Biblia Adventista - Biblia de Estudio
  Algunas Preguntas Respondidas
 
Algunas preguntas respondidas
M.L.Andreasen

 

Algunas Preguntas Respondidas

 Nos propusimos en este capítulo considerar algunas de las preguntas hechas en el capítulo anterior, que tienen que ver con la ley y el Sábado. La primera está relacionada con la abrogación de la Ley.

 

¿Ha Sido Abrogada la Ley?

 

 Esta pregunta no necesita mucho tiempo para ser respondida, porque ya la hemos respondido parcialmente antes. ¿Existe alguna declaración de la boca del propio Cristo que responda la pregunta si la ley, o parte de ella, ha sido abolida? Esta pregunta es importante, porque tiene que quedar claro para todos que si la ley ha sido abrogada o cambiada, entonces estamos completamente fuera de orden para hacer cualquier argumento basado en una ley anulada. Si, por otro lado, la ley no ha sido cambiada, ni siquiera en lo más mínimo, entonces tenemos razón real para enfatizar los diez mandamientos y considerarlos unidos. Por lo tanto le preguntamos a Cristo: ¿Ha sido abrogada o cambiada la ley de los diez mandamientos?

 La respuesta es inmediata: “No penséis que he venido a destruir la ley o los profetas; no he venido a destruir, sino a cumplir. Porque ciertamente os digo, hasta que el cielo y la tierra pasen, ni una jota ni un tilde no pasarán de la ley, hasta que todo se cumpla. Cualquiera pues que quebrante uno de estos mandamientos pequeños, y así se los enseñe a los hombres, será llamado el menor en el reino del cielo; pero cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos”. Mat. 5:17-19.

 Estas son palabras familiares. Son entendibles. Cristo aquí nos dice aquí que ni una jota ni un tilde, ni la menor palabra o letra, ha sido cambiada. Las palabras no pueden ser más claras.
 Con esto concordaban los apóstoles. Citamos de Pablo, Juan y Santiago:

 “Hacemos pues vana la ley a través de la fe? No lo permita Dios; si, establecemos la ley”. Rom. 3:31.

 “Él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino que también por los pecados de todo el mundo. Y en esto sabemos que Lo conocemos, si guardamos Sus mandamientos”. 1 Juan 2:2-3.

 “En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos Sus mandamientos. Pues este es el amor de Dios, que guardemos Sus mandamientos; y Sus mandamientos no son pesados”. 1 Juan 5:2-3.
 
“Pero el que mira en la perfecta ley de la libertad, y persevera en ella, no siendo un oidor olvidadizo, sino que un hacedor de la obra, este hombre será bendito en lo que hace”. Santiago 1:25.
 
“Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura, amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores. Porque todo aquel que guarda toda la ley, pero la ofende en un punto, es culpable de todos. Porque el que dice, no cometerás adulterio, también dice, no matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has convertido en transgresor de la ley. Así hablad y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad”. Santiago 2:8-12.
 
De esto queda claro que los apóstoles no sabían nada de ningún cambio de la ley; ellos se posicionaron en el mismo punto donde se había posicionado Cristo.

 

El Derecho Para Cambiar el Sábado

 

 Aquí está la segunda pregunta que estamos considerando: ¿Sabía Dios que se levantaría un poder que reclamaría el derecho de cambiar los mandamientos de Dios? Si así fuese, ¿no debiera Dios haber advertido a Su pueblo? ¿No debiera Dios haber dicho algo sobre esto en la Biblia, de manera que pudiésemos saber que Él no estaba siendo tomado de sorpresa, sino que sabía lo que iba a venir e hizo provisión para eso?

 Para esto, la respuesta es que Dios sabe el futuro, y que sabía acerca de los reclamos que el papado haría para cambiar la ley de Dios. Otra respuesta es que Dios reveló este audacioso plan en la Biblia mucho antes que Cristo viniese a este mundo.

 Primero, tal vez, deberíamos arreglar la cuestión de si la Iglesia Católica Romana hizo el reclamo de que posee el poder de cambiar la ley de Dios, y en particular, el derecho de cambiar el día Sábado. Esto, desde luego, es un tremendo reclamo, aun una reclamación blasfema. Hemos observado antes que Cristo dice que Él es el Señor del Sábado, indicando claramente con ello que Él niega el derecho de cualquiera para entrometerse con el Sábado. Él evidentemente sabía que se levantarían hombres que reclamarían el poder de cambiar las ordenanzas de Dios. Al decir que Él es el Señor del Sábado, priva a cualquier hombre del derecho de tocarla de alguna manera.
 
Se ha levantado la pregunta en muchas mentes de cómo los hombres tienen que observar el primer día de la semana como siendo el Sábado, en plena contradicción con la declaración de las Escrituras que dice “el séptimo día es el Sábado del Señor”. Nuestro estudio presente nos ayudará a aclarar este misterio.

 Tal vez no haya un testimonio más convincente en relación a la culpa de una persona que la confesión de la persona envuelta. Al obtener una confesión así, no debe haber, desde luego, ninguna compulsión; tiene que ser un acto libre, no pudiendo existir ninguna coerción. Si una persona en su pleno uso de sus facultades es acusada de crimen, y a través de su propia voluntad confiesa su parte en la transgresión, existe una razón muy poderosa para aceptar el testimonio como siendo verdadero.

