Biblia Adventista - Biblia de Estudio
  El Sábado
 

El Sábado
M.L.Andreasen

 El Sábado es uno de los dones escogidos de Dios para el hombre. Fue traído a la tierra por el propio Dios, como la corona y la gloria de la creación terminada. Debe haber sido maravilloso aquel primer Sábado cuando Dios, al término de los seis días, descansó de todas Sus obras que había hecho. Los cielos habían sido salpicado con joyas, y la tierra fue llenada con miles de delicias. La tierra, el mar y el cielo proclamaron la gloria, y el poder y el amor de Dios. Pareciera ser que el amor no podía hacer nada más de lo que Dios ya había hecho por Sí mismo.

 Y sin embargo Dios no estaba satisfecho. Él le había dado la tierra a los hijos de los hombres; ahora Él añadió un poquito del cielo. Una vez en la semana el Sábado vendría a la tierra; una vez en la semana Dios estaría de una manera especial con Sus hijos; una vez en la semana la paz de los cielos descansaría en toda la creación. Descendiendo de Dios del cielo, el Sábado descendería con sanidad en sus alas, trayéndole descanso, paz y bendiciones al hombre, si, el propio Dios. Triplemente bendecido, fue el broche de oro que rodeó la tierra y el cielo juntamente, la cadena dorada que rodeó el alma de Dios. Así como Dios y el hombre mantuvieron una comunión juntos aquel primer Sábado en la tierra, las estrellas de la mañana cantaron juntas, y todos los hijos de Dios gritaron de alegría.
 
Pero el pecado y la tristeza entraron y echaron a perder la perfecta creación de Dios. Por largo tiempo ha permanecido el mal, y a veces pareciera que Dios se ha olvidado del hombre y lo ha dejado a su propia suerte y destrucción. De los angustiados corazones de millones de seres humanos ha subido el llanto a Dios: ¡cuánto, oh Señor, cuánto! Pero Dios no ha abandonado ni a la tierra ni al hombre. Él aun se reúne con los suyos; Él aun les envía Su santo Sábado con bálsamo para el fatigado, la tranquilidad para los agotados nervios, confort para los corazones afligidos, paz para las almas ansiosas y apenadas. Para un mundo lleno de guerras; para los corazones que están desfalleciendo de miedo por las cosas que han de venir sobre la tierra; para las familias que se lamentan por la pérdida de un ser querido; por las almas enfermas de pecado que desean tener seguridad y paz, Dios aun tiene un mensaje. La tierra aun puede resonar con el rugir del cañón y el chillido de las bombas que van cayendo, el zumbido de los mensajeros destructores puede llenar el aire; pero el sol aun gobierna los cielos; las estrellas, calmas y serenas, siguen sus órbitas preestablecidas; y Dios aun está en el trono. En el tiempo determinado Él hablará, y no guardará silencio. Los hombres aun escucharán Su voz.

Si alguna vez fue necesario el Sábado, eso es ahora. Entre el tumulto de las naciones, entre el sonido de las armas, se escucha la voz de Dios llamando a los hombres a adorar, a tener comunión en el descanso Sabático que aun resta para el pueblo de Dios. Ha llegado el tiempo, y está bastante retrasado, para una restauración y reforma del Sábado. El maligno ha tenido siempre éxito en privar a los hombres del don del Sábado por parte de Dios, y la iglesia está apática. Es tiempo que los cristianos, la iglesia, despierte, y salga a batallar por la fe una vez dada a los santos. Es tiempo que todos “recordemos el día Sábado, para guardarlo santamente”.



Dos Instituciones

Dos instituciones han llegado hasta nosotros desde el jardín del Edén: el matrimonio y el Sábado. Solamente una de éstas, el Sábado, continuará en la nueva tierra. Del matrimonio está escrito: “Cuando resurjan de la muerte, no se casarán, ni se darán en matrimonio; sino que serán como los ángeles que están en el cielo”. Mar. 12:25. En forma opuesta, esto es dicho del Sábado: “Así como los nuevos cielos y la nueva tierra, que Yo haré, permanecerán ante Mí, dice el Señor, así permanecerá tu simiente y tu nombre. Y será que, desde una luna nueva a otra, y de un Sábado a otro, toda carne vendrá a adorar ante Mí, dice el Señor”. Isa. 66:22-23.
 
