Biblia Adventista - Biblia de Estudio
  CR2
 
¿Cómo Vivió Cristo?
Dennis E. Priebe
 

 

2.- ¿De Qué Se Despojó Jesús?

 Comencemos con Filipenses 2, donde Pablo describe a Jesús convirtiéndose en hombre. Este capítulo describe el descenso de Jesucristo a la tierra y su ascensión a los cielos. El versículo 6 dice: “El cual, siendo en forma de Dios, no estimó ser igual a Dios como cosa a que aferrarse”. Este versículo expresa la igualdad de Jesús con Dios el Padre antes de venir a esta tierra. Su condición de pre-encarnación. Él no tenía que aferrarse para alcanzar la igualdad con Dios porque él era Dios.

 El versículo 7 describe la encarnación: “Sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres”. Ahora, la palabra griega que se traduce como “se hizo de ninguna reputación”, en otras versiones realmente significa “se despojó”. Para poder convertirse en hombre, Jesús tuvo que despojarse de ciertas cualidades divinas que él ejerció libremente en su condición de pre-encarnación como Dios.

 Primero que nada, tuvo que dejar a un lado su omnipotencia. Si Jesús iba a vivir y actuar verdaderamente como un hombre, no podía actuar como Dios Todopoderoso. Debía actuar de una forma que fuera posible para el hombre. En Juan 5:30, Jesús describe su relación con el Padre: “No puedo yo hacer nada por mi mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre”.

 “No puedo yo hacer nada por mi mismo”, no es una declaración que Jesús haría antes de su encarnación. Dios dice que él hace todas las cosas como él lo desea. Aquí Jesús está diciendo algo que no se espera que Dios diga. En Juan 14:10-12 él añade: “El Padre que mora en mi, él hace las obras ... el que en mi cree, las obras que yo hago, él las hará también y aún mayores hará”. Otra vez, esto no es característico de Dios. Dios no depende de alguien. Solamente en la situación del hombre es que hablamos de dependencia. Esto sugiere que Jesús voluntariamente suspendió el ejercicio de sus poderes.

 Cuando Jesús estaba durmiendo en el barco durante la tormenta en el mar de Galilea, “él no confiaba en la posesión de la omnipotencia”. No era en calidad de dueño de la tierra, del mar y del cielo como descansaba en paz. Había depuesto ese poder y asevera: No puedo yo de mi mismo hacer nada. Jesús confiaba en el poder del Padre; descansaba en la fe, la fe en el amor y cuidado de Dios, y el poder de aquella palabra que calmó la tempestad era el poder de Dios”. DTG:302-303.

 Así que Jesús no usó su propio poder en sus milagros. Él dependió del poder de su Padre. En el saneamiento del paralítico, Dios le dio a Su Hijo poder para hacer el milagro. También le dio a Su Hijo el poder de hacer todos los demás milagros. Vea 8 Testimonies: 202. Solamente en la resurrección ese poder le fue restaurado, cuando su propia Deidad levantó de la tumba su humanidad que dormía.
 Jesús también dejó atrás la memoria de su preexistencia. Lucas 2:52 dice que él creció en sabiduría y estatura. Para crecer en sabiduría, uno debe estar falto de ella y debe aprender. Así que Jesús, como hombre, no pudo haber sido omnisciente, conociendo todas las cosas, pues el aprendizaje sería imposible. “Las mismas palabras que él había hablado a Israel por medio de Moisés, le fueron enseñadas sobre las rodillas de su madre”. Él adquirió saber como nosotros podemos adquirirlo ... El que había hecho todas las cosas, estudió las lecciones que su propia mano había escrito en la tierra, el mar y el cielo”. DTG:50-51. Gradualmente él aprendió más acerca de Dios y la salvación del evangelio. “El ministerio de su misión se estaba revelando al Salvador” DTG:58. “Gradualmente se dio cuenta de quién era y qué era lo que tenía que hacer”

 Esto quiere decir que no recordaba lo que sabía antes de venir a la tierra. Está claramente visto que él conocía todas las cosas antes de venir a la tierra. “Antes de venir a la tierra, el plan estuvo delante de él, perfecto en todos sus detalles. Pero mientras andaba entre los hombres, era guiado, paso a paso, por la voluntad del Padre”. DTG:121. Antes de venir a la tierra él conocía todo designio de lo que pasaría mientras el plan de la salvación se desenvolvía. Pero viviendo en la tierra él no conocía lo que conocía antes de bajar. En la tierra fue guiado por la voluntad del Padre.

 En Marcos 13:32, Jesús dice: “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aún los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre”. Mientras estaba en la tierra, él no sabía cuando regresaría, porque el Padre no se lo había revelado. El Padre había revelado muchas otras cosas que eran necesarias que Jesús conociera, pero el Padre no había revelado el tiempo de la segunda venida de Jesús. Durante su vida en la tierra, Jesús no conocía el futuro, excepto lo que el Padre le revelaba del futuro. Idem:46.

 “Cristo, en su vida terrenal, no se trazó planes personales. Aceptó los planes de Dios para él y día tras día el Padre se los revelaba” Ministerio de Curación:380. “El Salvador no podía ver a través de los portales de la tumba. La esperanza no le presentaba salida del sepulcro como vencedor, ni le hablaba de la aceptación de su sacrificio por el Padre” DTG:701. Justo antes de su muerte, Jesús no sabía con certeza que él volvería a vivir. Anteriormente había dicho que lo haría, porque el Padre se lo había revelado. Pero ahora, cargando con todo el peso del pecado, no estaba seguro de que saldría de la tumba o que su Padre aceptaría su sacrificio, porque el pecado era una carga muy terrible de llevar. Quizás es importante para nosotros darnos cuenta aquí que Jesús murió sin saber con seguridad, pero dispuesto a confiar en su Padre. Esto es lo que la expiación realmente costó. Jesús temía la posibilidad de que la separación fuese eterna. Idem:46.

 Está claro que Jesús dejó atrás su omnisciencia, sabiendo lo que Dios sabe, cuando él vino a esta tierra. Tenía que hacerlo si iba a vivir como un hombre. Obviamente, Jesús también tuvo que dejar atrás su omnipresencia. El, como hombre, estaba en un lugar a la vez. También tuvo que dejar atrás su gloria. Isa. 53:2 dice, que no había nada de especial en su apariencia. Dejó a un lado la gloria que era suya para poder vivir como un hombre.

 En resumen, Jesús dejó a un lado varios aspectos de su Deidad. Él no podía usar esos aspectos de su Deidad que lo hacían Dios. Él debía vivir como un hombre entre los hombres. El reposo de su Deidad significa que su Deidad estuvo inactiva durante la vida de hombre de Jesús. Su Deidad compartió el riesgo de fallar y de la pérdida eterna, pero no se le permitió hacer algo para impedir tal consecuencia. Era el hombre Jesús quien tomaba las decisiones y quien actuaba. Ese fue el tremendo riesgo de la encarnación.
 
Es correcto decir que Jesús no cesó de ser Dios cuando se volvió hombre, pero Jesús dejó a un lado aquellos atributos que le hacían Dios para poder vivir como un hombre. Dios no puede ser tentado por el mal, de acuerdo con Santiago 1, y Jesús ciertamente fue tentado por Satanás con el mal. En el plan de la salvación era esencial que Jesús viviese como un hombre, solamente con las habilidades naturales del hombre.
 

 



 
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