–¿Sabéis que he tenido otro sueño, en el que veía que el sol, la luna y once estrellas me hacían reverencias?
Gén 37:10  Cuando José contó este sueño a su padre y a sus hermanos, su padre le reprendió, diciéndole:
–¿Qué significa ese sueño que has tenido? ¿Acaso tu madre, tus hermanos y yo tendremos que inclinarnos delante de ti?
Gén 37:11  Y sus hermanos le tenían envidia;[f] pero su padre pensaba mucho en este asunto.[g]

José, vendido por sus hermanos
Gén 37:12  Un día los hermanos de José fueron a Siquem,[h] buscando pastos para las ovejas de su padre.
Gén 37:13  Entonces Israel dijo a José:
–Mira, tus hermanos están en Siquem cuidando las ovejas. Quiero que vayas a verlos.
–Iré con mucho gusto –contestó José.
Gén 37:14  –Bueno –dijo Israel–, ve y mira cómo están tus hermanos y las ovejas, y regresa luego a traerme noticias.
Israel envió a José desde el valle de Hebrón, pero cuando José llegó a Siquem,
Gén 37:15  se perdió por el campo. Entonces un hombre lo encontró, y le preguntó:
–¿Qué andas buscando?
Gén 37:16  –Ando buscando a mis hermanos –respondió José–. ¿Podrías decirme dónde están cuidando las ovejas?
Gén 37:17  –Ya se han ido de aquí –dijo el hombre–. Les oí decir que se iban a Dotán.[i]
José fue en busca de sus hermanos, y los encontró en Dotán.
Gén 37:18  Ellos le vieron venir de lejos, y antes de que se acercara hicieron planes para matarlo.
Gén 37:19  Se dijeron unos a otros:
–¡Mirad, ahí viene el de los sueños!
Gén 37:20  Venid, matémoslo; luego lo echaremos a un pozo y diremos que un animal salvaje se lo comió. ¡Y a ver qué pasa con sus sueños!
Gén 37:21  Cuando Rubén oyó esto, quiso librarle de sus hermanos, y dijo:
–No lo matemos.
Gén 37:22  No derraméis sangre. Echadlo a este pozo que está en el desierto, pero no le pongáis la mano encima.
Rubén dijo esto porque quería salvar a José y devolvérselo a su padre;
Gén 37:23  pero al llegar José a donde estaban sus hermanos, estos le quitaron la túnica que llevaba puesta,
Gén 37:24  lo cogieron y lo echaron al pozo, que estaba vacío y seco.
Gén 37:25  Después se sentaron a comer.
En esto, vieron llegar una caravana de ismaelitas que venían de Galaad[j] y que en sus camellos traían perfumes, bálsamo y mirra, para llevarlos a Egipto.
Gén 37:26  Entonces Judá dijo a sus hermanos:
–¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y luego tratar de ocultar su muerte?[k]
Gén 37:27  Es mejor que lo vendamos a los ismaelitas y no que lo matemos, porque después de todo es nuestro hermano.
Sus hermanos estuvieron de acuerdo con él,
Gén 37:28  así que cuando los comerciantes madianitas[l] pasaban por allí, los hermanos de José lo sacaron del pozo y lo vendieron a los ismaelitas[m] por veinte monedas[n] de plata. Así se llevaron a José a Egipto.[ñ]
Gén 37:29  Más tarde, Rubén regresó al pozo, y al no encontrar dentro a José, rasgó su ropa en señal de dolor.
Gén 37:30  Luego volvió a donde estaban sus hermanos, y les dijo:
–¡El muchacho ya no está! ¿Ahora qué voy a hacer?
Gén 37:31  Entonces ellos tomaron la túnica de José y la mancharon con la sangre de un cabrito que mataron;
Gén 37:32  luego mandaron la túnica a su padre, con este mensaje: “Encontramos esto. Mira bien si es o no la túnica de tu hijo.”
Gén 37:33  En cuanto Jacob la reconoció, dijo: “¡Sí, es la túnica de mi hijo! Algún animal salvaje lo hizo pedazos y se lo comió.”
Gén 37:34  Entonces Jacob rasgó su ropa y se vistió de luto, y por mucho tiempo lloró la muerte de su hijo.
Gén 37:35  Todos sus hijos y sus hijas trataban de consolarle, pero él no quería ser consolado; al contrario, lloraba por su hijo y decía: “Guardaré luto por mi hijo hasta que vaya a reunirme con él entre los muertos.”[o]
Gén 37:36  En Egipto, los madianitas vendieron a José a un hombre llamado Potifar,[p] que era funcionario del faraón, el rey de Egipto, y capitán de su guardia.


Gén 37:1  Y habitó Jacob en la tierra donde peregrinó su padre, en la tierra de Canaán.
Gén 37:2  Estas fueron las generaciones de Jacob. José, siendo de edad de diecisiete años apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha, y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala fama de ellos.
Gén 37:3  Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque le había tenido en su vejez; y le hizo una ropa de diversos colores.
Gén 37:4  Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no le podían hablar pacíficamente.
Gén 37:5  Y soñó José un sueño y lo contó a sus hermanos; y ellos vinieron a aborrecerle más todavía.
Gén 37:6  Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado:
Gén 37:7  He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba, y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor, y se inclinaban al mío.
Gén 37:8  Le respondieron sus hermanos: ¿Has de reinar tú sobre nosotros, o te has de enseñorear sobre nosotros? Y le aborrecieron aún más a causa de sus sueños y de sus palabras.
Gén 37:9  Y soñó aún otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí.
Gén 37:10  Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es éste que soñaste? ¿Hemos de venir yo y tu madre, y tus hermanos, a inclinarnos a ti a tierra?
Gén 37:11  Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre miraba el asunto.
Gén 37:12  Y fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem.
Gén 37:13  Y dijo Israel a José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquem; ven, y te enviaré a ellos. Y él respondió: Heme aquí.
Gén 37:14  Y él le dijo: Ve la paz de tus hermanos y la paz de las ovejas, y tráeme la respuesta. Y lo envió del valle de Hebrón, y llegó a Siquem.
Gén 37:15  Y lo halló un hombre, andando él perdido por el campo, y le preguntó aquel hombre, diciendo: ¿Qué buscas?
Gén 37:16  Y él respondió: Busco a mis hermanos; te ruego que me muestres dónde pastan.
Gén 37:17  Y aquel hombre respondió: Ya se han ido de aquí; yo les oí decir: Vamos a Dotán. Entonces José fue tras de sus hermanos, y los halló en Dotán.
Gén 37:18  Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos, pensaron contra él para matarle.
Gén 37:19  Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador;
Gén 37:20  ahora pues, venid, y matémoslo y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia le devoró; y veremos qué serán sus sueños.
Gén 37:21  Cuando Rubén oyó esto , lo libró de sus manos y dijo: No lo matemos.
Gén 37:22  Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre.
Gén 37:23  Y sucedió que , cuando llegó José a sus hermanos, ellos hicieron desnudar a José su ropa, la ropa de colores que tenía sobre sí;
Gén 37:24  y le tomaron, y le echaron en la cisterna; mas la cisterna estaba vacía, no había en ella agua.
Gén 37:25  Y se sentaron a comer pan; y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas y bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a Egipto.
Gén 37:26  Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho el que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte?
Gén 37:27  Venid, y vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; que nuestro hermano es nuestra carne. Y sus hermanos acordaron con él.
Gén 37:28  Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto.
Gén 37:29  Y Rubén volvió a la cisterna, y no halló a José dentro, y rasgó sus vestidos.
Gén 37:30  Y tornó a sus hermanos y dijo: El joven no parece; y yo, ¿adónde iré yo?
Gén 37:31  Entonces tomaron ellos la ropa de José, y degollaron un cabrito de las cabras, y tiñieron la ropa con la sangre;
Gén 37:32  y enviaron la ropa de colores y la trajeron a su padre, y dijeron: Esta hemos hallado, reconoce ahora si es o no la ropa de tu hijo.
Gén 37:33  Y él la conoció, y dijo: La ropa de mi hijo es; alguna mala bestia le devoró; José ha sido despedazado.
Gén 37:34  Entonces Jacob rasgó sus vestidos, y puso saco sobre sus lomos, y se enlutó por su hijo muchos días.
Gén 37:35  Y se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él no quiso tomar consolación, y dijo: Porque yo tengo de descender a mi hijo enlutado hasta la sepultura. Y lo lloró su padre.
Gén 37:36  Y los madianitas lo vendieron en Egipto a Potifar, oficial del Faraón, capitán de los de la guardia.