 Si aplicamos este principio a la cuestión que estamos analizando, si le preguntamos al acusado en cuestión si es culpable o no de la acusación que se le hace, si él responde que realmente es culpable y no solamente está dispuesto a darnos la información requerida, sino que orgulloso por lo que ha hecho y habiendo publicado su confesión aquí y allí, él estaría inclinado a aceptar una confesión así, especialmente si concuerda con los hechos conocidos. Por lo tanto vamos a hacerle al acusado, a la Iglesia Católica Romana, una pregunta bien definida, o mejor aun, dejaremos que la propia iglesia se haga las preguntas y las responda.

 

Los Derechos del Papado

 

 
Pregunta: “¿Cuál es el día Sábado?

Respuesta: “El Sábado es el día Sábado.

Pregunta: “¿Por qué observamos el domingo en vez del Sábado?

 Respuesta: “Observamos el domingo en vez del Sábado debido a que la Iglesia Católica, en el Concilio de Laodicea (336 d.C.), transfirió la solemnidad del Sábado para el domingo”. Rev. Peter Geiermann, C.S.S.R., El Catecismo Convertido de la Doctrina Católica, pág. 50, segunda edición, 1910.
 
Pregunta: ¿Posee la iglesia (Católica) poder para efectuar cualquier alteración en los mandamientos de Dios?
 
Respuesta: “... En vez del séptimo día, y otras fiestas señaladas por la antigua ley, la iglesia ha prescrito los domingos y los días santos para que fuesen separados para la adoración a Dios; y ahora estamos obligados a guardarlos en vez de los mandamientos de Dios, en vez del antiguo Sábado”. Rt. Rev. Dr. Challoner, El Cristiano Católico Instruido, pág. 211.

 “Nosotros Católicos, entonces, tenemos justamente la misma autoridad de guardar el santo domingo, en vez del Sábado, como la tenemos para cualquier otro artículo de nuestro credo; esto es, la autoridad de ‘la iglesia del Dios viviente, el pilar y la base de la verdad’ (1 Tim. 3:15); por lo tanto, ustedes que son Protestantes en realidad no poseen ninguna autoridad para ello; porque no hay ninguna autoridad para ello en la Biblia, y no hay ninguna autoridad para ello en ninguna otra parte. Tanto ustedes como nosotros seguimos, por lo tanto, la tradición en este asunto; pero nosotros la seguimos, creyendo que es una parte de la palabra de Dios, y que la iglesia es el guardián divinamente apuntado y el intérprete; ustedes la siguen, denunciándola siempre como un guía falible y traicionero, que a menudo ‘dejan los mandamientos de Dios sin ningún efecto’”. Tratados de Clifton, Vol. 4, artículo “Una Pregunta para todos los Cristianos Bíblicos”, pág. 15. 

Pregunta: ¿Tienen ustedes cualquier otra manera de probar que la iglesia posee poder para instituir festivales o preceptos?

 Respuesta: “Si no tuviese ese poder, no podría haber hecho aquello en lo cual todos los religiosos modernos concuerdan con ella; no podría haber substituido la observancia del domingo, el primer día de la semana, por la observancia del Sábado, el séptimo día, un cambio para el cual no existe una autoridad Escriturística”. Rev. Stephen Keenan, Un Catecismo Doctrinal, pág. 174. New York; Edward Dunigan and Brothers, 1851.

Pregunta: ¿Por quién fue cambiado (el Sábado)?

 Respuesta: “Por los gobernadores de la iglesia, los apóstoles, que también la guardaron; porque San Juan estuvo en el Espíritu en el día del Señor (el cual era domingo). Apoc. 1:10.

Pregunta: ¿Cómo prueba usted que la iglesia tiene poder para ordenar fiestas y días santos?
 
Respuesta: “Por el mismo acto de cambiar el Sábado por el domingo, lo cual los Protestantes aceptan; y por lo tanto ellos se contradicen a sí mismos, guardando estrictamente el domingo, y transgrediendo muchas otras fiestas ordenadas por la misma iglesia”.
 
Pregunta: ¿Cómo comprueba usted eso?
 
Respuesta: “Porque guardando el domingo, ellos reconocen que la iglesia tiene poder para ordenar fiestas, y para colocarlos bajo pecado; y por no guardar el resto (de las fiestas) por ella ordenadas, ellos nuevamente niegan, de hecho, el mismo poder”. Rev. Henry Tuberville, D.D.R.C., Un Resumen de la Doctrina cristiana, pág. 58. New York; Edward Dunigan and Brothers, aprobado en 1833.
 
¿Cómo respondería un Protestante a este desafío?

 “¡Usted me dirá que el Sábado era el Sábado Judío, pero que el Sábado cristiano ha sido cambiado para el domingo! ¿Pero por quién? ¿Quién tiene autoridad para cambiar un expreso mandamiento del Todopoderoso Dios? Cuando Dios ha hablado y ha dicho, guardarás como santo el séptimo día. ¿Quién se atreverá a decir, no, tú puedes trabajar y hacer todo tipo de negocios en el séptimo día; pero debéis guardar santo el primer día de la semana? Esta es una cuestión importante, que yo no veo cómo puedas responderla.

