Biblia Adventista - Biblia de Estudio
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Edicion:
 
Biblia de Estudio Adventista

Nota:
 
Deseamos que tu estudio personal sea discernido espiritualmente por medio de la oracion y la reflexion,solo incluimos ocasionalmente notas explicativas cuando lo hemos considerado necesario

Un Lugar de Esperanza
Esperanza de Pureza 

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Esperanza de Pureza
Autor: Pastor Elias Brasil
 
INTRODUCCIÓN
En el últi mo encuentro hablamos sobre el altar de sacrifi cios y el perdón que Dios nos ofrece en Cristo Jesús. Ahora, conti nuando nuestra visita al anti guo santuario israelita, necesitamos reflexionar sobre las lecciones que enseña la fuente de bronce. En esta fuente con agua los sacerdotes debían purifi carse antes de ministrar en el altar o entrar en el santuario. La enseñanza básica de la fuente es acerca de la pureza
que Dios pide de aquellos que se aproximan a Él. Al usar el agua de la fuente para purifi carse los sacerdotes estaban enseñando al pueblo que Dios no sólo nos perdona en el altar, sino que también renueva el pecado de nuestra vida.
Ilustración: Después de una noche de violenta tempestad, un
gran árbol, que a lo largo de los años se transformó en un imponente gigante, fue derrumbado en medio de un parque. En el lugar donde el árbol se había erguido majestuoso, quedó sólo un tronco quebrado. Un examen detallado mostró que el árbol estaba debilitado por dentro. Millares de pequeños insectos habían corroído su interior.
La ruina de aquél árbol no la causó la tempestad repenti na que
se abati ó sobre él. El debilitamiento de aquél árbol frondoso comenzó en el momento en que el primer insecto penetró en su corteza. Mis queridos amigos, cuando los insectos de odio, de venganza, de envidia, de pornografí a, de codicia y de otros pensamientos malos invaden nuestra mente, destruyen nuestra vida, nuestra familia, nuestras relaciones. Necesitamos de pureza para que los insectos de los malos pensamientos, de las malas intenciones y de las malas acciones no corroan
nuestra vida.
En el santuario recibimos la esperanza de pureza y la Biblia nos
aconseja e instruye acerca de cómo alcanzar la pureza que Dios pide de nosotros.
La Palabra de Dios expresa la necesidad de ser purificados de
nuestros pecados. Al recibir el perdón, Dios también quiere darnos la pureza para vivir como sus hijos en medio de una sociedad cada vez más contaminada e impura. Los escritores de la Biblia expresan en varios
lugares el deseo de ser purificados por Dios. David al percibir su
necesidad de pureza, oró a Dios: “¡Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado!” (Salmo 51:2). En otro salmo encontramos esta oración: “¿Quién puede discernir sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias,
que no se enseñoreen de mí. Entonces seré íntegro y estaré libre de gran rebelión” (Salmo 19:12,13).

DESARROLLO
Apreciado amigo, al contemplar la fuente de agua percibimos
una lección de pureza y de santidad. Hay esperanza de pureza para cada uno de nosotros. Abramos la Palabra de Dios en 1 Juan 3:1-3. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a él.
Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro”.
“La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a toda la
humanidad, y nos enseña que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, mientras aguardamos la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. Él se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” (Tito 2:11-14). Dios quiere que
cultivemos la pureza de mente, pureza de cuerpo y pureza en nuestras relaciones.

I. PUREZA DE MENTE
El primer aspecto que necesitamos analizar es la pureza de la
mente. Es en la mente y en el corazón, donde nacen los deseos y las tendencias que van a controlar nuestra vida y determinar nuestro destino.
Si sembramos un pensamiento, cosecharemos un acto;
Si sembramos un acto, cosecharemos un hábito;
Si sembramos un hábito, cosecharemos un carácter;
Si sembramos un carácter, cosecharemos un destino
.
Ilustración: Albert Einstein, uno de los padres de la bomba atómica, habló en una conferencia ocurrida en 1948, sobre la naturaleza del hombre en relación al mundo: “El verdadero problema está en los corazones y pensamientos de los hombres. No es un problema físico sino ético… Lo que nos asusta no es la fuerza explosiva de la bomba
atómica, sino el poder de la maldad del corazón humano”.
Los noticieros de la televisión, de la radio, los diarios y la internet
informan sobre tantas atrocidades cometidas por seres humano contra otros seres humanos. Y cuando tomamos conocimiento de algunas crueldades practicadas por padres contra hijos, maridos contra esposas,
y otros tipos de violencia doméstica y en la sociedad en general,
nos cuesta creer que seres humanos practiquen tales barbaridades.
Apreciados amigos, la maldad y la violencia antes de manifestarse físicamente en agresión al prójimo, nacen en la mente y en el corazón.
El consejo de la Palabra de Dios es que debemos cuidar de nuestro corazón. El libro bíblico de Proverbios declara: “Sobre toda cosa que guardes, guarda tu corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23). El apóstol Pablo también nos aconseja: “…llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5).