Esto hace del Sábado algo único. A través de costumbres cambiantes y de diversas dispensaciones, entre el paso de imperios y de la caída de naciones, sobreviviendo a diluvios, hambrunas, y aun “el fin de todas las cosas”, el Sábado permanece inmóvil y supremo. De todas las instituciones, permanece solo. Hecho por Dios y dado al hombre como posesión eterna, permanece como la propia eternidad.

No tenemos alguna información acerca de la observancia del Sábado entre los ángeles; no sabemos lo que los habitantes de otros mundos están haciendo en relación con el descanso Sabático; pero sí sabemos que el Sábado fue hecho y le fue dado al hombre, y que Cristo reclama señorío sobre él. Mar. 2:27-28. Esto lo vuelve una institución divino-humana, hecha para seres hechos de barro, pero a la imagen de Dios, participantes de la naturaleza divina.



El Sábado

El mandamiento del Sábado, por su misma naturaleza, queda sobre todos los demás mandamientos; de hecho, es fundamental para la propia religión. Es el único mandamiento que tiene que ver con un tiempo para adoración, para contemplación, para comunión con la naturaleza y con Dios.
 
Donde no hay un Sábado, todos los días serían un día de trabajo, y la vida sería una continua ronda de cosas seculares. La naturaleza, como tal, no conoce ningún Sábado. El grano crece todos los días; también la maleza. Las tormentas, las lluvias, el granizo, no observan el Sábado. Los desastres ocurren, los fuegos destruyen, los accidentes suceden, sin tomar en cuenta el día de la semana. Un multitud de deberes seculares llaman constantemente la atención, y a veces aun siete días a la semana no parecen ser suficientes como para hacer todo el trabajo que tiene que ser hecho. Si no fuese por el Sábado, los hombres trabajarían todos los días y aun así no harían todo lo que tienen que hacer.
 
Pero Dios reconoce la necesidad de descanso, espiritual y físico. Entre las demandas de la vida, Él llama para hacer un alto y le pide a los hombres que cesen en sus actividades y le den atención a las cosas del espíritu. Para su propia sorpresa, los hombres encuentran que tomando tiempo para los deberes espirituales, no crea dificultades, sino que ayuda a llevar a cabo los asuntos temporales; que el descanso físico en el Sábado no atrasa sus obras, sino que les da más bríos y fuerza para sus propósitos comunes en los demás días de la semana. Ellos han encontrado por experiencia propia que descansando el Sábado los capacita para hacer más trabajo en seis días que lo que ellos hacían en siete. Pero por sobre toda ganancia física, es el vigor que le viene al alma a través del tiempo pasado en contemplación, ya que el hombre se encuentra cara a cara consigo mismo y con su Maestro, y considera los temas vitales de la vida – muerte, cielo, eternidad, deber y privilegio – y comprueba la profundidad de su propia existencia en relación al plan de Dios.



Servicio Espiritual

El Sábado levanta al hombre del nivel de una existencia terrenal al plano del espíritu. Seis días el hombre trabaja duro para proveer el necesario alimento, ropas, cobijo y protección contra posibles contingencias. En el Sábado él es levantado por sobre todas las consideraciones terrenales y comulga con su Dios. En ese día él toma su justo puesto en la creación, eleva su mente hacia las cosas de lo alto, deja a un lado todo lo que lo ata a la tierra, y entra en el descanso celestial. Él se encuentra con aquellos que poseen la misma fe, comparte el pan que desciende del cielo, se sienta a la mesa con su Señor, y recibe Sus bendiciones cuando nuevamente vuelve a la búsqueda de sus trabajos terrenales por otra semana.
 