 Usted es un Protestante, y usted profesa seguir la Biblia y solamente la Biblia; y sin embargo, en una materia tan importante como la observancia de un  día en siete como siendo un día santo, usted va contra la clara palabra de la Biblia, y coloca otro día en el lugar de aquel día que la Biblia ha mandado. El mandamiento de guardar santo el séptimo día es uno de los diez mandamientos; usted cree que los otros nueve aun están en vigor; ¿quién le dio la autoridad para entrometerse con el cuarto? Si usted es consistente con sus propios principios, si usted realmente sigue la Biblia y solamente la Biblia, será capaz de mostrar alguna porción del Nuevo Testamento en la cual este cuarto mandamiento haya sido expresamente alterado”. Librería de la Doctrina Cristiana: ¿Por qué no guardáis santo el día Sábado? Pág. 3-4. Londres, Burns and Oats (R.C.). 
 
Y aquí hay otro desafío:
 
“La Iglesia Católica por más de mil años antes de la existencia de los Protestantes, en virtud de su misión divina, cambió el día del Sábado al domingo. Decimos por virtud de su divina misión, porque Él que se llamó a Sí mismo ‘Señor del Sábado’, la dotó con Su propio poder para enseñar, ‘aquel que te escucha a ti, me escucha a Mí’; le mandó que todos los que creyesen en Él la escuchasen, bajo pena de colocarse junto a los ‘paganos y publicanos’; y prometió estar con ella hasta el fin del mundo. Ella mantiene su cargo de profesora de Él, un cargo tan infalible como perpetuo. El mundo Protestante en su comienzo (en la Reforma del siglo XVI) encontró el Sábado cristiano fuertemente atrincherado contra su experiencia; por lo tanto fue colocado bajo la necesidad de concordar con este arreglo, implicando esto que la iglesia tiene el derecho para cambiar el día, durante más de 300 años. El Sábado cristiano es por lo tanto el primer conocido de la Iglesia Católica como siendo el esposo del Espíritu Santo, sin una palabra de protesta del mundo Protestante”. El Espejo Católico (Baltimore), 23 de Septiembre de 1893. 
 
Creemos que estas declaraciones de reconocidas fuentes Católicas son suficientes como para probar nuestro punto en cuestión, de que la Iglesia Católica Romana no solo reclama haber cambiado la ley de Dios, en relación al mandamiento del Sábado, sino que está orgullosa del hecho, y reclama que lo ha hecho por la divina autoridad. La iglesia reprende a los protestantes por guardar el primer día de la semana, para el cual no hay ninguna autoridad de las Escrituras, sino que solamente el edicto de la Iglesia Católica, cuando los Protestantes dicen aceptar la Biblia y solamente la Biblia.

 Nos parece que la Iglesia Católica es más consistente que los Protestantes en esta materia. ¿Por qué cómo pueden los Protestantes apoyarse en la Biblia y solamente en la Biblia y sin embargo aceptar y obedecer la voz de la Iglesia católica en vez de la de Cristo? Al hacerlo, los Protestantes ciertamente “locamente se contradicen a sí mismos, guardando estrictamente el domingo, y quebrando muchos otros días de fiestas mandados por la misma iglesia”.

 Habiendo escuchado los reclamos de la Iglesia Católica de que tiene el derecho para cambiar la ley de Dios, y el desafío que se les hace a los Protestantes para que den una razón de su guarda de cualquier otro día de la semana, menos la del Sábado, consideraremos ahora la siguiente parte de esta pregunta, esto es, si Dios sabía de antemano de esta apostasía, y qué es lo que Él tiene para decir en relación a esto.

 

La Presciencia de Dios

 

 No es cosa fácil tratar de cambiar la constitución del universo. Hacerlo representa la más alta rebelión. Golpea el justo el corazón del gobierno del cielo. no se concibe una traición más grande que esa. Eso es minar los fundamentos. Es destruir la base de la expiación, y dejar sin ningún efecto la sangre de Cristo. Un movimiento como este, que eventualmente ganaría tantos adeptos como los que actualmente posee, ciertamente tenía que ser profetizado. Aun cuando fuese presuntuoso para el hombre decir lo que Dios tiene que hacer, parece ser razonable suponer que Dios nos dejaría a los hombres en tinieblas para batallar solo e ignorantemente contra tales fuerzas y tal apostasía.
 
En esta creencia no estamos errados. Porque Dios ha hablado. No hemos sido dejado en tinieblas, ni hemos sido dejado solos. Toda la conspiración está claramente revelada en las Escrituras. Su concepción, progreso, y fin están fielmente delineados. No tenemos por qué errar el camino. Todo está abierto para Aquel con quien tenemos que andar. Él ha revelado Sus secretos a Sus siervos los profetas.
 