II. PUREZA DEL CUERPO
El segundo aspecto es la pureza de nuestro cuerpo. En 1 Corintios 6:19, 20, la Biblia declara: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual habéis recibido
de Dios, y que no sois vuestros?, pues habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu,
los cuales son de Dios”. La Palabra de Dios nos alerta acerca del deber de cuidar nuestro cuerpo, mantenerlo limpio y puro de cosas que perjudican
la salud. Amigos, cuidemos de nuestro cuerpo pues tiene un
extraordinario valor.
Ilustración: Un bioquímico de la Universidad de Yale (Estados
Unidos) descubrió que el cuerpo humano vale unos seis millones de dólares.
Vean los precios: Un gramo de hemoglobina cuesta U$S 285,00;
un gramo de insulina U$S 47,50; un gramo de tripsina purificada (una enzima que actúa en las proteínas) U$S 36,00; la bilirrubina, pigmento de la bilis cuesta U$S 12,00 el gramo; el ADN humano cuesta U$S 76,00;
el colágeno U$S 15,00; la albumina humana U$S 3.00. Algunos componentes menos comunes: acetato quinase, substancia que activa una enzima, cuesta U$S 8.860.00 cada gramo; la fosfatasa alcalina cuesta U$S 225,00 el gramo; el ácido hialurónico, sustancia de cemento de los
tejidos, U$S 175,00; bradiquinina (aminoácido) U$S12.000,00. Fue un choque cuando él llegó a la hormona estimulante del folículo: U$S 8 millones un gramo. La prolactina, hormona que estimula la producción de leche en la glándula del pecho, cuesta U$S 17,5 millones un gramo.
Calculando el porcentaje de cada sustancia química en la composición del cuerpo humano, Morowitz llegó al valor medio de U$S 254,54 por cada gramo de cuerpo humano. Esto significa que una persona que
pesa 79 kg. y 364 gramos, y considerando que el ser humano consiste en 68% de agua, tiene un peso “seco” de 24 kilos y 436 gramos.
Multiplicado 24.436 gramos por U$S 245,54 llegamos al valor de U$S 6.000.015,44.
Sin embargo apreciados amigos, de acuerdo con la Biblia nuestro cuerpo tiene un valor infinitamente mayor que los seis millones de dólares atribuidos a sus componentes químicos. El precio de nuestro
cuerpo fue la sangre de Jesús derramada en la cruz del calvario. Por Lo tanto nuestro valor no viene de las sustancias químicas que forman nuestro cuerpo o de cualquier posición social o cargo que ocupamos
en la sociedad, sino de la sangre de Jesús. Como dice la Biblia: “Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre,
entró una vez para siempre en el lugar santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (Heb. 9:12). Comprado por un precio infinito, nuestro cuerpo pertenece a Dios. No nos pertenece porque fue comprado
por Cristo. Jesús nos compró con su sangre para que el Espíritu
Santo habite en nosotros.
¡Qué privilegio! Cristo compró nuestro cuerpo para que tengamos más salud y vivamos una vida más feliz. Pero este privilegio trae una responsabilidad solemne: debemos abstenernos de hábitos y alimentos
perjudiciales para nuestra salud. Algunos hábitos como fumar,
consumir bebidas alcohólicas, y otros tipos de drogas causan daños profundos a nuestro cuerpo. Alimentos con mucha grasa por ejemplo, perjudican
la salud provocando daños en las arterias y causando una serie
de enfermedades, inclusive graves problemas de pulmón y de corazón. Por eso estimados amigos, Dios pide que vivamos una vida de pureza en
nuestro estilo de vida. Dios no pide eso para privarnos de cosas buenas o por capricho, todo lo contrario: Dios quiere que tengamos salud para
que podamos disfrutar de relaciones saludables, que podamos cuidar mejor de nuestra familia, y para que vivamos una vida más feliz y placentera
con el Espíritu Santo de Dios habitando en nuestro cuerpo.