El Sábado provee la ocasión para un servicio espiritual y para la contemplación. En ese día él puede considerar las maravillosas cosas de la ley de Dios; puede ver la gloria de Dios en los cielos y en la cercana tierra; puede comulgar con Dios y con su propia alma. Si no fuese por el tiempo así provisto, el hombre sufriría una pérdida espiritual irreparable. El Sábado provee el tiempo necesario para la contemplación de la vida y sus deberes, para Dios, el cielo y la religión. Quitad el Sábado, y el fundamento de los demás mandamientos será removido; no habría un tiempo determinado para adoración, ningún tiempo dedicado a la consideración de nuestras responsabilidades para con Dios y el hombre. Sin el Sábado, la vida sería una vuelta sin fin de deberes y labores, las cosas espirituales serían negligenciadas, y el propósito más elevado del hombre no sería alcanzado. Si es que tiene que haber religión, Dios tienen que proveer tiempo para eso. Esto Dios lo ha hecho.



Ataque contra el Sábado

A partir de esto, es fácilmente entendible que cualquier ataque contra el Sábado es un ataque contra la propia religión, una embestida contra la naturaleza espiritual del hombre. No necesitamos sorprendernos, entonces, que Satanás esté especialmente interesado en la destrucción o en la perversión del Sábado. Si él puede destruirlo, habrá cortado el vínculo de comunicación con el cielo. Él ha agotado la savia de la vida de la religión, sin la cual el cristianismo muy luego se hundirá y morirá. Un ataque contra el Sábado es una puñalada en el corazón de la adoración, en el corazón tanto del hombre como de Dios.
 
La naturaleza del Sábado lo hace peculiarmente susceptible a ser atacado por el maligno. Es inconcebible que Satanás pudiese alguna vez persuadir a la cristiandad que robar o adulterar no traería ningún daño o que fuese permitido. Pero el mandamiento del Sábado también es una parte de la ley moral, así como lo son los demás. Es dudoso que Satanás pudiese alguna vez persuadir a los cristianos que cualquiera de los demás mandamientos pueden ser violados impunemente. Pero él lo ha hecho con el cuarto. ¿Cómo ha sido esto posible? ¿Cuáles son las razones para su éxito? Esto será analizado a fondo más adelante.

 Ataques contra el Sábado a través de las edades han sido numerosos y persistentes, y todos se han basado en el raciocinio humano y contra el mandamiento de Dios. Los hombres no pueden ver ninguna razón, por qué ningún otro día que aquel mandado por Dios, no pueda ser igualmente bueno. Los hombres no pueden ver por qué un día en siete no es lo mismo que el séptimo día. La respuesta, desde luego, es que la diferencia radica en el mandamiento de Dios. Es en este punto que el raciocinio humano deja a un lado un positivo mandamiento de Dios. No es apenas una cuestión de éste o aquel día, sino que el asunto es la obediencia al mandamiento de Dios.

 Los ataques hechos contra el Sábado no han venido meramente o generalmente desde los incrédulos o de los oponentes a Dios. La ingenuidad de Satanás y su mente engañadora les muestra su capacidad para engañar a los cristianos – laicos, predicadores, obispos – en su ataque contra el Sábado. Hombres estudiosos, hombres de ciencia, se han juntado al fraile, y la disposición de talento mostrado contra el Sábado es realmente formidable. Pero la verdad finalmente triunfará.

 Uno de los más efectivos ataques, y de largo alcance, contra el Sábado ha llegado como un corolario de la teoría de la evolución, casi universalmente aceptada por los científicos. Nosotros consideramos este ataque desde el ángulo científico el más insidioso de todos, porque más que cualquier otra cosa, destruye la fe en la Biblia y el registro de la creación. Aun cuando un análisis completo de este asunto no hace parte de este volumen, es esencial que le demos por lo menos una pequeña atención. Esto es lo que haremos. 




 
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