Al profeta Daniel le fue revelado el futuro. En visiones de la noche él vio las luchas de los santos, el curso de la historia del mundo, el juicio, y el fin de todas las cosas. Se le dio una visión del poder que pensaría que sería capaz de cambiar los tiempos y las leyes, y él vio que este poder tendría éxito en sus emprendimientos por algún tiempo, hasta que el propio Dios intervenga. Esta visión preocupó mucho a Daniel. Él dijo, “cambió mi rostro; pero guardé el asunto en mi corazón”. Daniel 7:28.
 
Como no es el propósito de estos estudios analizar exhaustivamente las profecías del libro de Daniel, nos contentaremos con un pequeño resumen del capítulo bajo consideración.

 

La Profecía de Daniel

 

 Daniel, en la visión registrada en el capítulo siete de su libro, ve cuatro grandes bestias, las cuales fueron explicadas por el ángel, diciendo que eran cuatro reyes, o reinos, que surgirían de la tierra. Dan. 7:17. La cuarta bestia que Daniel vio era diferente del resto, en que era extremadamente espantosa, y tenía dientes de fierro y uñas de bronce. También tenía diez cuernos, de los cuales tres fueron arrancados. Lo más extraordinario, sin embargo, fue un cuerno pequeño que salió en lugar de estos tres. Este cuerno tenía ojos como los ojos de un hombre y boca que hablaba grandes cosas. Este cuerno “hizo guerra con los santos, y prevaleció contra ellos”. Verso 21. Daniel estaba especialmente interesado en este cuerno, porque de él el ángel dijo que “hablará grandes palabras contra el Altísimo, y quebrantará a los santos del Altísimo, y pensará en cambiar los tiempos y las leyes”. Verso 25. En esto él tendría éxito por algún tiempo, pero entonces se sentaría el juicio y los santos tomarían el reino.

 Los comentaristas concuerdan en que estos cuatro reinos son los cuatro imperios, Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma. “La cuarta bestia será el cuarto reino sobre la tierra... Y los diez cuernos de su reino son los diez reyes que surgirán; y otro surgirá después de él; y él será diferente del primero, y subyugará tres reyes”. Versos 23-25. Roma, el cuarto reino, fue dividida en diez partes, en armonía con la predicción de Dios. Fue después de esta división que otro poder debía surgir, diferente del primero, el cual subyugaría tres reyes. Esta profecía encuentra su cumplimiento en el papado, el cual era diferente de los primeros reinos, y que subyugó tres reinos en su surgimiento al poder.

 Estamos, en este estudio, especialmente interesados en la declaración de que este poder “pensaría en cambiar los tiempos y las leyes; y se le darán en sus manos por un tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo”. Verso 25. La Traducción Americana del Antiguo Testamento publicada por la Universidad de Chicago dice: “Planeará cambiar las estaciones sagradas y la ley”. La Septuaginta dice: “Pensará en cambiar tiempos y ley”. La Versión de Young dice: “Espera cambiar la estación y la ley”. La Versión Americana Revisada dice: “Él pensará en cambiar los tiempos y la ley”. Otras traducciones dicen lo mismo. La palabra “ley” en el Hebraico está en el singular, y sin duda hace referencia a la ley de Dios, ya que no tendría ningún sentido el decir que cierto poder cambiaría la ley humana, porque esto sucede todos los días.

 Si estamos correctos en esta interpretación, entonces estamos cara a cara delante de un poder que trataría de cambiar la ley de Dios, escrita y grabada en piedras. Esto es algo totalmente presuntuoso, y solo puede ser intentado por un poder que presumirá hablar por y actuar en lugar de Cristo. Que tiene que ser un poder religioso está claro del hecho que solamente un poder así estaría interesado en la ley de Dios.

 Ya hemos dado el testimonio de la Iglesia Romana, diciendo que posee el poder para hacer lo que la Biblia dice que ese poder haría. Es interesante observar que mientras la iglesia reclama el haber cambiado la ley y el Sábado, la Biblia no reconoce ese reclamo, sino que apenas dice, “él planea cambiar”, o “él pensará en cambiar”, o “espera cambiar”. La Biblia por lo tanto afirma que la declaración de Cristo es que Él es el Señor del Sábado. Los hombres pueden reclamar el derecho para cambiar, o que han cambiado, el Sábado. Dios observa quietamente lo que los hombres pueden “planear” o “pensar” o “esperar” en cambiar el Sábado, pero no tienen poder para hacerlo. Las palabras de esta declaración de Dan. 7:25 es en sí misma un poderoso testimonio del hecho de que el Sábado no ha sido cambiado. Los hombres pueden esperar o planear cambiarlo, pero Dios dice que eso no puede ser hecho.

 

Lo que Dicen los Protestantes

 

 Podría ser interesante en este punto escuchar lo que las denominaciones Protestantes tienen para decir a respecto de esto. ¿Reconocen ellos la situación tal como es presentada por la Iglesia Católica Romana? ¿Saben ellos de los reclamos hechos, y los reconocen? En la antigua Reforma Protestante, esto fue incorporado en la Confesión de Augsburgo:

 “Ellos (los Católicos) alegan haber cambiado el Sábado por el domingo, el día del Señor, contrario al decálogo, tal como aparece; ni tampoco hay ningún ejemplo más jactancioso de aquel de haber cambiado el día Sábado. Grande, dicen ellos, es el poder y la autoridad de la iglesia, ya que dispensó uno de los diez mandamientos”. Confesión de Augsburgo, Art. XXVIII.