III. PUREZA EN LAS RELACIONES
El tercer aspecto de la pureza tiene que ver con nuestras relaciones.
Ilustración: Un importante periódico ofreció una gran cantidad de
dinero a quien diese la mejor respuesta a la siguiente pregunta: “¿Cuál es el camino más corto a Londres?” La respuesta vencedora fue la siguiente:
“El camino más corto para Londres es una buena compañía”.
Buenas compañías, buenas amistades, pueden ser grandes bendiciones en nuestra vida. Los buenos amigos nos animan, nos alientan
y nos dan deseos de vivir. Especialmente aquellos amigos que temen a Dios serán bendición para los que los rodean. Por otro lado, cuando nos asociamos con personas no comprometidas con un estilo de vida
de bondad e integridad, podemos pagar un precio elevado. Cuántas personas se envuelven en terribles problemas y hasta en una vida de crímenes debido a influencias negativas provocadas por amistades impropias.
Por lo tanto, resulta obvio que las amistades que elegimos ejercen una profunda influencia sobre nuestra vida, tanto para bien como para mal. La Biblia tiene muchas orientaciones para que podamos elegir sabiamente nuestras amistades. El salmo 1 afirma: “Bienaventurado
el varón [la mujer] que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado”
(Salmo 1:1). El libro de Proverbios aconseja: “Dejad vuestras ingenuidades
y viviréis; y andad por el camino de la inteligencia” (Prov. 9:6).
San Pablo nos advierte de no unirnos con personas que desprecian a
Dios. “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos, porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión, la luz con las tinieblas? ¿Qué armonía puede haber entre Cristo y Belial?
¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Y vosotros sois el templo del Dios viviente,
como Dios dijo: ‘Habitaré y andaré entre ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo’. Por lo cual, ‘Salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo impuro; y yo os recibiré y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas’, dice el Señor Todopoderoso”
(2 Cor. 6:14-18).
Dios quiere nuestro bien, por eso Él nos aconseja elegir con mucho cuidado nuestras amistades. Eso no significa que tengamos que vivir una vida de aislamiento y nos apartemos de la vida social. Lo que
la Palabra de Dios nos dice es que debemos cuidar de no asociarnos voluntariamente con personas que rechazan a Dios y viven practicando crímenes, para que no seamos influenciados por ellas. Si usted conoce
personas así, ore por ellas para que reconozcan su necesidad de Cristo. Pero no se asocie con ellas voluntariamente para compartir su vida, porque como dice el dicho popular: “Dime con quién andas y te diré quién eres”.
Sí, amigos, la pureza que Dios pide de nosotros se aplica también a nuestras relaciones. Preservemos la pureza de nuestras relaciones eligiendo con cuidado nuestros amigos.

CONCLUSIÓN
Si usted piensa que es imposible vivir una vida pura en medio
de un mundo impuro y de una sociedad que rechaza a Dios, si usted piensa que la pureza es un ideal que jamás podrá alcanzar, permítame
decirle una cosa: La pureza no puede ser alcanzada por nuestro poder, solamente Dios puede darnos poder para vencer la impureza en nuestra
vida. Solamente Dios puede ayudarnos a vencer los malos hábitos que perjudican nuestra salud.
La pureza nos lleva a un estilo de vida cada vez más maduro.
Aunque resulte difícil ser puro en un mundo impuro, podemos avanzar
y progresar constantemente hacia una vida de pureza con Dios. Pídale a Dios el poder del Espíritu Santo para abandonar un hábito hoy, otro
mañana, y así poco a poco irá avanzando en dirección al ideal de pureza y santidad que Dios desea para nuestra vida.
Ilustración: Una persona muy preocupada con la pureza declaró
lo siguiente: “Yo no soy lo que podría ser, no soy lo que debería ser, no soy lo que deseo ser, y no soy lo que espero ser, pero agradezco a Dios porque no soy lo que era, y puedo decir con el gran apóstol San Pablo:
“Pero por la gracia de Dios soy lo que soy…” (1 Cor. 1510).
No importa quién era usted o dónde estaba. Para Dios lo que
interesa es para dónde está yendo y en quién se está transformando.

LLAMADO
Usted puede comenzar una vida nueva con Cristo ahora, una
vida de pureza, una vida en la esperanza de verlo regresar muy pronto para darle un hogar de amor y eterna felicidad. ¿Quiere tomar esta
noche la decisión de vivir una vida cada vez más pura? ¿Quiere ser lavado y purificado por Cristo? ¿Quiere hacer un compromiso con Dios de abandonar algún hábito o vicio perjudicial para su salud? Levante su mano en este momento.


 
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