Gén 37:1  Y Jacob continuó morando en la tierra de las residencias de forastero de su padre, en la tierra de Canaán.
Gén 37:2  Esta es la historia de Jacob.  José, a los diecisiete años de edad, se hallaba cuidando ovejas con sus hermanos entre el rebaño, y, puesto que solo era un muchacho, estaba con los hijos de Bilhá y con los hijos de Zilpá, las esposas de su padre. Así que José llevó un mal informe acerca de ellos a su padre.
Gén 37:3  E Israel amaba a José más que a todos sus otros hijos, porque era el hijo de su vejez; y mandó hacerle una prenda de vestir parecida a camisa, larga y rayada.
Gén 37:4  Cuando sus hermanos llegaron a ver que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, empezaron a odiarlo, y no podían hablarle pacíficamente.
Gén 37:5  Más tarde José tuvo un sueño y lo refirió a sus hermanos, y ellos hallaron más razón para odiarlo.
Gén 37:6  Y pasó a decirles: “Escuchen, por favor, este sueño que he soñado.
Gén 37:7  Resulta, pues, que estábamos atando gavillas en medio del campo, cuando sucedió que mi gavilla se levantó y también quedó enhiesta, y sucedió que las gavillas de ustedes procedieron a rodear mi gavilla y a inclinarse ante ella”.
Gén 37:8  Y sus hermanos empezaron a decirle: “¿Vas a ser rey sobre nosotros de seguro?,  ¿o vas a dominar sobre nosotros de seguro?”. Así que hallaron nueva razón para odiarlo por sus sueños y por sus palabras.
Gén 37:9  Después, todavía tuvo otro sueño, y lo contó a sus hermanos y dijo: “Miren que otra vez he tenido un sueño, y resulta que el sol y la luna y once estrellas estaban inclinándose ante mí”.
Gén 37:10  Entonces lo contó a su padre así como a sus hermanos, y su padre empezó a reprenderlo y a decirle: “¿Qué significa este sueño que has soñado? ¿Acaso yo y también tu madre y tus hermanos vamos a venir de seguro e inclinarnos a tierra ante ti?”.
Gén 37:11  Y sus hermanos se pusieron celosos de él, pero su padre observó el dicho.
Gén 37:12  Luego sus hermanos fueron a apacentar el rebaño de su padre cerca de Siquem.
Gén 37:13  Poco después, Israel dijo a José: “¿No están tus hermanos cuidando [rebaños] cerca de Siquem? Ven, y déjame enviarte a ellos”. Ante esto, él le dijo: “¡Aquí estoy!”.
Gén 37:14  De modo que le dijo: “Anda, por favor. Ve si tus hermanos están sanos y salvos y si el rebaño está sano y salvo, y tráeme palabra de vuelta”. Con eso, lo envió de la llanura baja de Hebrón, y él prosiguió hacia Siquem.
Gén 37:15  Más tarde lo halló un hombre, y sucedía que andaba errante en un campo. Entonces el hombre le preguntó, diciendo: “¿Qué estás buscando?”.
Gén 37:16  A esto él dijo: “Es a mis hermanos a quienes estoy buscando. Infórmame, por favor: ¿Dónde están cuidando rebaños?”.
Gén 37:17  Y el hombre continuó: “Han partido de aquí, porque les oí decir: ‘Vamos a Dotán’”. De modo que José siguió tras sus hermanos y los halló en Dotán.
Gén 37:18  Ahora bien, ellos alcanzaron a verlo de lejos, y antes que llegara cerca de ellos se pusieron a maquinar astutamente contra él para darle muerte.
Gén 37:19  De modo que se dijeron unos a otros: “¡Miren! Ahí viene ese soñador.
Gén 37:20  Y ahora vengan y matémoslo y arrojémoslo en una de las cisternas; y tenemos que decir que una feroz bestia salvaje lo devoró. Entonces veremos en qué vendrán a parar sus sueños”.
Gén 37:21  Cuando Rubén oyó esto, trató de librarlo de las manos de ellos. Por eso dijo: “No hiramos mortalmente su alma”.
Gén 37:22  Y Rubén pasó a decirles: “No viertan sangre. Arrójenlo en esta cisterna que está en el desierto y no pongan sobre él mano violenta”. Era su propósito librarlo de la mano de ellos a fin de devolverlo a su padre.
Gén 37:23  De modo que aconteció que, en cuanto José llegó a sus hermanos, estos se pusieron a quitar a José su prenda de vestir larga, sí, la larga prenda de vestir rayada que llevaba puesta;
Gén 37:24  después de eso lo tomaron y lo arrojaron en la cisterna. En aquella ocasión la cisterna estaba vacía; no había agua en ella.
Gén 37:25  Entonces se sentaron a comer pan. Cuando alzaron los ojos y miraron, pues, aquí venía de Galaad una caravana de ismaelitas, y sus camellos iban cargados de ládano y bálsamo y cáscara resinosa, e iban bajando para llevarlo a Egipto.
Gén 37:26  En esto Judá dijo a sus hermanos: “¿Qué ganancia habría en caso de que matáramos a nuestro hermano y de veras encubriéramos su sangre?
Gén 37:27  Vengan y vendámoslo a los ismaelitas, y no esté nuestra mano sobre él. Después de todo, es nuestro hermano, nuestra carne”. Así que ellos escucharon a su hermano.
Gén 37:28  Ahora bien, iban pasando hombres, mercaderes madianitas. Por lo tanto halaron y alzaron a José de la cisterna, y entonces vendieron a José a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Con el tiempo estos llevaron a José a Egipto.
Gén 37:29  Más tarde Rubén volvió a la cisterna, y resultó que José no estaba en la cisterna. Por consiguiente, rasgó sus prendas de vestir.
Gén 37:30  Cuando volvió a sus otros hermanos exclamó: “¡El niño ha desaparecido! Y yo... ¿adónde realmente he de ir yo?”.
Gén 37:31  Sin embargo, ellos tomaron la larga prenda de vestir de José y degollaron un macho cabrío y metieron la larga prenda de vestir repetidas veces en la sangre.
Gén 37:32  Luego enviaron la larga prenda de vestir rayada y la mandaron llevar a su padre y dijeron: “Esto es lo que hallamos. Examina, por favor, si es la prenda de vestir larga de tu hijo o no”.
Gén 37:33  Y él se puso a examinarla y exclamó: “¡Es la larga prenda de vestir de mi hijo! ¡Una feroz bestia salvaje debe de haberlo devorado! ¡De seguro ha sido despedazado José!”.
Gén 37:34  Con eso, Jacob rasgó sus mantos y se puso saco sobre las caderas y se dio al duelo de su hijo por muchos días.
Gén 37:35  Y todos sus hijos y todas sus hijas siguieron levantándose para consolarlo, pero él siguió rehusando recibir consuelo, y diciendo: “¡Porque en duelo bajaré a donde mi hijo, al Seol!”. Y su padre continuó llorándolo.
Gén 37:36  Sin embargo, los madianitas lo vendieron en [manos de] Egipto, a Potifar, un oficial de la corte de Faraón, el jefe de la guardia de corps.

Gén 37:1  Esta es la historia de Jacob, que vivió en la tierra de Canaán, donde antes su padre había vivido como extranjero. Cuando José tenía diecisiete años, ayudaba a sus hermanos, los hijos de Bilhá y de Zilpá, a cuidar las ovejas. Pero José le contaba a su padre lo mal que se portaban sus hermanos.
Gén 37:3  Jacob amaba a José más que a sus otros hijos, pues había nacido cuando ya era muy anciano. Por eso le hizo una capa de muchos colores.
Gén 37:4  Pero sus hermanos lo odiaban, y ni siquiera le hablaban, pues veían que su padre lo quería más que a ellos.
Gén 37:5  Un día José tuvo un sueño. Cuando se lo contó a sus hermanos, ellos lo odiaron aún más,
Gén 37:6  pues les dijo: —Anoche tuve un sueño,
Gén 37:7  y soñé que estábamos en medio del campo, atando el trigo en manojos. De repente, mi manojo se levantó y se quedó bien derecho, mientras los de ustedes lo rodeaban y se inclinaban ante él.
Gén 37:8  Sus hermanos protestaron: —¡Ahora resulta que vas a ser nuestro rey y nuestro jefe! Y por causa del sueño y por lo que decía, creció en ellos el odio que le tenían.
Gén 37:9  José tuvo otro sueño, y también se lo contó a sus hermanos. Les dijo: —Fíjense que tuve otro sueño. Resulta que esta vez el sol, la luna y once estrellas, se inclinaban ante mí.
Gén 37:10  Cuando les contó este sueño a su padre y a sus hermanos, su padre lo reprendió, y le dijo: —¿Qué clase de sueño es ese? ¿Quieres decir que tu madre y tus hermanos, y yo mismo, vamos a ser tus esclavos?
Gén 37:11  Y sus hermanos le tenían envidia, pero su padre trataba de entender el significado de sus sueños.
Gén 37:12  Los hermanos de José habían llevado las ovejas de su padre a los pastos de Siquem.
Gén 37:13  Unos días después, Jacob le dijo a José: —Ya sabes que tus hermanos están en Siquem, cuidando las ovejas. Quiero que vayas a ver si todo está bien, y que regreses a contármelo. —Sí, papá, enseguida voy —le respondió. José salió del valle de Hebrón, y llegó a Siquem,
Gén 37:15  pero no encontró a sus hermanos por ningún lado. Poco después lo encontró un hombre y le preguntó: —¿Qué andas buscando?
Gén 37:16  José le respondió: —Busco a mis hermanos y a sus rebaños. Tal vez usted pueda decirme dónde están.
Gén 37:17  Aquel hombre contestó: —Hace días que se fueron. Alcancé a oír que se iban a Dotán. José siguió buscando a sus hermanos, y allá los encontró.
Gén 37:18  Cuando ellos lo vieron acercarse, antes de que él llegara a donde ellos estaban, se pusieron de acuerdo para matarlo.
Gén 37:19  Unos a otros se decían: «¡Vaya, vaya! ¡Aquí viene ese gran soñador!
Gén 37:20  Vamos a matarlo y a echarlo en uno de estos pozos, y diremos que algún animal feroz se lo comió. ¡Ya vamos a ver si se cumplen sus sueños!»
Gén 37:21  Al oír esto, Rubén trató de librar a José de sus hermanos, para luego llevárselo a su padre. Por eso les dijo: «No está bien que lo matemos. ¿Para qué matarlo? Si quieren, échenlo en este pozo del desierto; ¡pero no le hagan daño!»
Gén 37:23  Cuando José llegó a donde estaban sus hermanos, ellos le quitaron la capa que su padre le había hecho
Gén 37:24  y lo echaron al pozo, que estaba seco. Y Rubén se fue.
Gén 37:25  Los hermanos se sentaron a comer. De pronto vieron que se acercaba un grupo de comerciantes. Eran unos ismaelitas que venían de Galaad. Sus camellos estaban cargados de finos perfumes y hierbas de rico olor, que los ismaelitas pensaban vender en Egipto.
Gén 37:26  Judá entonces les dijo a sus hermanos: «No ganamos nada con matar a nuestro hermano, y luego tener que mentir acerca de su muerte.
Gén 37:27  Nos conviene más vendérselo a estos ismaelitas. Después de todo, José es nuestro hermano; ¡es de nuestra propia familia!» Esta idea les pareció bien,
Gén 37:28  así que cuando los comerciantes pasaron por allí, los hermanos de José lo sacaron del pozo y lo vendieron en veinte monedas de plata. Entonces los comerciantes se lo llevaron a Egipto.
Gén 37:29  Cuando Rubén regresó y vio que José ya no estaba en el pozo, rompió su ropa en señal de tristeza,
Gén 37:30  y luego fue a decirles a sus hermanos: «¡José ya no está en el pozo! Y ahora, ¿qué le voy a decir a mi padre?»
Gén 37:31  Mataron entonces un cabrito, y con la sangre del cabrito mancharon la capa de José.
Gén 37:32  Luego le llevaron la capa a Jacob, y le dijeron: —¡Mira lo que encontramos! Nos parece que es la capa de tu hijo.
Gén 37:33  Jacob la reconoció, y lleno de dolor gritó: —¡Sí, es la capa de mi hijo! ¡Seguramente algún animal feroz lo hizo pedazos y se lo comió!
Gén 37:34  Allí mismo Jacob rompió su ropa en señal de tristeza, se vistió de luto, y durante mucho tiempo lloró por la muerte de su hijo.
Gén 37:35  Todos sus hijos llegaron para consolarlo, pero él no quería que lo consolaran. Más bien, lloraba y decía que quería morirse para estar con José.
Gén 37:36  Cuando los comerciantes llegaron a Egipto, vendieron a José. Lo compró Potifar, que era un oficial del rey de Egipto y capitán de la guardia.

