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Tema 4
Descubriendo una Adoración más Profunda
Autor: Shelter Rock Books
PUNTO NUMERO CUATRO
El mandamiento del
sábado del séptimo día se encuentra en el mismo centro
de la ley moral de los Diez Mandamientos.
“Acuérdate del día del sábado para santificarlo.
“Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el
séptimo es sábado para Jehová tu Dios; no hagas en él
obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu
criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus
puertas.
“Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra,
el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el
séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día del sábado
y lo santificó.”—Exodo 20:8–11.
El mandamiento del sábado es parte de la ley moral
de los Diez Mandamientos. El apóstol Santiago nos dice
que si violamos una parte de esa ley, la hemos violado
toda (Santiago 2:10–12). No podemos separar el cuarto
mandamiento sin dejar de lado también los otros. Todos
ellos permanecen unidos, porque el Dios del cielo los puso
juntos.
Nosotros no decidimos cuál día de la semana ha de
guardarse santo para Dios; solamente él puede hacerlo.
Él es quien manda; a nosotros nos toca obedecer.
Algunos dicen que Génesis 2:1–3 no es un mandato
para que el hombre guarde el sábado, y por consiguiente
no debemos obedecerlo. Pero Exodo 16 y 20 muestran
claramente que al hombre se le ordena guardarlo. ¿Y quién
se atreve a decir que los Diez Mandamientos eran
solamente para la raza judía? ¿Se nos permite al resto de
nosotros mentir, robar, engañar y cometer adulterio? ¿Son
los hebreos los únicos que han de observar esos diez
principios morales?
La razón para el mandamiento es la creación de
este mundo: “Porque en seis días Dios hizo el cielo y la
tierra.” Esto no es algo local, simplemente para una raza
semítica; —este es un mandamiento para todos en el mundo
entero, para quienes se inclinan y adoran a su Creador con
humilde gratitud por su plan para salvarlos a través de la
vida y la muerte de Jesucristo. Este fue dado en el momento
de la creación de este mundo, y fue dado para todo hombre,
mujer y niño que vive en este planeta.
Dios escribió esos Diez Mandamientos con su propio
dedo. (Exodo 31:18; Deuteronomio 9:10). El los escribió
sobre la cosa más perdurable en este mundo, y esto es
la roca (Exodo 31:18). Y él desea escribirlos también en
nuestros corazones.
“Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos
días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y
las inscribiré en sus mentes.”—Hebreos 10:16 (Hebreos
8:10; Jeremías 31:33).
Y si nosotros se lo permitimos, mediante el Nuevo
Pacto él escribirá su santa ley en nuestros corazones. Tener
los Diez Mandamientos escritos en nuestros corazones
significa dos cosas: Primero: el deseo de obedecerlos, y
segundo: permitir que Dios nos capacite para hacerlo
mediante la gracia de Jesús, su Hijo. La obediencia a la
ley de Dios se convierte en una parte integral de nuestras
vidas
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