 Ahora podemos agregar citas de escritores que pertenecen a diferentes denominaciones. Todos ellos presentan el mismo testimonio.

 “Está bien claro que, no importa cuán rígido o devotamente podamos pasar el domingo, no estamos guardando el Sábado... El Sábado fue encontrado en un mandamiento específico y divino. No podemos tomar ese mandamiento para obligar la observancia del domingo... No hay ninguna sentencia en el Nuevo Testamento que sugiera que exista alguna penalidad por violar la supuesta santidad del domingo”. R. W. Dale, M.A. (Congregacionalista), Los Diez mandamientos, pág. 106-107. Londres, Hodder and Stoughton, 1871.

 “No hay ninguna palabra, ni consejo, en el Nuevo Testamento acerca de abstenerse de trabajar el domingo... En el descanso del domingo no entra ninguna ley divina... La observancia del miércoles de Cenizas o la Cuaresma están exactamente en el mismo pie que la observancia del domingo”. Canon Eyton (Iglesia de Inglaterra), Los Diez Mandamientos, pág. 62-63, 65. Londres, Trubner & Co., 1894.

 “¿Y dónde se nos dice en las Escrituras que tenemos que guardar el primer día? Se nos dice que guardemos el séptimo; pero en ninguna parte se nos dice que guardemos el primer día... La razón por la cual guardamos el primer día de la semana como santo en vez del séptimo, es por la misma razón que observamos muchas otras cosas, no debido a la Biblia, sino porque la iglesia lo ha encontrado bueno”. Rev. Isaac Williams, B.D. (Iglesia de Inglaterra), Claro Sermón del catecismo, Vol. 1, pág. 334-336. Londres, Rivingtons, 1882.

 “Es imposible exhortar ese sentido de las palabras del mandamiento; viendo que la razón por la cual el mandamiento fue originalmente dado, esto es, como un memorial de que Dios había descansado de la creación del mundo, esto no puede ser transferido del séptimo día para el primero; ni puede ser ningún motivo nuevo substituido en su lugar, ya sea la resurrección de nuestro Señor o cualquier otra, sin la sanción de un mandamiento divino”. La Doctrina Cristiana, libro 2, capítulo 7, en Obras de Prosa de John Milton, Vol. 5, pág. 70. Londres, Henry G. Bohn, 1853.

 “Porque si nosotros bajo el evangelio vamos a regular el tiempo de nuestra adoración pública por las prescripciones del decálogo, ciertamente será mucho más seguro observar el séptimo día, de acuerdo al expreso mandamiento de Dios, que en una autoridad de mera conjetura humana para adoptar el primero”. Un Tratado de Doctrina Cristiana, John Milton; citado en La Literatura de la Cuestión del Sábado, Robert Cox, Vol. 2, pág. 54. Edimburgo, Maclachlan and Stewart, 1865.
 
“Yo creo que celebración de esta fiesta (la Pascua) fue instituida por la misma autoridad que cambió el Sábado Judío en el día del Señor o domingo, porque no se encontrará en las Escrituras algo que diga que el Sábado no tiene más valor, o que fue cambiado por el domingo; por lo tanto tiene que ser la autoridad de la iglesia la que cambió uno y estableció el otro; por lo tanto, mi opinión es, que aquellos que no van a celebrar esta fiesta (la Pascua) también pueden volver a la observancia del Sábado, y pueden rehusar el domingo semanal”. Extracto de la pregunta a los Comisionados del Parlamento por el rey Carlos II, 23 de Abril de 1647; citado en Leyes del Sábado y Deberes del Sábado, Robert Cox, pág. 333. Edimburgo, Maclachlan and Stewart, 1853.
 
“El Sábado fue escogido en la creación del mundo, y fue santificado, o colocado a un lado con propósitos santos, ‘para el hombre’, para todos los hombres, y por lo tanto para los cristianos; ya que nunca ha habido una revocación de la institución original. A esto nosotros le agregamos, que si la ley moral es la ley de los cristianos, entonces el Sábado es explícitamente tan disfrutado por ellos como por los Judíos”. Richard Watson, Un Diccionario Bíblico y Teológico, art, “Sábado”, pág. 829, 813. New York, B. Waugh and T. Mason, 1833.

 “El Gran Profesor nunca insinuó que el Sábado era una ordenanza ceremonial que debía cesar con el ritual Mosaico. Fue instituido cuando nuestros primeros padres estaban en el Paraíso; y el precepto disfrutando su recuerdo, como siendo una porción del decálogo, es de perpetua obligación. Por lo tanto, en vez de mirarlo como una mera institución Judía, Cristo declara que ‘fue hecho para el hombre’, o, en otras palabras, que fue diseñado para el beneficio de toda la familia humana. En vez de anticipar su extinción junto con la ley ceremonial, Él habla de su existencia después de la caída de Jerusalén. (Ver Mat. 24:20). Cuando Él anuncia las calamidades relacionadas con la ruina de la santa ciudad, Él instruye a Sus seguidores para que oren para que la urgencia de la catástrofe no los prive del consuelo de las ordenanzas del sagrado descanso. ‘Orad’, dijo, ‘que vuestra huida no sea en invierno, ni tampoco en Sábado’”. William D. Killen, D.D., La Iglesia Primitiva, pág. 188-189. New York, Anson, D.F. Randolph & Co., 1883.