Gén 37:1  Jacob, por su parte, se estableció en el que fue país residencial de su padre, el país de Canaán.
Gén 37:2  Esta es la historia de Jacob. José tenía diecisiete años. Estaba de pastor de ovejas con sus hermanos - él, muchacho todavía, con los hijos de Bilhá y los de Zilpá, mujeres de su padre. Y José comunicó a su padre lo mal que se hablaba de ellos.
Gén 37:3  Israel amaba a José más que a todos los demás hijos, por ser para él el hijo de la ancianidad. Le había hecho una túnica de manga larga.
Gén 37:4  Vieron sus hermanos cómo le prefería su padre a todos sus otros hijos, y le aborrecieron hasta el punto de no poder ni siquiera saludarle.
Gén 37:5  José tuvo un sueño y lo manifestó a sus hermanos, quienes le odiaron más aún.
Gén 37:6  Les dijo: «Oíd el sueño que he tenido.
Gén 37:7  Me parecía que nosotros estábamos atando gavillas en el campo, y he aquí que mi gavilla se levantaba y se tenía derecha, mientras que vuestras gavillas le hacían rueda y se inclinaban hacia la mía.»
Gén 37:8  Sus hermanos le dijeron: «¿Será que vas a reinar sobre nosotros o que vas a tenernos domeñados?» Y acumularon todavía más odio contra él por causa de sus sueños y de su palabras.
Gén 37:9  Volvió a tener otro sueño, y se lo contó a sus hermanos. Díjoles: «He tenido otro sueño: Resulta que el sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante mí.»
Gén 37:10  Se lo contó a su padre y a sus hermanos, y su padre le reprendió y le dijo: «¿Qué sueño es ése que has tenido? ¿Es que yo, tu madre y tus hermanos vamos a venir a inclinarnos ante ti hasta el suelo?»
Gén 37:11  Sus hermanos le tenían envidia, mientras que su padre reflexionaba.
Gén 37:12  Fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem,
Gén 37:13  y dijo Israel a José: «¿No están tus hermanos pastoreando en Siquem? Ve de mi parte a donde ellos.» Dijo: «Estoy listo.»
Gén 37:14  Díjole: «Anda, vete a ver si tus hermanos siguen sin novedad, y lo mismo el ganado, y tráeme noticias.» Le envió, pues, desde el valle de Hebrón, y José fue a Siquem.
Gén 37:15  Encontróse con él un hombre mientras estaba discurriendo por el campo. El hombre le preguntó: «¿Qué buscas?»
Gén 37:16  Díjole: «Estoy buscando a mis hermanos. Indícame, por favor, dónde están pastoreando.»
Gén 37:17  El hombre le dijo: «Partieron de aquí, pues yo les oí decir: “Vamos a Dotán.”» José fue detrás de sus hermanos y los encontró en Dotán.
Gén 37:18  Ellos le vieron de lejos, y antes que se les acercara, conspiraron contra él para matarle,
Gén 37:19  y se decían mutuamente: «Por ahí viene el soñador.
Gén 37:20  Ahora, pues, venid, matémosle y echémosle en un pozo cualquiera, y diremos que algún animal feroz le devoró. Veremos entonces en qué paran sus sueños.»
Gén 37:21  Rubén lo oyó y le libró de sus manos. Dijo: «No atentemos contra su vida.»
Gén 37:22  Rubén les dijo: «No derraméis sangre. Echadle a ese pozo que hay en el páramo, pero no pongáis la mano sobre él.» Su intención era de salvarle de sus hermanos para devolverle a su padre.
Gén 37:23  Y ocurrió, que cuando llegó José donde sus hermanos, éstos despojaron a José de su túnica - aquella túnica de manga larga que llevaba puesta -,
Gén 37:24  y echándole mano le arrojaron al pozo. Aquel pozo estaba vacío, sin agua.
Gén 37:25  Luego se sentaron a comer. Y levantando los ojos divisaron una caravana de ismaelitas que venían de Galaad, con camellos cargados de almáciga, sandáraca y ládano, que iban bajando hacia Egipto.
Gén 37:26  Entonces dijo Judá a sus hermanos: «¿Qué aprovecha el que asesinemos a nuestro hermano y luego tapemos su sangre?
Gén 37:27  Venid vamos a venderle a los ismaelitas, pero no pongamos la mano en él, porque es nuestro hermano, carne nuestra.» Y sus hermanos asintieron.
Gén 37:28  Pasaron unos madianitas mercaderes, y descubriéndole subieron a José del pozo. Vendieron a José a los ismaelitas por veinte piezas de plata, y éstos se llevaron a José a Egipto.
Gén 37:29  Vuelve Rubén al pozo, y he aquí que José nos estaba en el pozo. El desgarró sus ropas,
Gén 37:30  y volviendo donde sus hermanos les dijo: «El niño no aparece, y yo ¿qué hago ahora?»
Gén 37:31  Entonces tomaron la túnica de José, y degollando un cabrito, tiñeron la túnica en sangre,
Gén 37:32  y enviaron la túnica de manga larga, haciéndola llegar hasta su padre con este recado: «Esto hemos encontrado: examina si se trata de la túnica de tu hijo, o no.»
Gén 37:33  El la examinó y dijo: «¡Es la túnica de mi hijo! ¡Algún animal feroz le ha devorado! ¡José ha sido despedazado!»
Gén 37:34  Jacob desgarró su vestido, se echó un sayal a la cintura e hizo duelo por su hijo durante muchos días.
Gén 37:35  Todos sus hijos e hijas acudieron a consolarle, pero él rehusaba consolarse y decía: «Voy a bajar en duelo al seol donde mi hijo.» Y su padre le lloraba.
Gén 37:36  Por su parte, los madianitas, llegados a Egipto, le vendieron a Putifar, eunuco de Faraón y capitán de los guardias.