 Todos estos testimonios concuerdan con que no hay ninguna autoridad en las Escrituras para ningún cambio del Sábado. Ellos también concuerdan con la Biblia en este punto; por lo tanto aceptamos su testimonio como siendo conclusivo.
 Sería bueno ahora preguntar cómo acabó sucediendo el cambio.

Algunos quieren hacernos creer que el cambio sobrevino repentinamente. Esto, sin embargo, no fue así. El cambio fue gradual, y tomó algunos siglos para su cumplimiento. Farrar dice al respecto: “La iglesia cristiana no hizo un cambio formal, sino que uno gradual y casi inconsciente, una transferencia de un día para el otro”. Archdeacon F. W. Farrar, La Voz del Sinaí, pág. 167. El doctor Killen añade esta información: “En el intervalo entre los días de los apóstoles y la conversión de Constantino, la comunidad cristiana cambió su aspecto... Ritos y ceremonias de las cuales ni Pablo ni Pedro jamás habían escuchado, se deslizaron silenciosamente, y después reclamaron el rango de instituciones divinas”. W.D. Killen (Presbiteriano), La Iglesia Primitiva, prefacio a la edición original, pág. XV-XVI. Londres, James Nesbet & Co., 1883.

 La verdad es que durante muchos siglos la observancia del séptimo día continuó. En esto, el Sr. Morer, un estudioso clérigo de la Iglesia de Inglaterra, dice:

 “Los cristianos primitivos tenían una gran veneración por el Sábado, y pasaban el día en devoción y sermones. Y no podemos dudar que ellos derivaron esta práctica de los propios apóstoles”. Diálogos del Día del Señor, pág. 189.

 El profesor Edward Brerewood, del Colegio Gresham, Londres (Episcopal), dice: “El antiguo Sábado permaneció y fue observado... por los cristianos y por la Iglesia del Este, por más de 300 años después de la muerte del Salvador”. Un Tratado Aprendido sobre el Sábado, pág. 77.

 Lyman Coleman, un cuidadoso y cándido historiador, dice: “Aun en el siglo V la observancia del Sábado Judío era mantenida en la iglesia cristiana, pero con un rigor y una solemnidad gradualmente disminuida hasta que fue totalmente discontinuado”. La Cristiandad Antigua Ejemplificada, capítulo 26, sección 2, página 527.

 El historiador Sócrates, el cual escribió aproximadamente a mediados del siglo V, dice: “Casi todas las iglesias del mundo celebran los santos misterios en el Sábado de cada semana, pero los cristianos de Alejandría y de Roma, de acuerdo con algunas tradiciones antiguas, se rehusan a hacerlo”. Historia Eclesiástica, libro 5, capítulo 22, pág. 404.

 Sozomen, otro historiador del mismo periodo, escribe: “El pueblo de Constantinopla, y de varias otras ciudades, se reúnen el Sábado y también al día siguiente; cuya costumbre nunca es observada en Roma o en Alejandría”. Ídem, libro 7, capítulo 19, página 355.

 El primer acto legal en relación con el domingo tuvo lugar en el siglo IV después de Cristo, y se conoce como la ley dominical de Constantino.

 “El primer reconocimiento de la observancia del domingo como un deber legal es la constitución de Constantino en el año 321 d.C., estableciendo que todas cortes de justicia, los habitantes de los pueblos, y los negocios tenían que descansar el domingo (venerabili die Solis), con excepción de aquellos que están relacionados con las labores agrícolas”. Enciclopedia Británica, novena edición, artículo “Domingo”.

 “Constantino el Grande hizo una ley para todo el imperio (321 d.C.) diciendo que el domingo debía ser guardado como un día de descanso en todas las ciudades y pueblos; pero él permitió que en el campo las personas continuasen haciendo sus trabajos”. Enciclopedia Americana, art. “Sábado”.

 “Incuestionablemente la primera ley, ya sea eclesiástica o civil, a través de la cual la observancia sabática de ese día se conoce como habiendo sido ordenada, es el edicto de Constantino, en el año 321 d.C.”. Enciclopedia Chambers, art. “Sábado”.

La ley decía lo siguiente:

 “En el venerable día del sol que los magistrados y las personas que residan en las ciudades, descansen, y que todos los negocios sean cerrados. En el campo, sin embargo, las personas relacionadas con la agricultura pueden libre y legalmente continuar con sus actividades; porque a menudo sucede que otro día no es tan conveniente para sembrar o para plantar viñas; ya que debido a la negligencia en buscar el momento oportuno para tales operaciones, la generosidad del cielo puede perderse. (Emitido el 7 de Marzo del 321, siendo Crespo y Constantino cónsules, cada uno de ellos, por la segunda vez)”. Codex Justinianus, lib. 3, tit. 12, 3; traducido en Historia de la Iglesia Cristiana, Philip Schaff, D.D., Vol. 3, pág. 380. New York, Charles Scribner’s Sons, 1893.

 A respecto de esto, el Rev. George Elliot dice:

 “Para entender completamente las provisiones de esta legislación, debe ser tomada en cuenta la peculiar posición de Constantino. Él no estaba libre de todas las supersticiones de los paganos. Parece ser cierto que antes de su conversión él se había vuelto particularmente devoto de Apolo, el dios del sol... El problema que él tenía era legislar para la nueva fe de tal manera que no fuese totalmente inconsistente con sus antiguas prácticas, y no entrar en conflicto con prejuicios de sus asuntos paganos. Estos hechos sirven para explicar las peculiaridades de este decreto. Él nombra el día santo, no el día del Señor, sino que el ‘día del sol’, la designación pagana, y al mismo tiempo parece identificarse con su anterior adoración a Apolo”. Rev. George Elliott, El Permanente Sábado, pág. 229. Sociedad de Tratados Americana, 1884.

 Sin embargo, la iglesia no quería quedar a un lado, y Eusebio, un obispo de la iglesia en el tiempo de Constantino, alegremente registra:

 “Todas las cosas que debían hacerse durante el Sábado, las hemos transferidos al día del Señor”. Comentario Sobre Salmos, Robert Cox, Vol. 1, pág. 361. Edimburgo, Maclachlan and Stewart, 1865.

 No fue sino más tarde, sin embargo, que la iglesia por su propia cuenta dio pasos legales para abolir el Sábado e instituir el domingo en su lugar.

 “El séptimo día Sábado fue... solemnizado por Cristo, por los apóstoles, y por los cristianos primitivos, hasta que en el Concilio de Laodicea, abolieron su observación... El Concilio de Laodicea (364 d.C.)... fue el primero que ordenó la observancia del día del Señor”. Prynne’s Disertación del Día del Señor, pág. 34-324, 44.

 El texto, tal como es citado por Hefele, dice así:
 
“Los cristianos no deben judaizar ni estar ociosos durante el Sábado, sino que deben trabajar en ese día... Si, sin embargo, son encontrados judaizando, deben ser impedidos de Cristo”. Una Historia de los Concilios de la Iglesia, Vol. 2, pág. 316.
 Ringgold enumera estas promulgaciones posteriores:

 “En el año 386, bajo Graciano, Valentino y Teodosio, fue decretado que todas los litigios y negocios deben cesar (el domingo)...

 Entre las doctrinas colocadas en una carta del Papa Inocencio I, escrita en el último año de su papado (416), se dice que el domingo debe ser observado como un día de ayuno...
 
En el año 425, bajo Teodosio el Joven, la abstinencia al teatro y al circo (el domingo) fue anexada.

 En el año 538, en un Concilio en Orleans... fue ordenado que todas las cosas que se permitían previamente el domingo, aun pueden ser lícitas; pero que el trabajo en el arado, o en la viña, podar, segar, trillar, labrar, y cortar debiera abstenerse, para que las personas puedan ir más convenientemente a la iglesia...
Cerca del año 590 el Papa Gregorio, en una carta al pueblo romano, denunció como siendo los profetas del anticristo a aquellos que decían que esos trabajos no debían hacerse en el séptimo día”. James T. Ringgold, Ley Dominical, pág. 265-267.
 
En vista de todas estas declaraciones, la siguiente declaración difícilmente puede ser desafiada:
 
“Fue la Iglesia Católica la que, por la autoridad de Jesucristo, ha transferido este descanso para el domingo como conmemoración de la resurrección de nuestro Señor. Así la observancia del domingo por los Protestantes es un homenaje que ellos pagan, a despecho de ellos mismos, a la autoridad de la iglesia (católica)”. Mgr. Segur, Enseñanza Clara Acerca del Protestantismo Hoy Día, pág. 213.
 
El asunto aquí presentado es realmente asombroso. Nos enfrentamos cara a cara con el hecho de que la Biblia presenta un día como el Sábado, y solamente uno, el séptimo día. Los testimonios de Católicos y Protestantes han sido aducidos para mostrar que ambos reconocen este hecho. Entonces hemos encontrado que la Biblia dice que surgiría un poder que se creería capaz de cambiar por sí mismo la ley. Buscamos este poder y lo encontramos, y para nuestra sorpresa, el poder no solo admite que es culpable, sino que aun se enorgullece de eso, y dice que el cuerpo Protestante ha apoyado lo que ha sido hecho.
 
Fuimos entonces donde los Protestantes, y encontramos que ellos admiten que no poseen ninguna base bíblica sobre la cual apoyarse, sino que están siguiendo la costumbre en este asunto. Estamos perplejos, y nos maravillamos cómo los Protestantes pueden decir que se apoyan en la Biblia, y solo en la Biblia, y sin embargo guardan un día no santificado por Dios. Y no hay ninguna respuesta adecuada para este acertijo.