Gén 37:1  Jacob se estableció en la tierra de Canaán, donde su padre había residido como extranjero.
Gén 37:2  Ésta es la historia de Jacob y su familia. Cuando José tenía diecisiete años, apacentaba el rebaño junto a sus hermanos, los hijos de Bilhá y de Zilpá, que eran concubinas de su padre. El joven José solía informar a su padre de la mala fama que tenían estos hermanos suyos.
Gén 37:3  Israel amaba a José más que a sus otros hijos, porque lo había tenido en su vejez. Por eso mandó que le confeccionaran una túnica especial de mangas largas.
Gén 37:4  [1]  Viendo sus hermanos que su padre amaba más a José que a ellos, comenzaron a odiarlo y ni siquiera lo saludaban.
Gén 37:5  Cierto día José tuvo un sueño y, cuando se lo contó a sus hermanos, éstos le tuvieron más odio todavía,
Gén 37:6  pues les dijo: Préstenme atención, que les voy a contar lo que he soñado.
Gén 37:7  Resulta que estábamos todos nosotros en el campo atando gavillas. De pronto, mi gavilla se levantó y quedó erguida, mientras que las de ustedes se juntaron alrededor de la mía y le hicieron reverencias.
Gén 37:8  Sus hermanos replicaron: ¿De veras crees que vas a reinar sobre nosotros, y que nos vas a someter? Y lo odiaron aún más por los sueños que él les contaba.
Gén 37:9  Después José tuvo otro sueño, y se lo contó a sus hermanos. Les dijo: Tuve otro sueño, en el que veía que el sol, la luna y once estrellas me hacían reverencias.
Gén 37:10  Cuando se lo contó a su padre y a sus hermanos, su padre lo reprendió: ¿Qué quieres decirnos con este sueño que has tenido? le preguntó. ¿Acaso tu madre, tus hermanos y yo vendremos a hacerte reverencias?
Gén 37:11  Sus hermanos le tenían envidia, pero su padre meditaba en todo esto.
Gén 37:12  En cierta ocasión, los hermanos de José se fueron a Siquén para apacentar las ovejas de su padre.
Gén 37:13  Israel le dijo a José: Tus hermanos están en Siquén apacentando las ovejas. Quiero que vayas a verlos. Está bien contestó José.
Gén 37:14  Israel continuó: Vete a ver cómo están tus hermanos y el rebaño, y tráeme noticias frescas. Y lo envió desde el valle de Hebrón. Cuando José llegó a Siquén,
Gén 37:15  un hombre lo encontró perdido en el campo y le preguntó: ¿Qué andas buscando?
Gén 37:16  Ando buscando a mis hermanos contestó José. ¿Podría usted indicarme dónde están apacentando el rebaño?
Gén 37:17  Ya se han marchado de aquí le informó el hombre. Les oí decir que se dirigían a Dotán. José siguió buscando a sus hermanos, y los encontró cerca de Dotán.
Gén 37:18  Como ellos alcanzaron a verlo desde lejos, antes de que se acercara tramaron un plan para matarlo.
Gén 37:19  Se dijeron unos a otros: Ahí viene ese soñador.
Gén 37:20  Ahora sí que le llegó la hora. Vamos a matarlo y echarlo en una de estas cisternas, y diremos que lo devoró un animal salvaje. ¡Y a ver en qué terminan sus sueños!
Gén 37:21  Cuando Rubén escuchó esto, intentó librarlo de las garras de sus hermanos, así que les propuso: No lo matemos.
Gén 37:22  No derramen sangre. Arrójenlo en esta cisterna en el desierto, pero no le pongan la mano encima. Rubén dijo esto porque su intención era rescatar a José y devolverlo a su padre.
Gén 37:23  Cuando José llegó adonde estaban sus hermanos, le arrancaron la túnica especial de mangas largas,
Gén 37:24  lo agarraron y lo echaron en una cisterna que estaba vacía y seca.
Gén 37:25  Luego se sentaron a comer. En eso, al levantar la vista, divisaron una caravana de ismaelitas que venía de Galaad. Sus camellos estaban cargados de perfumes, bálsamo y mirra, que llevaban a Egipto.
Gén 37:26  Entonces Judá les propuso a sus hermanos: ¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y ocultar su muerte?
Gén 37:27  En vez de eliminarlo, vendámoslo a los ismaelitas; al fin de cuentas, es nuestro propio hermano. Sus hermanos estuvieron de acuerdo con él,
Gén 37:28  así que cuando los mercaderes madianitas se acercaron, sacaron a José de la cisterna y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de plata. Fue así como se llevaron a José a Egipto.
Gén 37:29  Cuando Rubén volvió a la cisterna y José ya no estaba allí, se rasgó las vestiduras en señal de duelo.
Gén 37:30  Regresó entonces adonde estaban sus hermanos, y les reclamó: ¡Ya no está ese mocoso! Y ahora, ¿qué hago?
Gén 37:31  En seguida los hermanos tomaron la túnica especial de José, degollaron un cabrito, y con la sangre empaparon la túnica.
Gén 37:32  Luego la mandaron a su padre con el siguiente mensaje: "Encontramos esto. Fíjate bien si es o no la túnica de tu hijo."
Gén 37:33  En cuanto Jacob la reconoció, exclamó: "¡Sí, es la túnica de mi hijo! ¡Seguro que un animal salvaje se lo devoró y lo hizo pedazos!"
Gén 37:34  Y Jacob se rasgó las vestiduras y se vistió de luto, y por mucho tiempo hizo duelo por su hijo.
Gén 37:35  Todos sus hijos y sus hijas intentaban calmarlo, pero él no se dejaba consolar, sino que decía: "No. Guardaré luto hasta que descienda al *sepulcro para reunirme con mi hijo." Así Jacob siguió llorando la muerte de José.
Gén 37:36  En Egipto, los madianitas [2] lo vendieron a un tal Potifar, funcionario del faraón y capitán de la guardia.

Gén 37:1  Mientras tanto, Jacob estaba instalado en el territorio donde su padre había residido como extranjero, en la tierra de Canaán.
Gén 37:2  Esta es la historia de Jacob. José tenía diecisiete años, y apacentaba el rebaño, ayudando a sus hermanos, los hijos de Bilhá y Zilpá, las mujeres de su padre. En cierta ocasión, refirió a Jacob lo mal que se hablaba con ellos.
Gén 37:3  Israel amaba a José más que a ningún otro de sus hijos, porque era el hijo de la vejez, y le mandó hacer una túnica de mangas largas.
Gén 37:4  Pero sus hermanos, al ver que lo amaba más que a ellos, le tomaron tal odio que ni siquiera podían dirigirle el saludo.
Gén 37:5  Una vez, José tuvo un sueño y lo contó a sus hermanos.
Gén 37:6  "Oigan el sueño que tuve", les dijo.
Gén 37:7  "Nosotros estábamos en el campo atando gavillas. De pronto, mi gavilla se alzó y se mantuvo erguida, mientras que la de ustedes formaban un círculo alrededor de la mía y se inclinaban ante ella".
Gén 37:8  Sus hermanos le preguntaron: "¿Acaso pretendes reinar sobre nosotros y tenernos bajo tu dominio?". Y lo odiaron más todavía por lo que contaba acerca de sus sueños.
Gén 37:9  Después tuvo otro sueño, y también lo contó a sus hermanos. "Tuve otro sueño, les dijo. El sol, la luna y once estrellas se postraban delante de mi".
Gén 37:10  Pero cuando se lo contó a su padre, este lo reprendió diciéndole: "¿Qué significa ese sueño que has tenido? ¿Acaso yo, tu madre y tus hermanos vendremos a postrarnos en tierra delante de ti?".
Gén 37:11  Y sus hermanos le tenían envidia, pero su padre reflexionaba sobre todas estas cosas.
Gén 37:12  Un día, sus hermanos habían ido hasta Siquem para apacentar el rebaño de su padre.
Gén 37:13  Entonces Israel dijo a José: "Tus hermanos están con el rebaño de Siquem. Quiero que vayas a verlos". "Está bien", respondió él.
Gén 37:14  Su padre añadió: "Ve a ver cómo les va a tus hermanos y al rebaño, y tráeme noticias". Y lo envió desde el valle de Hebrón. Cuando José llegó a Siquem,
Gén 37:15  un hombre lo encontró dando vueltas por el campo y le preguntó: "¿Qué estás buscando?".
Gén 37:16  El le respondió: "Busco a mis hermanos. ¿Puedes decirme dónde están apacentando el rebaño?".
Gén 37:17  "Se han ido de aquí, repuso el hombre, porque les oí decir: "Vamos a Dotán". José fue entonces en busca de sus hermanos, y los encontró en Dotán.
Gén 37:18  Ellos lo divisaron desde lejos, y antes que se acercara, ya se habían confabulado para darle muerte.
Gén 37:19  "Ahí viene ese soñador", se dijeron unos a otros.
Gén 37:20  "¿Por qué no lo matamos y lo arrojamos en una de esas cisternas? Después diremos que lo devoró una fiera. ¡Veremos entonces en qué terminan sus sueños!".
Gén 37:21  Pero Rubén, al oír esto, trató de salvarlo diciendo: "No atentemos contra su vida".
Gén 37:22  Y agregó: "No derramen sangre. Arrójenlo en esa cisterna que está allá afuera, en el desierto, pero no pongan sus manos sobre él". En realidad, su intención era librarlo de sus manos y devolverlo a su padre sano y salvo.
Gén 37:23  Apenas José llegó al lugar donde estaban sus hermanos, estos lo despojaron de su túnica -la túnica de mangas largas que llevaba puesta-,
Gén 37:24  lo tomaron y lo arrojaron a la cisterna, que estaba completamente vacía.
Gén 37:25  Luego se sentaron a comer. De pronto, alzaron la vista y divisaron una caravana de ismaelitas que venían de Galaad, transportando en sus camellos una carga de goma tragacanto, bálsamo y mirra, que llevaban a Egipto.
Gén 37:26  Entonces Judá dijo a sus hermanos: "¿Qué ganamos asesinando a nuestro hermano y ocultando su sangre?
Gén 37:27  En lugar de atentar contra su vida, vendámoslo a los ismaelitas, porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne". Y sus hermanos estuvieron de acuerdo.
Gén 37:28  Pero mientras tanto, unos negociantes madianitas pasaron por allí y retiraron a José de la cisterna. Luego lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de planta, y José fue llevado a Egipto.
Gén 37:29  Cuando Rubén volvió a la cisterna y se dio cuenta de que José había desaparecido, desgarró su ropa,
Gén 37:30  y regresando a donde estaban sus hermanos, dijo: "El muchacho ha desaparecido. ¿Dónde iré yo ahora?".
Gén 37:31  Entonces tomaron la túnica de José, degollaron un cabrito, y empaparon la túnica con sangre.
Gén 37:32  Después enviaron a su padre la túnica de mangas largas, junto con este mensaje: "Hemos encontrado esto. Fíjate bien si es la túnica de tu hijo, o no".
Gén 37:33  Este, al reconocerla, exclamó: "¡Es la túnica de mi hijo! Un animal salvaje lo ha devorado. ¡José ha sido presa de las fieras!".
Gén 37:34  Jacob desgarró sus vestiduras, se vistió de luto y estuvo mucho tiempo de duelo por su hijo.
Gén 37:35  Sus hijos y sus hijas venían a consolarlo, pero él rehusaba todo consuelo, diciendo: "No. Voy a bajar enlutado a donde está mi hijo, a la morada de los muertos". Y continuaba lamentándose.
Gén 37:36  Pero entretanto, en Egipto, los madianitas lo habían vendido a Putifar, un funcionario del Faraón, capitán de guardias.