 Hemos observado que el cambio del Sábado al domingo no sucedió repentinamente, sino que lenta y gradualmente. Sería en realidad verdad declarar que la observancia del séptimo día nunca fue totalmente eliminado de la iglesia. Podemos seguir el Sábado a través de los siglos, y encontrar aquí y allí compañías de cristianos observándolo aun bajo persecución y juicios.

 “Aun hasta el quinto siglo la observancia del Sábado Judío continuaba en la iglesia cristiana, pero con un rigor y solemnidad gradualmente disminuido hasta que fue totalmente discontinuado”. Lyman Coleman, El Cristianismo Antiguo Ejemplificado”, cap. 26, sec. 2, pág. 527. Filafia, Lippincott, Grambo & Co., 1852.
 Grotius añade aun esta pequeña información:

 “Él (Grotius) se refiere a Eusebio como prueba de que Constantino, además de elaborar su bien conocido edicto diciendo que el trabajo debiera ser suspendido el domingo, dijo que las personas no debían ser traídas ante las cortes en el séptimo día de la semana, lo cual también, dice él, era largamente observado por los cristianos primitivos, como un día de reuniones religiosas. Y esto, dice él, ‘refuta a aquellos que piensan que el día del Señor fue substituido por el Sábado, algo que no es mencionado en ninguna parte, ni por Cristo ni por Sus apóstoles’”. Hugo Grotius (murió en 1645), Opera Omnia Theologica, Londres, 1679; citado en La Literatura de la Cuestión del Sábado, de Robert Cox, Vol. 1, pág. 223. Edimburgo, Maclachlan and Stewart, 1865.

 Las dos citas siguientes muestran que el Sábado era observado por la Iglesia Celta en Escocia en el siglo 11:
 
“Ellos trabajaban el domingo, pero guardaban el Sábado de una manera sabática”. Andrew Lang, Una Historia de Escocia, Vol. 1, pág. 96. Edimburgo, William Blackwood and Sons, 1900.

 “Parece ser que ellos habían seguido una costumbre de la cual nosotros encontramos vestigios en la iglesia monástica primitiva de Irlanda, a través de la cual ellos guardaron el Sábado, en el cual descansaron de todos sus trabajos”. William F. Skene, Escocia Céltica, Libro 2, cap. 8 (Vol. 2, pág. 349). Edimburgo, David Douglas, 1877.

 Los Abisinios recibieron el cristianismo en el siglo IV a través de misioneros de la Iglesia del Este. En aquel tiempo los cristianos aun no habían abandonado el Sábado; de tal manera que los Abisinios fueron enseñados a respecto del Sábado y comenzaron a observarlo. Esto lo continuaron haciendo por más de mil años, cuando sacerdotes jesuitas trataron de persuadirlos para que abandonasen el Sábado y lo substituyeran por el domingo. Fue realizada una audiencia en la corte de Lisboa, donde los delegados Abisinios dieron la siguiente explicación:
 
“Porque Dios, después de haber terminado la creación del mundo, descansó; ese día, Dios lo llamó santísimo; de tal manera que no celebrarlo con gran honor y devoción parece ser completamente contrario a la voluntad y a los preceptos de Dios, el cual permitirá que los cielos y la tierra pasen antes que Su palabra pase; y eso, especialmente, desde que Cristo no vino para disolver la ley, sino que a cumplirla. Por lo tanto, no es una imitación de los Judíos, sino que es por una obediencia a Cristo y a Sus santos apóstoles, que observamos ese día... Nosotros observamos el día del Señor tal como lo hacen todos los otros cristianos en memoria de la resurrección de Cristo”. Razón por la cual se guarda el Sábado, dada por el delegado Abisinio en la corte de Lisboa (1534); en La Historia de la Iglesia en Etiopía, por Michael Geddes, pág. 87-88. Londres, R. Chiswell, 1696.

 En Noruega, los cristianos guardaron el Sábado en los días de la Pre Reforma, tal como lo muestra este documento:

 “El clero de Nidaros, Oslo, Stavanger, Bergen y Hamar, reunido con nosotros en Bergen en este concilio provincial, está completamente unido en decidir en armonía con las leyes de la santa iglesia, de que la guarda del Sábado no sea más permitida a partir de ahora, tal como lo establecen los mandamientos de la iglesia. Por lo tanto, le aconsejamos a todos los amigos de Dios a través de toda Noruega, que quieren ser obedientes a la santa iglesia, a abandonar esa guarda del Sábado malo; y al resto se lo prohibimos bajo pena de severos castigos de la iglesia, para que no guarden el Sábado como día santo”. De minutas del Concilio Provincial Católico, Bergen, A.D., 1435, en “Dipl. Norveg”, 7, 397; citado en La Historia del Sábado, por Andrews y Conradi, pág. 673, edición de 1912.

 La obra citada, La Historia del Sábado, también da ejemplos de la guarda del Sábado en Suecia, Alemania, Inglaterra y otros países Europeos durante los siglos anteriores y posteriores a la Reforma. Con los cientos de miles que ahora observan el Sábado en prácticamente toda nación en el mundo, creemos estar seguros al afirmar que la verdad del Sábado nunca fue totalmente eliminada, sino que cada generación ha testimoniado la verdad una vez dada a los santos.    



 
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