Gén 37:1  Esta es la historia de Jacob, que vivió en la tierra de Canaán, donde antes su padre había vivido como extranjero. Cuando José tenía diecisiete años, ayudaba a sus hermanos, los hijos de Bilhá y de Zilpá, a cuidar las ovejas. Pero José le contaba a su padre lo mal que se portaban sus hermanos.
Gén 37:3  Jacob amaba a José más que a sus otros hijos, pues había nacido cuando ya era muy anciano. Por eso le hizo una capa de muchos colores.
Gén 37:4  Pero sus hermanos lo odiaban, y ni siquiera le hablaban, pues veían que su padre lo quería más que a ellos.
Gén 37:5  Un día José tuvo un sueño. Cuando se lo contó a sus hermanos, ellos lo odiaron aún más,
Gén 37:6  pues les dijo: —Anoche tuve un sueño,
Gén 37:7  y soñé que estábamos en medio del campo, atando el trigo en manojos. De repente, mi manojo se levantó y se quedó bien derecho, mientras los de ustedes lo rodeaban y se inclinaban ante él.
Gén 37:8  Sus hermanos protestaron: —¡Ahora resulta que vas a ser nuestro rey y nuestro jefe! Y por causa del sueño y por lo que decía, creció en ellos el odio que le tenían.
Gén 37:9  José tuvo otro sueño, y también se lo contó a sus hermanos. Les dijo: —Fíjense que tuve otro sueño. Resulta que esta vez el sol, la luna y once estrellas, se inclinaban ante mí.
Gén 37:10  Cuando les contó este sueño a su padre y a sus hermanos, su padre lo reprendió, y le dijo: —¿Qué clase de sueño es ese? ¿Quieres decir que tu madre y tus hermanos, y yo mismo, vamos a ser tus esclavos?
Gén 37:11  Y sus hermanos le tenían envidia, pero su padre trataba de entender el significado de sus sueños.
Gén 37:12  Los hermanos de José habían llevado las ovejas de su padre a los pastos de Siquem.
Gén 37:13  Unos días después, Jacob le dijo a José: —Ya sabes que tus hermanos están en Siquem, cuidando las ovejas. Quiero que vayas a ver si todo está bien, y que regreses a contármelo. —Sí, papá, enseguida voy —le respondió. José salió del valle de Hebrón, y llegó a Siquem,
Gén 37:15  pero no encontró a sus hermanos por ningún lado. Poco después lo encontró un hombre y le preguntó: —¿Qué andas buscando?
Gén 37:16  José le respondió: —Busco a mis hermanos y a sus rebaños. Tal vez usted pueda decirme dónde están.
Gén 37:17  Aquel hombre contestó: —Hace días que se fueron. Alcancé a oír que se iban a Dotán. José siguió buscando a sus hermanos, y allá los encontró.
Gén 37:18  Cuando ellos lo vieron acercarse, antes de que él llegara a donde ellos estaban, se pusieron de acuerdo para matarlo.
Gén 37:19  Unos a otros se decían: «¡Vaya, vaya! ¡Aquí viene ese gran soñador!
Gén 37:20  Vamos a matarlo y a echarlo en uno de estos pozos, y diremos que algún animal feroz se lo comió. ¡Ya vamos a ver si se cumplen sus sueños!»
Gén 37:21  Al oír esto, Rubén trató de librar a José de sus hermanos, para luego llevárselo a su padre. Por eso les dijo: «No está bien que lo matemos. ¿Para qué matarlo? Si quieren, échenlo en este pozo del desierto; ¡pero no le hagan daño!»
Gén 37:23  Cuando José llegó a donde estaban sus hermanos, ellos le quitaron la capa que su padre le había hecho
Gén 37:24  y lo echaron al pozo, que estaba seco. Y Rubén se fue.
Gén 37:25  Los hermanos se sentaron a comer. De pronto vieron que se acercaba un grupo de comerciantes. Eran unos ismaelitas que venían de Galaad. Sus camellos estaban cargados de finos perfumes y hierbas de rico olor, que los ismaelitas pensaban vender en Egipto.
Gén 37:26  Judá entonces les dijo a sus hermanos: «No ganamos nada con matar a nuestro hermano, y luego tener que mentir acerca de su muerte.
Gén 37:27  Nos conviene más vendérselo a estos ismaelitas. Después de todo, José es nuestro hermano; ¡es de nuestra propia familia!» Esta idea les pareció bien,
Gén 37:28  así que cuando los comerciantes pasaron por allí, los hermanos de José lo sacaron del pozo y lo vendieron en veinte monedas de plata. Entonces los comerciantes se lo llevaron a Egipto.
Gén 37:29  Cuando Rubén regresó y vio que José ya no estaba en el pozo, rompió su ropa en señal de tristeza,
Gén 37:30  y luego fue a decirles a sus hermanos: «¡José ya no está en el pozo! Y ahora, ¿qué le voy a decir a mi padre?»
Gén 37:31  Mataron entonces un cabrito, y con la sangre del cabrito mancharon la capa de José.
Gén 37:32  Luego le llevaron la capa a Jacob, y le dijeron: —¡Mira lo que encontramos! Nos parece que es la capa de tu hijo.
Gén 37:33  Jacob la reconoció, y lleno de dolor gritó: —¡Sí, es la capa de mi hijo! ¡Seguramente algún animal feroz lo hizo pedazos y se lo comió!
Gén 37:34  Allí mismo Jacob rompió su ropa en señal de tristeza, se vistió de luto, y durante mucho tiempo lloró por la muerte de su hijo.
Gén 37:35  Todos sus hijos llegaron para consolarlo, pero él no quería que lo consolaran. Más bien, lloraba y decía que quería morirse para estar con José.
Gén 37:36  Cuando los comerciantes llegaron a Egipto, vendieron a José. Lo compró Potifar, que era un oficial del rey de Egipto y capitán de la guardia.

Gén 37:1  Ya'akov continuó viviendo en la tierra donde su padre había vivido como extranjero, la tierra de Kenaan.
Gén 37:2  Estas son las generaciones de Ya'akov. Cuando Yosef tenía diecisiete años de edad él solía pastorear el rebaño de su padre con sus hermanos, aun a pesar de que todavía era un muchacho. Una vez él estaba con los hijos de Bilhah y los hijos de Zilpah, las esposas de su padre, él trajo un mal reporte de ellos a su padre.
Gén 37:3  Ahora bien, Yisra'el amaba a Yosef más que a todos sus hijos, porque él era el hijo de su vejez; y él le hizo una túnica de muchos colores.
Gén 37:4  Cuando sus hermanos vieron que su padre lo amaba a él más que a todos sus hermanos, ellos comenzaron a odiarlo y llegó al punto donde ellos no podían ni hablar con él en una forma civilizada.
Gén 37:5  Yosef tuvo un sueño el cual contó a sus hermanos.
Gén 37:6  El les dijo a ellos: "Escuchen mientras les cuento acerca de este sueño mío.
Gén 37:7  Estábamos atando manojos de trigo en el campo cuando de repente mi manojo se levantó por sí mismo y se paró derecho; entonces los manojos de ustedes vinieron, se reunieron alrededor del mío y se postraron delante de él."
Gén 37:8  Sus hermanos protestaron: "Sí, seguramente serás nuestro rey. ¡Harás un buen trabajo ordenándonos a todos nosotros!" Y ellos lo odiaron aun más por sus sueños y por lo que él dijo.
Gén 37:9  El tuvo otro sueño el cual contó a su padre y a sus hermanos: "Aquí está, tuve otro sueño, y allí estaban el sol, la luna y once estrellas postrándose delante de mí."
Gén 37:10  Pero su padre lo reprendió: "¿Qué es este sueño que has tenido? ¿Realmente esperas que yo, tu madre y tus hermanos vengamos y nos postremos en la tierra delante de ti? "
Gén 37:11  Sus hermanos tenían celos de él, pero su padre mantuvo el asunto en su mente.[106]
Gén 37:12  Después de esto, cuando sus hermanos habían ido a pastorear las ovejas de su padre en Shejem,
Gén 37:13  Yisra'el le preguntó a Yosef: "¿No están tus hermanos pastoreando las ovejas en Shejem? Ven, te enviaré a ellos." El respondió: "Aquí estoy."
Gén 37:14  El le dijo: "Ve ahora, ve a ver si las cosas están yendo bien con tus hermanos y las ovejas, y tráeme noticias de regreso." Así que él lo envió desde el Valle de Hevron, y él fue a Shejem,
Gén 37:15  donde un hombre lo encontró andando errante por el campo. El hombre le preguntó: "¿Qué estás buscando? "
Gén 37:16  "Estoy buscando a mis hermanos," él respondió. "Dime, por favor, ¿dónde están pastoreando las ovejas? "
Gén 37:17  El hombre dijo: "Ellos se han ido de aquí; porque les oí decir: 'Vamos a ir a Dotan.'" Yosef fue tras de sus hermanos y los encontró en Dotan.[107]
Gén 37:18  Ellos lo vieron a la distancia, y antes de que él llegara donde ellos estaban, ya habían maquinado matarle.
Gén 37:19  Ellos se dijeron el uno al otro: "¡Miren, este soñador está viniendo!
Gén 37:20  Así que vengan ahora, vamos a matarlo y echarlo en una de estas cisternas de agua que hay aquí. Entonces diremos que un animal salvaje lo devoró. ¡Veremos entonces qué será de sus sueños!"
Gén 37:21  Pero cuando Reuven oyó esto, él lo salvó de ser destruido por ellos. El dijo: "No debemos tomar su vida.
Gén 37:22  No derramen sangre," añadió Reuven. Echenlo en esta cisterna aquí en el desierto, pero no pongan ustedes mismos sus manos sobre él." El tenía intenciones de rescatarlo más tarde de ellos y devolverlo a su padre.
Gén 37:23  Sucedió, pues, que cuando Yosef llegó a donde sus hermanos, ellos le arrebataron la túnica de muchos colores[108] que tenía puesta,
Gén 37:24  lo agarraron y lo echaron en la cisterna (la cisterna estaba vacía, sin ninguna agua en ella).
Gén 37:25  Entonces ellos se sentaron a comer; pero mientras alzaron la mirada, vieron delante de ellos una caravana de Yishmaelim viniendo de Gilead, sus camellos cargados con resina aromática, bálsamo y opio, en camino a Mitzrayim.
Gén 37:26  Yahudáh dijo a sus hermanos: "¿De qué nos aprovecha si matamos a nuestro hermano y cubrimos su sangre?
Gén 37:27  Vengan, vendámosle a los Yishmaelim,[109] en vez de matarlo con nuestras propias manos. Después de todo, él es nuestro hermano, nuestra propia carne." Sus hermanos prestaron atención a él.
Gén 37:28  Entonces cuando pasaban los mercaderes Midyanim, ellos sacaron a Yosef de la cisterna y lo vendieron por media libra de shekels de plata a los Yishmaelim, quienes llevaron a Yosef a Mitzrayim.
Gén 37:29  Reuven regresó a la cisterna y, al ver que Yosef no estaba en ella, rasgó sus vestidos en señal de duelo.
Gén 37:30  El regresó a sus hermanos, y dijo: "¡El muchacho no está allí! ¿Adónde puedo ir ahora? "
Gén 37:31  Ellos cogieron la túnica de Yosef, mataron un carnero y empaparon la túnica con la sangre.
Gén 37:32  Entonces enviaron la túnica de muchos colores, y la trajeron a su padre, diciendo: "Hemos encontrado esto. ¿Sabes si es la túnica de tu hijo o no? "
Gén 37:33  El la reconoció y gritó: "¡Es la túnica de mi hijo! ¡Algún animal salvaje ha rasgado a Yosef en pedazos y lo ha devorado; una bestial salvaje se ha llevado a Yosef!"
Gén 37:34  Ya'akov rasgó sus ropas y, poniendo cilicio alrededor de su cintura, guardó luto por su hijo por muchos días.
Gén 37:35  A pesar de que todos sus hijos e hijas se reunieron alrededor de él y trataron de consolarlo, él rehusó toda consolación, diciendo: "No, descenderé a la sepultura, a mi hijo, enlutado." Y su padre lloró por él.
Gén 37:36  En Mitzrayim los Midyanim vendieron a Yosef a Potifar, uno de los oficiales de Faraón, un capitán de la guardia.

Gén 37:1  Jacob, por su parte, se estableció en Canaán, país donde había vivido su padre.
Gén 37:2  Esta es la historia de la familia de Jacob. A los diecisiete años, José se dedicaba a cuidar ovejas. Siendo todavía un adolescente, ayudaba a los hijos de Bilá y de Zelfa, mujeres de su padre y por lo tanto, informaba a su padre sobre la mala reputación que sus hermanos tenían.
Gén 37:3  Israel quería a José más que a sus otros hijos, pues le había nacido en su ancianidad; incluso le había hecho una túnica con mangas.
Gén 37:4  Sus hermanos, viendo que su padre le prefería a sus otros hijos, comenzaron a odiarlo hasta tal punto que no podían conversar con él.
Gén 37:5  José tuvo un sueño y lo contó a sus hermanos.
Gén 37:6  Miren, les dijo, el sueño que he tenido.
Gén 37:7  Estábamos nosotros atando gavillas en medio del campo, cuando sucedió que mi gavilla se levantaba y permanecía derecha. Entonces las gavillas de ustedes la rodearon y se postraron ante la mía."
Gén 37:8  Sus hermanos le dijeron: "¿Eso quiere decir acaso que tú vas a reinar sobre nosotros, o que vas a mandarnos?" Y lo aborrrecieron más aún, a causa de sus sueños y de sus interpretaciones.
Gén 37:9  Tuvo José todavía otro sueño, y también se lo contó a sus hermanos: "Tuve otro sueño; esta vez el sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante mí."
Gén 37:10  Su padre, que también lo escuchaba, lo reprendió y le dijo: "¿Qué sueño es ese que has tenido? ¿Acaso yo, tu madre y tus hermanos tendremos que inclinarnos ante ti?"
Gén 37:11  Sus hermanos se pusieron envidiosos con él, mientras que su padre conservaba esto en la memoria.
Gén 37:12  Sus hermanos habían ido a apacentar el rebaño de su padre a Siquem,
Gén 37:13  e Israel dijo a José: "Tus hermanos están cuidando las ovejas en los pastos de Siquem; ven, que quiero mandarte donde ellos." Contestó José: "Aquí estoy."
Gén 37:14  Su padre le dijo: "Anda a ver cómo está el rebaño y cómo se encuentran tus hermanos, y ven después a contármelo." Lo envió, pues, desde el valle de Hebrón, y José fue a Siquem.
Gén 37:15  Un hombre lo vio que andaba perdido por los campos y le preguntó: "¿Qué buscas?"
Gén 37:16  Le respondió: "Estoy buscando a mis hermanos. Dime, por favor, dónde están con sus rebaños."
Gén 37:17  El hombre le contestó: "Se han ido de aquí, pues les oí decir: Vámonos a Dotán." Y José salió en busca de sus hermanos y los encontró en Dotán.
Gén 37:18  Al verlo desde lejos, y antes de que llegara, se pusieron de acuerdo para matarlo.
Gén 37:19  Se dijeron: "Allí viene el soñador.
Gén 37:20  Este es el momento: matémoslo y echémoslo en un pozo cualquiera, y diremos que algún animal feroz lo devoró. ¡Ahí vamos a ver en qué quedan sus sueños!"
Gén 37:21  Al oír esto, Rubén quiso salvarlo de sus manos y les dijo: "No lo maten."
Gén 37:22  No derramen sangre, les dijo Rubén, échenlo más bien en aquella cisterna allá en el desierto, pero no pongan las manos sobre él. Esto dijo para sacarlo de sus manos y devolverlo después a su padre.
Gén 37:23  Fue así que cuando José llegó junto a ellos, le sacaron la túnica con mangas que llevaba puesta,
Gén 37:24  lo tomaron y lo arrojaron a una cisterna que estaba seca, sin agua.
Gén 37:25  Se sentaron para comer, cuando alzando los ojos, vieron una caravana de ismaelitas que venía de Galaad, con sus camellos cargados de bálsamo, mirra y otras especias que llevaban a Egipto.
Gén 37:26  Entonces Judá dijo a sus hermanos: "¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y tapar su sangre?
Gén 37:27  Mejor vendámoslo a esos ismaelitas y no pongamos nuestras manos sobre él, pues es nuestro hermano y carne nuestra." Sus hermanos le hicieron caso,
Gén 37:28  y al pasar unos madianitas, que eran mercaderes, sacaron a José del pozo. Lo vendieron a los madianitas por veinte monedas de plata, y éstos llevaron a José a Egipto.
Gén 37:29  Al regresar Rubén al pozo, ya no encontró a José. Rasgó sus vestidos
Gén 37:30  y volviendo donde estaban sus hermanos, les dijo: "El muchacho ya no está. ¿Y qué hago ahora?"
Gén 37:31  Entonces tomaron la túnica de José y, degollando un cabrito, la tiñeron con su sangre.
Gén 37:32  Enviaron la túnica de manga larga a su padre con este mensaje: "Esto hemos encontrado. Mira a ver si es la túnica de tu hijo."
Gén 37:33  Jacob la reconoció y exclamó: "¡Es la túnica de mi hijo. Algún animal feroz lo ha devorado! ¡José ha sido despedazado!"
Gén 37:34  Jacob desgarró sus vestidos, se vistió con un sayal, e hizo duelo por su hijo durante muchos días.
Gén 37:35  Todos sus hijos e hijas acudieron a consolarlo, pero él no quería ser consolado, y decía: "Estaré todavía de duelo cuando descienda donde mi hijo al lugar de las Sombras." Y su padre lo lloró.
Gén 37:36  Entretanto los madianitas llegaron a Egipto y vendieron a José a Putifar, funcionario del palacio de Faraón y capitán de la guardia.

Gén 37:1  Jacob se quedó a vivir en la tierra de Canaán, la tierra en la que había vivido su papá.
Gén 37:2  Esta es la historia de la familia de Jacob. José tenía diecisiete años y cuidaba los rebaños con sus hermanos. Les ayudaba a los hijos de Bilhá y de Zilpá, las esposas de su papá. José le contaba a su papá los males que hacían sus hermanos.
Gén 37:3  Israel quería a José más que a sus otros hijos porque había nacido cuando él estaba muy viejo. Israel le hizo una túnica muy distinguida.
Gén 37:4  Sus hermanos se dieron cuenta de que su papá amaba a José más que a ellos. Por esa razón lo odiaban y no podían decirle ni una palabra amable.
Gén 37:5  José tuvo un sueño, se lo contó a sus hermanos y ellos lo odiaron todavía más.
Gén 37:6  José les dijo: —Oigan este sueño que tuve.
Gén 37:7  Estábamos juntos amarrando manojos de trigo en la mitad del campo. De repente mi manojo se levantó y quedó derecho. Después sus manojos rodearon el mío y le hicieron reverencias.
Gén 37:8  Entonces sus hermanos le dijeron: —¿Será que vas a ser nuestro rey? ¿Será que nos vas a gobernar? Ahora sus hermanos lo odiaban aún más debido a sus sueños y a la forma en que los contaba.
Gén 37:9  Después José tuvo otro sueño y también se lo contó a sus hermanos. Les dijo: —Miren, volví a tener otro sueño: el sol, la luna y once estrellas me hacían reverencias.
Gén 37:10  Cuando les contó esto a su papá y a sus hermanos, su papá lo regañó y le dijo: —¿Qué clase de sueño es éste que tuviste? ¿Acaso es cierto que yo, tu mamá y tus hermanos vamos a postrarnos ante ti?
Gén 37:11  Sus hermanos estaban celosos de él, pero su papá pensaba mucho en este asunto.
Gén 37:12  Un día los hermanos salieron a apacentar los rebaños del papá, en Siquén.
Gén 37:13  Entonces Israel le dijo a José: —Tus hermanos están cuidando los rebaños en Siquén, ven que te voy a mandar a donde están ellos. José le respondió: —Ya estoy listo para ir.
Gén 37:14  Entonces Israel le dijo a José: —Ve ahora y date cuenta si todo está bien allá con tus hermanos y los rebaños. Después vuelve y me cuentas. Así lo mandó desde el valle de Hebrón hasta Siquén.
Gén 37:15  Un hombre encontró a José perdido en el campo, y le preguntó: —¿Qué estás buscando?
Gén 37:16  José le respondió: —Estoy buscando a mis hermanos, hazme el favor de decirme dónde están ellos apacentando los rebaños.
Gén 37:17  El hombre dijo: —Ellos ya se fueron de aquí. Yo los oí decir: “Vámonos a Dotán”. Entonces José se fue a buscar a sus hermanos y los encontró en Dotán.
Gén 37:18  Los hermanos lo vieron venir desde muy lejos. Antes de que él llegara, hicieron un plan para matarlo.
Gén 37:19  Se dijeron unos a otros: —Miren, ¡aquí viene el de los sueños!
Gén 37:20  Vamos matémoslo y arrojemos su cuerpo en uno de los pozos secos, luego diremos que lo devoró un animal salvaje. Así veremos si se le cumplen los sueños.
Gén 37:21  Cuando Rubén escuchó esto, trató de librarlo de sus hermanos y dijo: —No lo matemos.
Gén 37:22  ¡No derramemos sangre! Tírenlo en este pozo del desierto, pero no le hagan daño. Rubén dijo esto para poderlo salvar y enviarlo de regreso a su papá.
Gén 37:23  Cuando José llegó a donde estaban sus hermanos, ellos le quitaron la túnica larga con mangas que tenía puesta.
Gén 37:24  Después lo agarraron y lo lanzaron al pozo. El pozo estaba vacío, no tenía ni una gota de agua.
Gén 37:25  Luego los hermanos se sentaron a comer y vieron un grupo de ismaelitas que venían de Galaad. Sus camellos cargaban aromas, bálsamo y mirra. Iban camino a Egipto.
Gén 37:26  Judá les dijo a sus hermanos: —¿Qué ganamos con matar y esconder la muerte de nuestro hermano?
Gén 37:27  Mejor, vayamos y vendámoslo a los ismaelitas. No le hagamos daño, él es nuestro hermano y tiene nuestra misma sangre. Todos los hermanos estuvieron de acuerdo.
Gén 37:28  Cuando los comerciantes madianitas pasaron por ahí, ellos sacaron a José del pozo y lo vendieron por veinte monedas de plata a los ismaelitas, quienes luego llevaron a José a Egipto.
Gén 37:29  Cuando Rubén regresó al pozo, se dio cuenta de que José ya no estaba adentro, entonces rasgó su ropa para mostrar su tristeza.
Gén 37:30  Después regresó donde estaban sus hermanos y dijo: —¡El muchacho ya no está! ¿Qué vamos a hacer?
Gén 37:31  Los hermanos mataron una cabra, agarraron la túnica de José y la mancharon con sangre.
Gén 37:32  Después los hermanos le llevaron la túnica larga con mangas al papá y le dijeron: Encontramos esto, mira a ver si es la túnica de tu hijo».
Gén 37:33  Jacob la reconoció y dijo: «Sí, esta es la túnica de mi hijo, lo devoró un animal salvaje; con seguridad José quedó despedazado».
Gén 37:34  Luego Jacob rasgó su vestido, se puso ropa áspera y por mucho tiempo estuvo de luto por su hijo.
Gén 37:35  Todos sus hijos e hijas fueron a consolarlo, pero él rehusaba ser consolado y decía: «Voy a estar de luto por mi hijo hasta el día en que me muera». Así hizo duelo por su hijo.
Gén 37:36  Mientras tanto, los madianitas vendieron a José en Egipto, a Potifar, el capitán de la guardia del faraón.

Gén 37:1  Pero Jacob habitó en el país de Canaán, donde su padre había vivido como extranjero.
Gén 37:2  Y he aquí lo que pasó en su familia: José todavía muchacho, siendo de dieciséis años, apacentaba el ganado con sus hermanos; y estaba con los hijos de Bala y de Zelfa, mujeres de su padre; y acusó a sus hermanos ante el padre de un delito enorme.
Gén 37:3  Amaba Israel a José más que a todos sus hijos, por haberle engendrado en la vejez, y le hizo una túnica bordada de varios colores.
Gén 37:4  Al ver, pues, sus hermanos que el padre le amaba más que a todos sus hijos, le odiaban, y no podían hablarle sin agrura.
Gén 37:5  Tras esto sucedió que habiendo tenido un sueño, se lo contó a sus hermanos; lo que fue incentivo de mayor odio,
Gén 37:6  porque les dijo: Oíd lo que he soñado.
Gén 37:7  Parecíame que estábamos atando gavillas en el campo, y como que mi gavilla se alzaba, y se tenía derecha, y que vuestras gavillas, puestas alrededor adoraban la mía.
Gén 37:8  Respondieron sus hermanos: Pues qué, ¿has de ser tú nuestro rey?, ¿o hemos de estar sujetos nosotros a tu dominio? Así, pues, la materia de estos sueños y coloquios, fue fomento de la envidia y del odio.
Gén 37:9  Vio también otro sueño, que refirió a sus hermanos, diciendo: He visto entre sueños, cómo el sol y la luna, y once estrellas me adoraban.
Gén 37:10  Y habiéndolo contado a su padre y a sus hermanos, su padre le respondió, diciendo: ¿Qué quiere decir ese sueño que has visto?; ¿por ventura yo y tu madre y tus hermanos postrados por tierra te habremos de adorar?
Gén 37:11  De aquí que sus hermanos le miraban con envidia; mas el padre consideraba en silencio estas cosas.
 
Gén 37:12  Y como sus hermanos estuviesen en el territorio de Siquem apacentando los rebaños de su padre,
Gén 37:13  le dijo Israel: Tus hermanos guardan las ovejas en los pastos de Siquem; ven, que quiero enviarte a ellos. Y respondiendo él:
Gén 37:14  Pronto estoy. Jacob le añadió: Anda, ve y averigua si tus hermanos lo pasan bien, y si están en buen estado los ganados, y tráeme razón de lo que pasa. Despachado, pues, del valle de Hebrón, llegó a Siquem.
Gén 37:15  Y habiéndole encontrado errante por los campos un hombre, le preguntó qué buscaba.
Gén 37:16  A lo que respondió José: Ando en busca de mis hermanos, muéstrame dónde pastan los ganados.
Gén 37:17  Le dijo aquél hombre: Se apartaron de este lugar, y les oí decir: Pasemos a Dotaín. Con esto se marchó José en busca de sus hermanos, y los halló en Dotaín.
Gén 37:18  Los cuales luego que le vieron a lo lejos, antes que se acercase a ellos, trataron de matarle.
Gén 37:19  Y se decían unos a otros: Aquí viene el soñador.
Gén 37:20  Ea, pues, matémosle, y echémosle en una cisterna vieja; diremos que una bestia feroz lo devoró; y entonces se verá qué le aprovechan sus sueños.
Gén 37:21  Oyendo esto Rubén, se esforzaba en librarle de sus manos, y decía:
Gén 37:22  No le quitéis la vida, ni derraméis su sangre, sino echadle en aquella cisterna seca que está en el desierto, y no manchéis vuestras manos; lo que decía con el fin de librarle de ellos y restituirle a su padre.
Gén 37:23  Apenas, pues, hubo llegado José a sus hermanos, le desnudaron de la túnica talar y de varios colores.
Gén 37:24  Y le metieron en una cisterna vieja que no tenía agua.
Gén 37:25  Y sentados a comer, vieron venir de Galaad una caravana de ismaelitas, con sus camellos cargados de aromas y bálsamos, y mirra destilada, que iban con dirección a Egipto.
Gén 37:26  Entonces dijo Judá a sus hermanos: ¿Qué ganaremos con quitar la vida a nuestro hermano, y ocultar su muerte?
Gén 37:27  Mejor es venderle a los ismaelitas, y no manchar nuestras manos; porque al fin, hermano nuestro es, y de nuestra misma carne. Asintieron los hermanos a sus razones.
Gén 37:28  Y mientras pasaban unos negociantes madianitas, sacándole de la cisterna, le vendieron a aquellos ismaelitas, por veinte siclos de plata; quienes le condujeron a Egipto.
Gén 37:29  Vuelto Rubén a la cisterna, no halló al muchacho;
Gén 37:30  y rasgándose los vestidos, fue luego a sus hermanos, diciendo: El chico no aparece, ¿y a dónde iré yo ahora?
Gén 37:31  Tomaron después ellos la túnica de José y la tiñeron en la sangre de un cabrito que habían matado;
Gén 37:32  enviándola a su padre, y haciéndole decir por los portadores: Esta túnica hemos hallado; mira si es o no la túnica de tu hijo.
Gén 37:33  El padre, habiéndola reconocido, dijo: La túnica de mi hijo es, una bestia feroz se le ha comido; una fiera ha devorado a José.
Gén 37:34  Y rasgándose los vestidos, se vistió de cilicio, llorando por mucho tiempo a su hijo.
Gén 37:35  Y juntándose todos los demás hijos para aliviar el dolor del padre, no quiso admitir consuelo ninguno, sino que decía: Descenderé deshecho en lágrimas a encontrar y unirme con mi hijo en el sepulcro. Y perseveró en el llanto.
Gén 37:36  Entretanto los madianitas vendieron a José en Egipto a Putifar, eunuco o valido del faraón, y capitán de sus guardias.

Gén 37:1  Habitó Jacob en la tierra por donde peregrinó su padre, en la tierra de Canaán.
Gén 37:2  Esta es la historia de Jacob: Cuando tenía José diecisiete años, siendo todavía un adolescente, iba con sus hermanos, los hijos de Bala y los hijos de Zelfa, mujeres de su padre, a apacentar el ganado, e hizo llegar José a su padre la pésima fama de aquéllos.
Gén 37:3  Israel amaba a José más que a todos sus otros hijos, por ser el hijo de su ancianidad, y le hizo una túnica talar.
Gén 37:4  Viendo sus hermanos que su padre le amaba más que a todos, llegaron a odiarle, y no podían hablarle pacíficamente.
Gén 37:5  Tuvo también José un sueño, que contó a sus hermanos y que acrecentó más todavía el odio de éstos contra él.
Gén 37:6  Díjoles: “Oíd, si queréis, este sueño que he tenido.
Gén 37:7  Estábamos nosotros en el campo atando gavillas, y vi que se levantaba mi gavilla y se tenía en pie, y las vuestras la rodeaban y se inclinaban ante la mía, adorándola.”
Gén 37:8  Y sus hermanos le dijeron: “¿Es que vas a reinar sobre nosotros y vas a dominarnos?” Estos sueños y las palabras de José fueron causa de que le odiaran todavía más.
Gén 37:9  Tuvo José otro sueño, que contó también a sus hermanos, diciendo: “He aquí que he tenido otro sueño, y he visto que el sol, la luna y once estrellas me adoraban.”
Gén 37:10  Contó el sueño a su padre y a sus hermanos, y aquél le increpó, diciéndole: “¿Qué sueño es ese que has soñado? ¿Acaso vamos a postrarnos en tierra ante ti yo, tu madre y tus hermanos?”
Gén 37:11  Sus hermanos le envidiaban, pero a su padre le daba qué pensar.
Gén 37:12  Fueron sus hermanos a apacentar el ganado de su padre en Siquem,
Gén 37:13  y dijo Israel a José: “Tus hermanos están apacentando en Siquem. Ven que te mande a ellos.” El respondió: “Heme aquí.”
Gén 37:14  “Pues vete a ver si están bien tus hermanos y el ganado, y vuelve a decírmelo.” Y le envió desde el valle de Hebrón, y se dirigió José a Siquem.
Gén 37:15  Encontróle un hombre errando por el campo y le preguntó: “¿Qué buscas?”
Gén 37:16  Y él le contestó: “A mis hermanos busco. Haz el favor de decirme dónde están apacentando.”
Gén 37:17  Contestóle el hombre: “Se han ido de aquí, pues les oí decir: Vamonos a Dotaín.”
Gén 37:18  Viéronle ellos desde lejos, antes que a ellos se aproximara, y concibieron el proyecto de matarle.
Gén 37:19  Dijéronse unos a otros: “He aquí que viene el de los sueños;"
Gén 37:20  vamos a matarle y le arrojaremos a uno de estos pozos, y diremos que le ha devorado una fiera; así veremos de qué le sirven los sueños.”
Gén 37:21  Rubén, que esto oía, quería librarle de sus manos, y les dijo: “Matarle, no;"
Gén 37:22  no vertáis sangre; arrojadle a ese pozo que hay en el desierto y no pongáis las manos sobre él.” Quería librarle de sus manos para devolverlo a su padre."
Gén 37:23  Cuando llegó José hasta sus hermanos, despojáronle de la túnica, la túnica talar que llevaba,
Gén 37:24  y, cogiéndole, le arrojaron al pozo, un pozo vacío que no tenía agua.
Gén 37:25  Sentáronse a comer, y, alzando los ojos, vieron venir una caravana de ismaelitas que venía de Galaad, cuyos camellos iban cargados de estoraque, tragacanto y láudano, que llevaban a Egipto;"
Gén 37:26  y dijo Judá a sus hermanos: “¿Qué sacaríamos de matar a nuestro hermano y ocultar su sangre?
Gén 37:27  Vamos a vendérselo a esos ismaelitas y no pongamos en él nuestra mano, pues es hermano nuestro y carne nuestra.” Asintieron sus hermanos;"
Gén 37:28  y, cuando pasaban los mercaderes madianitas, sacaron a José, subiéndole del pozo, y por veinte monedas de plata se lo vendieron a los ismaelitas, que le llevaron a Egipto.
Gén 37:29  Volvió Rubén al pozo, pero no estaba en él José, y, rasgando sus vestiduras,
Gén 37:30  volvióse a donde estaban sus hermanos, y dijo: “El joven no parece, ¿adonde iré yo ahora?”
Gén 37:31  Tomaron la túnica talar de José y, matando un macho cabrío, la empaparon en la sangre,
Gén 37:32  la tomaron y se la llevaron a su padre, diciendo: “Esto hemos encontrado; mira a ver si es o no la túnica de tu hijo.”
Gén 37:33  Reconociéndola él, dijo: “La túnica de mi hijo es; una fiera le ha devorado, ha despedazado enteramente a José.”
Gén 37:34  Rasgó Jacob sus vestiduras, vistióse de saco e hizo duelo por su hijo durante mucho tiempo.
Gén 37:35  Venían todos sus hijos y sus hijas a consolarle; pero él rechazaba todo consuelo, diciendo: “En duelo bajaré al “seol,” a mi hijo.” Y su padre le lloraba."
Gén 37:36  los madianitas le vendieron en Egipto a Putifar, ministro del faraón y jefe de la guardia.

 

 

 
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